Los austriacos se dan cuenta de que la realidad empírica es única, particularmente los datos estadísticos en bruto. Hagamos que los datos se amasen, promedien, estacionalicen, etc. Y entonces los datos necesariamente falsearán la realidad. (Murray Rothbard, Making Economic Sense, p. 246).
Junto con otros austriacos, durante años he tenido que aguantar acusaciones de los monetaristas de que Murray Rothbard amañaba los datos para aumentar los niveles de crecimiento monetario durante la década de 1920 y retratarla como una década inflacionista. Como he argumentado (aquí y aquí) en un intercambio con el eminente historiador monetario Richard Timberlake (aquí, aquí y aquí) estas alegaciones no tienen fundamento. Así que ahora, con deliciosa ironía dirijo vuestra atención hacia un explosivo artículo de tres econometras que desmiente totalmente la afirmación empírica realizada por Milton Friedman y Anna Schwartz (FS) de que la velocidad del dinero en EEUU ha mostrado estabilidad a largo plazo durante más de un siglo hasta 1975.
Neil Ericsson, David Hendry y Stedman Hood argumentan que el dudoso “ajuste de datos” en los modelos empíricos de FS “reducía enormemente el movimiento aparente de la velocidad de circulación del dinero y (…) afectaba adversamente a la constancia y ajuste de estos modelos de demanda estimada de dinero”. En otras palabras, el alegato empírico de FS de que la demanda de dinero (el inversor de la velocidad) es constante, algo que FS desarrollaba meticulosamente en tres tomos estadísticos publicados de 1963 a 1982 y que es el eje del monetarismo, había sido objeto de prestidigitación estadística.
FS ajustaban los datos en bruto para explicar: 1. La aparición repentina de desarrollos de instrumentos e instituciones financieras en la economía de EEUU comparada con la de Reino Unido; y 2. Fluctuaciones a corto plazo en la velocidad asociadas con los ciclos económicos. Al ajustarse para una “sofisticación financiera cambiante”, señalan Ericsson et al., FS añadían una tendencia lineal del 2,5% sobre las observaciones de oferta monetaria anteriores a 1903, pero no hacían ningún ajuste de tendencia en absoluto a los datos después de ese año. A lo largo del proceso, “ajustaron” las existencias de dinero de 1867 desde su valor bruto o no ajustado de 1.280 millones de dólares a 3.150 millones. ¡Es un aumento fantasma del 246% sobre la existencia monetaria observada! El resultado de este ajuste de tendencia era suprimir esencialmente el efecto del declive precipitado en la velocidad observada de más del 40% desde principios de la década de 1870 a 1903 sobre su variabilidad a lo largo de todo el periodo estudiado (1867-1975). Por tanto, aunque el ajuste se aplique solo al 30% del periodo estudiado, equivale a casi el 75% de la varianza total de la velocidad. (Ver el gráfico más abajo).
Ericsson et al. plantean una serie de cuestiones embarazosas ignoradas por FS acerca de la justificación de su procedimiento de ajuste. ¿Por qué la falta de sofisticación financiera de EEUU se juzga con respecto a la de Reino Unido en lugar de con la de algún otro país? ¿Por qué se considera apropiado un aumento anual constante del 2,5%? ¿Qué evidencias hay de que EEUU alcanzó a Reino Unido precisamente en 1903, a pesar de que el papel internacional del dólar continuó aumentando en relación con el de la libra esterlina a lo largo de la década de 1900? Y finalmente, ¿por qué no se ajustaron otras variables económicas potencialmente afectadas por la sofisticación financiera, como los tipos de interés y la renta?
FS también porcentualizaron o “suavizaron” todos los datos anuales a lo largo de las fases del ciclo económico (ya sea en inflación o en recesión). Este procedimiento reducía de manera importante las fluctuaciones de la velocidad a corto plazo, principalmente a finales de la década de 1870 y principios de la de 1880 y durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Esto permitiría a FS argumentar que sus modelos de “clase media” de demanda monetaria predecían o “explicaban” econométricamente más acerca de las variaciones reales de velocidad cuando se comparaban con modelos de camino aleatorio estimados sobre datos anuales no ajustados. Ericsson et al. contestan que FS cometieron un error básico al no tener en cuenta para su media de fase los datos brutos cuando calcularon el “error estándar residual”, es decir, las variaciones en velocidad no explicadas por el modelo. Los errores estándar de los modelos de clase promedio de FS deben ajustarse o “reescalarse” para permitir comparaciones entre sí y con los modelos estimados sobre datos no ajustados. Una vez se hace esta corrección, Ericsson et al. demuestran que un modelo de camino aleatorio sobre datos anuales no ajustados tiene un error estándar residual menor y explica “más del 30% de lo que los modelos de FS no explican”. Este resultado rechaza rotundamente la “afirmación [de FS] de que la velocidad en EEUU es razonablemente constante”. Esto se refuerza por el hecho de que incluso la velocidad ajustada de FS disminuye en un 50% desde la década de 1870 a la de 1940. (Ver el gráfico más abajo).
Los autores presentan otras críticas técnicas de los métodos empíricos de FS y continúan concluyendo:
El ajuste de Friedman de las existencias monetarias observadas de EEUU para la sofisticación financiera reduciría enormemente la visualmente aparente no constancia de la velocidad, pero la veracidad medida resultante sigue siendo altamente no constante, comparada con la afirmación de Friedman de que la velocidad fue razonablemente constante. (…) la velocidad media de fase no ajustada varía en un factor de 3,9 e incluso la velocidad ajustada por un factor de 2,2. Sería por tanto empíricamente equivocado basar el análisis político sobre el supuesto de que la velocidad es constante.
Así que a pesar de ajustar, promediar y suavizar arbitrariamente, es decir, de amañar los datos, Friedman fue incapaz de apoyar una de sus afirmaciones principales del trabajo de su vida, la de que, como citaba el comité del premio Nobel, “la demanda de dinero es en realidad muy estable”.
El artículo original se encuentra aquí.