El Tea Party, diez años después

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El 16 de diciembre de 2017 es el décimo aniversario del Tea Party moderno. Este hecho sorprenderá a muchos ciudadanos normales que aceptan sin sentido crítico la explicación ortodoxa de que el Tea Party empezó el 19 de febrero de 2009, cuando Rick Santelli, en vivo en la CNBC desde el Chicago Mercantile Exchange (CME), declaró una rebelión contra el “socialismo” un mes después de empezar la administración Obama.

Pero esperad un momento: ¿Rick Santelli, de la NBC del establishment encendiendo la mecha de una rebelión contra el establishment? ¿Un levantamiento sobre unos rescates de poseedores de hipotecas meramente propuesto por Obama que llegaba cuatro meses después del silencio (si no la defensa) del rescate TARP de Wall Street por 700.000 millones de dólares de George W. Bush?

Si la explicación ortodoxa parece sospechosa, es porque lo es. ¿Qué pasó realmente hace diez años y cómo se transformó el Tea Party de un movimiento con raíces libertarias a la versión actual controlada por el establishment (y a punto de morir)? ¿Hay algunas lecciones que puedan aprenderse?

La revolución de Ron Paul (octubre de 2007)

El acontecimiento de la zona cero en la formación del Tea Party se produjo cuando los seguidores de la primera campaña presidencial de Ron Paul registraron la dirección web TeaParty07.com el 24 de nov de 2007 (debajo aparece una foto de Archive.org del sitio el 13 de noviembre de 2007).

tp1.pngDoce días después, el 5 de noviembre, en la noche de Guy Fawkes, los seguidores de Paul realizaron que de la campaña de financiación “money bomb”, que (para financiación por internet) acumuló un récord de 4,3 millones de dólares. Unos días después de esto llegó el aniversario de la fiesta del té de Boston. Seguidores de Paul en Boston reprodujeron el arrojado de té en el puerto de Boston y un recién llegado a la política, el oftalmólogo Rand Paul, hablaba en Faneuil Hall. Una segunda recaudación en esta conmemoración de la fiesta del té recaudó más de 6 millones de dólares, destrozando el récord anterior establecido once días antes.

¿De qué iba esta división de la derecha estadounidense? Era una rebelión contra las guerras del Partido Republicano de Bush (en particular, los desastres gemelos de Afganistán e Irak), el gasto federal propio de un soldado borracho (por ejemplo, una expansión no presupuestada de 500.000 millones de dólares de Medicare para un nuevo programa de prescripción de medicinas) y un floreciente estado federal espía y policía tras el 11-S (por ejemplo, la Patriot Act de 2001, etc.).

Del activismo de base al corporativismo del gran dinero (febrero de 2009)

En febrero de 2009, el Partido Republicano estaba hecho añicos. Además de sus interminables guerras y su gasto interno desbocado, había añadido un rescate a Wall Street por 700.000 millones de dólares después de la crisis financiera de 2008. (Sin contar una serie de enfados más pequeños, como una prohibición de las bombillas incandescentes y el TSA, que debería haber sido un esfuerzo privado desde principio, si es que habría tenido que existir).

Además de todo eso, en lugar de nominar a Ron Paul en 2008, el Partido Republicano había nominado al “héroe de guerra” conservador John McCain y a la gobernadora Alaska, Sarah Palin. Un público cansado de la guerra rechazó totalmente el ticket a favor de un elocuente y más joven Barack Obama, que prometía paz y una economía reavivada.

La diatriba de Santelli impulsó a los establishments conservador y republicano a transformarlo en un instrumento de marketing que serviría no solo para distraer al público de sus recientes fallos políticos colosales, sino también como una mina de oro de autoenriquecimiento: camisetas, jarras de café, pegatinas de parachoques, carteles de patio Taxed Enough Already (TEA), libros vacuos de expertos conservadores, giras de Glenn Beck promovidas por el Fox News Channel, té helado de Rush Limbaugh y libros para niños.

A reemplazar Sarah Palin a Ron Paul como imagen del movimiento, se produjo un cambio surrealista en sus prioridades. El anti-intervencionista Tea Party, en un tiempo enfurecido por las ocupaciones interminables de Afganistán e Irak quería ahora que EEUU atacara e invadiera Irán. Los cánticos de la gira “Ende the Fed” acabaron desapareciendo.

¿Un Tea Party en febrero?

En 2014, el falso quinto aniversario del Tea Party, estaba claro que los grandes medios de comunicación estaban firmemente dedicados a exponer la nueva explicación del establishment, como dejaban claro titulares como “El Tea Party celebra su quinto aniversario”.

Aun así, persistían claras incoherencias. El Tea Party paulista de base empezó el 16 de diciembre de 2007, el 234 aniversario de la protesta original de los Hijos de la Libertad de 1773. La falsificación conservadora y republicana del 19 de febrero de 2009 no estaba relacionada con nada, salvo con los intereses corporativistas de Conservadurismo S.A. y el Partido Republicano. Incluso su supuesto fundador, Rick Santelli, salió rápidamente del escenario mientras entraban Fox News Channel, Glenn Beck, Sean Hannity y otros.

Epílogo: Descentralización frente a política nacional

Mientras que la Revolución de Ron Paul, desde la divulgación de la escolarización en casa a la economía austriaca, continúa educando a gente en todo el mundo, el Tea Party está completamente muerto. En la era de Donald Trump, sus lecciones están más vivas que nunca.

El duopolio bipartidista de EEUU, que lo aísla de la competencia y de los forasteros mediante barreras regulatorias, como las leyes de sufragio pasivo, las agotadoras primarias y los superdelegados, presentan obstáculos incluso para millonarios que quieran enfrentarse a ellas.

Trump fue un extraño que prometió una política exterior menos intervencionista, una abolición completa del Obamacare y un muro en la frontera con México. El cártel bipartidista no sólo acabó con estas promesas que querían los seguidores de Trump, sino que nombró a un fiscal especial para investigar absurdas alegaciones de hackeo de los rusos para ayudar a la elección de Trump.  Make America Great Again ha llevado a cosas absurdas como bombardear Siria y trasladar la embajada de EEUU en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.

En el bando contrario, el ahogamiento de Bernie Sanders en el Partido Demócrata muestra las mismas lecciones. Si los progresistas hubieran buscado la descentralización en lugar de las vanas promesas de Obama y el espejismo una presidencia de Sanders, California, Vermont y Oregón podrían haber estado mucho más dispuestos a independizarse del resto de EEUU y seguir sus políticas preferidas de atención sanitaria colectivista y ciudades santuario no afectadas por la administración Trump.

Descentralización y autonomía es lo que era originalmente EEUU, si nos remontamos a los Artículos de la Confederación. Esas vías, en lugar de tratar de controlar al leviatán, serían mucho más eficaces en dar a cada una de las partes mucho de lo que quieren. Como ha demostrado el Bréxit, retrasar el proceso solo hace más difícil implantarlo posteriormente.


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