Concebido en desgracia: 350° aniversario de la creación del Banco de Suecia

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El banco central más antiguo del mundo, el Banco de Suecia (o Sveriges Riksbank), celebra hoy su 350 aniversario organizando una conferencia sobre el tema “El papel de los bancos centrales hoy y en el futuro”. Aunque el banco es probablemente mejor conocido por patrocinar el falso Premio Nobel de Economía (no había tal premio en el testamento de Alfred Nobel), cómo surgió es una historia tan esclarecedora como vergonzosa. Así como su legado.

El predecesor del Riksbank comenzó a existir en 1656 y tenía la intención de ser dos entidades bancarias separadas: una era un banco de cambios (similar a un banco de depósito Rothbardiano) y la otra un banco de préstamos. Los bancos fueron aprobados por cartas reales separadas, pero en realidad la separación no duró mucho. Combinados, los bancos fueron manejados por Johan Palmstruch como Stockholms Banco, al que se le acredita la introducción de los primeros billetes de papel en Europa. Si bien los estatutos del banco indicaban que su objetivo era, entre otras cosas, “preservar el poder adquisitivo de la moneda”[1] como un banco formalmente privado, el Rey nombró a su presidente y recibió la mitad de sus ganancias, lo que lo convirtió en una institución estatal.[2]

Suecia en ese momento tenía una moneda bimetalista, el daler, con denominaciones tanto en moneda de cobre como en monedas de plata. Las monedas de plata pronto se volvieron más valiosas que su valor daler, en parte debido a los grandes depósitos de cobre y la industria minera de Suecia, y los dalers de plata fueron atesorados mientras las (cada vez) más grandes monedas de cobre se mantuvieron en circulación (como sugiere la Ley de Gresham).

Surgiendo de la mala economía

Se suponía que el Stockholms Banco debía mantener los depósitos de los clientes al permitir retiros en el mismo tipo de daler (de plata o cobre) que el depósito original. Aun así, el inspector en jefe nombrado por el Rey, al visitar el Stockholms Banco, habría exclamado “veo en el banco de intercambio una gran cantidad de dinero y me parece que es mejor utilizarlo para el banco de préstamos.”[3]
Según las instrucciones del gobierno, Palmstruch comenzó a usar el dinero depositado en el banco de intercambios para financiar préstamos ofrecidos por el banco de préstamos. De este modo, el banco podría prestar más dinero del que inicialmente estaba disponible para el banco de préstamos. A medida que el banco ganaba ingresos por intereses de los fondos de préstamos, abandonó pronto la tarifa regular por los depósitos realizados en el banco de cambios y en su lugar, para atraer mayores depósitos, ofreció el pago de intereses por los fondos depositados en el banco de préstamos.

Cuando el rey murió en 1660, el consejo de gobierno decidió reducir el contenido de cobre de los nuevos dalers en un 20%, causando las primeras corridas bancarias generalizadas de Suecia, ya que las antiguas monedas supuestamente guardadas por el banco de cambio aún contenían una mayor cantidad de cobre. Para cubrir el aumento en la demanda de retiros, Palmstruch comenzó a ofrecer notas de crédito en 1661. Estas notas eran libremente transferibles y respaldadas por nada más que la aceptación de la Corona en el pago de impuestos y la promesa de pagos futuros en metal: los primeros billetes europeos no vinculados a depósito específico.[4] Debido a esta aprobación tácita del gobierno, y al hecho de que las notas de crédito eran mucho más fáciles de usar que el dinero de placas de cobre (ofrecida en varias denominaciones, con la moneda de 10-daler de 1643 que mide 13 por 27 pulgadas y pesa 43 libras), la gente comenzó a usar las notas como dinero.

Con la novedosa expansión del crédito del Stockholms Banco, Suecia experimentó pronto, como esperarían los austríacos, un boom, que duró unos dos años antes de que la reserva de la especie del banco se agotara por completo y suspendiera los pagos. En consecuencia, los pagarés cayeron por lo menos al 10% por debajo del valor nominal en los pagos en especie, y el banco solicitó sus préstamos en 1664.[5] En este punto, el gobierno liquidó el banco y solicitó todos los préstamos y pagarés pendientes, completando finalmente la liquidación a principios de 1668. Como resultado de estos eventos, la floreciente economía sueca se detuvo.

Mientras culpaba a Palmstruch al que finalmente encarceló, el gobierno se dio cuenta de los beneficios de controlar un banco. El parlamento sueco indujo así un nuevo banco con privilegios similares –Banco de los Estados de la Nación (o Rikets Ständers Bank) – el 17 de septiembre de 1668 (que debería ser el verdadero aniversario). El banco cambió formalmente su nombre por el Riksbank (el Banco de la Nación) en 1867.[6]

Para evitar los problemas causados por la innovadora banca de Palmstruch, este nuevo banco originalmente tenía prohibido prestar a la corona y no podía emitir notas. Este último duró hasta 1701, cuando se autorizó al banco a emitir las denominadas notas de crédito (aunque las formas de eludir la prohibición de emitir billetes habían existido durante décadas)[7]. A medida que comenzaron a aparecer importantes volúmenes de billetes falsos a mediados del siglo XVIII, el gobierno respondió como lo hacen los gobiernos: un mayor control. El gobierno promovió así una fábrica de papel estatal a fin de asegurar la producción de papel para billetes de banco. Tumba Bruk, fundado en 1755 en las afueras de Estocolmo, cuyo propietario y administrador era el banco central funcionó hasta que fue vendida a Crane en 2002. (La compañía ha informado que están cerrando Tumba Bruk y esperando trasladar la producción de billetes a Malta.)

El legado reciente del Riksbank

Nacido de la debacle de la expansión crediticia de Palmstruch y retomada donde el fundador de Stockholms Banco lo dejó, el Riksbank tiene una larga historia de intervención activa en la economía sueca.[8] Si bien la influencia política formal ha cambiado a lo largo de los años, décadas y siglos, el banco sigue siendo el banco central de Suecia, a pesar de la independencia formal del gobierno desde 1999.
En las últimas décadas, el banco se ha hecho conocido por su participación en una política monetaria extraordinaria. En los años setenta y ochenta, el Riksbank desempeñó un papel central en la devaluación de la moneda sueca para “impulsar” las exportaciones y sacar a Suecia de la crisis económica. La corona sueca se devaluó tres veces en 1976-1977 en un 20% y luego dos veces más en 1981-1982 en un 28%.
A principios de la década de 1990, la corona sueca estaba vinculada a la Unidad Monetaria Europea a un nivel que los mercados consideraban demasiado alto. Después de establecer las tasas de interés en 500% en defensa del tipo de cambio fijo a fines de 1992, el Riksbank finalmente perdió el control y la corona pasó a la libre flotación. Esto resultó en una caída bastante inmediata de más del 30% de su valor de cambio previo.

Más recientemente, el Riksbank ha liderado la carga de la banca central en el “límite inferior cero” al establecer la tasa de interés en 0,10% negativo en febrero de 2015. Desde entonces ha sido negativa, alcanzando el 0,50% negativo en febrero de 2016, donde sigue estando hoy día, además de las amplias compras de activos (más agresivamente que la Reserva Federal, que ahora posee casi el 40% de la deuda pública sueca).

Huelga decir que el Riksbank toma en cuenta su legado como el banco central más antiguo del mundo. Sintomáticamente, nació de una falla bancaria, pronto se le concedieron privilegios para cometer grandes errores, y a lo largo de su historia casi ha arruinado a Suecia. El banco ha realizado consistentemente intervenciones extraordinarias para beneficiar al gobierno a expensas de la gente y la economía.
En otras palabras, no necesitamos una conferencia para hablarnos sobre el “entonces” y el “ahora”, y teniendo en cuenta el legado del banco, sabemos muy bien qué esperar del “futuro”. En un mundo justo, este aniversario en cambio, sería una oportunidad para terminar este monstruoso experimento. Pero no estamos conteniendo la respiración.


El artículo original se encuentra aquí.

[1] Wetterberg 2009: 26.

[2] La mayoría de los bancos centrales modernos envían todas sus ganancias al tesoro general, Capie et al. 1994: 57.

[3] Wetterberg 2009: 36.

[4] Ögren 2016: 50-51; Heckscher 1934: 169.

[5] Wetterberg 2009: 40; Heckscher 1936: 171.

[6] Ögren 2016: 70.

[7] Wetterberg 2009: 56-7.

[8] Ögren 2010: 84; Heckscher 1936: 175-180.