Imaginen que les han regalado esta Navidad un Monopoly con unas reglas muy particulares. En lugar de tener billetes como el juego de toda la vida, la partida se ha de desarrollar sin dinero físico. En su lugar, cada participante tendrá un cuaderno en el que irá apuntando todas las transacciones -cobros y pagos- que se vayan produciendo entre los jugadores. Pero antes de que los participantes puedan anotar una transacción en sus cuadernos, uno de los jugadores elegido al azar -tirando los dados- deberá dictaminar su validez, comprobando que el pagador dispone de saldo para completar la operación. Dado que todo se hace a la vista y cada uno tiene registrado el histórico de cobros y pagos desde el inicio de la partida, no necesitan fiarse de alguien que haga de banca, ya que es muy difícil hacer trampas. Pues bien, en esencia, este es el principio de funcionamiento de las monedas digitales como Bitcoin.
A estas alturas probablemente habrán leído ya bastante sobre Bitcoin y tengan una idea formada. O, quizás, estén tratando aún de comprender qué es en realidad y qué representa o puede representar este fenómeno para nuestras vidas en un futuro. Pues bien, permítanme compartir con ustedes mi tesis sobre la moneda digital, que podría resumirse como: (i) Bitcoin no es dinero hoy y no está claro que pueda llegar a serlo por las limitaciones inherentes a su diseño; (ii) la carencia de vínculo con un bien físico es fatal para su conversión en dinero; (iii) en estos momentos es una burbuja, pero no es ni una estafa ni un esquema Ponzi o piramidal; y (iv) la tecnología subyacente –Blockchain– puede tener aplicaciones interesantes en algunos procesos, pero no supone una revolución ni un cambio disruptivo. El desarrollo de esta tesis llevará más de un artículo, por lo que les ruego paciencia, pues empezaremos por lo básico.
Bitcoin no es un código de 0 y 1 ni una ficha digital
Tal y como lo definió su autor, Satoshi Nakamoto, en el ‘paper’ fundacional de Bitcoin, una moneda electrónica es una secuencia de transacciones realizadas y registradas por ordenadores, por medio de las cuales se transmite su posesión. Una moneda digital, por lo tanto, no existe en sí misma, es decir, no es un código numérico único e incopiable, ni una especie de ficha digital -token en inglés- que se almacena en su ordenador, teléfono móvil o en ‘la nube’. Esta solo adquiere carta de naturaleza en forma del saldo contable que resulta de ir anotando en un registro digital y en estricto orden cronológico las sucesivas transacciones por las que las monedas electrónicas se transfieren de un propietario a otro. Si piensan que eso es exactamente lo que pasa con los euros que tienen en su banco, están en lo correcto.
Bitcoin no es la primera ni única divisa digital…,
El concepto de dinero digital, por tanto, no es nada novedoso. Los euros que tienen en su cuenta corriente y que mueven aquí y allá mediante transferencias, domiciliaciones y pagos con su tarjeta de crédito o débito, no son otra cosa que euros electrónicos. Se trata de euros que solo existen en la medida que la contabilidad de su banco refleja los cobros y pagos correspondientes para llegar a ese saldo. Conceptualmente, pues, no existe diferencia con Bitcoin. Salvo por el hecho de que ustedes tienen la posibilidad de materializar literalmente sus euros digitales, convirtiéndolos en euros físicos -y viceversa-, reduciendo su saldo a cambio de billetes y monedas, y operar con ellos en el mundo real, entregándolos físicamente o simplemente almacenándolos. Bitcoin, por el contrario es una moneda exclusivamente digital.
…, pero sí es la primera basada en un registro descentralizado
Esta posibilidad de moverse entre el ámbito físico y el digital de las monedas de curso legal, aunque no es baladí, no es la única diferencia con Bitcoin. El mundo electrónico requiere un tercero del que nos fiemos para almacenar, actualizar y mantener la integridad del registro contable que da vida a la moneda digital. En el ámbito euro este papel lo desempeñan de forma centralizada y en exclusiva las entidades financieras y los bancos centrales; en Bitcoin, esta función la realizan de manera descentralizada todos los usuarios, sin más restricción que poseer un ordenador conectado a internet con el ‘software’ instalado. Esto se consigue haciendo público el registro completo, para que cualquiera disponga en su ordenador de una réplica del mismo y poder así verificar una transacción -validar las firmas, comprobar el saldo del pagador- sin necesidad de recurrir al banco o la compañía de tarjetas de crédito.
Bitcoin es un bien digital que se crea de la nada
Otra gran diferencia de Bitcoin con el dinero de curso legal es el proceso de acuñación de nuevas monedas digitales. En el presente, el nuevo numerario es creado -de la nada- por los bancos centrales, ejerciendo la política monetaria, y por la banca, cuando concede crédito basado en la reserva fraccionaria. En el caso de Bitcoin, la nuevas monedas electrónicas se crean, también ‘ex nihilo’, por el propio sistema cada vez que se añade al registro un grupo de nuevas transacciones. Esto no ocurre de forma caprichosa, como con el euro, sino en cantidades y a un ritmo predeterminado y conocido, según está programado el ‘software’. Las nuevas unidades monetarias se crean añadiendo una transacción que las asigna a los mal llamados mineros, que son usuarios que compiten por el derecho a añadir al registro público las últimas transacciones y que lo consiguen dedicando más recursos informáticos que otros.
Bitcoin no es algo que existe previamente y se ‘extrae’ con minería
El término ‘minero’ es desafortunado porque da la impresión de que su función principal es la de ‘extraer’ de alguna especie de mina digital preexistente los nuevos bitcoins. En realidad, su papel fundamental es certificar las transacciones que se añaden al registro global. El sistema está concebido para que esto suponga un enorme gasto de recursos informáticos y de electricidad, por lo que la prerrogativa de anotarse en su haber un saldo prefijado de nuevos bitcoins es la retribución que obtienen por el esfuerzo realizado -aunque también cobran comisiones de las propias transacciones añadidas. Dado que el ‘software’ está programado para crear un número finito de monedas digitales (21 millones), alcanzado ese límite, los mineros ya no recibirán nuevos bitcoins y, sin embargo, su trabajo seguirá siendo igual de necesario. Poco que ver, pues, con la minería, que acaba cuando se agota la mina.
Bitcoin no es dinero hoy
Pero si hay una diferencia elemental entre el euro -o cualquier otra moneda de curso legal- y el Bitcoin, es que el primero tiene hoy la consideración de dinero, mientras que el segundo aún está lejos de serlo. Para ser dinero, un bien -sea físico o digital- tiene que servir como medio de intercambio generalmente aceptado. Esto quiere decir que ustedes están dispuestos a intercambiar su trabajo o sus bienes por euros con la seguridad de que, inmediatamente o en el futuro, podrán cambiar de vuelta sus euros por algún otro bien o servicio que les interese. Si ustedes tienen bitcoins hoy, poco pueden hacer con ellos, salvo esperar que suban de precio e intentar convertirlos de vuelta en euros. Es cierto que hay páginas web con listados de sitios donde aceptan bitcoins, pero ello es precisamente la prueba de que la moneda digital aún no es aceptada de forma generalizada. ¿Acaso necesitan una lista de sitios donde aceptan euros?
De hecho, los sitios donde aceptan bitcoins -generalmente servicios relacionados con internet, equipamiento para la minería de bitcoins y juegos de azar- generalmente ofrecen sus precios en euros o dólares y hacen la conversión al tipo de cambio vigente. Ni siquiera la famosa primera transacción que se hizo en la moneda digital en 2010, que fueron dos pizzas por 10.000 bitcoins, fue tal, ya que medió un intermediario que pagó al restaurante con su tarjeta de crédito, siendo él el receptor de los bitcoins. No, mientras ustedes no cobren su nómina en bitcoins, su tía pueda comprar el pan con su ‘wallet’, su vecino del quinto pida un préstamo en bitcoins, o el precio de la gasolina esté genuinamente denominado en la moneda digital, no se puede decir que Bitcoin sea dinero. Como mucho, es un medio de pago. Un medio de pago volátil, caro y lento, como veremos en la próxima entrega.
*Nota: Las menciones de Bitcoin en mayúsculas se refieren al concepto o al sistema en abstracto, mientras que en minúsculas se denotan los bitcoins como instancias concretas de unidades monetarias.
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