Obligar a salarios superiores no arreglará la economía de Japón

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El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, ha anunciado planes para requerir a los líderes empresariales de Japón que aumenten los salarios en una próxima reunión de gobierno, empresas y líderes de organizaciones sin ánimo de lucro para preparar el periodo de negociación laboral de primavera o shunto. Sería el cuarto año seguido en el que Abe haya propuesto salarios más altos para fortalecer la atormentada economía de Japón.

La idea de que salarios superiores pueden llevar a una recuperación económica se ha convertido en un principio nuclear de lo que se ha dado en llamar “abenomics”. ¿Pero esta idea abre el camino a otra gran depresión?

Los dos principios básicos de abenomics son una política monetaria muy laxa y una política fiscal de estímulo, que implican grandes déficits presupuestarios públicos. Japón también ha aumentado su impuesto sobre el consumo. Este programa político ha estado en vigor desde que estalló la burbuja de la bolsa de Tokio en 1989.

No es sorprendente que esta aproximación política haya fracasado a la hora de arreglar los problemas de la economía japonesa. La política probablemente resulte familiar porque es también la política que se aplica en Estados Unidos y en la mayor parte de las naciones de la Eurozona. También debería resultar familiar porque en realidad no es nada nuevo, sino simplemente economía keynesiana pasada de moda con una nueva etiqueta.

Esta postura ha hecho que la en un tiempo alabada economía japonesa de la década de 1980 se convierta en la peor nación deudora del mundo. Su tasa de deuda pública nacional con respecto al tamaño de su economía o PIB se encuentra ahora acerca del 250%. La mayoría los países que se aproximan o exceden una relación del 100% se consideran casos perdidos económicamente. El último cálculo para EEUU fue del 104% y creciendo.

Examinemos más de cerca este dinero de aumentos en sueldos y salarios motivados políticamente.

¿Cómo podrían los aumentos políticamente dirigidos de sueldos y salarios llevar a una recuperación económica? Esta idea se basa en la observación de que en economías en crecimiento los trabajadores generalmente obtienen salarios más altos o al menos aumentos del poder adquisitivo de sus salarios. Por tanto la idea es que salarios más altos llevarán a crecimiento económico.

Abenomics justifica esta política de aumentar sueldos y salarios porque aumentaría el consumo, lo que a su vez estimularía la demanda agregada. El resultante aumento en demanda agregada llevaría a crecimiento económico y niveles más altos de PIB.

Si la economía fuera como una máquina, podría ser posible un escenario así. Sin embargo, salarios más altos dirigidos políticamente no aumentan el empleo. De hecho, en realidad disminuyen el empleo y retrasan la creación de puestos de trabajo. Cuando se aumenta el precio de algo, incluyendo los puestos de trabajo, el número demandado disminuye, en igualdad de condiciones.

Son los salarios menores los que aumentan el empleo. Emprendedores y empresas aumentan el número de empleados que contratan si bajan los salarios en el mercado. Más trabajos significa más producción, de forma que aumenta el consumo por cabeza. Los aumentos en la producción animan las reducciones de precios, suponiendo una oferta monetaria fija, así que habría una tendencia general a la baja los precios. Precios a la baja significa que aumenta el poder adquisitivo real de los salarios. Así es como una economía se recupera de un ciclo de auge y declive inducido por inflación monetaria.

Los keynesianos y sus primos de abenomics probablemente hayan escuchado esta explicación antes y se acaben de dar cuenta de que estoy escribiendo acerca de la deflación desempeñando un papel positivo en el proceso corrector de la economía.

Ambos grupos tienen un miedo psicológico a la deflación. Temen que incluso aproximarse a una deflación de precios pueda generar una depresión catastrófica en la economía de la cual nunca nos podamos recuperar.

Este miedo psicológico no tiene base en ninguna teoría o hecho. Se basa únicamente en una asociación realizada hace tiempo entre deflación de precios y la Gran Depresión. (He llamado a este miedo apoplitorismofobia).

En uno de los grandes libros de Murray Rothbard, La Gran Depresión, este demostraba que la política del presidente Herbert Hoover de tratar de mantener salarios altos ante la depresión económica fue uno de los factores importantes a la hora de convertir dicha depresión en “Gran”. Los otros factores incluían proteccionismo, inflacionismo y otras formas de intervencionismo público.

Según Rothbard:

Los niveles salariales “se mantuvieron hasta que el coste la vida disminuyó y los beneficios prácticamente se desvanecieron. Ahora son los salarios reales más altos del mundo”. ¿Pero había alguna relación causal entre este hecho y la mayor tasa de desempleo en la historia de Estados Unidos? Hoover ignoraba esta pregunta.

Hoover realmente había “puesto la humanidad antes que el dinero, a través del sacrificio de beneficios y dividendos frente a salarios”, pero la gente encontraba difícil subsistir o prosperar con “humanidad”. Hoover señalaba que había creado trabajo para los desempleados, impedido despidos, salvado bancos y “luchado por retrasar la caída de los precios”. Es verdad que “por primera vez” Hoover había impedido un “ataque inmediato sobre los salarios como base para mantener los beneficios”, pero el resultado de eliminar los beneficios y mantener niveles salariales artificiales fue una depresión crónica y sin precedentes.

La tesis de Rothbard ha sido alabada por importantes intelectuales, que incluyen al gran historiador Paul Johnson:

Gracias a las ideas de Rothbard, ahora vemos que el periodo de Hoover-Roosevelt fue realmente un continuo, que la mayoría de las “innovaciones” del New Deal fueron en realidad expansiones e intensificaciones de las soluciones de Hoover o pseudosoluciones y que la administración de Franklin Delano Roosevelt se distinguió de la de Herbert Hoover en sólo dos aspectos importantes: tuvo infinitamente más éxito gestionando sus relaciones públicas y gastó mucho más dinero de los contribuyentes. Y, como dice Rothbard, el efecto neto del continuo político de Hoover-Roosevelt fue hacer la recesión más severa y prolongarla prácticamente hasta el final de la década de 1930. La Gran Depresión fue un fracaso, no del capitalismo, sino del estado hiperactivo.

Un importante economista ortodoxo y asesor de la Reserva Federal, Lee Ohanian, ha verificado empíricamente la tesis de Rothbard:

Herbert Hoover. Desarrollo una teoría del fracaso el mercado laboral para la Depresión basada en el programa de trabajo industrial de Hoover, que proporcionaba a la industria protección frente a los sindicatos a cambio de mantener fijos los salarios nominales. Descubro que la teoría explica mucha de la profundidad de la Depresión y la asimetría de esta a través de los sectores. La teoría también puede reconciliar por qué deflación/gasto nominal bajo aparentemente tuvieron efectos reales tan grandes durante la década de 1930, pero no durante otros periodos de deflación importante.

Si Shinzo Abe quiere aumentar los salarios reales y el empleo en Japón, debe abandonar las políticas fracasadas del pasado, que solo han servido para prolongar las depresiones económicas.


El artículo original se encuentra aquí.