¿Por qué el dólar sigue siendo la divisa de reserva mundial?

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Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial dos años después de que empezara, pero antes de eso vendió grandes cantidades de productos del país a las fuerzas aliadas: armas, material de guerra, barcos y otras cosas. Las facturas de todos estos productos y materiales se pagaron en oro y las reservas estadounidenses de este metal se convirtieron en las mayores del mundo.

En 1944, cuando un resultado victorioso de la guerra era bastante predecible, los representantes de las naciones aliadas y sus banqueros centrales se reunieron en Bretton Woods en New Hampshire, donde se acordó que (a) el dólar de EEUU se aceptaría como divisa de liquidación del comercio internacional; (b) el dólar de EEUU sería convertible en oro a la vista con una tasa fija de 35$ la onza y (c) se crearía el Fondo Monetario Internacional (FMI) para asegurarse de que EEUU cumpliera lo prometido y mantuviera el cambio acordado controlando la oferta de sus dólares.

Oro: La primera “divisa de reserva” del mundo

Así es como el dólar de EEUU se convirtió en la “divisa de reserva” del mundo. Este término deriva del hecho de que la divisa original de reserva era el oro, en el sentido de que las deudas comerciales se liquidaban con las reservas de oro del país deudor.

Sin embargo, tanto por seguridad como por comodidad, el dólar de EEUU se convirtió en la divisa de reserva del mundo porque se garantizaba que era totalmente convertible. En tiempos anteriores, la libra británica había mantenido una posición similar, principalmente porque se confiaba en que el Banco de Inglaterra mantuviera una relación constante entre el valor del esterlina y el oro. Por ejemplo, las importaciones francesas de bienes italianos confían pagarse en esterlinas, tomando reservas esterlinas mantenidas en el Banco de Francia, que los exportadores italianos estarían encantados de aceptar.

Estados Unidos abandona la última relación con el oro

En los años posteriores a la guerra el FMI fracaso completamente en su propósito fundacional. A lo largo de la década de 1950 y principios de la de 1960, EEUU siguió imprimiendo dólares independientemente de si podían canjearse dichos dólares en oro a 35$ la onza. En la práctica estaban pagando sus importaciones con moneda falsa.

En 1958, el general Charles de Gaulle se convirtió en presidente de Francia y advirtió con cierta alarma que el banco central francés estaba lleno de dólares de EEUU y que las exportaciones francesas a EEUU (vino, queso, maquinaria, automóviles, ropa, etc.) se pagaban aún con más dólares. En 1969, de Gaulle dio instrucciones a su asesor económico, Jacques Rueff, para convertir en oro el 80% de los dólares que tenían, al tipo oficial de 35$ la onza.

Otros banqueros centrales advirtieron a su vez esta conversión y empezaron pronto a hacer lo mismo. En 1971, las reservas de oro de Estados Unidos habían disminuido seriamente y el Presidente Nixon adoptó la vía cobarde de eludir el problema sencillamente declarando que las existencias de dólares ya no eran convertibles en oro, sacando en la práctica a EEUU de lo que quedaba de un patrón oro.

(Haciendo un aparte, Nixon podría haber afrontado la realidad de la destrucción sistemática del dólar de EEUU a lo largo de las décadas anteriores. Podría haber devaluado el dólar estableciendo un valor revisado en términos de oro. El profesor Patrick Barron ha realizado cálculos aproximados que sugieren una verdadera relación entre dólares y oro en 1971 en torno a los 400$ la onza. Si esto es correcto, significa que el dólar perdió casi el 90% de su poder adquisitivo en los 27 años que van de 1944 a 1971).

Dinero fiduciario sin restricciones

Muchos lectores conocerán la historia de El aprendiz de brujo, basada en un poema de Goethe, en la que el vago aprendiz, en ausencia de su maestro, hace sus tareas encantando a su escoba para que recoja agua en su lugar. Pero no conoce la fórmula mágica para desencantarla, así que ve con desesperación y creciente horror que la escoba transporta cada vez más agua hasta que toda la casa rebosa.

En lugar de agua, en este caso pensad en dólares. El brujo, por supuesto, es el Tesoro de EEUU y el caprichoso pero desatinado aprendiz es la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos. Al eliminar las relaciones del dólar con el oro en 1971, la creación de dinero fiduciario por parte del Tesoro de EEUU despegó hacia su mejor momento. En los años siguientes, Estados Unidos fue una gran potencia mundial en todos los sentidos y, en particular, un enorme importador de bienes y servicios (¡e igualmente un enorme exportador de títulos del Tesoro denominados en dólares para liquidaciones!). Como consecuencia, el 80% de las reservas de los bancos centrales del mundo estaban en forma de dólares de EEUU. Desde entonces, al hacerse más recelosos los gobiernos de todo el mundo con respecto a la capacidad del Tesoro de EEUU de mantener el poder adquisitivo de sus dólares en el exterior, ese porcentaje ha caído a en torno al 60%.

Incluso hoy se estima que los dólares de EEUU en poder de bancos centrales extranjeros suman unos cinco billones de dólares, de los cuales el Banco de China y el Banco de Japón poseen un billón cada uno.

Las importaciones estadounidenses se pagan en dólares fiduciarios. Si, por ejemplo, el yuan chino desafiara gradualmente al dólar de EEUU como un mejor almacén de valor medido frente al oro, la hegemonía del dólar se vería seriamente socavada y todos esos dólares de EEUU guardados en el extranjero encontrarían en su momento su camino de vuelta a EEUU, generando una inflación masiva.

El gobierno estadounidense sigue adelante con su fraude sobre su propio pueblo, buena parte porque los países que comercian con Estados Unidos son completamente cómplices en la quimera de la credibilidad del dólar. Después de todo, el impacto potencial sobre los niveles de empleo de sus industrias locales sería calamitoso si se perdieran las ventas estadounidenses.


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