El argumento más sofisticado en favor del Estado debe ser examinado brevemente. Desde Hobbes, este argumento ha sido repetido sin cesar.
Es como sigue:
En el estado de naturaleza, es decir, antes del establecimiento del Estado, reina el conflicto permanente. Todos y cada uno reclama derecho sobre todo, y esto resulta en guerras interminables. No hay forma de salir de esta situación dificultosa por medio de un acuerdo, pues, ¿quién haría cumplir el acuerdo? Siempre que la situación parezca ventajosa, una o ambas partes romperían el acuerdo, y resultaría un conflicto. Por tanto, la gente se da cuenta de que solo hay una solución para la meta deseable de paz: el establecimiento, por acuerdo, de un Estado, es decir, una tercera parte independiente como juez último y encargado último de hacer cumplir los contratos.
Pero si tal tesis es correcta, y los contratos requieren un encargado externo que los haga cumplir, entonces un Estado por acuerdo nunca puede llegar a existir. Porque para hacer cumplir el acuerdo que lleva al establecimiento del Estado, otro encargado externo —un Estado anterior— ya tendría que existir. Y para que este último Estado haya llegado a existir, incluso otro Estado anterior tiene que ser postulado. Y así, esto resulta en una regresión al infinito.
Por otro lado, si aceptamos que los Estados sí existen —y obviamente existen— entonces este hecho mismo contradice el cuento hobbesiano. El Estado mismo ha llegado a existir sin ningún encargado externo que hiciera cumplir el contrato. En el tiempo del supuesto acuerdo no existía un Estado anterior. Además, una vez que el Estado está en existencia, el orden social resultante aún se sigue haciendo cumplir a sí mismo. Si bien es cierto que si A y B acuerdan algo, su acuerdo se hace cumplir por una tercera parte, el Estado; no obstante, el Estado en sí mismo no está restringido por un encargado externo. No existe tercera parte externa en lo que se refiere a conflictos entre agentes del Estado y los ciudadanos. Y de igual forma, no existe tercera parte externa para conflictos entre diferentes agentes de Estado. En lo que se refiere a los acuerdos con el Estado, tales acuerdos solo pueden hacerse cumplir dentro del Estado, es decir, el Estado está restringido solamente por sus propias reglas autoaceptadas y autocumplidas, los límites que él mismo se impone. Sin embargo, esto es precisamente lo que el cuento hobbesiano quiere descartar como imposible, es decir, un sistema social capaz de producir paz y seguridad basado en el autocumplimiento de reglas.
El material original se encuentra aquí. Traducido del inglés por Dante Bayona. Revisado por Oscar Eduardo Grau Rotela.