Reivindicación del derecho del talión

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Las tesis pro estatales se encuentran tan arraigadas que obnubilan hasta a los más lúcidos. Desde su impronta las autonomías vienen a ser simples detalles. Flacas anuencias que en cualquier momento, sea al calor de la razón como de la sinrazón, pueden ser suprimidas de súbito, obsequiándonos la facultad de un completo mutilado, de un vegetal. Así, la socialización de lo gregario ha sabido imponernos la premisa de que todo legítimo ajusticiamiento proviene de un ente externo al sujeto afectado, manteniéndose el factor irracional y desproporcionado del vengador que actúa sin otro móvil que el de conducirse como cualquier oficinista que en puridad no tiene ningún interés sobre lo ocurrido.

En cambio, si el campo de acción se mantuviese en el agredido sería éste quien corriese con la solicitud de reivindicación por los costes que el daño cometido le ha acarreado. Igualmente, y por idéntica prerrogativa, no habría nada que le impida ofrecer su derecho a ser saciado en el agravio al mejor postor, ahuyentando todo vestigio de burocratización, evitando las injerencias de terceros ya que ello únicamente le concierne a los involucrados y a nadie más. Así es, esta facultad es negociable, por ello es que toda idea en principio aberrante (como la que invoca el ius talionis) fácilmente puede ser relegada con una multiplicidad de servicios que terminen por cubrir el estrago causado, lo que lo extingue y anula. Si acontece un exceso al momento de la satisfacción, si se deja de lado la proporción pasando a ocupar parte de una esfera indebida, se deviene en injusticia.

No en vano el denostado Talión, el de tal como tú me hiciste a mí yo te hago a ti, oculum pro oculo, dentem pro dente, acusado de bárbaro y brutal, sirvió de sustento a pueblos tan disímiles como los de Roma, Israel y Grecia. Es más, incluso para Kant venía a ser la medida más justa de la pena. Si es así entonces por qué viramos hacia galaxias que rompen con este sabio y añejo precepto. O es que acaso se pretende desandar lo andado en vez de seguir desarrollándolo y tornarlo cada día más excelente.


Ensayo sobre el individuo, su derecho, su justicia, Nomos & Thesis, Lima, 2da ed., 2009, pp. 203-204

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