La falsa dicotomía entre intereses individuales y colectivos

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Es un hecho que la izquierda con su clásico discurso de la lucha de clases, ha logrado construir una matriz de opinión favorable al colectivismo, ideología que respalda la tesis de que las miserias de nuestra sociedad, son el resultado del conflicto que existe entre los que persiguen sus intereses personales (egoístas) y los que persiguen los intereses colectivos (altruistas), según está idea cada vez que un individuo trabaja en función a su propio bienestar, de alguna forma atenta contra los intereses colectivos. No hay argumento, ni hechos empíricos que valgan en esta batalla; la izquierda está vacunada contra cualquier acusación so pretexto de que la lucha que sostiene, es en favor del bienestar general de la sociedad.

La solidaridad ha de entenderse como un acompañamiento de tipo voluntario; un apoyo en la resolución de situaciones que requieren de asistencia temporal. Supone entonces, no solo reconocer una necesidad que requiere auxilio inmediato, sino también reconocer en el otro la capacidad para superarla, darle un sentido diferente a esta, la transformaría en un arma cuyo principal blanco de destrucción serían las capacidades mas elementales del ser humano, a saber su espíritu proactivo y su sentido de la responsabilidad.

Intereses personales vs intereses colectivos.

Ayn Rand, quien es considerada una de las más significativas representantes del individualismo, describió el autointerés como egoísmo racional, con esto quizás se pretendía suprimir el carácter peyorativo de la palabra. En las siguientes líneas, intentaré demostrar que el autointerés obedece a causas que transcienden el sentido de la ética, al mismo tiempo de la imposibilidad del hombre de ser, en esta tierra, el guardián permanente de sus hermanos.

Mi tesis es que no existe tal dicotomía entre intereses personales e intereses colectivos, y que más bien lo que existe es una manifiesta incapacidad de los hombres de saberlo todo, en una palabra, la limitada capacidad de la razón para integrar cierto tipo de información que, por su volumen y el carácter dinámico de la misma, solo un ser omnisciente puede tener la facultad para organizarla y actuar en consecuencia. Para ello voy a tratar de ejemplificarlo, con el siguiente gráfico, haciendo una analogía con la red social Facebook, y los criterios que está utiliza en su configuración para las publicaciones:

  • Personal: en este nivel están las necesidades inmediatas, los deseos y aspiraciones personales, es decir los fines que el hombre decide perseguir en procura de su propio bienestar y felicidad. Pero resulta que para no pocas personas es una gran tarea traducir sus propios deseos y aspiraciones en forma coherente. por tanto, veremos como a medida que ascendemos de nivel, la complejidad aumenta.
  • Familiar: en este nivel está nuestro circulo íntimo; padres, pareja, hijos, hermanos, nietos e incluso algunos amigos. Es una realidad para todos los que somos padres que, aun dentro del hogar los miembros que conforman ese círculo, tienen deseos y aspiraciones distintas a las nuestras y distintas entre sí; es aquí donde comienza a complejizarse más la información que se requiere para satisfacer plenamente, los deseos y aspiraciones de un tercero. En este nivel empezamos a percibir que, si bien podemos conocer los hábitos y algunos de los deseos y aspiraciones de nuestros seres más íntimos, también somos incapaces de conocerlos todos, y mucho menos darle el mismo sentido de urgencia.
  • Amigos: acá están las personas que, si bien no compartimos ningún lazo consanguíneo, pero si algunos afectos e intereses mutuos, y con los cuales nuestras interacciones son menos frecuentes que con las personas que forman parte de los niveles anteriores.
  • Conocidos: personas con las cuales no tenemos ningún vínculo afectivo ni emocional, algunos pueden estar físicamente cerca de nosotros como los vecinos, pero nuestra interacción con ellos se remite a temas muy puntuales, aplica también para algunos amigos de nuestros amigos.
  • Desconocidos: personas con las cuales no tenemos ningún vínculo afectivo, ni emocional, ni laboral, ni casual, debido a lo remoto de la distancia nuestro conocimiento de sus necesidades es nulo.

Si nos fijamos bien, a medida que nos alejamos del núcleo, el número de personas crece de manera abrumadora, y por tanto se nos hace más difícil hacernos de la información acerca de las necesidades y deseos de cada uno de ellos; si a esto le sumamos que por naturaleza los deseos y aspiraciones de la gente son cambiantes, nos encontramos con el hecho indiscutible de que el hombre está limitado por sus capacidades de razonamiento de conocer y más aun de sentir en carne propia las necesidades y deseos de otras personas. ¿Significa esto que somos incapaces de sentir empatía? acaso se invalida

Es por ello que los liberales entendemos que el mejor guardián del hombre no es su prójimo; sino que, dada la limitada capacidad humana de los hombres para conocerlo todo, (no somos omniscientes), el mejor guardián de la vida de un hombre, es él mismo. Es inmoral, pues, que se coloque la responsabilidad de nuestra vida sobre los hombros de otros; peor aún que se utilice al Estado para tales fines.

Los liberales, por principio, consideramos que el interés propio es la motivación que impulsa a los hombres a trabajar para sustentarse. Como contraparte entendemos que, en la sociedad moderna, la satisfacción de nuestros necesidades y deseos depende enteramente de relaciones con otros seres humanos, y que estas deben estar basada en el principio de la reciprocidad; solo los ermitaños pueden darse el lujo de vivir aislados de otros seres humanos y aun así sustentarse a sí mismos, pero quienes, actuando en la consecución de sus propios deseos, deciden voluntariamente intercambiar valores con nosotros, sin pretenderlo deliberadamente, están contribuyendo al bienestar general de la sociedad.

Es púes, cruel e inhumano pedirle a una persona que renuncie a sus deseos y aspiraciones, en favor de un colectivo, una masa amorfa, conformada por una miríada de deseos, aspiraciones, caprichos y contradicciones, imposible de codificar, organizar y actuar en consecuencia. Es menester dejar por sentado, que no es el egoísmo lo que nos incapacita para ser altruistas, eso no es cierto, es nuestra limitada capacidad de conocimiento la que nos impide obrar de forma distinta.

 

Publicado originalmente aquí