Equilibrio, ganancia y pérdida y emprendimiento

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[Extraído del capítulo 17 de Mises: The Last Knight of Liberalism, pp. 770-773]

Fue a través de los escritos de Carl Menger y Eugen von Böhm-Bawerk como Mises llegó a entender la economía de mercado como un orden social racional en el que todos los factores de producción se dirigen a la satisfacción de los deseos del consumidor. No solo la asignación de los factores de producción, sino también las rentas de los dueños de estos factores dependen en último término exclusivamente de su contribución relativa a la satisfacción de deseos humanos. Todos los valores, todos los precios, como había dicho Frank Fetter, dependen de un referéndum diario en la democracia del mercado.[1]

Pero en ninguno de sus predecesores encontró Mises una explicación satisfactoria del proceso a través del cual la estructura de producción se alinearía con las preferencias del consumidor. Su compañero en el seminario de Böhm-Bawerk, Joseph Schumpeter, había mostrado brillantemente cómo los emprendedores dirigen el mercado. De acuerdo con La teoría del desarrollo económico,[2] de Schumpeter, los emprendedores son innovadores que interrumpen constantemente el funcionamiento fluido de una economía inerte.

Schumpeter tenía razón. La innovación sí desempeña un papel esencial en la economía de mercado. ¿Pero cómo se ajustaba esto con la imagen mengeriana de la economía de mercado como un orden social racional? ¿Había una contradicción entre la noción schumpeteriana de que los empresarios obtienen beneficios por la innovación y la idea mengeriana de que todas las rentas dependen de los deseos del consumidor? En Nationalökonomie, Mises reconcilia a Schumpeter con Menger. De Schumpeter, adoptaba la idea de que los emprendedores son el motor del proceso del mercado. Pero no pueden obtener un beneficio por la innovación en sí misma: solo por la innovación que mejora la satisfacción de los deseos del consumidor.

Los emprendedores ajustan constantemente la estructura de producción a lo que esperan que sean las preferencias futuras de los consumidores. Los distintos emprendedores actúan en la práctica como defensores de distintas necesidades del consumidor. Basándose en sus estimaciones de lo que esperan obtener por un producto imaginado en el futuro, acuden a los mercados de factores donde compiten con otros empresarios, ofertando precios más altos para los factores disponibles de producción (trabajadores y suministros materiales). Este proceso de precios determina las rentas de todos los factores de producción y asegura que solo se llevarán a cabo los proyectos de inversión más importantes (“importantes” en términos de futuro gasto en consumo).

La fuerza motora del emprendimiento es el beneficio. El beneficio es la remuneración concreta que recibe una persona por soportar incertidumbre. En la economía de mercado, los emprendedores actúan con la debida cautela y responsabilidad porque son responsables personalmente de cualquier decisión errónea. La pérdida es el castigo por un emprendimiento fracasado. Pérdida y beneficio son juntos la medida del emprendimiento.

¿Son emprendedores todos los empresarios? ¿Son empresarios todos los emprendedores? Si no es así, ¿cómo podría distinguirse a los emprendedores de los empresarios “normales” y otros participantes en el mercado? Mises respondía a estas preguntas difíciles definiendo el emprendimiento como una función social, a saber, como la función de asumir responsabilidad por la incertidumbre por el futuro. El emprendedor en la teoría de Mises no es una persona, sino un papel desempeñado por la gente (y no está en absoluto limitado a los empresarios). En último término, cualquiera puede ser un emprendedor en la medida en que asume las repercusiones de la incertidumbre. Las pérdidas y ganancias no solo determinan la renta de los empresarios, sino también la de asalariados y capitalistas. Siempre están mezcladas con las rentas de factores concretos como salarios e intereses.

Uno de los grandes problemas que tuvo que resolver Mises en esta teoría era dar una definición precisa de pérdida y beneficio. En particular tuvo que distinguir beneficio y pérdida frente a interés. Su solución fue que beneficio y pérdida eran los resultados del error humano. Es otras palabras, beneficio y pérdida solo pueden existir en situaciones de desequilibrio. Por el contrario, el interés del dinero deriva en último término de la preferencia temporal y no tiene nada que ver con si los participantes en el mercado toman decisiones buenas o malas. El interés monetario existe tanto en el equilibrio general como en el desequilibrio, mientras que beneficio y pérdida solo existen en el último caso.

Pero entonces esta línea de argumentación hace necesario aclarar el significado preciso de equilibrio general, así como su papel en el análisis económico. Mises argumentaba que el equilibrio general, al que llamaba economía estacionaria (stationäre Wirtschaft)[3] es un dispositivo puramente metodológico. Es un constructo imaginario (Gedankenbild) que no tiene equivalente en el mundo real. Su único propósito es para la definición de beneficio y pérdida.


El artículo original se encuentra aquí.

 

[1] “El mercado es una democracia en la que todo penique da un derecho de voto”. Frank A. Fetter, The Principles of Economics (Nueva York: The Century Co., 1905), p. 395. Unas páginas después, dice: “Así que cada uno está midiendo los servicios de todos los demás y todos están valorando a todos. Es la democracia de la valoración” (p. 410).

[2] Joseph A. Schumpeter, Theorie der wirtschaftlichen Entwicklung (Munich: Duncker & Humblot, 1911).

[3] En La acción humana la llama “economía de rotación constante”, pp. 246-247.

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