Estados Unidos quedó conmocionado la semana pasada tras el asesinato a sangre fría de 49 personas en la discoteca Pulse en Orlando, Florida. A diferencia de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el asesino de Orlando parece ser un lobo solitario que, aunque reivindicaba lealtad al ISIS, no formaba parte de un grupo terrorista organizado. Casi lo único que Orlando tiene en común con el 11-S es la manera en que muchos políticos sedientos de poder y las autoridades federales se apresuraron a utilizarlo para justificar la expansión del poder del gobierno y la restricción de la libertad.
Inmediatamente después de los disparos, empezamos a escuchar nuevos llamamientos a favor de que el gobierno vigile mejor a los musulmanes, incluyendo el espionaje de servicios religiosos musulmanes. Pese a que el tirador de Orlando nació en los EE.UU., algunos están utilizando la masacre para renovar el debate sobre la inmigración musulmana. Si bien el gobierno sin duda debe impedir que los terroristas entren en el país, discriminar a los individuos para que sean vigilados por el gobierno y se viole sus derechos en base a su fe viola la Primera Enmienda y establece un peligroso precedente que será utilizado contra otros grupos. Además, utilizar como cabeza de turco a todos los musulmanes por los actos de un individuo trastornado fortalece a grupos como el ISIS, que intentan hacer que parezca que el gobierno de Estados Unidos está en guerra con el Islam.
El tiroteo de Orlando está siendo utilizado para justificar nuevos espionajes masivos y escuchas sin orden judicial. Durante los últimos tres años, la Cámara de Representantes aprobó una enmienda a la ley de presupuestos del Departamento de Defensa que limita la vigilancia masiva. Sin embargo, la semana pasada, esa misma enmienda fue rechazada. La única diferencia entre el debate de este año y los debates anteriores es que este año los defensores del espionaje masivo fueron capaces de reivindicar que el tiroteo de Orlando justifica la destrucción de la Cuarta Enmienda.
El hecho de que el tirador Orlando había sido investigado por el FBI en dos ocasiones muestra cómo el aumento de la vigilancia y las escuchas telefónicas no han impedido el tiroteo. La vigilancia masiva también crea el problema de tratar de “buscar una aguja en un pajar”, que puede hacer que sea difícil, o imposible, que las fuerzas de seguridad identifiquen las amenazas reales. Desafortunadamente, la evidencia de que renunciar a la libertad no aumenta la seguridad nunca ha disuadido a los que utilizan el miedo con el fin de ganar apoyo para aumentar el poder del gobierno.
El tirador de Orlando superó con éxito varios controles de antecedentes criminales y era un guardia de seguridad con licencia. Pero, al igual que los que utilizaron el tiroteo de Orlando para defender el espionaje inconstitucional, los totalitarios partidarios del control de armas no están permitiendo que los hechos se interpongan en el camino de la utilización del atentado de Orlando para hacer avanzar su agenda. Los opositores de la Segunda Enmienda están utilizando lo que ocurrió en Orlando para otorgar al gobierno federal nuevos poderes para violar los derechos individuales sin procesos judiciales justos. De hecho, un senador partidario del control de armas dijo que “los procesos judiciales justos (due process) son lo que nos está matando.”
Irónicamente, no es de extrañar que una de las que piden nuevas leyes de control de armas sea Hillary Clinton. Cuando era secretaria de Estado, Clinton apoyó el intervenciones en Oriente Medio, que hizo que el ISIS obtuviese armas de fuego ¡pagadas por los contribuyentes estadounidenses!
La vigilancia masiva, el control de armas y otras restricciones a nuestra libertad no evitarán que se produzcan futuros atentados como el de Orlando. De hecho las leyes de control de armas, al evitar que los estadounidenses respetuosos con la ley se puedan defender a sí mismos, nos vuelven más vulnerables a los ataques de los delincuentes. Del mismo modo, la vigilancia masiva y las escuchas sin orden judicial erosionan nuestros derechos, y hace que a la policía le resulte más difícil identificar amenazas reales.
Si el Congreso realmente se preocupase por nuestra seguridad y libertad, derogaría todas las leyes federales de armas de fuego, pondría fin a toda la vigilancia inconstitucional, y pondría fin a la política exterior hiper-intervencionista que hace que muchos en el mundo estén resentidos con los EE.UU.
Publicado originalmente el 20/06/2016.
Traducido del inglés por Verónica Santamaría, editoria de revista Libertario.es. El artículo original se encuentra aquí.