Debate anarquismo-minarquismo: Una distinción praxeológica-histórica

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Reflexiones sobre la validez racional de la teoría legal y la teoría económica austroanarquista dentro del marco analítico de la praxeología, la diferencia entre teoría e historia, y la concentración geográfica y la secesión como métodos para que el anarquismo se convierta en la ideología dominante.

El debate entre libertarios anarquistas y libertarios minarquistas se puede entender así: los anarquistas dicen que el anarquismo sí funciona, y los minarquistas dicen que no funciona. Y luego ambas partes presentan argumentos sobre la factibilidad y la no-factibilidad de un sistema sin gobierno central. Este debate se da mucha veces entre economistas, pero pocos parecen analizar el problema utilizando la metodología desarrollada por Mises.

Aquí explicaré que las posiciones anarquistas y minarquistas pueden ser reconciliadas con el análisis de Mises. Y mostraré que de cierta forma ambas posiciones pueden ser entendidas como correctas, pero una tiene supremacía sobre la otra.

Mises hizo una distinción en las ciencias sociales. Mises dividió las Ciencias Sociales en dos campos: Una parte llamada Praxeología y la otra parte llamada Historia.

Praxeología -o Teoría- es el proceso de deducir principios correctos, universales e historicamente-invariables a partir de una, o unas pocas, proposiciones axiomáticas -proposiciones autoevidentemente ciertas. Historia, diferenciándola de praxeología, “es la recolección y ordenamiento sistemático de todos los datos de experiencias concernientes a las acciones humanas. Se encarga del contenido concreto de la acción humana 1 .”

Así, los austríacos derivan praxeológicamente toda la teoría económica, y además entienden que la teoría no puede ser refutada por los datos históricos. La econometría no puede “refutar” o “validar” una ley económica. Los datos históricos pueden como máximo “recrear” la teoría, pero no negarla.

Los austríacos reconocen que la praxeología permite hacer predicciones teóricas, pero al mismo tiempo reconocen que la praxeología no permite hacer predicciones concretas sobre las elecciones de los individuos. Un ejemplo aclarará esto.

La ley de la utilidad marginal. Según esta ley económica, a medida que aumenta la cantidad que se tiene de un bien, la utilidad marginal que nos proporciona la última unidad del bien decrece. Y esto es así porque se entiende que el individuo usará la primera unidad del bien para alcanzar la meta más deseada que puede alcanzar con una unidad del bien, y que usará la segunda unidad del bien para alcanzar la segunda meta más deseada, y la tercera unidad del bien para alcanzar la tercera meta más deseada, y así sucesivamente. Luego, a partir de este principio praxeológico sobre utilidad marginal se puede deducir que la pendiente de una curva de demanda individual siempre será negativa por el principio de utilidad marginal decreciente.

Lamentablemente, como expresan los filósofos Hans-Hermann Hoppe y Roderick Long del Mises Institute, los libros de microeconomía neoclásica no entienden esta aproximación austríaca y confunden la ley de la Utilidad Marginal Decreciente con la ley psicológica de Gossen 2 .

La ley de Gossen dice que a medida que saciamos nuestras necesidades, la satisfacción que nos proporciona la última unidad del bien va disminuyendo. Es decir, cuando tengo mucho hambre, la primera hamburguesa que como me da mucha satisfacción; la segunda, menos satisfacción; y cualquier persona normal rechazaría la tercera hamburguesa.

Como explican estos filósofos austríacos, la ley psicológica de Gossen no siempre se cumple. Uno puede imaginar casos en que la ley de Gossen no se cumple. Algunos drogadictos parecen nunca saciarse de drogas siempre querer mas. Pero uno no puede imaginar contra-ejemplos a la ley praxeológica de Utilidad Marginal. Su negación sería un absurdo.

Basados en praxeología los austríacos pueden hacer predicciones teóricas: la primera unidad del bien siempre será empleada para satisfacer la necesidad de rango más alto, y así sucesivamente. PERO como explican los mismos austríacos, predicciones concretas sobre el resultado de la elección es algo que escapa del análisis praxeológico.

Como explica Hoppe, uno puede decir con certeza praxeológica que un individuo usará su primera naranja para alcanzar la meta más deseada que puede alcanzar con una naranja, pero uno no puede predecir el uso específico que un individuo hará de la primera naranja. Uno no puede predecir el uso que el vecino hará de su primera naranja. Si mi vecino es un fetichista de naranjas, hará un uso muy diferente del que yo haré.

Hay factores psicológicos e ideológicos que afectan el resultado concreto de nuestras acciones. Problemas psicológicos -como son hasta cierto punto la drogadicción y el fetichismo- o creencias religiosas o de otro tipo, pueden alterar el resultado concreto de nuestras elecciones. Pero eso no significa que el principio de utilidad marginal decreciente sea inválido. Uno no puede imaginar casos opuestos a la ley de utilidad marginal decreciente. Nadie puede imaginar que un individuo asigne la primera unidad de un bien a la satisfacción de la tercera necesidad que puede satisfacer con ese bien.

Uno puede imaginar casos en que por factores ideológicos la cantidad demandada de un bien disminuye cuando el precio del bien disminuye. Digamos, por ejemplo, que uno descubre que el dueño de una empresa usa el dinero que recibe de nuestros intercambios para financiar una guerra que nosotros consideramos escandalosamente injusta. Nosotros podemos rechazar los productos de ese empresario e iniciar un boicot. En ese caso aunque el empresario baje los precios, nosotros demandaríamos menos sus productos. Ese hecho histórico de ninguna forma “refuta” la ley de la demanda, y mucho menos crea una nueva ley de demanda. Una correcta investigación de este fenómeno debe tener en cuenta la parte praxeológica del fenómeno y la parte ideológica del mismo. Si uno analiza correctamente este fenómeno siguiendo la metodología austríaca, uno entiende que el análisis histórico y el análisis praxeológico no se oponen uno al otro, sino que se complementan.

En la misma línea, los austríacos explican que la teoría es necesaria para entender los fenómenos históricos. La historia por si misma no puede explicarse, sino que necesita teoría 3.

Como muestran los datos, en el siglo XIX los impuestos y regulaciones eran relativamente bajos comparados con los niveles del siglo XX. Y al mismo tiempo uno observa que los estándares de vida del siglo XIX eran comparativamente bajos en relación a los del siglo XX. Frente a estos datos, un historiador sin conocimiento praxeológico podría sugerir que los estándares de vida en el siglo XX mejoraron porque los impuestos y las regulaciones aumentaron. Pero un praxeólogo entendería que esa aproximación es incorrecta. Un praxeólogo diría que los estándares de vida mejoraron “a pesar” del incremento de impuestos y regulaciones.

Como muestra el profesor Hans-Hermann Hoppe, la teoría legal también puede ser praxeológicamente analizada 4 . Siguiendo el mismo procedimiento -partiendo de axiomas- se pueden deducir específicas leyes y sus resultados en las interacciones de los seres humanos. Así se entiende por ejemplo, que cuando por los menos dos o más individuos tienen en mente diferentes usos para un recurso escaso, la única forma de acabar completamente con los conflictos de uso es asignar derechos de propiedad privada sobre el recurso. No hay salida alternativa al problema, cualquier solución alternativa mantiene latente el problema del conflicto.

El análisis praxeológico legal-económico nos permite entender que los derechos de propiedad privada maximizan la creación de riqueza de una sociedad, y que -como demostró Mises- el socialismo es pobreza.

Históricamente se observa que existen arreglos intermedios en la asignación de propiedad privada. En ciertas comunidades campesinas y en ciertas comunidades religiosas, los lazos de familia y los religiosos ayudan a regular el uso compartido de algunos recursos. ¿Significa esto que el análisis praxeológico de la ley es incorrecto? No. En esas comunidades el problema de conflicto, debido al uso alternativo del recurso escaso que por lo menos dos personas tienen en mente, sigue latente. Una explosión demográfica destruiría todo ese arreglo colectivista.

Igual que notamos anteriormente, hay factores ideológicos que afectan el resultado concreto de las acciones de los individuos, pero esas observaciones del mundo real no pueden invalidar las leyes praxeológicas.

Si bien es cierto que un análisis praxeológico racional ético de las leyes llevaría a todos los seres humanos a entender que cada uno debe ser dueño de su propio cuerpo y de la propiedad que uno adquiere justamente, históricamente se observan varios casos opuestos a la ética racional libertaria. La ley de Prima Nocta otorgaba superderechos al jefe de la comunidad -le otorgaba el derecho de acostarse con la novia antes que el esposo, las leyes esclavistas contra las personas negras, las leyes que disminuían los derechos de las mujeres a comparación de los hombres, etc. Todos esos son ejemplos de que en realidad el mundo es fuertemente influenciado por factores ideológicos que afectan la predicción racional-praxeológica de la ley justa. Pero esos hechos históricos no afectan el entendimiento racional de que la ley justa es la ley libertaria de respeto al axioma de no-agresión y al axioma de propiedad privada.

Los resultados legales en países fanáticos religiosos atentan contra los derechos individuales. En algunos países musulmanes radicales, las mujeres son tratadas como sub-humanas violando todo principio racional de justicia intersubjetiva. Y no es sólo que los hombres abusen de las mujeres sino que las mujeres por sus propias creencias religiosas permiten esos abusos.

Como Mises, Rothbard y Hoppe -entre otros- explican, para que la ideología funcione, los oprimidos deben también creer la ideología. Así pues, como explica el profesor Hoppe en su seminario “Economía, Sociedad e Historia” 5 , toda la historia humana puede ser entendida en términos praxeológicos y en términos de las ideologías que moldearon el resultado histórico específico.

La praxeología de hecho sirve como marco analítico para la teoría económica y la teoría legal. Pero la historia no termina allí. Hay algo más remarcable: “se puede observar que la aplicación consistente del razonamiento praxeológico lleva a uno al mismo sistema social general, independientemente si uno se ocupa explícitamente de la economía o de la ley 6 .” La praxeología llevó a Rothbard en economía al anarcocapitalismo 7 . Y cualquiera que aplica consistentemente la praxeología al análisis de la ley llegará también a conclusiones anarquistas (policéntricas).

Y aquí viene la distinción praxeológica/histórica en el debate Anarquismo/Minarquismo: los anarcocapitalistas están en lo correcto cuando predicen el funcionamiento praxeológico de una sociedad sin gobierno central. Pero no pueden asegurar al 100% que tal sociedad funcionará en la realidad, dados los factores ideológicos que pueden afectar el resultado concreto.

Y los minarquistas están en lo correcto sólo en el sentido que sus objeciones al anarcocapitalismo sean consideradas como factores ideológicos. Su predicción de que el anarcocapitalismo no funciona es cierta solamente mientras las consideraciones ideológicas sean relevantes para alterar el resultado praxeológico. Pero los minarquistas no pueden “refutar” la conclusión praxeológica de que la competencia es mejor que el monopolio para el consumidor.

El estado es, recordemos, un monopolio territorial de jueces y policía. Y la distinción entre los liberales clásicos -minarquistas- y los austrolibertarios modernos -anarquistas- es que los liberales clásicos pensaron que la mejor forma de proteger al individuo era creando un monopolio. Y los austrolibertarios, usando teoría económica que los liberales clásicos no tuvieron a disposición, dicen que el monopolio no es la mejor forma de proteger al individuo.

Del análisis anterior se puede deducir que los anarcocapitalistas ya tienen ganada la mitad de la batalla. La teoría les da la razón. Ahora lo que falta es lograr esas condiciones ideológicas compatibles con la predicción praxeológica. Se necesita una sociedad donde la ideología predominante sea el respeto a la propiedad privada y al individuo.

No todas las sociedades tienen las mismas condiciones ideológicas. En sociedades ultrarreligiosas como ciertos países musulmanes donde las leyes no se aplican igual a todos; en sociedades donde la tribu tiene supremacía sobre el individuo; en sociedades que veneran al presidente -que tienen un día de celebración en honor al presidente como en EE.UU- o que creen que los políticos son la solución al problema, el anarcocapitalismo no puede funcionar.

Sociedades como Somalia, donde los ciudadanos cansados de los políticos y sus abusos decidieron quemar los edificios públicos y no pagar más impuestos, son sociedades donde cierto tipo de orden anarquista puede aparecer. No propongo a Somalia como el paraíso libertario, sino como ejemplo de ciertas condiciones ideológicas necesarias para un orden legal policéntrico. El ejemplo más familiar para los libertarios es el caso de la ideología dominante en Nortemérica cuando comenzó como país -una sociedad donde un alza mínima de impuestos era motivo de rebelión. Ese es el tipo de condiciones ideológicas que los libertarios deben concentrarse en alcanzar.

Ahora, terminada la exposición sobre la aproximación Praxeológica/Histórica del debate Anarquismo/Minarquismo, quiero sugerir una alternativa para lograr una uniformidad ideológica libertaria.

¿Cuál es el mejor camino para que el libertarismo llegue a ser la ideología dominante? Ese es el problema que todos los libertarios anarquistas y minarquistas deben encarar. En este sentido, siguiendo la observaciones de Hans-Hermann Hoppe 8, tal vez los libertarios deberían entender que la democracia colectivista -la dictadura donde la mayoría manda- no se destruirá a ella misma. Es casi imposible pensar que el gobierno despedirá a todos sus empleados públicos, y que los empleados públicos -y todos los que usan recursos extraídos por el gobierno- aceptarán su culpa en la violación de los axiomas justos libertarios.

El camino más rápido y seguro hacia la libertad es la concentración de libertarios en lugares geográficos específicos, y después de eso la secesión. En esas sociedades la ideología dominante libertaria haría estable y sostenido el desarrollo. Los libertarios deben prestar importancia a ese factor ideológico, para que la sociedad libertaria no se desmorone con el tiempo. Trabajando separadamente -cada libertario en su país- tal vez por casualidad, algún libertario pueda ser elegido presidente, pero eso no garantiza la estabilidad de un sistema libertario en el futuro porque frente a cualquier emergencia económica, las facciones no-libertarias recuperarán el poder.

Se necesitan más movimientos libertarios como el Free State Project en los Estados Unidos, que están agrupando geográficamente a los libertarios. No se necesita precisamente libertarios en cantidad, sino libertarios de calidad.

Los libertarios en Norteamérica no deberían gastar sus energías tratando de convencer a 150 millones de ciudadanos -el 51% de la población, para usar el juego democrático- de que la libertad es lo mejor para todos. No se necesita cambiar a todos esos millones de gente para lograr cambios reales.

Los que quieren una sociedad libre deben anhelar de cierta forma lo que los musulmanes radicales tienen en algunas partes del mundo –una sociedad donde la ideología dominante sea la libertaria. Los Estados Unidos de Norteamérica fueron creados como país a partir de una secesión de la corona inglesa. Los revolucionarios norteamericanos -algunos les decían “terroristas”- no optaron por el camino de ir a Inglaterra a convencer al 51% de la población sobre la justicia de la libertad, sino que optaron por separarse.

Como ya muchos habrán notado, libertarios y comunistas parecen tener varias cosas en común. Ambos grupos tienen teorías de clases, teorías sobre imperialismo, teorías de historia, y ambas doctrinas llegan a conclusiones anarquistas. Pero el mundo real praxeológico sólo respalda la visión libertaria. Y como el mismo Rothbard mostró, varios lemas comunistas tienen mejor uso cuando los libertarios los emplean. ¡Libertarios del mundo uníos!

Referencias

1. Ludwig von Mises. Human Action. Praxeology and History.

2. Roderick Long. Praxeology: The Austrian Method.

Hans-Hermann Hoppe. The Austrian Method: Praxeology.

3. Hans-Hermann Hoppe. Theory and History.

4. Hoppe. The Ethics and Economics of Private Property.

5. Hoppe. Economy, Society, and History.

6. Larry J. Sechrest. Praxeology, Economics, and Law: Issues and Implications.

7. Murray N. Rothbard. Man, Economy and State, Power and Market.

8. Hoppe. Strategy: Secession, Privatization, and the Prospects of Liberty.

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