Cómo estudiaba la historia Ludwig von Mises

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A los oyentes de Historical Controversies, les podría interesar explicar la aproximación misesiana a la historia. Hasta donde pueda (dentro de mis imperfecciones), trataré de emplear el método histórico de Mises (llamado “timología”) al análisis histórico que ofrezco. ¿Pero qué es la timología y cómo se relaciona con la praxeología?

Mises sostenía que había dos ramas de las ciencias de la acción humana: “la praxeología por un lado, la historia por otro” (Los fundamentos últimos de la ciencia económica, p. 41).

Pero toda ciencia implica un método de investigación. Para la praxeología, el método es la deducción. El punto de partida de Mises es el “axioma de la acción”, la verdad esencial de que el hombre actúa, y procede a deducir las categorías de la acción. “El hombre”, escribe Mises, “no tiene poder creativo para imaginar categorías distintas de las relaciones lógicas fundamentales y los principios de causalidad y teología que se nos imponen” (La acción humana, p. 35). Se refiere a esto como “apriorismo metodológico”.

Con la praxeología, Mises argumenta que solo se obtiene conocimiento válido mediante un razonamiento a priori, pero que ciertas categorías del conocimiento (como las leyes de la economía) solo pueden obtenerse válidamente a través de dicha introspección. Cualquier intento de refutar esto, dice, “debe presuponer” la “validez” de dichas “relaciones lógicas fundamentales” como las leyes de identidad (una cosa existe y tiene una naturaleza específica), causalidad (todo evento tiene una causa) y no contradicción (una cosa no puede ser simultáneamente dos cosas distintas) de Aristóteles. Estas verdades son todas “categoría del pensamiento y la acción” (La acción humana, pp. 34-35).

Por tanto, la mente humana tiene una estructura lógica inmutable. Al contrario que otros objetos físicos, el hombre puede hacer más que limitarse a reaccionar ante estímulos externos. Puede actuar. La acción es necesariamente teleológica, lo que equivale a decir que está orientada un objetivo o que es intencionada. El hombre busca lograr ciertos fines y sus acciones se dirigen alcanzar los fines mejor valorados. Así que la acción debe tener lugar antes de cualquier experiencia. Y si la acción precede a la experiencia, el conocimiento experiencial (que es siempre conocimiento histórico) no puede ser la única fuente de conocimiento acerca del mundo.

Pero como la acción humana está dirigida por la mente del hombre (la fuente de sus ideas), la experiencia histórica no puede revelar ninguna ley de la acción humana. Esto no quiere decir que el conocimiento histórico sea completamente irrelevante: simplemente significa que el ámbito de conocimiento que puede obtenerse desde la experiencia histórica es limitado. En las ciencias físicas, en las que el pensamiento y la acción humanos no son una variable y la investigación trata con objetos físicos que no actúan, los datos históricos de experimentos controlados pueden revelar ciertas relaciones causales constantes, como la ley de la gravedad (aunque, incluso en las ciencias físicas, la investigación debe presuponer que hay relaciones causales que se producen en un mundo realmente existente, lo que significa que las verdades a priori de las leyes de identidad, causalidad y no contradicción deben seguir precediendo a cualquier investigación científica empírica).

Pero la historia trata sobre seres humanos que piensan y actúan. Dado esto, ¿cómo sugiere Mises que nos aproximemos a la segunda rama de las ciencias de la acción humana? La respuesta corta es el método sobre el que escribió por primera vez en La acción humana (Capítulo II) al que se refería indirectamente en principio como “comprensión” pero al que llamó formalmente “timología” en su muy olvidado tratado Teoría e historia. La deducción es a la praxeología lo que la timología es a la historia: el método adecuado de investigación.

“La timología”, escribe Mises, “es por un lado hija de la introspección y por el otro un precipitado de la experiencia histórica”. Más sencillamente, es “el conocimiento o de las valoraciones y voliciones humanas” (Teoría e historia, p. 266).

Así que la timología no está relacionada con la praxeología. “El mismo acto de valorar es un fenómeno timológico”, escribe Mises, “pero la praxeología y la economía no tratan los aspectos timológicos de la valoración”. La praxeología, y por tanto la economía, no se ve afectada por los fines que busca la gente: simplemente reconoce que los seres humanos están orientados a objetivos, sin ninguna preocupación con respecto a los fines que busquen. La praxeología se preocupa de los medios empleados para alcanzar esos fines. La timología, por el contrario, trata de tener conocimiento de los fines buscados y de responder a preguntas con respecto a por qué se realizan estos juicios específicos de valor.

La timología no está completamente circunscrita a la investigación histórica. Por ejemplo, los empresarios especulativos hacen estimaciones con respecto a las valoraciones futuras de los humanos y actúan de acuerdo con estas estimaciones. Por supuesto, sus estimaciones pueden ser erróneas, pero el mismo acto de juzgar cuáles podrían ser las valoraciones de una persona es timológico. Pero estas estimaciones se basan invariablemente, al menos en parte, en datos históricos.

En esto nos lleva finalmente a nuestra pregunta original: ¿cuál es el método apropiado y el verdadero propósito de la historia?

En último término, la historia se refiere a juicios de valor. Solo entendiendo las valoraciones individuales de los actores humanos históricos podemos obtener algún conocimiento de la conexión causal entre eventos pasados. Mises ofrece un ejemplo hipotético:

Por ejemplo, es tarea de la historia remontar el origen del sistema de castas de la India a los valores que impulsaron la conducta de las generaciones que desarrollaron, perfeccionaron y conservaron este. También es su tarea descubrir cuáles fueron las consecuencias de este sistema y cómo influyeron estos efectos en los juicios de valor de generaciones posteriores (Teoría e historia, p. 21).

Como la historia trata la acción humana, no basta con describir simplemente lo que, en el ejemplo de Mises, fue el sistema de castas a lo largo del tiempo. El historiador tiene que preguntar por qué y esta es siempre una pregunta de valoración. ¿Qué valores sostenía la gente que les obligaron a instituir el sistema de castas? ¿Cómo afectaba el sistema resultante de casta a las distintas valoraciones de figuras posteriores y como dirigían sus acciones sus distintas valoraciones? ¿Cuáles fueron las consecuencias de estas acciones? Y así sucesivamente, a través de la concatenación de eventos históricos.

Deben adoptarse ciertos supuestos antes de llegar a cabo cualquier investigación histórica. Primero, el historiador debe suponer que el contexto del entorno afecta a las ideas de los actores humanos. Segundo, el historiador debe suponer que las ideas no son inmutables. Si las ideas fueran estáticas, no se produciría nunca ningún cambio histórico.

El historiador tiene tres herramientas que la ayuda de su investigación. Primero, el historiador tiene el conocimiento obtenido de las ciencias físicas (la historia del intento de los Hermanos Wright de inventar el aeroplano sería difícil entender sin algún conocimiento básico de la gravedad). Segundo, el historiador debería tener conocimiento de la primera ciencia de la acción humana, la praxeología, y como corolario, conocimiento de las leyes de la economía. Entender la relación causal entre la recesión de 2008 y la inflación monetaria de los años anteriores requiere este conocimiento praxeológico. Sin embargo, el por qué esta crisis económica se manifestó concretamente en el sector de la vivienda requiere una comprensión de las ideas de la gente implicada. Para esto, el historiador usa las evidencias empíricas.

Las evidencias empíricas usadas por los historiadores pueden variar enormemente y como la evidencia histórica nunca puede ser perfecta, la investigación histórica es un proceso continuo. Los historiadores deben debatir sus explicaciones causales de los acontecimientos pasados de acuerdo con su propia estimación de la validez y aplicabilidad del diverso material original. Por tanto, el desacuerdo es una parte natural e inevitable del proceso.

Pero incluso si este conocimiento (con suerte) crece y mejora, los historiadores no deberían nunca olvidar que como la acción humana se basa en ideas y las ideas nunca son estáticas, el futuro es y siempre será incierto. “La esencia de la libertad de un individuo”, nos recuerda Mises al terminar Teoría e historia, “es la oportunidad de desviarse de las formas tradicionales de pensar y hacer las cosas”. El estudio de la historia es importante, pero contrariamente a las doctrinas de Karl Marx y otros deterministas históricos, solo no nos proporcionará un conocimiento de lo que fue.


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