Ahorrar (no gastar) es el motor del crecimiento económico

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La mayoría de los economistas coinciden en la opinión de que lo que mantiene en marcha la economía es el gasto en consumo. Además, se sostiene generalmente que el gasto, en lugar del ahorro individual, es la condición esencial para la producción y la prosperidad.

El ahorro se ve como perjudicial para la actividad económica, ya que debilita la demanda potencial de bienes y servicios.

En este marco de pensamiento, la actividad económica se retrata como un flujo circular de dinero. El gasto de una persona se convierte en parte de las ganancias de otra y el gasto de otra se convierte en parte de las ganancias de la primera persona.

Sin embargo, si la gente pierde la confianza en el futuro se dice que recortará sus desembolsos y atesorará más dinero. Por tanto, una vez una persona gasta menos, esto empeora la situación de alguna otra, que a su vez recorta su gasto.

Aparece un círculo vicioso: la disminución en la confianza de la gente le hace gastar menos y atesorar más dinero. Esto rebaja aún más la actividad económica, haciendo que la gente atesore más, etc. El remedio para todo esto, se argumenta, es que el banco central inyecte dinero.

Poniendo más dinero en manos de la gente, aumentará la confianza del consumidor, así que la gente gastará más y se reafirmará el flujo circular del dinero.

Todo esto suena muy convincente y varias encuestas de actividad empresarial muestran que durante una recesión las empresas destacan la falta de demanda del consumidor como el factor principal detrás de sus bajos rendimientos.

A pesar de esto, ¿puede la demanda generar por sí misma crecimiento económico? Además, no se dice nada sobre bienes y servicios: ¿los damos por sentados? ¿Están siempre alrededor y todo lo que hace falta es que haya demanda de ellos?

Parecería que lo que impide la prosperidad económica es la escasez de demanda. Sin embargo, ¿es posible que sea escasa la demanda general de bienes y servicios?

La escasez de medios perjudica la demanda

La mayoría de la gente quiere tantas cosas como puede pensar. Sin embargo, lo que frustra su demanda es la disponibilidad de medios.

Por tanto, nunca puede haber un problema de la demanda como tal, sino de los medios para ajustarse a la demanda. En el mundo real, hay que convertirse en productor antes de poder demandar bienes y servicios. Es necesario producir algunos bienes útiles que puedan intercambiarse por otros bienes.

Por ejemplo, cuando un panadero fabrica pan, no produce solo para su propio consumo. La mayoría del pan que fabrica se intercambia por los bienes y servicios de otros productores, lo que implica que mediante la fabricación de pan el panadero ejercita su demanda de otros bienes.

Su demanda está completamente cubierta (es decir, financiada por el pan que ha fabricado).

La demanda no se sostiene por sí misma ni es independiente, está limitada por la producción previa: es la fabricación de pan lo que permite al panadero conseguir diversos bienes y servicios. El pan es el medio de pago del panadero.

Lo que limita el crecimiento en la producción de bienes es la introducción de mejores herramientas y maquinaria (es decir, bienes de capital), lo que aumenta la productividad de los trabajadores. Herramientas y maquinaria no están disponibles de inmediato, hay que fabricarlas.

Para fabricarlas, la gente debe asignar bienes de consumo que mantengan a aquellas personas dedicada a la fabricación de herramientas y maquinaria. La asignación de bienes de consumo está relacionada con el ahorro.

Advirtamos que el ahorro es posible una vez algunas personas acuerdan transferir algunos de sus bienes actuales a personas que se dedican a la fabricación de herramientas y maquinaria. Evidentemente, no transfieren estos bienes gratuitamente, sino a cambio de una mayor cantidad de bienes en el futuro. Como el ahorro permite la fabricación de bienes de capital, evidentemente el ahorro está en el núcleo del crecimiento económico que aumenta los niveles de vida de las personas.

Dinero y ahorro: ¿Cuál es la relación?

La introducción del dinero en nuestra explicación no altera la esencia de lo que es el ahorro. El dinero cumple el papel de medio de intercambio. Permite que la producción de un productor sea intercambiada por la producción de otro productor.

Observemos que, aunque el dinero sirve como medio de intercambio, no produce bienes ni servicios, solo permite que se intercambien bienes y servicios.

Asimismo, en la economía monetaria el pago último se hace con bienes y servicios reales por otros bienes y servicios reales.

Un panadero intercambia su pan por dinero y luego emplea el dinero obtenido para comprar otros bienes y servicios, lo que implica que paga con su pan otros bienes y servicios. El dinero solo facilita este pago.

Otro papel importante del dinero es facilitar la canalización del ahorro. En el mundo del trueque, los bienes perecederos son difíciles de ahorrar durante periodos largos de tiempo. Estas dificultades se resuelven con la economía monetaria.

Cuando un panadero vende su pan por 1$ a un zapatero, en realidad ha suministrado al zapatero su pan ahorrado, es decir, no consumido.

El pan suministrado va a sostener al zapatero y a permitirle continuar fabricando zapatos. Advirtamos que el dinero recibido por el panadero está completamente respaldado por su pan ahorrado.

Al ser el medio de intercambio, el dinero permite al panadero conseguir bienes en algún momento futuro, siempre que los requiera.

A través del dinero, la gente canaliza el ahorro real, lo que permite que se produzca la actividad económica. El intercambio de ahorro real por dinero de una persona soporta la producción de otra, que, a su vez, al intercambiar por dinero su ahorro real, soporta a un tercero.

Igualmente, cuando una empresa emite acciones o bonos, el dinero recibido para estos instrumentos financieros permite a la empresa obtener ahorro real, lo que a su vez le permite perseguir sus objetivos planificados.

De esta manera, el dinero permite que el ahorro real impregne la economía y aumente el ritmo de producción de bienes y servicios. Advirtamos que no tenemos que ahorrar dinero como tal, sino emplear dinero para facilitar el ahorro real.

Cuando una persona atesora dinero, no ahorra dinero, sino más bien ejercita su demanda de dinero. Ejercitar una demanda de dinero nunca puede ser algo malo, como nos ha hecho creer el pensamiento popular.

Así que, contrariamente al pensamiento popular, el ahorro no debilita el gasto agregado; por el contrario, lo refuerza. Advirtamos sin embargo que, aunque el ahorro es un factor importante para alimentar el crecimiento económico, para que sea efectivo debe emplearse de la manera apropiada.

Impresión de dinero y crecimiento económico

Cuando se imprime dinero (es decir, se crea “de la nada”) por parte del banco central, se pone en marcha un intercambio de nada por dinero y luego de dinero por algo (es decir un intercambio de nada por algo).

Un intercambio de nada por algo equivale a un consumo que no está soportado por producción. Como toda actividad tiene que estar financiada, de esto se deduce que un aumento en el consumo que no esté soportado por producción debe desviar financiación de actividades generadoras de riqueza.

Esto a su vez disminuye el flujo del ahorro real a los productores de riqueza, lo que debilita el flujo de producción, es decir, pone en marcha una recesión económica.

Por ejemplo, cuando el dinero salido “de la nada” aumenta el consumo no soportado por una producción precedente, rebaja la cantidad de ahorro real que soporta la producción de bienes y servicios del primer productor de riqueza.

Esto a su vez menoscaba su producción de bienes, debilitando así su demanda efectiva de los bienes de otro productor de riqueza.

El otro productor de riqueza se ve obligado a su vez a recortar su producción de bienes, debilitando así su demanda efectiva de bienes de un tercer productor de riqueza. De esta manera, el dinero salido “de la nada” y que destruye el ahorro pone en marcha la dinámica del consecuente encogimiento del flujo de producción.

Observemos que lo que ha debilitado la demanda de bienes no ha sido el comportamiento caprichoso y repentino de los consumidores, sino las inyecciones monetarias del banco central, que han debilitado la demanda efectiva.

Todo dólar creado “de la nada” equivale a un desahorro equivalente a dicha cantidad. Debe destacarse que mientras las existencias de ahorro real se expandan, el banco central y los cargos públicos pueden dar la impresión de que las políticas monetarias y fiscales laxas dirigen la economía, pero esta ilusión queda destrozada cuando las existencias se estancan o disminuyen.


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