Asfixiados a impuestos

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No para usted de escucharlo. “España tiene un problema de ingresos, no de gastos” y “la presión fiscal en España es más baja que en la UE”. Son argumentos incesantemente repetidos. El problema, dicen, es que recaudamos poco. Nadie parece parar, sentarse y pensar por qué. Muchos impuestos, pobre recaudación.

España es uno de los países de la OCDE con una mayor imposición al trabajo. Según el informe Taxing Wages de la OCDE, un trabajador en España tiene una presión fiscal sobre su salario total del 39,5%, comparado con el 36% de media de la OCDE. Casi cuatro de cada 10 euros de salario bruto de un trabajador medio español van a pagar los impuestos al trabajo. ¿Debemos agradecer que no sea tan alta como la de Bélgica o la de Francia? Es una manera de ver el vaso medio lleno o medio vacío.

En España siempre se habla de “la media de la Unión Europea” como si fuera sacrosanta a la hora de gastar o imponer tasas, nunca -eso no- en facilidad para crear empresas, apertura o libertad económica. Y es que esa “media” es fantástica, Francia y Bélgica la disparan, el resto dicen que está por debajo de la media, y sube la media de nuevo. Una media que solo ha conseguido que esas economías estén en estancamiento desde hace dos décadas y con tasas de paro que duplican a las economías líderes del mundo. Es el truco de la media de gasto o imposición creada por el que tiene como incentivo gastar y subir más los impuestos. Entre 2009 y 2013, esa presión fiscal sobre el salario aumentó en España más del doble que en la media de la OCDE.

Además, España es uno de los países con más impuestos a las empresas. Y eso pone barreras al crecimiento y al tamaño de las mismas. Usted leerá constantemente que las empresas pagan muy poco, pero es falso. Si atendemos solo al impuesto de sociedades, las grandes empresas tributan a un 19,8% sobre su base imponible y el resto de las empresas un 24,4%, cuatro y dos puntos más que en 2008, respectivamente. Las bases imponibles se han desplomado con la crisis y el impacto de las pérdidas en expansión internacional, y a pesar de ello, en 2017 el impuesto de sociedades será el segundo de mayor recaudación de la historia.Si miramos cifras de Bloomberg, veremos que las grandes empresas españolas tributan prácticamente lo mismo que las europeas.

Pero el truco de los intervencionistas está en no considerar todos los impuestos que sufre la actividad empresarial. Y ahí se explica mucho más. En un estudio excelente de Javier Santacruz para Civismo se demuestra la enorme carga fiscal que soporta una empresa.

Las conclusiones son reveladoras. Cuando añadimos impuestos a la actividad económica, inmuebles, aranceles, impuestos autonómicos, locales, especiales, indirectos, verdes, etc. resulta que la carga impositiva es brutal:En conjunto, las empresas en España pagan en función de su tamaño los siguientes porcentajes de tipos efectivos sobre el resultado bruto de explotación: Empresa pequeña, 41,67%, empresa mediana, 51%, y gran empresa 61,57%.Esos tipos efectivos son hasta dos puntos superiores en Andalucía, Aragón o Asturias.

Incluso si deducimos los costes laborales, hablamos de una carga fiscal total que se mueve entre el 30% para las empresas pequeñas y el 40% para las grandes.Este análisis incluye todos los impuestos y sirve para analizar el enorme coste impositivo de la actividad empresarial. Pero, incluso armonizado, y con una muestra creciente de países en términos comparables, PwC señala en su informe “Paying Taxes” que España, con un 49%, se sitúa casi 9 puntos porcentuales por encima del tipo efectivo medio europeo (UE y otros países de la región, con un 40,3%).Y aquí llega un grave problema que he comentado en muchas ocasiones, esta fiscalidad no favorece el crecimiento de las empresas ni la mejora de la inversión, ni el empleo, porque busca recaudar el máximo de lo que queda, no favorecer el aumento de las bases imponibles.

El informe de Civismo resalta que el salto de mediana empresa a grande “se traduce en 10 puntos más de presión fiscal sobre el beneficio de explotación, lo que actúa en detrimento del crecimiento de las compañías y, por tanto, de su capacidad de generar más riqueza y empleo. Algo especialmente preocupante en un país donde el 99,8% de las empresas son pequeñas y medianas”. Efectivamente, en mi libro “Acabemos con el Paro” (Deusto, 2015), mostraba que el desincentivo fiscal y burocrático al crecimiento de pyme a gran empresa es enorme. Lo llamo el “tsunami fiscal y burocrático”, que lleva a tantos miles de empresas a no tener ayuda a la hora de crecer. Muchas, queriendo hacerlo, ni pueden. Es como una enorme zancadilla impuesta desde los que siempre piensan que gastan poco y que usted gana mucho.

Ahora, con esos datos, no les extrañará a ustedes que la Presión Fiscal que mide Eurostat, que es una ratio recaudatoria (ingresos fiscales sobre PIBsea muy baja. Porque la carga fiscal es muy alta y, a más impuestos, menos crecimiento, menos empleo y menos recaudación.

Se recauda menos precisamente porque se imponen escollos al crecimiento y a la mejora del tamaño y calidad de las empresas. Adicionalmente, el trabajador sufre el mismo desincentivo a medida que se imponen mayores cargas. Por supuesto, con ello, se ponen trabas a la contratación, a la inversión y a la reducción del paro. Y la culpa, según algunos, es del “capitalismo feroz”, cuando lo que vivimos es “Recaudacionismo Feroz”.

Nos seguirán machacando a impuestos diciendo que hay margen, que estamos “por debajo de la media”, esa que suben los más intervencionistas, y que recaudamos poco. Cuanto más confisco, menos recaudo, y además, la culpa es nuestra. Y no funcionará. Usted se preguntará que, si estos datos son evidentes, por qué los políticos no llevan a cabo una fiscalidad facilitadora y orientada al crecimiento. Porque el objetivo no es la prosperidad y el empleo, sino el control. Por ello siempre se ponen de acuerdo en aumentar la presión, sabiendo que, además, le echarán la culpa a usted cuando los ingresos no cubren sus gastos.


El artículo original se encuentra aquí.

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