Lo que significa Trump: Una perspectiva europea

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Map of EuropeLos miembros del establishment  político y mediático europeo parecían estar seguros de que el 45º presidente de los Estados Unidos sería Hillary Clinton o al menos estaban deseándolo desesperadamente. Los días después de la elección se podía escuchar un clamor de indignación tanto de los principales periodistas como los políticos. Casi se sentía como si el proyecto europeo hubiera perdido al mismo tiempo que Clinton, ahora que Estados Unidos, el aliado más poderoso Europa, estaría gobernado por un “inhumano populista de derechas”, un abierto crítico de la Unión Europea y un simpatizante del Partido de la Independencia de Reino Unido. Y después de todo dice “Estados Unidos primero”. Para el establishment  europeo, esta es una postura inadmisible a mantener por el presidente electo estadounidense.

El secretario general del Partido Socialista gobernante en Francia, Jean-Christophe Cambadélis, ha comparado a Trump con la candidata principal del Frente Nacional, Marine Le Pen, y ha señalado que la izquierda francesa conoce muy bien los desafíos a los que se entraba. El primer ministro francés Manuel Valls destacaba que Europa necesita cerrar filas, asumir la responsabilidad y responder a los acontecimientos del otro lado del Océano Atlántico, añadiendo que no cree en “el triunfo de la simplicidad y la demagogia”.

El ministro alemán de asuntos exteriores, Frank-Walter Steinmeier, que calificó a Trump como un “predicador del odio” durante la campaña de las elecciones, declaró poco después de que fuera confirmado el resultado que “la política exterior estadounidense ahora será menos predecible”, pero que Alemania “no se quedará hipnotizada como los conejos delante de la serpiente”. Alemania “debería seguir confiando en sí misma y tiene que mantener su cultura de discurso público y político”. Pero quién sabe a qué tipo de discurso cultivado en se estaba refiriendo realmente.

De hecho, Donald Trump fue comparado con Adolf Hitler en las noticias de la televisión alemana en un momento de su campaña cuando ya había excedido con mucho las expectativas de la mayoría de los expertos. Pero prácticamente nadie podía imaginar que se convertiría en el siguiente presidente de Estados Unidos. En la misma tarde del 9 de noviembre, cuando lo impensable estaba tomando forma, el consorcio de emisoras públicas de Alemania (ARD) presentó una encuesta según la cual solo el 4% del electorado alemán habría votado por Trump. Uno se pregunta si esta encuesta representativa fue realizada exclusivamente entre los empleados del consorcio.

Cuando el candidato presidencial y populista austriaco Norbert Hofer perdió ante Alexander Van der Bellen a principios de diciembre, el eestablishment  de la UE tuvo su primer momento de alivio desde la votación del Bréxit en Reino Unido el pasado junio. “Hofer ha esperado en vano el efecto Trump”, declaró el presentador de las noticias de la ARD algo triunfantemente en la tarde las elecciones.

Sin embargo, al mismo tiempo el pueblo italiano votaba en contra de la propuesta del presidente Matteo Renzi de cambiar la constitución italiana, lo que llevó a su renuncia y potencialmente a la posibilidad de que el movimiento euroescéptico Cinco Estrellas en torno al comediante Beppe Grillo formara un nuevo gobierno nacional después de elecciones anticipadas. Esto significa que los tres países más grandes de la Eurozona y la UE (excluido Reino Unido), Alemania, Francia e Italia, tendrán elecciones nacionales el próximo año. El diario italiano La Stampa escribió que el referéndum “cuenta la misma historia que el Bréxit y Trump”.

Por tanto, es bastante evidente que a casi todos los acontecimientos políticos y desarrollos en marcha en Europa se interpretan ahora mismo a la luz de la victoria de Trump. No cabe duda de que Trump ya ha tenido un impacto sobre la política europea con respecto a la estrategia y la retórica.

Amenazantes realidades económicas en Europa

Los asuntos más importantes, después de que la crisis de divisas y deuda se haya desvanecido misteriosamente de la escena durante un tiempo, son la inmigración, la estabilización de Oriente Medio y cómo reaccionar ante millones de personas entrando en Europa.

Trump tiene tal importancia para el régimen político de la UE, entre otras cosas, porque fue elegido aunque defendiera abiertamente posturas que no se esperaba que fueran capaces de obtener una mayoría, ni en EEUU, ni indudablemente en Europa. Va completamente en contra de la postura que ha adoptado el gobierno de EEUU con Bush y Obama, que Clinton pretendía continuar y que el liderazgo político de la UE sigue defendiendo con entusiasmo y que está incluida en un programa político más amplio. Es un programa que los medios de comunicación de masas están promoviendo vigorosamente destacando los beneficios de las fronteras abiertas, la diversidad y el multiculturalismo, la importancia de la asistencia humanitaria, así como una responsabilidad oficial de Occidente en mejorar las condiciones de vida en las naciones en desarrollo de África y Asia. Que esto último habitualmente se convierta en exactamente lo contrario en forma de intervenciones militares agresivas es algo que callan deliberadamente. Las posturas antiintervencionistas de Trump en política exterior, contra todo pronóstico, han desafiado con éxito la aproximación globalista.

Después de un periodo inicial en el que Trump y sus seguidores fueron ridiculizados arrogante mente, se está viniendo abajo una buena dosis del complejo europeo de superioridad frente a EEUU y el tenor general ha cambiado. En un acto de autodefensa, las élites políticas y mediáticas europeas han tratado desesperadamente de hacer de Trump y el movimiento que le sigue un hombre del saco, al ver las implicaciones que podría tener.

Es verdad que Trump se ha merecido algunos de los lemás usados contra él, pero la mayoría son solo exageraciones o alegatos histéricos. Y mientras el establishment  europeo reclama ser superior en el terreno moral, incluso el aspecto más prometedor del aislacionismo defendido por Trump desde un punto de vista humanitario (retirarse de intervenciones militares en el extranjero) se vuelve contra él. Se argumenta que Trump abandonará a Europa y que los países europeos tendrán que aumentar sustancialmente sus propios presupuestos militares en el futuro.

El hecho de que la política exterior agresiva de Occidente bajo el liderazgo de EEUU a lo largo de las pasadas décadas haya generado la desestabilización de Oriente Medio y el norte de África en primer lugar y por tanto reforzado la crisis de inmigración que Europa está afrontando ahora mismo, no se destaca críticamente en absoluto.

Trump será una excusa para más centralización

El establishment  de la UE evidentemente ha contribuido al problema que ahora trata de explotar para centralizar aún más la estructura política de poder de Europa. Trump servirá como una cabeza de turco que dejó sola a Europa en medio de un conflicto internacional y de una crisis humanitaria. Esta explicación ya se ha estado utilizando sin que Trump haya estado en el cargo durante un solo día y se usará como justificación para políticas más intrusivas de la UE si los pueblos de Europa dejan que esto ocurra. Sin embargo, hay posibilidades de que los gobiernos nacionales de toda Europa afronten una oposición cada vez mayor en un futuro cercano, si es que no son directamente remplazados. Por desgracia, estos movimientos de oposición no están empujando la dirección correcta en todos los aspectos. Pero en todo caso todos nuestros problemas no se resolverán con la siguiente ronda de elecciones nacionales. Son mucho más fundamentales que ideológicos. Son de una naturaleza a largo plazo.


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