El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha anunciado sus planes de dimisión tras la sonora derrota sufrida el domingo cuando las urnas dieron la victoria al No con un margen del 20%. Hasta el día de la votación, mientras estuvo ocupado viajando por todo el país prometiendo nuevos regalos a los votantes (el más reciente era un aumento de los salarios de los funcionarios estatales de 85 euros) fue extrañamente descrito como ¡el candidato “a favor del mercado”! Entretanto, los medios, incluyendo políticos, economistas y un amplio rango de comentaristas, han mostrado continuamente la votación como un voto sin retorno a favor de la democracia y la estabilidad del gobierno. La CNBC describía modestamente el referéndum como “el acontecimiento político europeo más importante de 2016. Sí, aún mayor que el bréxit”. The Independent alertaba a sus lectores sobre la relación entre la elección de Trump y un posible voto No; The Financial Times hablaba de un alto riesgo de una grave crisis bancaria y del euro en la mañana del lunes. ¿Pero realmente es como otro bréxit o como Trump? ¿El referéndum de Italia es decisivo para producir el desplome de un sector bancario ya en proceso de desplome?
¿Qué votaron los italianos?
El domingo, los italianos no votaron ni por salir del euro ni por abrir el camino a reformas a favor del mercado. El voto equivalía a un juicio sobre el futuro político de Renzi, ya que los ciudadanos afrontaban la decisión de si aceptar o no una reforma que trataba de fortalecer el poder ejecutivo.
El paquete de reformas incluía:
- La abolición del sistema de equilibrio bicameral: en lugar de que la cámara baja y alta tuvieran exactamente los mismos poderes, el Senado habría perdido (excepto con respecto o asuntos internacionales o constitucionales) muchas de sus funciones políticas, como la de poder votar leyes en contra de la cámara baja y realizar votaciones de confianza.
- Una reducción en el número de senadores de 315 a 100 (74 de los cuales habrían sido consejeros regionales, 21 alcaldes y 5 elegidos por el jefe del estado), elegidos, ya no a través de voto popular directo, sino a través de consejos regionales.
- Una revisión del Título Cinco: transferiría más autoridad legislativa de la periferia (regiones) al centro en casos en que afecte al interés nacional.
- La eliminación del CNEL: un órgano del estado asesor del ejecutivo y el parlamento con respecto a asuntos económicos.
Si hubiera ganado el Sí, Renzi habría visto aprobados tanto su cargo como primer ministro como sus reformas constitucionales, lo que habría significado una mayoría tanto en la cámara baja como en el Senado, ya que 17 de las 20 administraciones regionales están actualmente en manos de su partido. Sin embargo, prevaleció el voto del No y al haber dimitido Renzi en la mañana del domingo, la pelota está ahora en el alero del jefe del estado, que liderará al país a través de una reforma electoral y nombrará a la persona que gobernará hasta el fin de la actual sesión legislativa (2018).
No, no es como un Trump o un bréxit
Según The Telegraph, esta votación “podría abrir la vía para el antisistema Movimiento Cinco Estrellas, que dice que quiere un referéndum sobre si Italia debería abandonar el euro como su moneda”. Ese miedo ha llevado a algunos periódicos, como The Guardian, a relacionar el voto del domingo con las sacudidas de Trump y el bréxit, entre otras cosas debido a una declaración de Renzi un par de días antes del referéndum de que Italia habría buscado una posición más fuerte en la Unión Europea si se hubiera aprobado la reforma.
La idea de que el Movimiento Cinco Estrellas (fundado por el cómico italiano Beppe Grillo) llegaría al poder como consecuencia de un voto No, no está sin embargo garantizada en modo alguno. El éxito del movimiento dependerá de varios nuevos cambios de la ley electoral. Grillo, para gobernar (pues su partido siempre ha rechazado la posibilidad de alianzas), necesitaría una mayoría absoluta, que sería extremadamente difícil si el país adoptara el sistema electoral recientemente propuesto en el Senado. Aun así, incluso la comparación entre la postura contra el euro de Cinco Estrellas y la campaña contra la UE del bréxit tendría que rechazarse. El error al igualar estos dos movimientos se basa en una relación más sutil entre soberanía política y monetaria. El movimiento del bréxit buscaba la independencia política de la UE. El Movimiento Cinco Estrellas, por el contrario, busca la “soberanía monetaria”, lo que es en realidad solo una forma más educada de decir que quieren imprimir más dinero sin ninguna restricción política. Así que, con esto en mente, no es sorprendente que cuando se le pregunta, Grillo dice que nunca ha pensado en abandonar la unión política. Como dijo a sus seguidores durante la campaña del bréxit: “El Movimiento Cinco Estrellas está en Europa y no tiene intención de abandonarla”.
¿El voto del No disparará una crisis bancaria?
A esta amenaza de futuras turbulencias políticas se ha unido también el miedo a un desastre económico. The Financial Times escribía que el resultado de un voto No dispararía un pánico financiero, con la posible quiebra de ocho bancos italianos, ya que el sistema bancario tiene actualmente unos 380.000 millones de euros en préstamos morosos frente a 225.000 millones de capital. Lo que argumentaban estos defensores era que esta votación contra Renzi dispararía una crisis de confianza que ralentizaría los procesos de rescate que había planeado gobierno y al mismo tiempo desanimaría a los inversores a la hora de suscribir las recapitalizaciones necesarias de estos bancos con problemas. Sin embargo, lo que olvidan mencionar es que ya existe una crisis de confianza: el 36% de los ciudadanos prefieren guardar su riqueza en efectivo en su casa en lugar de en un banco, debido a la supresión de los tipos de interés del mercado, las mayores regulaciones y la mayor supervisión económica que se han desarrollado en los últimos años.
Solo una pregunta: ¿cómo podría recuperarse la confianza en los mercados si la recompensa por pensar en el futuro (el tipo de interés) no existe o es negativa? Por tanto, los culpables no son los votantes del No o del Sí, sino esas políticas monetarias laxas y poco convencionales seguidas por el BCE y que, unidas a los desajustes contables de gobierno de Italia, han alimentado un ciclo vicioso de apalancamiento financiero y colateralización de la deuda, llevando a las instituciones financieras a entrar en mercados en los que no habrían entrado si no hubieran existido estas manipulaciones monetarias desde un inicio. Resolvamos entonces este enigma: ¿es malo para estos bancos quebrar después de años de políticas sin éxito dirigidas a mantenerlos a costa de los contribuyentes?
¡No! Contrariamente a la creencia popular, recompensar a los bancos quebrados con rescates es actuar como mecánico que llena del depósito de gasolina con coca-cola. Solo ocasiona un desperdicio de recursos propios y una pérdida neta para la sociedad. Sostiene a bancos mal gestionados que dirigen los fondos lejos de las actividades productivas y hacia activos sin valor que aumentarán estos efectos redistributivos. Esto no hace ningún bien a la economía o al bolsillo del contribuyente. La quiebra tendría que verse como la mejor solución: solo a través de un proceso de regeneración estas instituciones financieras volverán atender sus fines pretendidos como intermediarios entre ofertantes y demandantes de bienes presentes.
Aunque la histeria haya dominado esta campaña política, el estado italiano no puede convertir la fantasía en realidad. Con un estado que gestiona y dirige más del 50% de toda la economía, los problemas no están en un voto Sí o No en un referéndum. Por el contrario, solo estamos siendo testigos del continuo retraso de una revolución necesaria a favor del libre mercado.
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