Haciendo al azúcar una exquisitez

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Cuando tenía catorce años, mi familia viajó a Alemania en lo que fue mi primer viaje fuera de Estados Unidos. A esa edad, solo bebía Dr. Pepper y mis padres se ajustaron a eso comprándome una gran caja de esta bebida para ayudarme a sobrevivir. Sin embargo, el Dr. Pepper alemán se había ligeramente distinto del que habíamos comprado en Estados Unidos. Con catorce años, esto era un misterio para mí, solo una de las muchas cosas raras de otro país, suponía.

Por supuesto, la realidad es que lo que estaba probando por primera vez era Dr. Pepper como se fabricaba originalmente. La fórmula la que yo estaba acostumbrado era una adaptación iniciada en la década de 1970 que sustituía con jarabe de maíz alto en fructosa el verdadero azúcar y que se convertiría en un sustitutivo cada vez más común lo largo de las siguientes dos décadas.

Sin embargo, este cambio en la fórmula solo tuvo lugar en las fábricas de Estados Unidos. ¿La razón de esto? La intervención pública en el sector del azúcar.

Los aranceles del azúcar se remontan a finales del siglo XVIII, originalmente como medio para aumentar los ingresos federales bajo la constitución recientemente ratificada. La legislación posterior se dirigía concretamente a ciertos tipos de azúcar para promover la producción nacional.[1] Sin embargo, antes del New Deal los aranceles eran la única forma en que el gobierno interfería en la importación de azúcar.

En 1934, el gobierno federal aprobó la Enmienda Jones-Costigan de la Ley de Ajuste Agrícola (en 1937, esta evolucionó a la independiente Ley del Azúcar) como una de las muchas políticas que pretendían proteger al granjero estadounidense a costa del consumidor. La legislación incluida la imposición de una cuota a la importación tanto del azúcar de caña como del azúcar de remolacha, rebajando así la oferta de azúcar en Estados Unidos.

Como puede deciros cualquier estudiante de primer año de economía, rebajar la oferta de un producto aumentará su precio. Siguiendo esta política, Estados Unidos ha estado pagando aproximadamente el doble del precio mundial del azúcar, (con la excepción de algunos repuntes breves en los precios globales del azúcar, que aumentaron tanto los precios globales como los nacionales).

Durante la Segunda Guerra Mundial, el azúcar fue el primer producto de consumo racionado. Sin embargo, se piensa poco en el racionamiento de productos. El racionamiento es un sacrificio necesario durante la guerra, según un sentimiento General, y las limitaciones legales reales fijadas para las importaciones de azúcar apenas pasan por la cabeza del estadounidense.[2] Algunas empresas favorecidas políticamente, como Coca-Cola, fueron excluidas del racionamiento, dándoles ventajas sobre competidores desfavorecidos.

En 1976, poco después de la introducción del jarabe de maíz alto en fructosa como sustitutivo viable, los precios del azúcar deberían haber bajado con la expiración de la Ley del Azúcar. Por contrario, Gerald Ford sencillamente triplicó los aranceles sobre el azúcar para conseguir el favor de las granjas azucareras antes de su intento de reelección. Cuando Jimmy Carter llegó al cargo, siguió los pasos de Franklin Roosevelt y optó por crear sencillamente un programa de pagos para que el gobierno comprara el exceso de producción de azúcar, lo que tuvo el efecto predecible de aumentar el precio nacional a cualquier nivel que el gobierno estuviera pagando por las cantidades en exceso.

Bajo Reagan, se restauraron las cuotas de importación.[3] Con Clinton, el programa de pagos de Carter estableció tasas de compra en 18 centavos la libra de azúcar de caña y en 23 centavos la libra del azúcar de remolacha.[4] Estos precios mantienen el del azúcar en EEUU en aproximadamente el doble del precio global actual.

Las cuotas del azúcar están entre las muchas maneras en las que el gobierno interfiere en la economía estadounidense. Por supuesto, estas políticas nunca se hacen públicas. No son el objeto de campañas o acontecimientos en los medios. Pero cada política de esta naturaleza tiene un efecto perjudicial sobre la economía de Estados Unidos.

En este caso, la combinación de cuotas de importación y planes públicos de pagos han hecho del azúcar un producto más escaso y costoso de lo que sería en un mercado natural (es decir, libre). Esto estimula del uso del jarabe de maíz alto en fructosa como endulzante sustitutivo para productos fabricados nacionalmente, especialmente refrescos. Lo que es peor, ha sido la razón clave por la que muchas empresas (como Hershey y LifeSavers) se han mudado a Canadá o México, donde puede obtener azúcar más barato y pueden vender sus productos en EEUU aprovechando el NAFTA. Como ha señalado Gary Galles, las cuotas de azúcar supuestamente “libres” no son realmente libres en absoluto.

Este tampoco es un fenómeno desconocido para el gobierno federal de EEUU. Un estudio llevado a cabo por el Departamento de Comercio de EEUU concluye que: “Muchos fabricantes se han trasladado a Canadá, donde los precios del azúcar son menos de la mitad que en EEUU, y a México donde los precios del azúcar son aproximadamente 2/3 de los de EEUU”.[5]

Ahora en Estados Unidos, si ciertos productos contienen azúcar real, se convierten en un motivo de venta, el lugar de ser algo normal. Es la justificación para cobrar más por productos que contengan la etiqueta “Hecho con azúcar real”, porque esto es, por sí mismo, una exquisitez. Son etiquetas como estas las que sirven como pequeñas pistas con respecto a la interferencia indebida del gobierno y en cualquier caso como éste, si escarbáis un poco, encontraréis que vienen acompañadas por un montón de consecuencias añadidas.


El artículo original se encuentra aquí.

 

[1] Tyler James Wiltgen, “An Economic History of the United States Sugar Program”, tesis de máster, Montana State University, 2007.

[2] “Sugar: U.S. consumers register for first ration books”, Life, 11 de mayo de 1942, p. 22.

[3]Reagan OKs strict sugar import quotas”, Chicago Tribune, 5 de mayo de 1982.

[4] Federal Agriculture Improvement and Reform Act of 1996, Public Law 104-127, U.S. Statutes at Large 110 (1996): 888-1197, codificado en U.S. Code 7 (1996), § 7201.

[5] U.S. Department of Commerce, The International Trade Administration, “Employment Changes in U.S. Food Manufacturing: The Impact of Sugar Prices”, 2006, Washington, DC.

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