Antes de Menger, distintos economistas alemanes habían criticado la teoría del valor trabajo en concreto y rechazado la doctrina del valor intrínseco en general. La visión de Menger de que el valor era subjetivo (personal, individual) por naturaleza no era excepcional entre los autores alemanes de la primera mitad del siglo XIX. De hecho, algunos de ellos incluso conocían el principio del valor subjetivo marginal.[1] Pero sus ideas eran meras observaciones inconexas. Ninguno de los predecesores alemanes de Menger reconoció la importancia central del valor marginal y ninguno produjo una teoría subjetiva unificada.
En la década de 1860, subsistían dos capas inconexas de análisis en los libros de texto alemanes. Sus teorías del precio normalmente incluían explicaciones del coste de producción como componente dominante y permitían la coexistencia incoherente con las explicaciones tradicionales del valor subjetivo.[2] Karl Marx acumuló burlas y desdén sobre esta muestra de eclecticismo. Tenía razón al hacerlo.
Menger tomó lo que solo se atisbaba en los escritos de sus predecesores y lo presentó en un tratado sistemático que revolucionó la opinión de la profesión sobre las relaciones entre necesidades humanas, valor y precios. A través de la búsqueda sistemática de las causas de estas relaciones en los hechos más sencillos abiertos a la investigación empírica (los “elementos de las economía humana”), Menger colocó la discusión sobre necesidades, bienes, sistemas económicos, producción, precios, renta, consumo, etc. sobre unas bases completamente nuevas.
El contraste con sus eclécticos predecesores alemanes no podría haber sido mayor. Su eclecticismo se reforzaba por tendencias que Menger evitaba. En particular, los economistas alemanes tendían a dedicarse a recoger y clasificar datos excesivos y a menudo inútiles de los fenómenos económicos, una inclinación que reflejaba el clima político del momento. La restauración de la monarquía y la consiguiente lucha contra el liberalismo entre 1815 y 1848 hacía imprudente ahondar muy profundamente en consideraciones teóricas, que podrían llevar a una valoración crítica de los límites del gobierno. Como decía William Johnston: “En un momento en que estaba prohibido debatir asuntos de principios fundamentales, los intelectuales se dedicaron a recoger datos”.[3] Esta aproximación al análisis económico de recogida de datos llegó a su clímax al final del siglo con la aparición de la Joven Escuela Histórica. Como muchos otros empleados académicos del nuevo estado centralizado alemán, se veían como “los guardaespaldas intelectuales de la Casa de los Hohenzollern”.[4]
Un defecto alemán relacionado y que Menger evitó escrupulosamente fue el historicismo: la tendencia a considerar las regularidades en los fenómenos económicos como “leyes históricas”, es decir, como condicionadas por las circunstancias particulares de tiempo y lugar. Aunque los economistas alemanes de entonces habrían estado de acuerdo con Menger en que todos los fenómenos económicos estaban de alguna manera relacionados entre sí y en que uno de los fines de la ciencia económica era encontrar cuál era esa relación, el análisis de Menger revelaba que estas relaciones eran leyes que resultaban verdaderas en todo tiempo y lugar; más aún, demostraba que podían estudiarse sin referencia al contexto histórico concreto. Su libro daba muchos ejemplos concretos de las leyes generales bajo discusión, pero en esencia, los Principios de Menger era un ejercicio de teoría pura.
Entretanto, en las universidades del Reich alemán, había aparecido un movimiento vigoroso que seguía un programa completamente opuesto a la visión de Menger y defendía una quiebra radical con la aproximación tradicional de la ciencia económica.[5] Mientras que Menger intentaba convertir la teoría económica en una ciencia analítica, los jóvenes radicales en Berlín buscaban eliminar completamente la investigación teórica, reemplazándola por los estudios históricos.
El líder de este grupo era Gustav Schmoller, un joven profesor de la Universidad de Halle.[6] El gran objetivo de Schmoller, por encima de todas sus preocupaciones teóricas y metodológicas, era combatir la creciente influencia intelectual y práctica del liberalismo del laissez faire en Alemania. Su estrategia era promover la discusión de la “cuestión social”, con lo que quería significar la cuestión de cómo el gobierno podía promover el bienestar de las clases trabajadoras. El que el gobierno podía y debía promocionar el bienestar de la clase trabajadora se daba por descontado.
Schmoller puso en práctica esta estrategia a través de una asociación de intelectuales y líderes políticos afines, la mayoría de lo cuales eran profesores de universidad y funcionarios. En octubre de 1982, convocó una primera reunión nacional de “hombres de todos los partidos de los que pueda suponerse que tengan interés y preocupación moral por la cuestión [social] y que no crean que el laissez faire et laissez passer absoluto sea lo correcto en lo que se refiere a la cuestión social”.[7] Schmoller y dos personas más, que se convertirían durante mucho tiempo en líderes del grupo (el profesor de Breslau Lujo Brentano y el estadístico de Berlín Ernst Engel) dirigieron la reunión con lecciones sobre huelgas y sindicatos, leyes en las fábricas alemanas y la cuestión de la vivienda.
La decidida orientación antimercado y pro-gobierno de estos profesores universitarios les hizo obtener rápidamente el sobre nombre de Kathedersozialisten, o “socialistas de cátedra”.[8] Significativamente, la primera reunión tuvo lugar en la ciudad de Eisenach, que el mismo año había acogido la convención de fundación del Sozialistische Partei Deutschlands (Partido Socialista Alemán). Como el SPD fue el primer partido socialista del mundo, Eisenach se había convertido en el símbolo del movimiento socialista organizado. El grupo fundó entonces la Verein für Socialpolitik (Asociación para una Política Social) con el propósito explícito de promocionar las políticas del bienestar del nuevo estado central alemán. El primer presidente fue Erwin Nasse, un profesor de Bonn. Schmoller, que en 1872 era demasiado joven, se convirtió en sucesor de Nasse en 1890 y permaneció como presidente hasta su muerte en 1917.[9]
La Verein organizaba reuniones plenarias, que se realizaban cada dos años y reuniones de un comité elegido (Ausschuss). Estas reuniones tenían un impacto profundo, y a menudo inmediato, en las políticas alemanas porque ofrecían un territorio neutral para los representantes de los grupos organizados más poderosos. Profesores universitarios, dirigentes sindicales, funcionarios de alto rango y empresarios se reunían en la Verein, se conocían y forjaban compromisos políticos sobre los temas del momento. La orientación fuertemente práctica era también visible en las publicaciones de la Verein. Cada volumen se ocupaba de un problema social acuciante distinto, analizaba sus síntomas e invariablemente acababa reclamando que el gobierno actuara. Ralph Raico dice:
Muchos de los 134 volúmenes de intensa investigación que se publicaron hasta 1914 sirvieron virtualmente como acusaciones sobre distintos defectos y quejas ante el sistema existente y cada uno de ellos reclamaba la acción del gobierno. (…) El principal objetivo de los Socialistas de Cátedra, a saber, cambiar la opinión pública dentro de la burguesía ilustrada y especialmente dentro de la burocracia, se alcanzó en buena medida.[10]
A través de estas actividades, la Verein se convirtió en uno de los vehículos más importantes para la consolidación y expansión del nuevo funcionariado del gobierno alemán. Los profesores y otros funcionarios se veían como mediadores neutrales entre los distintos grupos sociales en disputa. Cada solución al problema social percibido implicaba invariablemente o bien su participación activa o su intermediación.[11] Tal y como lo veían, promovían el compromiso político entre la izquierda y la derecha, la democracia y la monarquía, el utilitarismo y la justicia, los trabajadores y los empresarios.[12] Se consideraban árbitros neutrales porque consideraban a estos conflictos desde el punto de vista “superior” del nuevo gobierno central, que representaba a toda la nación.
La era de la Verein für Socialpolitik coincidió con el apogeo de la centralización política alemana. Sin embargo, a principios de la década de 1890. el gobierno empezó a dar la espalda a la Verein. Su constante agitación por una reforma política de izquierdas había tenido demasiado éxito y se arriesgaba a perder su reputación de neutralidad política.[13] Durante un tiempo, Schmoller se las arregló para conducir en contra de esta tendencia, pero el mismo éxito de la Verein selló su destino. Al final del siglo XIX, ya había atraído a un gran número de intelectuales y líderes sociales como Max Weber, Ludwig Pohle y Andreas Voigt, que estaban en principio en contra de los ciegos prejuicios de la Verein a favor del gobierno y se habían unido solo a causa de su importancia práctica.[14] Bajo el liderazgo de Max Weber, estos hombres chocaban constantemente con el establishment de la Verein acerca de la cuestión de “prueba” científica en asuntos políticos: tras la Primera Guerra Mundial, los seguidores de Weber cambiarían para siempre el carácter de la Verein, convirtiéndola en una institución puramente académica.
Pero en sus días gloriosos de finales de la década de 1870 y 1880, la Verein y en particular la persona de Gustav Schmoller transformaron completamente el paisaje de la ciencia económica en lengua alemana. Schmoller tuvo asimismo una influencia perdurable en la economía alemana a través de su amistad personal con Friedrich Althoff, un funcionario de alto rango en el Ministerio de Educación de Prusia, que de 1882 a 1907 controlaba las nominaciones a las cátedras de economía política en las universidades prusianas. Pronto resultó evidente que para obtener una plaza fija de profesor tenía que suscribir sin reservas el programa definido en los escritos de Schmoller.
Aunque el programa de Schmoller se dirigía principalmente contra los héroes del movimiento librecambista (economistas clásicos, como Adam Smith, Jean-Baptiste Say y David Ricardo) en la práctica eliminó cualquier enseñanza de teoría económica en las universidades alemanas. La llamada Joven Escuela Histórica bajo Schmoller fue mucho más allá del sano escepticismo de las abstracciones teóricas que habían caracterizado las obras de la generación anterior de economistas alemanes. Los seguidores de Schmoller negaban directamente que hubiera ninguna ley social en absoluto: solo había ciertas irregularidades que cambiaban con las cambiantes instituciones de la sociedad. El trabajo de la ciencia de la administración era solo incidentalmente estudiar estas regularidades dependientes del contexto. Su tarea esencial era estudiar el significado concreto de la “idea de justicia” en un determinado tiempo y lugar, porque ésta era la verdadera base del “principio de reforma social”: ajustar las instituciones sociales existentes a los sentimientos prevalentes de lo que era correcto y justo.[15] Así que Schmoller defendía un relativismo radical y un positivismo legal radical, las doctrinas más apropiadas para justificar su creencia y adoración del gobierno omnipotente.
Menger había seguido el crecimiento del movimiento de Schmoller durante algunos años. Se daba cuenta de que bajo la influencia sobrevenida de la Joven Escuela Histórica, Alemania y Austria (que estaba completamente bajo la órbita intelectual alemana), estaban en proceso de destruir el trabajo de un siglo de pensamiento económico. El primer tratado de Menger cayó en saco roto. Había encontrado seguidores en Austria, pero eso se debía en parte a su influencia personal en los nombramientos académicos. Las universidades alemanas eran impenetrables.
Menger decidió fundamentar futuros trabajo en el análisis económico positivo a través de una defensa metodológica sistemática de su nueva aproximación.[16] El resultado de estos trabajos fue otro gran libro, Untersuchungen über die Methode der Sozialwissenschaften und der politischen Okonomie insbesondere (Investigación sobre el método de las ciencias sociales, con especial referencia a la economía).[17] Menger insistía en que las leyes económicas que había explicado eran leyes “exactas” d ela realidad y que los métodos de investigación histórica eran completamente incapaces de descubrir dichas leyes económicas.
Estas opiniones no podían dejar de ofender a las sensibilidades historicistas del establishment académico, que eran especialmente fuertes entre los economistas de la propia generaciónd e Menger. De hecho, aunque el historicismo ya era advertible en las obras de la Vieja Escuela Histórica (Roscher, Knies, Hildebrand y otros), en los escritos de la Joven Escuela Histórica (Schmoller, Lexis y otros) se había convertido en un dogma. Schmoller publicó una reseña muy crítica de la Investigación de Menger, afirmando que Menger no había sustanciado su análisis con estudios históricos apropiados: en la jerga de hoy, Menger se había dedicado a un ejercicio de pura teoría, a la que le faltaba “evidencia empírica” que la apoyara. Este ataque podía haber llevado a un debate intelectual sereno si Schmoller no hubiera tratado de sstigamtizar a su oponente calificando a su aproximación como “método individualista-mancuniano”, asociando a Menger con la supuestamente desacreditada Escuela de Manchester.[18]
El debate entre Menger y Schmoller llevó pronto a sus discípulos a un acalorado debate, durante el cual incluso el gran anciano de la economía alemana, Wilhelm Roscher, mostró menosprecio por Menger.[19] Este debate colectivo incluyó bastantes artículos y libros más.[20] Su carácter inusualmente polémico y emocional derivaba del hecho de que para Schmoller cualquier tipo de teoría económica reforzaba la defensa del capitalismo.[21] El debate culminó en 1895, cuando el último gran alumno de Menger, Richard Schüller, publicó su tesis en la que refutaba punto por punto las críticas de los economistas clásicos que había expresado Bruno Hildebrand en el discurso de inauguración en la Universidad de Viena.[22]
A pesar de la acalorada atmósfera en que tuvo lugar, el debate sobre el método entre Menger y Schmoller fue útil para clarificar las diferencias entre investigación económica teórica y aplicada. Aunque no produjo ningún resultado duradero o definitivo, sí renovó el interés sobre el asunto y destacó la importancia de ciertas distinciones esenciales que desarrollarían posteriores economistas, filósofos e historiadores como Max Weber, Heinrich Rickert, Ludwig von Mises y Alfred Schütz. De particular importancia sería la distinción entre las naturalezas fundamentalmente diferentes de las ciencias naturales, la historia y la economía.
Lo que se ve menos a menudo es que la oposición que unía a todos los “teóricos” detrás de Menger y a todos los “historiadores” detrás de Schmoller hizo que se olvidaran algunas importantes diferencias dentro de cada grupo. Esto tenía que promover la confusión, especialmente dentro de las filas de los teóricos, que tendían ser vistos (y a verse a sí mismos) como partidario a “la” teoría económica, cuando en realidad sostenían ideas sustancialmente distintas sobre el asunto y contenido de su ciencia. La contribución única de Menger tendía a percibirse solo como una parte de un amplio consenso sobre el perfil principal de “la” nueva teoría económica. Menger no compartía esta percepción.
El artículo original se encuentra aquí.
[1] Ver en particular Erich Streissler, “The Influence of German Economics on the Work of Carl Menger and Marshall”, B.J. Caldwell, ed., Carl Menger and His Legacy in Economics (Durham, NC: Duke University Press, 1990); ídem, “Carl Menger, der deutsche Nationalökonom”, B.P. Priddat (ed.), Wert, Meinung, Bedeutung (Marburg: Metropolis, 1997), pp. 33-88; Yukihiro Ikeda, Die Entstehungsgeschichte der “Grundsätze” Carl Mengers.
[2] Erich Streissler apunta que los Principios de Alfred Marshall (1891) tenían la estructura exacta de un típico libro de texto alemán. Ver Streissler, “The Influence of German economists on the work of Menger and Marshall”, B.J. Caldwell (ed.), Carl Menger and his legacy in economics (Durham: Duke University Press, 1990), p. 51.
[3] William M. Johnston, Vienna, Vienna – The Golden Age, 1815–1914 (Milaá: Arnoldo Mondadori, 1981), p. 15.
[4] Este punto de vista no se limitaba a los intelectuales que trabajaban en campos “intelectuales” como la historia, la economía política o la filosofía. En un discurso público realizado el 3 de agosto de 1870, Emil du Bois-Reymond, rector de la Universidad Federico-Guillermo de Berlín y pionero de la electro-fisiología, proclamó que su universidad era “el guardaespaldas intelectual de la Casa de los Hohenzollern”. Ver Bois-Reymond, Über den deutschen Krieg (Berlín: Hirschwald, 1870).
[5] Erich Streissler, “The Influence of German Economics on the Work of Carl Menger and Marshall”. A lo largo de este trabajo, Streissler ha corregido de forma convincente la hasta entonces prevalente idea de que la Joven Escuela Histórica estaba de algún modo más profundamente enraizada en la tradición alemana de la ciencia económica que Carl Menger. Como indicaba Streissler, el verdadero revolucionario fue Gustav Schmoller, no Menger.
[6] Schmoller fue profesor en Halle de 1864 a 1872. Al ser uno de los primeros beneficiarios de la victoria prusiano-alemana sobre Francia en la Guerra Franco-prusiana, se trasladó a la Universidad de Estrasbrugo (1872-1882), antes de recibir finalmente una cátedra en la Universidad de Berlín (1882-1913).
[7] Gustav Schmoller, “Einladung zur Eisenacher Versammlung von 1872”, impreso en Franz Boese, Geschichte des Vereins für Sozialpolitik, 1872–1932 (Berlín: Duncker & Humblot, 1939), p. 241.
[8] El término despectivo “Kathedersozialisten” fue acuñado por Heinrich Bernard Oppenheim en su libro Der Katheder-Sozialismus (Berlín: Oppenheim, 1872). Ver Raico, Die Partei der Freiheit, p. 200. El único participante austriaco en la reunión inicial de 1872 fue un tal Dr. Friedmann (probablemente Otto Bernhard Friedmann), un periodista de Viena.
[9] Sobre la historia de la Verein, ver Boese, Geschichte des Vereins für Sozialpolitik, 1872–1932; Dieter Lindenlaub, Richtungskämpfe im Verein für Sozialpolitik: Wissenschaft und Sozialpolitik im Kaiserreich vornehmlich vom Begin des “Neuen Kurses” bis zum Ausbruch des ersten Weltkrieges (1890–1914) (Wiesbaden: Steiner, 1967); Irmela Gorges, Sozialforschung in Deutschland. Gesellschaftliche Einflüsse auf Themen und Methodenwahl des Vereins für Socialpolitik, der Deutschen Gesellschaft für Soziologie und des Kölner Forschungsinstituts für Sozialwissenschaften (2 vols., Frankfurt del Main: Anton Hain, 1986).
[10] Raico, Partei der Freiheit, p. 188.
[11] Muchos años más tarde, Mies calificaba su actitud con las siguientes palabras: “Es la mentalidad del funcionariado (que, de acuerdo con Brentano era ‘la única base sólida de la Asociación para la Política Social’) la que considera como constructivo y positivo solo esa ideología que pide la mayor cantidad de oficinas y funcionarios. Y el que busque reducir el número de agentes públicos es desdeñado como ‘pensador negativo’ o ‘enemigo del estado’”. (A Critique of Interventionism, Nueva York: Arlington House, 1977, pp. 82 y s.) Ver también Mises, The Historical Setting of the Austrian School of Economics (New Rochelle: Arlington House, 1969), p. 31. Sobre la historia del estado de bienestar bismarckiano y sus precedents bajo Federico II, ver Gerd Habermann, Der Wohlfahrtsstaat: Die Geschichte eines Irrwegs (2ª ed., Frankfurt: Ullstein, 1997).
[12] Gustav Schmoller, “Eröffnungsrede zum 25jährigen Bestehen des Vereins auf der Kölner Tagung von 1897”, impreso en Franz Boese, Geschichte des Vereins für Sozialpolitik, 1872–1932, pp. 253 y ss., en particular 262 y s.
[13] Ibíd., pp. 260 y s.
[14] En los primeros años, la oposición más ruidosa al programa de la Verein provenía de no-miemrbos como Heinrich Oppenheim y Julius Wolf. Ver Raico, Partei der Freiheit, pp. 200 y ss. Pohle y Voigt publicaron sus influyentes y devastadoras críticas de la Verein solo después de abandonarla en 1905.
[15] Ver por ejemplo Gustav Schmoller, “Die Gerechtigkeit in der Volkswirtschaft”, Schmollers Jahrbuch, vol. 5 (1881), pp. 19-54; idem, Zur Social- und Gewerbepolitik der Gegenwart (Leipzig: Duncker & Humblot, 1890); idem, Grundriss der allgemeinen Volkswirtschaftslehre (Leipzig: Duncker & Humblot, 1900).
[16] Ver su importante carta de febrero de 1884 a Léon Walras, traducida y publicada en Antonelli, “Léon Walras et Carl Menger à travers leur correspondence”, Économie appliquée, vol. VI, nº 2y 3 (1953), pp. 269-287. La carta se cita en las pp. 284 y s. El pasaje referido está en p. 283.
[17] Carl Menger, Untersuchungen zur Methode der Sozialwissenschaften und der politischen Oekonomie im besonderen (Leipzig: Duncker & Humblot, 1883); traducido al inglés como Investigations into the Method of the Social Sciences and of Political Economy in Particular (Nueva York: New York University Press, 1985).
[18] Schmoller, “Zur Methodologie der Staats und Sozial-Wissenschaften”, Schmoller’s Jahrbuch, nueva serie, vol. VII, º 3, pp. 239 y ss. Ver también al reseña de Leser en Conrad’s Jahrbücher, nueva serie, vol. VII, pp. 273 y ss.
[19] Ver la edición de 1886 de la Grundlagen de Roscher, citada en Milford, “Hufeland als Vorläufer von Menger und Hayek”, pp. 99 y s. En 1871, Menger había dedicado su Grundsätze a Roscher.
[20] En lo que se refiere a las contribuciones de Menger al debate, ver Carl Menger, Die Irrthümer des Historismus in der deutschen Nationalökonomie (Viena: Alfred Hölder, 1884); idem “Zur Kritik der politischen Ökonomie”, Zeitschrift für das Privat- und öffentliche Recht der Gegenwart XIV (1887); idem, “Grundzüge einer Klassifikation der Wirtschaftswissenschaften”, Jahrbücher für Nationalökonomie und Statistik, nueva serie, vol. XIX (1889). Estos escritos han sido reimpresos en Carl Menger, Gesammelte Werke, editado por F.A. Hayek (2ª ed., Tubinga: Mohr, 1970), vol. III.
[21] El modelo de oposición entre teóricos de ideas libertarias e historiadores estadísticos no es un reflejo completo del estado de cosas. Había en realidad historicistas partidarios del mercado como Lujo Brentano, así como teóricos con fuertes inclinaciones estatistas, como Adolf Wagner o incluso Wieser.
[22] Richard Schüller, Die klassische Nationalökonomie und ihre Gegner (Berlín: Heymanns, 1895). Hildebrand había sucedido a Lorenz von Stein, pero permaneció solo un año en Viena.