El exalumno de Wharton y miembro del salón de la fama de la WWE, Donald J. Trump, piensa que 30.000 millones de dólares no es un golpe suficientemente grande para esos ladrones de propiedad intelectual (como si fuera algo legítimo), los chinos.
Politico informa:
“Los aranceles al acero son una cosa. Competir contra todo el aparato de la política industrial china que está pensado para absorber tecnología desde todo el mundo es otra”, dijo un asesor externo de la administración informado de la planificación y que no estaba autorizado a hablar oficialmente.
Pekín no planea dejar pasar esto, según el Wall Street Journal.
China se prepara para responder a los ataques comerciales de Washington con aranceles dirigidos contra la base de apoyos del presidente Donald Trump, incluyendo tasas a las exportaciones agrícolas de EEUU desde los estados del cinturón agrícola, según personas expertas en la materia.
Como escribía Frédéric Bastiat: “En la esfera de la economía, una costumbre, una institución, una ley no producen solo un efecto, sino una serie de efectos. De estos efectos, solo el primero es inmediato, aparece simultáneamente con su causa, se ve. Los otros efectos solo aparecen posteriormente, no se ven, tendremos suerte si los prevemos”.
No pretendo tener ninguna respuesta con respecto a los resultados de este jaleo comercial, si ocurre. Sin embargo, Jim Grant escribía hace unas semanas en el Grant’s Interest Rate Observer: “Todo el mundo vive al extremo del látigo del crecimiento del crédito de China”.
China, siendo tan grande y populosa, podría considerarse un banco con un país adjunto. “El enorme tamaño del sistema financiero chino es difícil de apreciar”, escribe la mano derecha de Mr. Grant, Evan Lorenz. “Es literalmente fantástico. A 31 de diciembre de 2017, los activos en los bancos comerciales chinos eran 40 billones de dólares, el 50,5% del PIB mundial total. No hay precedentes de un sistema bancario tan grande”.
Lorenz nos dice que el PIB de China es de 13,1 billones de dólares, mientras que el PIB de EEUU es de 19,4 billones. El balance de los bancos comerciales de EEUU totaliza 17,4 billones de dólares. El Banco del Pueblo de China (BPC) ha estado ocultando préstamos fallidos durante décadas, como escribía yo mismo acerca del libro Red Capitalism: The Fragile Financial Foundation of China’s Extraordinary Rise, de Carl E. Walter y Fraser J.T. Howie en Mises.org in 2011: “A medida que los préstamos impagados se trasladan de los bancos buenos a los malos, con el Ministerio de Finanzas de China ofreciendo su garantía a la par de los malos préstamos, la vida bancaria continúa y el milagro económico sigue vivo, sostenido por el prestamista de último recurso, el Banco Popular de China, apalancado en 1,233 a 1. La consecuencia son activos subyacentes que nunca se liquidan y que se deje desperdiciar capital a bancos zombis y empresas clientelares”.
Una de las notas a pie de página del crash de 2008 fue el colapso de Islandia, relatado por David Howden y Philipp Bagus en su libro Deep Freeze. En su prólogo, Howden y Bagus escriben sobre un sistema bancario emergente:
Durante los varios años que llevaron al colapso, Islandia experimentó un auge económico. El sistema financiero islandés se expandió considerablemente: una población con una población solo ligeramente mayor que Pittsburgh y un tamaño físico más pequeño que el estado de Kentucky erigió un sistema bancario cuyos activos totales eran diez veces el tamaño del PIB del país.
Finalmente, la divisa del país se desplomó, arrastrando con ella a su sistema bancario y a toda su economía con él. Howden y Bagus creen que la crisis de Islandia fue “el resultado de dos prácticas bancarias que, combinadas, demostraban ser explosivas: excesivo descalce de plazos y descalce de divisa”.
El dinero inundó Islandia llevando a malas inversiones que desharía el crash. La creación de dinero articulada por China ha llevado las malas inversiones hasta un nivel absurdo. Los precios de las parcelas para edificios de viviendas aumentaron un 126% en solo dos años. “Al llegar a su fin su capacidad de encontrar proyectos de inversión”, escribe Anne Stevenson-Yang, citada por Grant, “algunas ciudades han adoptado una estrategia de destruir edificios y servicios públicos nuevos, pero no usados, para hacer espacio para más, ya que la construcción suma en el PIB”.
Sin embargo, Grant informa de tres subastas de terrenos desiertas en Pekín en enero, sugiriendo: “el mercado inmobiliario esta lejos de un estado de burbuja”. Si los precios de los activos se hundieran, en renminbi sin duda huiría, rebajando la presión sobre el precio de la divisa y redoblando los tambores de guerra (comercial) de Trump.
China posee las mayores reservas de moneda extranjera del mundo, con 3,1 billones de dólares. Bloomberg informaba recientemente:
La cartera de bonos, billetes y letras de EEUU de China se hundió a 1,17 billones de dólares en enero, desde los 1,18 billones de un mes antes, según los datos del Departamento del Tesoro publicados el jueves. China sigue siendo el mayor acreedor extranjero de EEUU, seguida por Japón, cuyas posesiones aumentaron por primer mes desde julio, hasta 1,07 billones de dólares, desde 1,06 billones.
El presidente Trump cuenta continuamente a la multitud lo listo que es. Sin embargo, buscar una guerra comercial con tu mayor acreedor, que resulta tener un sistema financiero al borde de la insolvencia, es una receta para que se disparen los tipos de interés y se produzca un desmoronamiento financiero. Brillante.
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