Dos diferencias fundamentales entre las ciencias naturales y las ciencias sociales

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¿Cuáles son las diferencias esenciales, desde el punto de vista metodológico, entre las ciencias naturales y las ciencias sociales? La primera y más directa respuesta puede sonar extraña y difícil de creer, pero es la definición más perfecta de la diferencia entre las dos: las ciencias naturales estudian fenómenos relativamente simples y fáciles. Las ciencias de la acción humana estudian fenómenos relativamente complejos. O, incluso más apropiado, fenómenos extremadamente complejos.

Así, en términos más prácticos, lo que distingue a un profesional de las ciencias naturales -como un químico, un físico, un biólogo, un médico- de un economista es el hecho de que el químico, físico, biólogo y médico estudian fenómenos simples y fáciles, en términos relativos, mientras que los estudiosos de las ciencias sociales lidian con fenómenos de una complejidad extrema.

¿Es eso cierto? Tenemos que decir que, por ejemplo, los físicos que estudian temas aparentemente herméticos y esotéricos como la mecánica cuántica, la gravedad cuántica, la teoría cuántica de campos, agujeros negros, la termodinámica de los agujeros negros, la energía cuántica, los fotones, el magnetismo, las cargas eléctricas, el mecanismo de Higgs etc. realizan una tarea más fácil que aquellos que tienen la intención de estudiar la sociedad, algo que aparentemente cualquier político y burócrata está siempre haciendo. ¿Qué puede haber de difícil en determinar si se debe aumentar el salario mínimo, aumentar los impuestos, reducir los impuestos, aumentar las regulaciones, reducir las regulaciones, reducir la burocracia, aumentar la oferta de dinero, reducir las tasas de interés, aumentar las tasas de interés, el aumento de los subsidios, reducir los subsidios, etc? Esta tarea ciertamente no debe requerir el mismo intelecto necesario que para ser un buen físico, que tiene que entregar varios años de estudio intenso y pesado. ¿Cierto?

A pesar de las apariencias, la realidad es todo lo contrario. Digo más: son tan complejos los fenómenos estudiados por las ciencias sociales, que casi nadie realmente entiende. Y que, paradójicamente, los hace parecer sencillos e irresistibles para hacer conjeturas sobre ellos. Es precisamente por esto que todos los ignorantes se atreven a pontificar con facilidad y seguridad sobre asuntos aparentemente sencillos, pero realmente complejos, y que carecen de los conocimientos más básicos sobre el tema. Cuanto más aparentemente simple es un tema, mayor es el rango de ignorantes que atrae.

Nadie se atreve a hablar sobre la fisión nuclear, sin ser un experto doctorado en física atómica. Tampoco es común ver un lego perorando profundamente sobre las reacciones de un organismo como resultado de la quimioterapia. Sin embargo, todas las personas hablan con pretensión y afectación completa de lo que se debe hacer sobre los salarios, la seguridad social, las relaciones laborales, las normas, intereses, impuestos, aranceles de importación, los bancos centrales, ayuda a los pobres, etc… Sin considerar que los fenómenos sociales son extremadamente complejos y en conjunto más impredecibles que el mundo de la física, la astronomía, la química o la medicina.

Precisamente porque son más complejos, somos capaces de comprender sólo una pequeña fracción de ellos. Y es exactamente por esto, porque entendemos tan poco, que la gran mayoría de la gente se atreve a hacer conjeturas al respecto. Es difícil ser verdaderamente consciente de la complejidad de lo que se ignora totalmente.

Los fenómenos de la economía mundial son mucho más complicados que el mundo de las ciencias naturales, porque el grado de complejidad conceptual y categórica es infinitamente mayor. Mientras que en la física se pueden aislar variables y trabajar con constantes, las ciencias sociales representan siete mil millones de humanos que interactúan de forma espontánea, impredecible y creativamente. Cada interacción humana genera un conocimiento que no existía antes. Ningún átomo, ni ningún electrón, ni una supernova es capaz de tener ideas, crear, descubrir, componer sinfonías, diseñar nuevos modelos de televisión o un coche, diseñar nuevos sistemas operativos para ordenadores, etc.

Hayek siempre decía que en gran medida el orden más complejo del universo es el proceso de orden espontáneo del mercado. Y la gran paradoja, nunca está de más repetir, es que cuanto menos un ser humano realmente entiende acerca de este complejo proceso espontáneo, más habla sobre un tema del que no sabe absolutamente nada ni entiende. En función de las competencias que un individuo o grupo de individuos posee, su intromisión en este orden espontáneo puede provocar daños irreversibles. En casos extremos, puede destruir toda una civilización. Un único reglamento, un único tributo o un solo proceso burocrático pueden impedir que un ser humano particular pueda interactuar creativamente con otro ser humano, y como consecuencia de este impedimento, dejan de poner en práctica una idea empresarial. Es imposible cuantificar cuántas cosas beneficiosas para la humanidad no fueron creadas a causa de la interferencia generada por los científicos sociales en las interacciones humanas empresariales.

Una segunda diferencia entre las ciencias naturales y las ciencias sociales es que el objeto de estudio de las ciencias naturales son las cosas, las materias, las sustancias: una piedra, un mineral, una planta, una vesícula biliar. El tema de la investigación o el estudio de las humanidades no son cosas sino ideas -ideas que los humanos tienen acerca de sus objetivos y los medios con los que lograr estos objetivos. Esta es una diferencia esencial entre el mundo de la ciencia natural y el mundo de la ciencia social. En las ciencias naturales, sus profesionales están siempre haciendo experimentos en el laboratorio, observando y analizando cómo reaccionan a las cosas externas a nosotros; en las ciencias sociales, investigamos las ideas que otros individuos tienen, investigamos cómo actúan y qué hacen -es decir, investigar sus metas y medios utilizados para lograr estos objetivos.

En su libro La contrarrevolución de la ciencia, Hayek proporciona el siguiente ejemplo: un cosmético, como una crema para la cara, no es un cosmético debido a su compuesto químico (los elementos descritos en la etiqueta); es un cosmético porque ciertos seres humanos, hombres y mujeres, creen que esta crema que se ponen en la cara todas las noches tiene una utilidad -creen que será bueno para la piel, revitalizando la cara para el día siguiente, reduciendo las arrugas, etc. La crema puede muy bien no tener ninguna eficacia, pero no importa; basta que una persona crea que la crema le traerá un beneficio, para que ese compuesto químico pase a ser visto como un cosmético. En términos económicos, ese cosmético no está clasificado de acuerdo con su compuesto químico, sino de acuerdo con la idea que los demás tienen de él; de acuerdo con la forma en que ellos creen que ese cosmético servirá para que alcancen un cierto fin.

El cosmético es, por lo tanto, un medio para lograr un objetivo (una piel fresca). Como cualquier medio, tiene su utilidad. La utilidad es una valoración subjetiva que la persona da a un medio en función del valor (también subjetivo) del fin que pueda alcanzar con ese medio.

Un ejemplo que me gusta especialmente enseñar, porque ilustra a la perfección este principio -y que despertó curiosidad en YouTube-, es un vídeo en el que rompo un billete de 10 euros.

Quien ve a una persona rompiendo un billete no se conmueve por el compuesto de papel y tinta que fue roto, sino porque inevitablemente piensa en todo lo que ese pedazo de papel le podía proporcionar. Eso significa que ese papel es un medio para adquirir cosas de valor, es un medio para lograr múltiples fines. Como cualquier medio, también tiene una utilidad.

Para muchas personas, esta utilidad es muy alta, ya que ese papel es un medio necesario para que puedan alimentarse por sí mismos, o incluso poder ir al cine. La destrucción de un billete conmueve a mucha gente justamente por las ideas que tienen acerca de los deseos que podrían ser satisfechos con dicho papel. Cuando se rompe un billete, se destruye algo que a otra persona quizás le hace falta.

La gente le da una categoría económica al billete no por su compuesto de celulosa y tinta, sino de acuerdo a las ideas que pueden cumplir con ese billete, con los fines que se podrían lograr con ese billete. El billete, por lo tanto, es un medio y su valor está determinado subjetivamente por un individuo de acuerdo con el contexto de su acción.

Conclusión

La ciencia de la economía, que es la ciencia de la acción humana, se ocupa de las ideas que la gente tiene acerca de lo que hacen, lo que quieren lograr y los medios que utilizan para hacerlo. Las ciencias naturales, en cambio, se ocupan de cosas externas de las relaciones y acciones humanas. Aunque esta última tiene la fama de ser hermética e inalcanzable para la mayoría de los mortales, es la primera la que realmente no puede, de ninguna manera, ser confiada a legos, aventureros, o idealistas. El daño puede ser irreversible para toda una civilización.

 

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