Ahora hay tantos “delincuentes” en Estados Unidos que Uber quiere contratar a algunos

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El mes pasado, Uber anunciaba que empezaría a aceptar conductores con antecedentes penales. En concreto, como informa el Hartford Courant:

El cambio de política de Uber, que tendrá efecto el próximo año, permitirá conducir para la empresa a personas con condenas por faltas no violentas, como uso de cheques sin fondos, resistencia al arresto, hurto, prostitución, hostigamiento y daños menores a la propiedad.

Hasta ahora, los solicitantes con esos historiales eran rechazados automáticamente si la falta se había producido dentro de los últimos siete años. Uber dijo que continuaría rechazando solicitantes que tuvieran condenas por delito los últimos siete años, así como los solicitantes con condenas por faltas que incluyeran violencia, faltas sexuales y violaciones graves del código de circulación.

Es poco probable que Uber (y las aseguradoras de la empresa) hubiera llevado a cabo ese movimiento si no hubiera concluido que las personas culpables de estos delitos es improbable que sean un peligro para los pasajeros de la compañía.

Lo que tal vez sea más importante es que Uber también está dispuesto a apostar por que a muchos de los clientes de la empresa no les importe que sus conductores puedan tener un historial penal.

Y Uber probablemente tenga razón.

Después de todo, las condenas penales graves por infracciones menores y no violentas se han convertido en tan comunes en EEUU que muchos estadounidenses saben bien que tener una condena penal en tu pasado no es en absoluto un indicador de que uno es un criminal violento o de que haya participado en un “delito” con una víctima real.

Por ejemplo, según un reciente informe de la ACLU, “La policía en EEUU arrestó a más gente por uso de cannabis que por todos los delitos violentos combinados”.

The Independent informa:

La policía realiza 1,25 millones de arrestos cada año por posesión de drogas, de los cuales aproximadamente la mitad son por usar marihuana. El total es más del doble del relacionado con arrestos por delitos violentos.

Es verdad que no todos estos arrestos llevan a condenas penales, por supuesto, pero muchos sí, e incluso una condena por faltas (o incluso un arresto) puede acabar costando su empleo a un acusado. Y ahora mismo hay tantos estadounidenses, antecedentes de arresto como estadounidenses con títulos universitarios.

La Guerra contra las Drogas trajo penas de prisión más elevadas y sanciones más duras de las que había habido en décadas anteriores. Pero las drogas no son la actividad que haya estado llevando a penas cada vez más desmesuradas. Hoy en Estados Unidos, continuamos viendo lo que tal vez pueda llamarse “inflación de sanciones”, en la que multas y tiempo de prisión para ciertos delitos han estado aumentando por encima de las sanciones que había en el pasado para esos mismos delitos.

En Connecticut, donde Uber está iniciando su nuevo plan para conductores, encontramos este fenómeno en vigor. En un informe de 2015 de la Oficina de Investigación Legislativa del parlamento encontramos numerosos ejemplos:

  • El delito de “uso incorrecto falsificación de un sello o etiqueta de un mecánico fabricante” antes tenía una sanción de hasta seis meses de prisión o una multa de 100$ (o ambas). Después de 1995, sin embargo, el delito puede llevar hasta a cinco años de prisión y una multa de hasta 250.000$. O ambas.
  • La acción de “otras actividades fraudulentas relacionadas con marcas registradas y otras marcas” también está ahora sometida a castigos igualmente draconianos.
  • Tener una casa de empeños sin licencia antes era castigado con hasta seis meses de prisión y una multa de hasta 500$ (o ambas). Eso estaba previsto para la tercera condena y del primer delito tenía una multa de solo 50$. Sin embargo, desde 1997, el mismo delito se ha convertido de un delito de clase D, lo que significa que puede llevar a cinco años de prisión, 5.000$ de multa o ambas cosas.
  • Violar las leyes relacionadas con “horarios laborales de menores, mayores o personas discapacitadas en establecimientos mecánicos o de manufacturas” antes tenía el castigo relativamente pequeño de una multa de 25$ para la primera condena y de 30 días en prisión o 100$ para las subsiguientes. Desde 2006, los incumplidores han de sufrir hasta cinco años de prisión y una multa de hasta 5.000$ o ambas cosas, incluso para el primer delito.
  • Hubo un tiempo en que padres o tutores que “permitieran a menores trabajar violando leyes laborales concretas” estaban sometidos a una multa de 50$. Desde 2006, la misma violación conlleva hasta cinco años de prisión y/o una multa de 5.000$.
  • Hasta 2013, el delito de “persona que solicita o usa a un tercero para obtener un arma de fuego sin tener derecho a ella” era una falta de clase A o de clase B, lo que significaba no más de un año en prisión o una multa de 5.000$ (o ambas cosas). Desde entonces, la violación conlleva un año obligatorio en prisión y 3.000$ de multa.

La lista continúa con muchas violaciones como “práctica no autorizada del derecho” y “violaciones en la sustitución de airbags” aumentando de faltas a delitos.

Los legisladores de Connecticut tampoco están solos en su manía por convertir en delitos infracciones legales previamente de poca importancia.

La Fundación Heritage ha señalado que los delitos federales con sanciones duras han estado creciendo durante años y el Instituto de Policía de Illinois señala que el estado ha gastado enormes sumas encarcelando a gente bajo los estatutos de delitos de clase 4, que tratan infracciones de poca importancia.

Como ha explicado en Mises.org Justin Murray, EEUU es bastante único en la severidad de sus castigos. Muchos delitos que conllevan largas sentencias de prisión en Estados Unidos se resuelven mediante multas y programas de rehabilitación en muchas otras partes del mundo.

No es cosa pequeña, especialmente porque puede haber una correlación directa entre mayores tasas de encarcelamiento y delitos violentos. Cuando la gente es incapaz de encontrar trabajo de ningún tipo debido a arrestos o condenas anteriores, tiene poco que perder volviendo a actuar criminalmente.

Sin embargo, no debería sorprendernos que la extendida disposición de EEUU para las condenas penales y sentencias de prisión se haya encontrado con el deseo del sector privado de más mano de obra disponible. Ahora hay tantos “delincuentes” en EEUU que los empresarios han empezado a preguntarse qué sentido tiene realmente esa calificación.

Debería aplaudirse a Uber por haber dado el primer paso de ofrecer trabajo a algunos de los pequeños infractores que, en los modernos Estados Unidos, están siendo cada vez más tratados como delincuentes habituales. Indudablemente, el coste de la reincidencia e incremento en las encarcelaciones de millones de estadounidenses no resulta barato para los contribuyentes.


El artículo original se encuentra aquí.