Los incendios forestales de California no tienen que ser la nueva normalidad

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Calificarlos como devastadores es poco.

Ha habido 8.771 incendios forestales registrados en el norte y el sur de California este año hasta ahora, quemándose el equivalente de 8.666 kilómetros cuadrados. Los costes económicos, que aumentan cada día, son ahora de más de 13.000 millones de dólares, una cifra que se doblará cuando se paguen las facturas del sur de California.

Los mayores costos son los humanos, especialmente la pérdida de vidas humanas.

Por supuesto, hay ciertas características de California que hacen más probables allí los incendios forestales que en Dakota del Sur, pero ninguno de ellos significa que los incendios forestales anuales sean inevitables. Y aun así, ese es el mensaje que recibimos de la masa de “la vida es dura, luego necesitamos gobierno”.

Consideremos este extracto de Los Angeles Times:

¿Cómo se convirtió entonces el fuego de Thomas en un monstruo como ese? Los fuertes vientos son uno de los factores. Pero otro es la abundante maleza que no ha ardido en décadas, proporcionando combustible.

“Los combustibles allí son abundantes y están muertos, así que son muy receptivos al fuego”, decía Steve Swindle, portavoz del Departamento de Bomberos del Condado de Ventura”.

El combustible puede extender el fuego, incluso cuando desaparece el viento.

“Como está todo tan seco, no hace falta mucho viento para crear esas condiciones climáticas críticas para el fuego”, decía Robbie Munroe, un meteorólogo del Servicio Nacional de Meteorología. “Veremos rachas de viento en esa (…) área de entre 20 y 35 millas por hora, tal vez en algunos lugares montañosos podría ascender a los 40, pero eso es lo máximo que esperamos ahora mismo”.

Cuando el fuego cambio de dirección hacia la costa la mañana del domingo, Monroe dijo que los vientos no eran necesariamente los motivadores.

“El viento probablemente no fue el principal factor desde la pasada noche hasta esta mañana: probablemente lo sea más el territorio complejo, muy seco y posiblemente el extendido combustible para el fuego y el hecho de que sea un fuego bastante grande y constante”, dijo. “Las suaves brisas costeras son indudablemente un factor, pero no tan importante como habrían sido, por ejemplo, al principio de esta semana cuando vimos vientos mucho más fuertes sobre el fuego”.

Así que abundante maleza, toneladas de combustible seco y condiciones ventosas son el problema. Por eso el insufrible gobernador de California, Jerry Brown, dijo esta semana que este tipo de desastres son parte de la “nueva normalidad” para este estado y que los residentes deberían contar con ellos para sus planes de ahora en adelante. Siguiendo la norma de Rahm Emanuel (no quieres que se desperdicie una crisis grave), Brown parece casi embelesado acerca del papel de los fuegos en promover este tipo de estatismo del cambio climático.

Si los californianos aceptan este argumento, realmente se merecen el gobierno que tienen y los desastres que conlleva y no me refiero solo a los incendios forestales. Pero la clave para entender los incendios es entender el papel de las instituciones de los derechos de propiedad en su creación. Tal vez los incendios forestales sean inevitables en California, pero no hay razón por la que deban ser los acontecimientos periódicos en los que se han convertido.

Las instituciones importan

Consideremos el hecho de que en el sur de Estados Unidos, que tiene mucho más arbolado que California, no se ha oído hablar de esas fuegos. ¿Podría ser que esto tuviera que ver con e porcentaje de terreno en cada región que es de propiedad y gestión pública, comparado con terreno de propiedad y gestión privada?

Cuando la tierra es de propiedad privada, los dueños tienen fuertes incentivos para mantener su valor a largo plazo. En el sur, esto significa que los dueños controlan en sus tierras la madera seca que pueda originar incendios. Especialmente, durante las temporadas secas, las quemas controladas son muy comunes en el sur al eliminar la creación de yesca y otras formas de combustible, de forma que sean menos susceptibles al impacto de rayos u otros eventos que pudieran causar que ardan sin control.

Estos terratenientes están actuando en su propio interés, porque cualquier fuego que quede fuera de control afecta a su propio bolsillo. Pero al actuar en su propio interés, realizan voluntariamente acciones que sirven también al interés social.

westley1.pngEso es lo que falta en California y, de hecho, en todos los estados del oeste en los que una enorme mayoría de la tierra es propiedad y está gestionada por el gobierno federal y los estatales. Cuando ocurre esto, los cuidadores de hecho de los terrenos son empleados forestales federales y estatales, por no hablar de los burócratas de Servicio Forestal de EEUU, que sencillamente no tienen los mismos incentivos para gestionar el terreno tan cuidadosamente como los propietarios privados. No poseen la tierra. No reciben ningún beneficio importante de su buena gestión. Si la gestionan mal y dejan que se acumule el combustible hasta niveles poco seguros, siguen manteniendo sus empleos. Cuando se inician los incendios forestales, el beneficio perverso que reciben estas oficinas es aumentar su financiación y presupuestos.

Lo que es verdaderamente inevitable en esta historia son los resultados muy predecibles asociados con las distintas instituciones de derechos de propiedad existentes en el oeste y el sur. El resultado: Los incendios forestales son ahora acontecimientos habituales en California, así como su consiguiente pérdida de vidas humanas y destrucción de propiedad, mientras que en el sur no lo son.

Estos resultados demuestran el aforismo de Mises de que nunca puede haber demasiada buena teoría. Y la sociedad excluye que la buena teoría informe las instituciones de los derechos de propiedad a su propia costa.

Así que California necesita fortalecer estas instituciones, especialmente con respecto a su territorio propenso a los incendios, que debería venderse a personas o empresas que se beneficien de ser bien gestionado e internalicen los costes cuando no sea así. En ausencia de propiedad directa, ¿por qué no podrían todas las partes afectadas por las amenazas de los incendios en California (propietarios de viviendas y negocios) crear y coposeer una empresa privada sin ánimo de lucro que exista principalmente para monitorizar el terreno previniendo incendios? El que no exista actualmente una entidad así en California refleja la fortaleza política de las instituciones federales y estatales encargadas de gestionas los terrenos públicos y de los sindicatos de bomberos que se verían amenazados por esas innovaciones del mercado.

Igual que se venden derechos de mineral a una empresa minera, el gobierno podría vender derechos de yesca a esta empresa sin ánimo de lucro, que gestionaría la yesca y otros combustibles hasta niveles seguros. Podéis estar seguros de que esa entidad sería mucho más barata de financiar que todas las instituciones actualmente encargadas de gestionar los terrenos propensos al fuego.

Es más, las participaciones de la propiedad irían a aquellas partes con más interés en minimizar los riesgos de incendio que planteen amenazas directas para su propiedad. La estructura de incentivos resultante sería notablemente distinta de aquella a la que se enfrentan los empleados fijos de la Agencia de Recursos Naturales de California.

Tal vez una entidad así tenga mucho sentido para California. Pero hasta que los californianos se den cuenta de la importancia de las disposiciones institucionales para normalizar los desastres, podrían tener que acostumbrarse a un futuro que se asemeje a sus películas distópicas de Hollywood.


El artículo original se encuentra aquí.

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