¿Por qué Facebook funciona y la democracia no?

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Este año Facebook alcanzará mil millones de usuarios -o una séptima parte de la población humana. Ha suscitado mayor participación que ningún gobierno en el mundo diferente de la India y China, y es probable que los superen en un año o dos. Y mientras que muchas personas están huyendo de sus gobiernos mientras pueden, más y más personas se están uniendo a Facebook de forma voluntaria.

¿Cuál es la lógica, la fuerza motriz, el agente de cambio?

Sí, el software funciona bien, y sí, los administradores y propietarios tienen mentes emprendedoras. Pero el verdadero secreto de Facebook son sus relaciones internas humanas -los usuarios individuales- que resultan de reflejar cómo la sociedad se forma y se desarrolla.

La mejor manera de ver y entender esto es comparar el funcionamiento de Facebook con el funcionamiento del proceso político democrático. Observando el desarrollo de Facebook ha sido divertido, productivo, interesante, útil y progresivo. Las elecciones, por el contrario, han sido de división, aburridas, inútiles, agrias y confusas por completo.

Esto se debe a que Facebook y la democracia se basan en principios totalmente diferentes.

Facebook se basa en el principio de asociación libre. Te unes o rechazas unirte. Puedes tener uno o mil amigos. Depende de ti. Compartes la información que deseas compartir y guardas otras cosas de la vida pública. Puedes utilizar la plataforma a tu conveniencia, mientras declinas utilizarlo para otros fines.

La contribución que haces en Facebook se extiende desde las cosas que mejor conoces: a ti mismo, tus intereses, tus actividades, tus ideas. El principio del individualismo -tú eres el mejor gestor de tu vida- es el engranaje que mueve la máquina. Así como no hay dos personas iguales, no hay dos personas que tengan la misma experiencia con la plataforma. Todas las cosas son personalizadas de acuerdo a tus intereses y deseos.

Pero, por supuesto, estás interesado en los demás también, así que solicitas conexiones. Si están de acuerdo, os enlazáis y formáis algo mutuamente satisfactorio. Eliges incluir y excluir, poco a poco formas tu propia comunidad única basada en los criterios de selección que desees. Las redes crecen y crecen a partir de estos principios de individualismo y elección. Se trata de una constante evolución, proceso de cooperación -exactamente el mismo que Hans-Hermann Hoppe describe como la base de la sociedad misma.

Las elecciones democráticas parecen ser acerca de elegir, pero es una elección sobre quién gobernará a la multitud entera. Proporciona la misma experiencia de usuario para todos, independientemente del deseo individual. Estás obligado a entrar en el sistema en virtud de haber nacido en él. Claro, puedes elegir votar, pero no puedes elegir si deseas ser gobernado por los resultados de la votación.

En este sistema democrático, automáticamente te conceden 220 millones de “amigos”, te guste o no. Estos falsos “amigos” se dan a causa de un límite geográfico dibujado por los líderes del gobierno hace mucho tiempo. Estos “amigos” publican en tu “muro” constantemente. Tus “últimas noticias” son una incesante serie de demandas. No puedes borrar sus mensajes o marcarlos como spam. Los ingresos no se extraen de la publicidad sino que los obtienen mientras utilizas el sistema.

Nada es realmente voluntario en una elección. Independientemente del resultado estás vinculado a él. Esto crea absurdos. Esto es muy evidente en el proceso de nominación republicana. Si prevalecieran los menores de 30 años, Ron Paul ganaría. Si las familias religiosas con varios niños prevaleciesen, Rick Santorum ganaría. Si los miembros de la Cámara de Comercio prevaleciesen, Mitt Romney sería vencedor. Todo se reduce a la demografía, pero sólo puede haber un ganador en este sistema.

Por lo tanto, una elección debe ser una lucha entre la gente, una pelea, una disputa, un impulso para hacer valer tu voluntad y superar los intereses y deseos de los demás. Al final, se nos asegura que no importa el resultado, tenemos que estar contentos porque todos participaron. El individuo debe dar paso a la colectividad.

Se nos dice que esto significa que el sistema funcionó. Pero ¿en qué sentido funciona? Sólo significa que la minoría bien organizada se impone sobre la difusa mayoría. Esto es tan pacífico como el juego infantil “rey de la montaña.”

Facebook no tiene nada que ver con este disparate. Tus comunidades son tu propia creación, una extensión de tu voluntad y armonía con la voluntad de los demás. Las comunidades crecen basadas en el principio del beneficio mutuo. Si cometes un error, puedes ocultar los mensajes de tus amigos, o puedes dejar de ser amigo suyo. Esto hiere los sentimientos, seguro, pero no es violento: no es saquear ni matar.

Tus amigos en Facebook pueden ser de cualquier lugar. Ellos “marcan” y trazan sus viajes. Ya sea que tu amigo vive o se traslada a Pekín o Buenos Aires no importa. Facebook hace posible lo que podríamos llamar las asociaciones humanas no-geográficamente contiguas. Las diferencias idiomáticas pueden ser barreras para la comunicación, pero incluso se pueden superar.

La democracia está hiper-relacionada con la geografía. Votas en un lugar asignado. Tu voto se junta con el de los demás en su condado para producir un único resultado, y por lo tanto, tus deseos reales se funden al instante. Se combinan de nuevo en otro nivel geográfico, y luego a nivel estatal y, por último, a nivel nacional. En ese momento, tus preferencias se vaporizan.

A veces las personas se cansan del Facebook. De repente se vuelve tedioso, infantil, que te hace perder el tiempo, incluso invasivo. Muy bien. Puedes eliminarlo. Ve a las preferencias del sistema y desactiva todas las notificaciones y te tomas un año sabático. La gente puede quejarse, pero es tu decisión de estar allí o no. Puedes incluso eliminar tu cuenta por completo, sin ningún inconveniente. A continuación, puedes inscribirte de nuevo más tarde si así lo deseas o unirte a algún otro sistema de redes sociales.

Intenta hacer esto con la democracia. No puede darte de baja. Estás automáticamente de por vida, y ni siquiera cambiando de ubicación o yéndote del país puedes cambiar esto. Incluso es muy difícil de eliminar tu cuenta renunciando a tu ciudadanía. Los líderes de la democracia todavía te acosarán.

Podemos aprender de Facebook y otras redes sociales que nos ha traído Internet. Son algo más que páginas web; son modelos de organización social que trascienden las viejas formas. Hacen que el resto de vida sea más como una red social y empezaremos a ver un progreso real en el curso de la civilización. Si persistimos en el viejo modelo de democracia obligatoria, seguiremos viendo decaimiento.


Traducido por Josep Purroy. El original se encuentra aquí.

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