¿Los MacAuto discriminan a los no conductores?

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CNBC informa hoy de que un hombre ciego está demandando a McDonald’s por rechazar atenderle en una ventana del MacAuto. El hombre, Scott Magee, de Luisiana no pudo acceder al interior del restaurante porque era tarde y el comedor estaba cerrado. Magee (que no puede conducir un coche) afirmar que intentó comprar comida la ventana al MacAuto a pie y fue rechazado.

La mayoría de los restaurantes que mantienen abiertas las ventanillas para vender a automóviles más tarde que sus comedores desde hace mucho tiempo han tenido una política de rechazar atender a la gente a pie. Desde hace mucho han declarado que esta política se debe a un miedo a que los peatones sean atropellados por coches en las vías de atención al público.

Así que, naturalmente, esta política discrimina a todo tipo de personas, incluyendo menores de 16 años de edad, cualquiera que no tenga permiso de conducir, gente sorda que no pueda comunicarse por los intercomunicadores y borrachos que no estén dispuestos a poner en peligro a la gente conducción.

Las ventajas globales para la sociedad, por otro lado, son importantes. Al mantenerse abiertos hasta más tarde (pero con el comedor cerrado) empresas con venta a vehículos altas horas de la noche pueden seguir ofreciendo comida al público mientras proporcionan un entorno más seguro a los empleados. Esto permitiría más acceso a la comida para personas que trabajan con horarios extraños y hasta tarde por la noche, proporcionando además oportunidades adicionales a empleados que puedan querer trabajar más horas y ganar más dinero. Horarios más largos significan más empleados y por tanto más salarios pagados, significando también (con suerte) más ingresos y beneficios para los dueños de los restaurantes.

Igual que cualquier empresa en el planeta tierra, esta disposición supone limitaciones físicas y financieras. Los recursos no son ilimitados y la heterogeneidad de los seres humanos significa que raramente es económico proporcionar un servicio que pueda ser cómodo para todos, en todo momento y en todo lugar.

En este caso, las consideraciones de seguridad relacionadas con este tipo de ventas significan que la gente que no puede conducir no puede comprar comida en McDonald’s cuando el comedor está cerrado.

La organización que está en mejor situación para tomar decisiones acerca de este asunto es, por supuesto, cada restaurante independiente de McDonald’s, que debe considerar la demanda local, la demografía local, la delincuencia local y los costes locales de obtener materiales.

Además, al dueño (o franquiciado) del restaurante le interesaría proporcionar servicio en una ventanilla si eso pudiera ser económico. Sin embargo, es seguro que no es económico (según los propietarios o los franquiciados) porque si fuera económico los dueños ya habrían instalado y dotado de personal una ventanilla a la gente a pie.

Los efectos de la acomodación pública

Sin embargo, por desgracia, vivimos en un mundo que suscriben la teoría de la “acomodación pública”, que sostiene que la propia privada no es realmente propiedad privada, sino que debe regularse hasta el más mínimo detalle para atender a ciertos grupos de interés.

En este caso, el demandante reclama que el restaurante no está acomodando adecuadamente a la gente que no puede conducir.

Si acaso va a juicio podría haber al menos dos resultados. El tribunal podría rechazar el caso o el tribunal podría ordenar a los dueños de la tienda a proporcionar una ventana a pie o alguna otra acomodación que sin duda requeriría tiempo de personal y recursos como mínimo.

Como consecuencia de una sentencia de proporcionar nuevos acomodos, el restaurador podría cumplirla. Esto significaría dedicar más tiempo de personal a ocuparse del asunto y también podría significar una renovación física del propio restaurante. Esto tendría que pagarse reduciendo salarios, retrasando nuevas contrataciones, retrasando mantenimiento o mejoras del propio edificio o reduciendo beneficios para los propietarios. En términos prácticos, esta última opción significa que el franquiciado (y todos los empleados) puedan afrontar reducciones en sus niveles de vida y los de sus familias.

En otras palabras, los recursos usados para la “acomodación” adicional deben salir del bolsillo de alguien.

Igualmente, el dueño del restaurante podría ser capaz de eludir la sentencia del tribunal decidiendo sencillamente dejar de operar la ventanilla para los coches cuando el comedor esté cerrado. Esto acabaría con las acusaciones de “discriminación”, ya que la gente que no pudiera conducir sería entonces capaz de comprar comida en cualquier momento en que los demás puedan comprar comida.

Pero repito, este resultado también priva a mucha gente de su libre elección y su capacidad de acceder a comida. En este caso la gente que trabaja hasta tarde u horas largas y los empleados que busquen más horas o una posibilidad de abrirse paso trabajando en el turno de noche del MacAuto se verá privada de estas oportunidades.

Resultados como estos siempre aparecen cuando los estados interfieren en los negocios privados para asegurar acomodación pública.

Todos estos efectos podrían evitarse, por supuesto, simplemente respetando los derechos de propiedad del dueño del restaurante.

En este caso, sería difícil argumentar intolerancia, como se argumenta a menudo en casos que reclaman mayor acomodación. La motivación en este caso probablemente pueda medirse muy fácilmente en dólares.

Sin embargo, si el caso va a juicio, un jurista público conocido como “juez” decidiría si debe obligarse o no a la empresa privada en este caso (bajo la amenaza de sanción por el estado) a renovar las instalaciones o proporcionar personal adicional para atender las demandas del único demandante.

Para expandir las alternativas para los consumidores, animemos a los dueños de empresa a expandirse

No sabemos cuál sería la sentencia del juez, pero ¿por qué debería de estar un funcionario del estado en disposición de tomar estas decisiones para empezar? Si sentencia a favor del hombre ciego, los dueños de restaurantes, sus empleados y todas sus familias se verían impactados negativamente.

Si el juez sentencia a favor del restaurante, entonces la gente que no pueda conducir no podrá comprar Big Macs a la una de la mañana, salvo que contraten antes del conductor de Uber.

Si al estado le preocupa que haya demasiados pocos establecimientos que atiendan a gente que no puede conducir por la noche, la respuesta apropiada parecería ser animar a emprendedores y pequeñas empresas a expandir su operación y abrir nuevos negocios con nuevos tipos de servicios y alternativas. Es probable que al menos algunos emprendedores encontraran un modelo de negocio que apoye la idea de una ventanilla accesible por la noche a pie. Por el contrario, echar abajo otro negocio con otra regulación más puede parecer que expande las alternativas a corto plazo, pero sólo hará que haya mayores barreras de entrada para emprendedores, un mayor coste para hacer negocios y la creación de menos negocios y menos competencia en general.


Publicado originalmente el 2 de junio de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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