Cómo usar el individualismo metodológico

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[Este trabajo se publicó por primera vez bajo el título Methodological Individualism is Not the Method of Economics” en M. Laine y J.G. Hülsmann (eds.), L’homme libre — Festschrift in Honour of Pascal Salin (París: Les Belles Lettres, 2006), pp. 122-128]

Conocí al profesor Salin a finales de 1997, en su despacho de la Universidad de París-Dauphine. Cuando mencioné que me había atraído la Escuela Austriaca entre otras cosas debido a la epistemología de Mises, levantó las cejas y puso cara de escepticismo. Dejé de hablar y me lanzó divertido: “Y toda la economía no es para ti nada más que epistemología aplicada”.

Protesté diciendo que esa no era mi opinión, pero aprendí la lección. La economía no es una rama de la epistemología y no se puede decir nada con sentido acerca de su epistemología antes de estar completamente familiarizado con sus contenidos. Mi interés por los problemas lógicos y epistemológico de la economía ha permanecido incólume, pero me tomé en serio el reproche de Pascal Salin y a lo largo de los siguientes años me centré en la teoría económica. Ahora es el momento de hacer una excepción. Este trabajo es un ramillete epistemológico para mi querido mentor, recordando agradecidamente que me advirtió que no confundiera el trabajo del florista con el del jardinero.

I.

Muchos escritores que han pretendido describir el carácter lógico y epistemológico de la ciencia económica consideran que el precepto del individualismo metodológico está entre las características distintivas del análisis económico.[1] Este punto de vista está especialmente extendido entre los economistas austriacos.[2] Según este precepto, el análisis del comportamiento individual no solo es necesario para entender microfenómenos como el gasto de consumo: es también indispensable para entender macrofenómenos como la inflación, el desempleo y las crisis económicas. La razón es que estos agregados o macrofenómenos no existen independientemente de la acción humana, sino que resultan de la interacción de diversos individuos.

No puede haber la más mínima duda de que esta justificación básica del individualismo metodológico es sencilla, sólida y clara. Quien quiera remontar la aparición, transformación y declive de los fenómenos sociales agregados hasta sus causas raíces no puede dejar a un lado el análisis de las acciones individuales.[3] Debe tratar las decisiones de los individuos. Debe tratar el significado que los individuos atribuyen al contexto en el que están actuando y a las alternativas que creen que están en juego.

Sin embargo, una cuestión distinta es si el individualismo metodológico es un método de la economía o, más exactamente, de la teoría económica. A continuación argumentaré que no. Basándome en la distinción misesiana entre teoría e historia demostraré que, aunque el individualismo metodológico se aplique adecuadamente en la historia, no es un método que usamos en la teoría.

II.

En el análisis causal del comportamiento humano individual debemos distinguir entre factores invariables y contingentes.

Toda acción humana tiene ciertas causas y consecuencias invariables. Las consecuencias invariables que resultan de acciones similares en cualquier tiempo y lugar se dice que se siguen por necesidad o por ley. Por ejemplo, un aumento en la cantidad de dinero tiene a producir un aumento en el nivel de precios por encima del que se habría alcanzado en caso contrario, independientemente de cuándo y dónde se aumente la oferta monetaria. Según Ludwig von Mises, el estudio de dichas consecuencias es la tarea de la praxeología y la teoría económica.

Pero la acción humana también tiene causas y consecuencias contingentes. La misma acción (aumentar la cantidad de dinero) puede estar inspirada por distintas ideas y juicios de valor. Y las consecuencias objetivas resultantes de cada acción pueden provocar reacciones individuales muy distintas en distintos momentos y lugares. En otras palabras, las cadenas causales a través de las cuales se conectan las ideas y juicios de valor con la acción humana son contingentes. Según Mises, la explicación de estas cadenas causales contingentes es la tarea específica de la investigación histórica.[4]

Mises no excluía que los juicios de valor e ideas individuales tuvieran causas invariables, pero ni él ni ningún otro saben cuáles son. Actualmente solo pueden identificarse algunas de las causas contingentes de la acción humana mediante la comprensión histórica caso por caso. Y aun así este análisis es improbable que ofrezca un panorama completo. Hay un resto en insondable que desafía cualquier explicación: la individualidad histórica. Mises explicaba:

Las características de los hombres individuales, sus ideas y juicios de valor, así como las acciones y guiadas por esas ideas y juicios no pueden remontarse a algo de lo que serían sus derivados. No hay respuesta la pregunta de por qué Federico II invadió Silesia salvo: porque era Federico II.[5]

El análisis histórico, si se atiene a los hechos conocidos, debe explicar todos los fenómenos sociales como resultantes de la acción individual y la cadena causal de acontecimientos debe empezar y terminar con las ideas y juicios de valor de los individuos. La historia describe en retrospectiva cómo percibía la situación en la que se encontraba la persona que actuaba, qué buscaba, cuáles creía que eran los medios a su disposición. Y usa las leyes proporcionadas por la economía y las ciencias naturales para describir el impacto objetivo de la acción de la persona mediante su comportamiento. Así que la misión de la historia es describir el relato de la evolución social y económica desde el punto de vista de sus protagonistas. Su herramienta específica en esta tarea es la “psicología” o (expresión preferida por Mises) la “timología”.

III.

Teniendo en cuenta estas distinciones, ocupémonos ahora del precepto del individualismo metodológico y veamos dónde se aplica. Por cierto, ha demostrado su utilidad en varios casos importantes. El ejemplo más conocido es la explicación del origen del dinero.

Pensadores desde Aristóteles a John Locke han explicado el origen del dinero con la ayuda de un atajo intelectual. Han sugerido que el dinero, al ser una institución social, apareció mediante algún tipo de deliberación colectiva. El dinero es realmente tan útil que habría tenido que inventarse si no hubiera existido ya. ¿Entonces qué más natural que suponer que un grupo de hombres sabios decidieran reunirse e instituir el uso del dinero? El problema es que no se sabe que se haya producido nunca esa convención.

Pero, como es sabido que argumentaba Carl Menger, no hay necesidad de postular que el dinero se creó mediante la deliberación de un consejo tan misterioso.[6] El dinero habría aparecido incluso con una completa ausencia de un proceso colectivo coordinado de toma de decisión. Consideremos que, en ausencia de dinero, solo son posibles intercambios de trueque (de un paso) y que las oportunidades de trueque estaban gravemente restringidas por grandes problemas, en particular por el requisito de que debía haber una doble coincidencia de deseos. Los “intercambios indirectos” en dos pasos (con la ayuda de un medio de intercambio) ayudaban a superar esta limitación. Lo que es más importante, el intercambio indirecto podía ser beneficioso incluso con un medio intercambio ad hoc, es decir, incluso aunque no hubiera todavía un medio generalmente aceptado de intercambio.

Los medios de intercambio se vuelven cada vez más generalmente aceptados en la medida en que son objetivamente más apropiados que sus competidores para llegar a intercambios indirectos. La plata es más apropiada como medio de intercambio que los pasteles de cereza porque es duradera, divisible, maleable, homogénea y tiene un gran poder adquisitivo por unidad de peso. Es probable que los participantes en el mercado aprecien esta superioridad relativa en un proceso de aprendizaje e imitación y la mayoría acaben usando plata para llevar a cabo sus transacciones. Así que se puede explicar por qué se adoptó la técnica del intercambio indirecto a nivel individual y se puede explicar por qué los medios concretos de intercambio se vuelven generalmente aceptados y así gradualmente se convierten en dinero. No es necesario postular la creación del dinero a través de una deliberación colectiva.

El individualismo metodológico también se ha aplicado con éxito a otros casos, como el origen de la división del trabajo, el origen de las naciones y asuntos bastante técnicos como la explicación de los efectos de redistribución resultantes de la creación de dinero.[7] Ha demostrado su utilidad especialmente en aquellos casos en los que tratamos de explicar fenómenos sociales agregados como resultado de percepciones, fines y valores individuales. En resumen, ha probado su alegato en el análisis histórico.

IV.

Para entender por qué decimos que el individualismo metodológico no es un método de la teoría económica, es mejor empezar con unos pocos ejemplos de lo que sí es teoría económica. Consideremos las siguientes leyes económicas:

  • Una producción más indirecta es más productiva (en términos físicos) que una producción menos indirecta.
  • Cuando X personas dividen el trabajo entre ellas, su trabajo es más productivo (en términos físicos) de lo que habría sido si estas mismas X personas hubieran fabricado el mismo tipo de productos aisladas entre sí.
  • Bajo el intercambio indirecto, el mercado (y por tanto la división del trabajo) es mayor que bajo el intercambio directo.
  • Cualquier cantidad de dinero puede servir como intermediaria para cualquier volumen de comercio, salvo limitaciones tecnológicas (por ejemplo, tamaño de la moneda física).

Estas proposiciones son verdaderas proposiciones teóricas en el sentido misesiano. Hacen afirmaciones acerca de relaciones invariables en el tiempo entre causa y efecto. Por ejemplo, el intercambio indirecto no se dice que haya producido mayores oportunidades de intercambio que el intercambio directo el año pasado en Brasil, o que tendrá este efecto el mes que viene en la Riviera Francesa. Dice que tiene este efecto en todo tiempo y lugar.

La cuestión es si se necesita el individualismo metodológico para demostrar esas proposiciones. La respuesta es negativa. El individualismo metodológico nos ayuda a entender por qué y cómo pueden producirse fenómenos agregados a partir de acciones individuales. Pero no nos ayuda a demostrar proposiciones acerca de relaciones invariables (o incluso necesarias) debidas a causa y efecto. Por ejemplo, no es imposible estrictamente hablando introducir el dinero a través de una deliberación colectiva en un consejo y tampoco es imposible que aumentos en la oferta monetaria no produzcan efectos redistributivos. Por el contrario, las proposiciones de la teoría económica, según Mises, pretenden hacer enunciados acerca de causas necesarias.

Examinemos con más detalle nuestro primer ejemplo para explicarnos. Conocemos los efectos de la producción indirecta con dos pasos. Primero analizamos las condiciones de la producción en general y luego estudiamos cómo afecta un proceso de producción más o menos indirecto a estas condiciones. En el primer paso, nos damos cuenta de que la productividad física del trabajo está sometida a la ley de los retornos. En el segundo paso, aprendemos que una producción más indirecta implica tomarse tiempo de la producción de los bienes de consumo para aumentar los suministros de otros factores, de manera que el trabajo humano se convierta en más productivo. Advirtamos que aquí no partimos de ninguna decisión concreta. Más bien comparamos las consecuencias de dos acciones hipotéticas distintas: producción más indirecta comparada con menos indirecta. Estas dos vías hipotéticas de acción están a priori relacionadas causalmente entre sí por el hecho de que son alternativas. Su nexo causal es la escasez: el hecho de que elegir un curso de acción impide la realización de todas las demás acciones que podrían haberse elegido también. La elección de una alternativa causa necesariamente la renuncia a las otras.

Nuestro análisis comparativo proporciona ideas acerca de las consecuencias relativas de elegir una en lugar de la otra, independientemente de cuál se elija realmente. Si estas consecuencias relativas son invariables, como pasa en el caso actual, habremos identificado una ley económica, es decir, una relación necesaria entre las alternativas por un lado y sus consecuencias relativas por el otro. En el caso actual, como hemos visto, la ley puede formularse como sigue: “Una producción más indirecta es más productiva (en términos físicos) que una producción menos indirecta”.

Supongamos ahora que aplicamos esta ley para explicar un comportamiento observado. La ley sigue manteniendo su naturaleza comparativa, pero ya la comparación no es puramente hipotética. Se convierte en una comparación contrafactual al comparar el comportamiento observado con cursos alternativos de acción que también podrían haberse elegido.[8] Por ejemplo, si vemos a Smith cazando conejos con arco y flechas, podríamos explicar: “Smith caza más conejos de los que podría haber cazado solo con sus manos porque se tomó algún tiempo para hacer antes un arco y flechas”. Y con la misma exactitud, aquellos que ven el vaso medio vacío podrían explicar: “Smith caza muchos menos conejos de los que podría haber cazado porque no se ha tomado tiempo suficiente para hacer antes una escopeta”.

El individualismo metodológico no desempeña ningún papel en esta demostración. Tampoco podría haber desempeñado ningún papel si hubiéramos examinado los otros tres ejemplos iniciales con más detalle. La razón es que sirve a un tipo muy distinto de explicación de la que ofrece la teoría económica. Sirve para explicar un comportamiento observado como resultado directo de motivaciones individuales (contingentes) que ocasionaron este mismo comportamiento. Por el contrario, las leyes económicas sirven para explicar las causas y consecuencias (invariables) del comportamiento humano en comparación con cursos de acción completamente distintos y alternativos, que están relacionados con el comportamiento observado a través del nexo a priori de la escasez.

Por tanto, el individualismo metodológico no es algún tipo de cimiento básico sobre el que erigir el edificio de la teoría económica. Es en realidad lo opuesto. Solo si tenemos antes una teoría económica correcta podemos aplicar con éxito el individualismo metodológico para reconstruir la aparición de fenómenos agregados. Por ejemplo, en la explicación mengeriana del origen del dinero, el punto de partida es el hecho de que el intercambio indirecto en todo tiempo y lugar crearía más oportunidades de intercambio que el trueque. Si no fuera por esta ley económica, la explicación de Menger el origen del dinero no tendría ningún sentido en absoluto. Si el intercambio directo fuera más beneficioso que el trueque solo en algunos tiempos y lugares, pero no en otros, o si la plata fuera más apropiada como medio intercambio que la mantequilla solo en algunos tiempos y lugares, pero no en otros, entonces no se podría argumentar que la técnica del intercambio indirecto se hace cada vez más extendida a través de un proceso de aprendizaje e imitación. La gente solo puede aprender acerca de algo si este algo permanece constante en el tiempo. Solo porque hay una ley económica en juego se puede aplicar con éxito el individualismo metodológico para explicar el origen del dinero.

V.

El individualismo metodológico es una herramienta preciosa para el análisis histórico. Pero no es una base de teoría económica. Por supuesto, se podría definir la teoría económica en un sentido tan grande que incluyera incluso aquellos elementos que se obtienen realmente con la ayuda del individualismo metodológico, como la explicación de Menger del origen del dinero. Pero esto no dejaría de ser una sutileza verbal. Hay una diferencia esencial entre el carácter lógico de las explicaciones basadas en las leyes económicas por un lado y el carácter lógico de las explicaciones basadas en el individualismo metodológico por otro. El propósito de este ensayo era destacar y explorar esta diferencia.


El artículo original se encuentra aquí.

[1] La expresión “individualismo metodológico” fue acuñada por Schumpeter. Ver J.A. Schumpeter, “Der methodologische Individualismus,” Wesen und Hauptinhalt der theoretischen Nationalökonomie (Leipzig: Duncker & Humblot, 1908), parte I, cap. VI, pp. 88-98.

[2] Ver en particular L. von Mises, “The Principle of Methodological Individualism”, Human Action (Scholar’s edition, Auburn, Ala.: Mises Institute, 1998 [1949]), cap. 2, sec. 4 [La acción humana]; F.A. Hayek, “The Individualist and ‘Compositive’ Method of the Social Sciences”, The Counterrevolution of Science (Indianapolis: Liberty Press, 1979 [1952]), pp. 61-76 [La contrarrevolución de las ciencias]; L. Lachmann, The Legacy of Max Weber (Berkeley: Glendessary Press, 1971), pp. 37-43 y en general; idem, “Methodological Individualism and the Market Economy”, Capital, Expectations, and the Market Process (Kansas City: Sheed Andrews & McMeel, 1977), pp. 149-165; M.N. Rothbard, “Praxeology as the Method of the Social Sciences”, The Logic of Action (vol. 1, Aldershot: Elgar, 1997), en particular. pp. 52-57; F. Machlup, “Ludwig von Mises: The Academic Scholar Who Would Not compromise”, Wirtschaftspolitische Blätter, vol. 28, nº 4 (1981); E. Butler, Ludwig von Mises — Fountainhead of the Modern Microeconomics Revolution (Aldershot: Gower, 1988), prólogo.

[3] Es sabido que esto fue argumentado por Carl Menger, Untersuchungen zur Methode der Socialwissenschaften und der politischen Oekonomie insbesondere (Leipzig: Duncker & Humblot, 1883), Libro III, cap. 2, pp. 153-171.

[4] Los juicios de valor y acciones individuales “están dados en último término, ya que no pueden retrotraerse a algo de lo cual habrían resultado ser consecuencia necesaria. Si no fuera así, no sería permisible llamarles algo definitivamente dado. Pero, igual que lo definitivamente dado en las ciencias naturales, no son un paso obligado para la reflexión humana. Son el punto de partida de un modo concreto de reflexión, la comprensión específica de las ciencias históricas de la acción humana”. Mises, Theory and History (New Haven: Yale University Press, 1957) p. 310, cursivas añadidas. [Teoría e historia].

[5] Mises, Theory and History, p. 183. [Teoría e historia].

[6] Ver Menger, Grundsätze der Volkswirtschaftslehre (Viena: Braumüller, 1871), pp. 250-260; ídem, Untersuchungen, pp. 171-183.

[7] Sobre la teoría de la aparición y declive de las comunidades idiomáticas, ver Mises, Nation, State, and Economy (Nueva York: New York University Press, 1983), cap. 1. [Nación, estado y economía]. Sobre los efectos redistributivos de la creación de dinero, ver ídemTheory of Money and Credit (Indianapolis: Liberty Fund, 1980), cap. 12. [Teoría del dinero y del crédito]. Para una explicación de la teoría de la división del trabajo, ver Hülsmann, “Discursive Rationality and the Division of Labor: How Cooperation Emerges”, American Journal of Economics and Sociology, vol. 58, nº 4, pp. 713-727.

[8] Ver Hülsmann, “Fact and Counterfactuals in Economic Law?” Journal of Libertarian Studies, vol. 17, nº 1, pp. 57-102.

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