Nunca hables con la policía, jamás

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No digas nada… ¡nunca!

A los policías, jamás.

Cualquier cosa que digas puede y será usado en tu contra. ¿Recuerdas?

Debes hacerlo.

Incluso si no has sido formalmente arrestado (sólo “detenido”, como en el caso de un control de tráfico) no te hace ningún bien y sí muy posiblemente mucho daño dar información a la policía más allá de los mínimos simples de nombre y quizás dirección tal y como exige la ley. Nada más, porque alguna cosa más simplemente le dará información al policía -información que puede y va a usar en contra tuya, tanto en la calle como, posteriormente, en el juzgado.

Este es su trabajo. No lo olvides.

Él no está allí para “ayudarte”. No es un buen samaritano. No estás teniendo una charla con un amigo. Has sido detenido porque la policía cree que has violado alguna ley o algo parecido -y te está investigando. Él está capacitado para obtener confesiones de culpabilidad, lo que puede y será usado en tu contra. Dependen de ello.

Por ejemplo:

Has sido detenido porque estabas conduciendo más rápido del límite de velocidad. Bajas la ventana y el policía hace la típica pregunta en primer lugar, “¿Sabes lo rápido que ibas?” Su propósito es que digas un número -probablemente un número mayor que el máximo legal, aunque sea menor del que en realidad ibas. Él sabe que estabas yendo a 72, pero si dices 65 (y el límite de velocidad es 55) no sólo ha obtenido una admisión de culpabilidad, incluso puede parecer un “buen chico” porque “te da un respiro” -es decir, citando que ibas a 65 en lugar de 72. De cualquier manera, -el sistema- gana.

Tú pierdes.

Por lo tanto, no digas nada… ¡nunca!

Bueno, nada potencialmente incriminatorio, de todos modos.

“Estoy seguro de que tiene una opinión, agente” es una excelente respuesta -aunque uno debe asegurarse de limpiar cualquier pátina de “buen chico” que haga el policía.

Del mismo modo, pasa en otros interrogatorios.

“¿Hacia dónde te diriges esta noche?”

Encógete de hombros.

“No estás siendo muy cooperativo”.

“Lo siento que se sienta de esa manera, agente.”

“¿Cuánto has bebido esta noche?”

Silencio.

Seguidamente, di algo como:

“Lo siento, agente, pero no voy a contestar a ninguna pregunta esta noche.”

Debido a que nada bueno puede salir de ello.

Hay, de hecho, sólo tres cosas que siempre deberías decirle a un policía. La primera es la siguiente:

1) “¿Estoy detenido?”

Y a continuación:

2) “Soy libre de irme.”

Repita.

O el policía le arrestará formalmente o se dará por vencido y permitirá que te vayas. En el peor de los casos, serás arrestado, pero si el policía se ha enfadado en su negativa a “cooperar” en lugar de darle pruebas concretas, serás reivindicado al final probablemente. Lo importante es que no has sido el principal testigo en tu propio proceso judicial; no has aportado ningún testimonio u otra evidencia que pueda y sea usado en tu contra más tarde, en el juzgado. Aunque vivimos en un Estado Policial, vestigios del debido proceso todavía existen y uno de ellos es que, en general, ellos (los policías, los fiscales) tienen que aportar alguna prueba de tu culpabilidad. Se les frustra cuando no les ayudan a hacerlo. Lo que me lleva a la última cosa -la última cosa que debes decir a un policía:

3) “No doy mi consentimiento a ningún registro.”

No importa que sepas que no hay drogas, armas ilegales o cualquier artículo de contrabando de otro tipo en tu coche. Tal contrabando se ha sabido que aparece mágicamente debajo de los asientos. Si le concedes la entrada, le has dado la oportunidad. Al negarte, le obligas a cumplir con por lo menos algún procedimiento -y has negado formalmente tu consentimiento, lo que podría ser un salvavidas más adelante, si no te hacen caso y siguen adelante y saquean tu vehículo (o persona) sin tener eso en cuenta.

Es importante ser educado, tranquilo y sereno.

Pero es mucho más importante no ser servil -y hacer valer tus derechos, lo que sea que quede de ellos, de todos modos.


El artículo original se encuentra aquí.

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