Muchos economistas opinan que por medio de indicadores económicos es posible identificar señales tempranas de advertencia con respecto a una inminente recesión o prosperidad. ¿Cuál es la justificación de esta opinión?
El National Bureau of Economic Research presenta la aproximación de los indicadores económicos en la década de 1930. Un equipo de investigación liderado por W.C. Mitchell y Arthur F. Burns estudió 487 datos económicos para averiguar el misterio del ciclo económico. Según Mitchell y Burns:
Los ciclos económicos son un tipo de fluctuación que se encuentra en la actividad económica agregada de las naciones. (…) un ciclo constará de una expansión que se produce aproximadamente en el mismo momento en muchas actividades económicas, seguido por recesiones, contracciones y reavivamientos igualmente generalizados, que se mezclan en la fase de expansión del nuevo ciclo. Esta secuencia de cambios es recurrente, pero no periódica.[1]
Los ciclos económicos se veían como amplias oscilaciones en muchos indicadores, que mediante su cuidadosa inspección permiten el establecimiento de picos y simas en la actividad económica general. Además, el equipo de investigación había concluido que como las causas de los ciclos económicos eran complejas y no se entendían adecuadamente era mejor centrarse en el resultado de estas causas, manifestado a través de datos económicos.
A través de la inspección de los datos, los expertos en el NBER establecen los puntos de referencia para el inicio y fin de los ciclos económicos. Cubriendo el período entre diciembre de 1854 y junio de 2009, el NBER ha identificado 34 ciclos de acuerdo con sus picos y simas. (En el NBER, la última sima tuvo lugar en junio de 2009 y desde ese periodo estamos en una fase de prosperidad económica).
Los picos y simas identificados por el NBER sirven como punto de referencia para clasificar diversos datos individuales como vanguardia, coincidencia o retaguardia. Una vez se clasifica el dato, se combinan en índices de vanguardia, coincidencia o retaguardia.
Estos índices se ven como señales económicas que se espera que alerten a los analistas y legisladores con respecto al estado de un ciclo económico. El índice de indicadores de vanguardia empieza a mostrar señales de despertarse se considera una posible indicación de debilidad en la actividad económica en los próximos meses.
La confirmación de que podría haberse alcanzado el pico del ciclo se calcula por medio del índice coincidente, mientras que el índice de retaguardia proporciona la confirmación final de que podría ser así. Por tanto, por medio de estos tres indicadores, se dice, puede calcularse la fase de un ciclo económico.
La aproximación de los indicadores que inspiró la metodología del NBER se diseñó para ser tan imparcial como fuera posible para que se viera como puramente científica. Esto es lo que Murray Rothbard tenía que decir acerca de la metodología del NBER:
Sus numerosos libros y monografías son generosos en estadísticas y parcos en textos o interpretaciones. Su metodología proclamada es baconiana: es decir, proclama la afirmación de que no tiene teorías, que recoge multitud de hechos y estadísticas y que sus conclusiones cuidadosamente escritas derivan únicamente, como un ave fénix, de los propios datos. Por tanto, sus conclusiones se aceptan como sagrados escritos “científicos” incuestionables.[2]
La dificultad de dar sentido a los indicadores económicos
Por mera inspección del índice indicador de vanguardia, no siempre es tan sencillo calcular el estado de un ciclo económico.
¿Deberíamos considerar cualquier caída en el índice de vanguardia como precursor de un futuro declive económico? ¿Durante cuantos meses debe disminuir el índice antes de que podamos estar seguros de una inminente recesión económica?
Asimismo, si hay que esperar la confirmación de la señal del índice de vanguardia con la señal del índice coincidente ¿para qué tenemos el índice de vanguardia? Después de todo, se supone que alerta a los legisladores y empresarios antes de que haya empezado el auge o un declive.
Además, en esta manera de pensar seguimos necesitando el “OK” final del índice de indicadores de retaguardia.
Por tanto, parecería que para cuando se verifique el veredicto final la economía podría estar ya en una profunda recesión económica o en un fuerte auge económico.
Señales falsas
Ahora, el índice de vanguardia de EEUU cayó un -0,2% en diciembre de 2015, un -0,3% en enero de 2016 y un -0,1% en febrero de 2016. En este caso tenemos tres disminuciones consecutivas en el índice de vanguardia, pero la NBER continuó clasificando la economía como en fase expansionista del ciclo económico.
Observemos que, en términos de tasa anualizada de crecimiento, el índice de vanguardia hizo pico en el 6,5% en julio de 2014 y tocó fondo en el 0,5% en junio de 2016.
El índice de indicadores coincidentes hizo pico en el 3,2% en enero de 2015 y tocó fondo en el 1,1% en octubre de 2016.
Y en diciembre de 2017 el índice de vanguardia aumentó en un 0,6% después de subir un 0,5% mientras el índice de coincidencia aumentaba un 0,3% en diciembre frente al 0,1% en el mes anterior. Basándonos en esto, podríamos concluir que todo va bien en lo que respecta al crecimiento económico.
Si no se conocen los factores que generan los ciclos de auge-declive, como sostiene la metodología subyacente del NBER, ¿cómo es posible dar sentido a los movimientos en el índice de vanguardia?
¿Cómo podrían el gobierno y el banco central tomar medidas para contrarrestar algo que es desconocido?
La necesidad de una buena teoría
Contrariamente a la filosofía del NBER, los datos no hablan por sí mismos y nunca emiten ninguna “señal” como tal. Es la interpretación de los datos dirigida por una teoría lo que genera diversas “señales”.
Decir que los ciclos económicos son vaivenes en los datos, no es decir nada acerca de lo que son realmente los ciclos económicos.
Para averiguar qué son los ciclos económicos se necesita identificar la fuerza motriz que es responsable de la aparición de fluctuaciones económicas.
¿Realmente se desconocen las fuentes de los ciclos económicos?
Lo que caracteriza la aparición de una recesión económica es que, empresas que prosperaban, ahora experimentan dificultades o se van a pique. Lo hacen, no debido a errores empresariales propios de la empresa, sino más bien en conjunto con sectores enteros de la economía.
Gente que ayer era rica, hoy se ha convertido en pobre. Fábricas que tenían ayer trabajo, hoy están cerradas y los trabajadores se quedan sin empleo. Los empresarios están confusos y no pueden entender por qué ciertas prácticas empresariales que ayer eran rentables, hoy están perdiendo dinero.
Las malas condiciones empresariales aparecen cuando menos se espera: justo cuando todos los negocios son de la opinión de que ha llegado una nueva época de progreso constante y rápido. En resumen, aparece una recesión económica sin muchas advertencias y en medio de “buenas noticias”.
Al contrario que en la aproximación de los indicadores, los ciclos de auge-declive no se refieren a la fortaleza de los datos como tales. Se refieren a las actividades que aparecen a lomos de las políticas monetarias laxas del banco central.
Así, siempre que el banco central afloja su postura monetaria pone en marcha un auge económico por medio del desvío de riqueza real desde los generadores de riqueza a diversas falsas actividades que no habría facilitado un mercado libre no intervenido.
Cuando el banco central invierte su postura monetaria ralentiza o pone fin al desvío de riqueza hacia falsas actividades y eso su vez afecta a su existencia. En pocas palabras, lo que dispara los ciclos de auge-declive son las políticas monetarias del banco central y no ciertos factores misteriosos.
Consecuentemente, siempre que se aplica una postura más laxa, esto debería considerarse como el inicio de un auge económico. Por el contrario, la aplicación de una postura más rígida pone en marcha un declive económico o fase de liquidación.
La gravedad de la fase de liquidación está dictada por el nivel de las distorsiones causadas durante el falso auge económico. Cuanto mayores sean las distorsiones, más grave va a ser la fase de liquidación.
Cualquier intento del banco central y el gobierno de contrarrestar la fase de liquidación a base de estímulos monetarios y fiscales solo perjudica a las existencias de riqueza real, debilitando así la economía real.
Como son las políticas del banco central las que ponen en marcha los ciclos de auge-declive, evidentemente son estas políticas las que llevan a fluctuaciones económicas.
Siempre que el banco central cambia su tipo de interés, el efecto por de su nueva postura no se manifiesta instantáneamente, hace falta tiempo. El efecto empieza en un punto en concreto y se desplaza gradualmente de un mercado a otro, de una persona a otra. En resumen, la situación monetaria previa puede dominar la escena durante muchos meses antes de que empiece a manifestarse la nueva.
Con solo seguir la tasa de crecimiento la oferta monetaria nos podemos hacer una idea con respecto a los ciclos de auge-declive en los próximos meses. Dado que el retraso temporal entre el crecimiento la oferta monetaria y la tasa de crecimiento en la actividad económica es variable, la evaluación en lo que se refiere al futuro solo puede ser cualitativa.
Aunque no sepamos la duración del retraso, creemos que un analista que haya identificado las causas primarias de los ciclos de auge-declive es probable que esté sobre un terreno más firme que un analista que emplea una “caja negra”. En resumen, puede tener mejor conocimiento de lo que implican los diversos datos económicos una vez se ha identificado la causa principal.
El artículo original se encuentra aquí.
[1] Citado en Allan P. Layton y Anirvan Banerji “What is a Recession” www.businesscycle.com.
[2] Murray N. Rothbard, Making Economic Sense, p. 232, Ludwig von Mises Institute.