El impuesto a los robots de Bill Gates es una idea terrible

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robot.JPGBill Gates ha reclamado un “impuesto a los robots” para ayudar a mantener los ingresos fiscales del gobierno cuando desaparezcan trabajadores humanos porque “aparece un robot para hacer la misma cosa”. Parece estar siguiendo la misma línea de argumentación que usan muchos para una renta básica universal: cuando un trabajador en un empleo de 50.000$ anuales se vea remplazado por algún proceso automatizado y posteriormente encuentre un trabajo de 25.000$ anuales, el gobierno necesitará recursos extraordinarios para mantener la calidad de vida de este trabajador, pero habrá perdido esa cantidad en impuestos de la renta del trabajador que sea trasladado al nuevo empleo peor pagado.

Incluso dejando aparte el cuestionable beneficio de que el gobierno grave y gaste, hay algunos agujeros enormes en la argumentación de Gates.

Primero debemos definir qué eres un robot

Lo primero y más evidente es definir qué es un “robot”. ¿Debe ser una máquina con forma humana que haga bip bip y hable monótonamente? ¿Qué pasa con los gigantescos brazos mecánicos que ponen las puertas de los automóviles nuevos en la fábrica? ¿Y vale una herramienta “inteligente” que ahorre trabajo pero no tenga ninguna parte móvil? En ese caso, todas las computadoras estarían sometidas a un impuesto. ¿Qué pasa con las tecnologías que no impliquen necesariamente informática o partes móviles, pero sigan reduciendo la cantidad de trabajo necesario en algún proceso de producción? En ese caso, estaría gravado todo bien de capital, remontándonos hasta la invención de la rueda y el control del fuego.

No hay ninguna manera no arbitraria de diferenciar entre los bienes de capital “buenos” y los bienes de capital “malos”. El capital es capital, no importa lo complejo que sea o si tiene botones y luces parpadeantes. Todo el capital es empleado por los empresarios para una razón: producir más de lo que desean los consumidores y hacerlo usando recursos que no tienen otro uso más valioso o productivo.

Los robots aumentan los ingresos fiscales

Segundo, al seguir el experimento mental de Gates se aprecia que en realidad no se pierde renta gravable en conjunto. Podemos incluso hacer muy complejo este escenario, si queremos. Por ejemplo, supongamos que un robot (llamémosle Bernardo) acaba de aparecerse como el maná del cielo a un empresario llamado Roberto. El robot Bernardo es exactamente tan capaz como la humana Teresa del negocio de Roberto y Bernardo nunca se estropea. Supongamos entonces que Teresa es desplazada totalmente por Bernardo y no hay ningún otro trabajo para ella en ningún lugar: pasa de ganar 50.000$ al año (también su productividad de ingreso marginal para Roberto) a cero.

Así que, en este escenario, se han transferido exactamente 50.000$ anuales de renta gravable de Teresa a Roberto gracias al nuevo robot de Roberto, Bernardo. No hay cambio en el ingreso fiscal total para el gobierno.

Cualquier relajamiento en estas suposiciones para hacer más realista el escenario solo aumentaría la cantidad de renta gravable. Bernardo es caro de fabricar y reparar, lo que significa que algunos fabricantes y reparadores de robots tienen alguna renta. Teresa podía encontrar otro trabajo en otro lugar. Si ocurre todo esto en un sistema de impuestos progresivos, la nueva renta de Roberto podría incluso llevarle a un nuevo tramo fiscal con una parte gravada mayor de su renta total. Si el robot de Bernardo es aún más productivo que Teresa, mejor para el ingreso fiscal del gobierno, ya que toda la nueva renta sencillamente se añadiría a la renta gravable de Roberto, a tipos progresivamente más altos.

Por supuesto, no estoy argumentando que un mayor ingreso fiscal sea algo bueno, solo que el miedo de Gates a ingresos fiscales perdidos debido a trabajadores desplazados tecnológicamente no tiene sentido.

La tecnología mejora las cosas para toda la población

Finalmente, todo episodio histórico de nuevas tecnologías importantes haciendo la producción más eficiente ha generado que poblaciones enteras mejoren su situación. Aunque es verdad que la nueva tecnología puede afectar temporalmente a quien estén trabajando en eso, el efecto general de aumentar la productividad es positivo, incluso para quienes pierden sus empleos. Ved el increíble “palo de hockey de la prosperidad humana” en el que enormes aumentos en los niveles humanos de vida empiezan con la Revolución Industrial y no hacen más que acelerarse con la introducción de nuevas tecnologías, como la informática e Internet.

No hay guerra entre trabajo y capital, o entre humanos y robots, porque todo el capital actúa para aumentar la productividad marginal del trabajo. Esto tiene dos efectos: (1) podemos producir más de los bienes que queremos y necesitamos y (2) nuestros salarios aumentan, tanto en términos reales como nominales.

Un granjero con un tractor es mucho más productivo que un granjero sin él. Una secretaria con una computadora es mucho más productiva que un equipo de secretarías sin computadoras. ¿Podéis imaginar cuál sería vuestra productividad sin ningún capital? ¿Qué tipo de salario podríais ganar sin todos los fantásticos bienes de capital a vuestra disposición? Retornaríamos a una existencia primitiva, viviendo precariamente sin la capacidad de usar bienes de capital. Todos tendríamos la penosa y dolorosa calidad de vida que trae eso.

Por tanto, desanimar el uso de capital es bastante retrógrado, a pesar de la manera en que Bill Gates posiciona su mensaje como algo avanzado. Pide más primitivismo y menos desarrollo. Detiene el progreso y nos impide resolver los problemas que quedan en el mundo, a muchos de los cuales el propio Bill Gates ha dedicado personalmente su vida y riqueza.[1]


El artículo original se encuentra aquí.

[1] Y hablando de los logros personales de Gates, es especialmente frustrante oír este tipo de cosas de un hombre que han ahorrado más trabajo en todo el planeta que ninguna otra persona viva, posiblemente incluso un en toda la historia humana. Pero eso sería imposible de decir, ya que todas las nuevas tecnologías productivas dependen necesariamente de los trabajos de anteriores inventores y personas que acumularon capital. No tendríamos la computadora personal sin haber dominado antes la electricidad, los plásticos, los metales, todo tipo de máquinas, desarrollos agrícolas y así sucesivamente, como deja clara la cita de Mises:

Si alguien tuviera que medir la longitud del periodo de producción dedicado a la fabricación de los diversos bienes disponibles ahora, tendría que remontar su historia al punto en el que tuvo lugar el primer gasto de factores originales de producción. Tendría que establecer cuándo se emplearon por primera vez recursos naturales y trabajo para procesos que (además de contribuir a la producción de otros bienes) también contribuyeron en último término a la producción del bien en cuestión. La solución a este problema requeriría la solución del problema de la imputación física. Sería necesario establecer en términos cuantitativos qué herramientas, materias primas y trabajo particulares fueron usados directa o indirectamente en la producción del bien referido y contribuyeron al resultado. Tendría que remontarse en estas investigaciones a los mismos orígenes de la acumulación de capital por ahorro por parte de la gente que previamente vivió precariamente. No son solo dificultades prácticas las que nos impiden esos estudios históricos. La misma irresolución del problema de imputación física nos detiene en el primer paso de dichos empeños (La acción humana).

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