Unas palabras de agradecimiento, Lew

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Muchos lectores de Mises.org saben que Lew Rockwell, fundador del Mises Institute y silencioso benefactor de innumerables personas en círculos libertarios a lo largo de décadas, continúa recuperándose de una reciente lesión de espalda. Aunque el episodio no ha afectado a su entusiasmo por la libertad, la rehabilitación no es cosa fácil.

Aparentemente la medicina permanece en la Edad Media en lo que se refiere a las espaldas, especialmente en la zona lumbar. Algunos tratamientos son rudimentarios y poco fiables, las inyecciones de cortisona proporcionan solo un alivio fugaz, la gestión del dolor está cargada de náuseas y otros molestos efectos colaterales y las opciones quirúrgicas presagian el Armagedón. Dicho esto, Lew está en buenas manos con los innovadores de la Universidad de Emory (sí, xenófobos, tenemos doctores maravillosos en el Sur) y se siente mucho mejor. Un tratamiento realizado esta misma semana parece haber generado un tremendo alivio y esperamos que Lew esté de vuelta al 100% muy pronto.

Al escribir esto pretendo dos cosas: primero, poner al día a amigos y seguidores del Instituto con respecto a la evolución de Lew, y segundo, recordarnos a todos la tremenda deuda de gratitud que le debemos.

Dejadme que me arriesgue al enfado de Lew compartiendo unos pocos detalles personales acerca de él.

Pocos saben que su hermano mucho más mayor murió joven siendo piloto en la Segunda Guerra Mundial… por fuego amigo. Por supuesto, la familia nunca se recuperó del todo y el hecho inspiró un profundo sentimiento antibelicista en Lew desde niño, aunque no pudiera entender completamente la profundidad de la tragedia y la tristeza de sus padres. Y aunque creció como un conservador de Taft y posteriormente de Goldwater, Lew se desengañó con el Partido Republicano durante la época de Nixon y lo rechazó como una fuerza inútil e incluso malévola.

Lew y Mardi Rockwell son los padres adoptivos de una maravillosa niña con necesidades especiales, que vino al mundo falta de la atención paternal dedicada que necesitaba. Fue Ron Paul el que atrajo hacia ella la atención de Lew y, con su socio médico, facilitó todo.

Siempre me sorprendo cuando se ataca a Lew diciendo que es de “derechas”, especialmente los libertarios. Es una acusación que realizan quienes insisten en asociar un componente cultural de izquierdas en el libertarismo político y que por tanto encuentran sospechoso, si no descalificante, el compromiso de Lew con su fe católica y la tradición de los derechos naturales. Pero la libertad política se refiere al poder estatal, no a las preferencias culturales extralibertarias. Los EEUU de Lew permitirían todos y cada uno de los posibles acuerdos sociales voluntarios; el que no apoye a todos está fuera de lugar.

Como he mencionado antes, su buena fe antibelicista es irreprochable. Se opuso a la violenta guerra en Vietnam y estuvo, y sigue estando, entre las voces más tempranas y eficaces contra las (últimas rondas de las) guerras de EEUU en Oriente Medio. Mientras conservadores, progresistas y muchos libertarios dedicaron 2003 y 2004 a limitarse a debatir los parámetros de la dominación del Tío Sam en Irak y Afganistán, LewRockwell.com se dedicaba a atacar a todo el imperio. El silencio de quienes claman interminablemente acerca de la “gente de color”, por el contrario, era atronador.

Por sus problemas fue calificado como un “conservador antipatriota” por nada menos que el inconsciente de David Frum, escribiendo en las desnortadas páginas de National Review. Al menos Lew estaba en buena compañía, ya que nuestro gran amigo Justin Raimondo también era atacado en el artículo. Lew nunca aceptó los objetivos declarados de estas invasiones ni las pirámides de cadáveres que produjeron. Ha sido coherentemente amistoso hacia la causa de la autodeterminación en el mundo islámico, tratando siempre de entender y aliviar los conflictos entre religiones y civilizaciones mediante su defensa del comercio pacífico y la diplomacia (oír, por ejemplo, esta tremenda conversación acerca del Islam y el capitalismo).

No tenemos que hurgar en décadas de trabajo escrito de Lew para absolverle de la acusación de derechista, ya que su artículo seminal “The Reality of Red State Fascism” realiza esta tarea con holgura. Es difícil imaginar que Code Pink o Salon publiquen una acusación más condenatoria de la era de Bush II (y de hecho no pueden, porque les falta la habilidad de Lew para diagnosticar cabalmente al conservadurismo moderno).

Más que nada, debemos gratitud a Lew por tener la visión de crear el Mises Institute en 1982. Fueron sus relaciones con personas como Margit von Mises, Murray Rothbard, Henry Hazlitt, Ron Paul y Leonard Read las que acabaron convenciéndole a renunciar a una carrera más lucrativa en un think tank y asumir la desagradecida tarea de construir una nueva organización radical.

Sin un salario, sin un local y sin benefactores ricos, Lew empezó usando su máquina de escribir y mesa de cocina para devolver al mapa la economía austriaca. Recordemos que aunque El hombre, la economía y el estado de Rothbard y la famosa conferencia de South Royalton ayudaron a resucitar la bandera de la Escuela Austriaca en las décadas de 1960 y 1970, el panorama del pensamiento austrolibertario seguía siendo extremadamente preocupante. La creación del Mises Institute proporcionó un faro sumamente necesario de esperanza y visibilidad. Henry Hazlitt apreció especialmente el que Lew “diera a Murray una plataforma”.

En los 35 años que han pasado desde entonces, muchos miles de personas, estudiantes e investigadores de toda condición se han beneficiado de la organización que creó Lew. Puso en línea la economía austriaca e hizo que sus textos fundacionales estuvieran disponibles gratis para todos. Creó programas de grado y posgrado que ayudaron a lanzar cientos de carreras.

Silenciosamente, siempre trabajando detrás del escenario, Lew ayudó (y continúa ayudando) a innumerables intelectuales austriacos libertarios con trabajos pagados, estipendios, tarifas de conferencias, becas, ayudas de matrícula, becas de investigación, publicación de libros, espacios de oficina, acceso a librería, cartas de recomendación y gastos de viaje. En resumen, ha proporcionado una ayuda muy necesaria para que intelectuales liberales crecieran y se hicieran un hombre por sí mismos.

No es una exageración decir que muchas de estas personas no habrían tenido éxito sin la ayuda de Lew y el Mises Institute. Los beneficiados por Lew trabajan en organizaciones en todo el espectro libertario, incluyendo muchas personas conocidas en:

American Institute for Economic Research
Campaign for Liberty
Cato Institute
George Mason University
Grove City College
Hillsdale College
Independent Institute
Institute for Humane Studies
Libertas Institute
Loyola University New Orleans
Mercatus Center
Mises Brasil
Mises Canada
Mises Deutschland
Mises UK
Mont Pelerin Society
Nevada Policy Research Institute
Property and Freedom Society
Ron Paul Institute
Society for the Development of Austrian Economics
Students for Liberty
University of Angers
Universidad Francisco Marroquín
Universidad Rey Juan Carlos
Young Americans for Liberty

Como señala el Dr. Gary North , Lew ha resultado único en su capacidad de recaudar dinero y crear un organización libertaria viable sin comprometer los principios ni rebajar el mensaje. Merece nuestro aprecio por ayudar a enderezar el barco austrolibertario, por crear un espacio intelectual que considere al anarcocapitalismo y por resistir el canto de sirena de la “política pública” y los donantes con bolsillos profundos y programas propios. Proporcionó un hogar intelectual a Rothbard y Hoppe, Salerno y Gordon, Raico y Hülsmann, De Soto y Klein, Herbener y Thornton, Woods y Murphy y muchos otros, además de miles de lectores habituales de mises.org iguales que tú. Todos tenemos con él una deuda de gratitud.


El artículo original se encuentra aquí.