Por qué el presidente dijo “no”

0

16 de febrero de 1887.

Devuelvo sin mi aprobación la propuesta número 10203 de la Cámara, titulada “Una ley para permitir al comisario de agricultura realizar una distribución especial de semillas en los condados afectados por la sequía de Texas y hacer una dotación [de 10.000$] para ello”.

Parece ser que habido una larga y extensa sequía en ciertas partes del estado de Texas, generando una pérdida de cosechas y su consiguiente sufrimiento e indigencia.

Aunque ha habido alguna diferencia en las declaraciones con respecto al grado de las necesidades del pueblo en las localidades así afectadas, no parece haber ninguna duda de que ha existido una situación que reclama algún alivio y estoy dispuesto a creer que, a pesar de la ayuda ya enviada, una donación de semillas de grano a los agricultores ubicados en esta región, para permitirles conseguir nuevas cosechas, serviría para evitar la continuidad o el retorno de un desgraciado infortunio.

Y aun así me siento obligado a retener mi aprobación del plan, tal y como está propuesto, de satisfacer un sentimiento benevolente y caritativo mediante la dotación de fondos públicos para ese fin.

No puedo encontrar ninguna justificación para una dotación así en la Constitución y no creo que el poder y deber del Gobierno General tenga que extenderse al alivio de un sufrimiento individual que no está relacionado de ninguna manera apropiada con el servicio o la prestación públicos. Creo que hay que resistirse directamente a una tendencia prevaleciente a desconsiderar la misión limitada de este poder y deber, con el fin de que se aplique constantemente la lección de que aunque el pueblo apoye al gobierno, el gobierno no debería apoyar al pueblo. [Cursivas añadidas].

Siempre puede confiarse en la cordialidad y calidad de nuestros compatriotas para aliviar a sus conciudadanos en la desgracia. Esto se ha demostrado repetida y bastante recientemente. La ayuda federal en esos casos estimula la expectativa de atención paternal por parte del gobierno y debilita la firmeza de nuestro carácter nacional, al tiempo que impide que entre nuestro pueblo se asiente ese amable sentimiento y conducta que fortalece los lazos de una fraternidad común.

[Reimpreso de “Clipping of Note”, Número 60, Foundation for Economic Education]

El artículo original se encuentra aquí.