Desde el momento de su formación en 1839 hasta la derogación de las leyes del grano siete años después, la Liga contra las Leyes del Grano reclamó prácticamente sin interrupción la abolición inmediata y total de aquellas leyes que restringían mediante altos aranceles la importación de grano extranjero a Gran Bretaña. Encabezada por eminentes industriales del norte, que incluía a Richard Cobden, J.B. Smith, George Wilson y John Bright y centrada en la capital de las manufacturas textiles de Manchester, la liga fue el grupo de presión mejor financiado y organizado que había visto nunca Gran Bretaña. Apelaba no solo a los fabricantes de clase media, sino también a los trabajadores industriales, agricultores y arrendatarios de tierras. La liga enviaba oradores y delegaciones a todo el país para hacer proselitismo, conseguir fondos, organizar y presentar solicitudes. Publicaba y distribuía multitud de folletos, panfletos, volantes, circulares y libros y publicaba regularmente sus propios periódicos: Anti-Corn-Law Circular, Anti-Bread-Tax Circular y The League. La LCLG organizaba debates, discursos públicos, conferencias de ministros religiosos, reuniones masivas, acciones masivas de reclamación con éxito y campañas entre electores en numerosas elecciones parlamentarias. Aunque la LCLG concentraba sus esfuerzos en la derogación de las leyes del grano y suministro, la liga, tanto pro sus miembros, como por su organización en general, prestó un interés considerable a michos otros asuntos de reforma en las décadas de 1830 y 1840.[1]
Los miembros de la Liga contra las Leyes del Trigo estaban muy interesados en la libertad, aunque no discutían a menudo el concepto en términos filosóficos abstractos. Los miembros de la liga eran hombres prácticos, más capaces y dispuestos a identificar y condenar impedimentos políticos, sociales o económicos concretos para la libertad que a enumerar sus elementos distintivos. Uno de los temas más frecuentemente encontrados entre las ideas reformistas de los miembros de la LCLG es su pertinaz desconfianza y desdén por lo que llamaban desgobierno aristocrático y legislación de clase. Los miembros de la liga consideraban a las leyes del grano como el ejemplo más evidente de desgobierno aristocrático, pero en su oposición a esta base percibida de latifundismo, a veces se encontraban expresando ellos mismos su oposición más generalmente a lo que llamaban los vestigios del feudalismo o el legado del llamado yugo normando. Su deseo de librar a Gran Bretaña del desgobierno aristocrático y la legislación de clase impulsaba a muchos miembros de la liga a oponerse no solo a las leyes del grano, sino al latifundismo, la iglesia establecida y todas las tradiciones y privilegios que en su opinión restringían la libertad.
Los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano tendían ver el privilegio y la influencia aristocráticos en las instituciones políticas y sociales, así como en las relaciones económicas como formas de monopolio y el monopolio era algo a lo que algunos miembros se oponían en todas sus variantes. Este hecho es esencial para par entender la naturaleza y ámbito de la oposición al gobierno aristocrático por parte de la LCLG. Los miembros eran parte de un consenso liberal emergente que daba el máximo valor a la libertad frente a las limitaciones del estado, particularmente con respecto a los asuntos económicos: se oponían al legado de las restricciones y regulaciones medievales sobre fabricación y comercio y lamentaban profundamente la continua influencia de una aristocracia terrateniente privilegiada. Esta evolución y la doctrina esencialmente liberal se resumía de muchas maneras en una oposición a todo tipo de monopolio en todas sus manifestaciones y la LCLG no fue un pequeño contribuidor a esta tradición. Los miembros de la liga a veces encontraban monopolios en facetas de la vida que parecían alejadas de la economía.
La Liga contra las Leyes del Grano no consideraba tanto el librecambismo como un asunto de libertad como de práctica económica. Edward Baines, un eminente portavoz de la LCLG y editor del Leeds Mercury, ligaba librecambismo y libertad en The League, cuando declaraba:
“Librecambismo” significa libertad para todo tipo de industria, e incluye libertad para cualquier hombre para emplear su dinero o su trabajo de la forma que le resulta más ventajosa y para comprar y vender donde pueda hacerlo con el máximo beneficio.
Esta libertad es un derecho natural del hombre, Por supuesto, no tendría que verse afectada en la sociedad, salvo que pueda demostrarse que es necesario para el bien general de la comunidad. (…) Es evidente esta debe ser la norma y práctica general de la comunidad. (…) Y bajo esta norma actúa y debe actuar en 999 de cada 1000 casos todo gobierno. Esta regla de Libertad de Industria (que contiene, cuando se aplica apropiadamente, un principio autorregulador y autoajustador admirable) determina cómo deberían actuar muchos hombres en cada empleo particular, para mantener los deseos que la comunidad provee adecuadamente.[2]
En su argumentación Baines exponía dos ideas importantes y relacionadas: que la libertad era un asunto de derecho natural y que era económicamente sensata. Acusaba a los terratenientes proteccionistas de infligir un mal grande y opresivo sobre el país al violar el principio de libertad de industria con la continuidad de las leyes del grano.[3] En sus declaraciones, Baines recuerda las afirmaciones de Adam Smith que habían concluido que el proteccionismo era dañino económica, internacional y socialmente. Smith había argumentado que las políticas proteccionistas de Gran Bretaña se apoyaban en dos falacias: (1) la falacia de la balanza comercial o la idea de que siempre es mejor fabricar los bienes en casa y (2) la suposición política de que una economía dirigida públicamente progresará más rápidamente que una natural.[4] Smith creía que el mercantilismo no solo ralentizaba el progreso económico, sino que también producía desequilibrios sociales internos. En su opinión, la solución para un sistema intolerable de privilegios era un sistema autorregulado de libertad natural.[5]
Richard Cobden, J.B. Smith y Joseph Brotherton fueron otros líderes de la liga que compartían los puntos de vita de Baines en relación con el derecho y la ley naturales. Ya en 1837, J.B. Smith expresaba a favor de Brotherton, que era entonces candidato de la oposición en la elección parlamentaria de Salford a todo el “sistema de las Leyes del Grano”, así como a “todos los demás monopolios que interfieren y obstruyen la prosperidad general del país”.[6] Cobden destacaba el poder inexorable de la libertad de comercio como un asunto de derecho natural en uno de sus primeros panfletos, England, Ireland, and America, argumentando que “la violencia y la fuerza nunca prevalecen contra los deseos naturales de la humanidad: en otras palabras las leyes despóticas contra la libertad de comercio no pueden aplicarse nunca”.[7] Cobden no solo hacía equivaler las restricciones l comercio con la tiranía, sino que también el librecambismo señalaba el renacimiento del derecho del hombre a intercambiar libremente los productos de su trabajo, ingenio y capital en lugar de servir a los intereses de las clases privilegiadas.[8]
Las protestas contra las leyes del grano encarnadas por la Liga contra las Leyes del Grano se centraron en el sentimiento de oposición a toda forma de monopolio: muchos miembros creían que las leyes del grano eran la base de todo un sistema de privilegio económico, social y político y que toda la estructura del desgobierno aristocrático y latifundismo se vería socavada sí se derogaban las leyes del grano.[9] El Bread Eater’s Advocate, órgano de la National Daily Bread Society, que la liga trató de lanzar en 1841, decía explícitamente que las leyes del grano eran “la piedra angular sobre la que se sostienen otros monopolios, el monopolio del comercio, el monopolio de la legislación, el monopolio de la religión”,[10] Y alababa la abolición de las leyes del grano como “la primera de una serie de reformas profundas y minuciosas”.[11]
El que la Liga contra las Leyes Del grano se opusiera al monopolio en todas sus variaciones no disminuye el hecho de que los monopolios del comercio eran la forma de monopolio más directamente relacionada con sus intereses y claramente las leyes del grano eran las más irritantes e importantes. Hablaremos más sobre esto en un momento. Especialmente en un periodo de agudas dificultades económicas, la LCLG tendía a juzgar los problemas del monopolio y la reforma siguiendo el patrón de lo directamente que afectaban a la condición del comercio, pero era difícil considerar las leyes del grano como un asunto completamente independiente la política. Después de todo, las leyes del grano habían sido aprobadas por el legislativo, así que su monopolio parecía un ejemplo evidente de monopolio político del poder mantenido por los latifundistas aristocráticos.
El peligro del monopolio político era un tema que se encontraba a menudo en los periódicos de la liga. La liga asumía el punto de vista de que las reformas graduales podían tener poco efecto, ya que el problema real estaba en el sistema de monopolio.[12] En 1840, el Anti-Corn-Law Circular declaraba: “La enfermedad está en el SISTEMA y ahí debe ser atacado. Deriva de los ALTOS IMPUESTOS Y especialmente del IMPUESTO DE LOS LATIFUNDISTAS SOBRE EL PAN”.[13] Más tarde, en ese mismo año el mismo órgano de la liga criticaba “el actual estado imperfecto de la Cámara de los Comunes” y acusaba a los intereses terratenientes en el parlamento de saquear millones de libras anuales a la nación y de causar un enorme sufrimiento por su conducta pública extravagante y falta de principios.[14] El Anti-Bread-Tax Circular iba más allá en su crítica del parlamento, calificándolo como “un club de latifundistas o asamblea de sindicatos, aprobando leyes para enriquecerse mediante el empobrecimiento de los millones a los que pretende representar”.[15]
En 1843, el periódico The League afirmaba que el monopolio de las leyes del grano era el instrumento por el que un gobierno aristocrático despótico mantenía su poder arbitrario y en la primavera siguiente The League publicaba una carta de William Griffiths, un ministro de Wesleyan que decía que el poder de los terratenientes “representa tanto en poder de los habitantes de la luna como el del pueblo”.[16] La carta de Griffiths dictaba la lucha por la libertad civil y la libertad política:
La ley del grano es fruto de la legislación de clase y la legislación de clase está en contra de los principios de la constitución británica y es profundamente perjudicial para los derechos del pueblo. (…) La liga está enseñando a la gente de este país de qué manera puede conseguir más eficaz y más pacíficamente su emancipación civil y política. Trata de ilustrar la mentalidad pública y, por medio de la vía de la opinión pública, de efectuar importantes cambios políticos.[17]
Los miembros de la liga creían que la Revolución Industrial había producido cambios esenciales en la sociedad y la economía y que un sistema político basado en un monopolio aristocrático del poder había dejado de ser apropiado. Para los librecambistas, las leyes del grano no solo eran el ejemplo más evidente de los abusos de dicha estructura política, sino que eran su mismo fundamento. En su opinión, abolir las leyes de grano atacaría directamente al desgobierno aristocrático y el latifundismo, pues una vez el monopolio del poder de los intereses de la tierra se quebrara poniendo fin a la protección, el sistema existente no podía permanecer inalterado.[18]
La Liga contra las Leyes del Grano estaba preocupada por otras formas de monopolio fuera de la política. Los miembros de la liga tendían a considerar a la iglesia establecida como un monopolio de la religión y al ejército como una institución de monopolistas y hablaremos de estos temas en un momento. Los librecambistas eran también muy críticos de la medida en que las leyes del grano tendían a proporcionar un monopolio del capital a los intereses de los terratenientes, literalmente a costa de la industria, el trabajo y el comercio. Un panfleto de un miembro de la liga acusaba a los terratenientes de sacrificar los intereses comerciales y monetarios de la nación en “el infame altar de la avaricia de las baronías”.[19] Similares sentimientos expresaban en las reuniones de la liga, en discursos y en la Anti-Bread-Tax Circular.[20] Los miembros de la liga creían que el efecto de las leyes de grano era desviar capital hacia la agricultura y dirigir erróneamente capital hacia inversiones en el extranjero en perjuicio de Gran Bretaña.[21] Los miembros envidiaban el capital que salía al exterior y se lamentaban en la medida en que los latifundistas tendían a no usar el capital que se desviaba a la agricultura para mejoras.
No debe olvidarse que el objetivo principal de la Liga contra las Leyes del Grano era la abolición de dichas leyes y que estaban concretamente interesados en el efecto que podía tener la abolición sobre el estado de la economía en su conjunto.[22] La liga consideraba el monopolio de las leyes de grano como algo impuesto por un parlamento dominado por latifundistas que aprobaban leyes para aumentar sus propias rentas y dificultar la competencia. La competencia era definida por la liga como “el gran equilibrio del poder entre clases comerciales e individuos, ya sean agricultores, fabricantes o mercaderes”.[23] Los miembros de la liga veían el monopolio (especialmente sobre las necesidades de la vida) como algo que era al tiempo malvado y absurdo.[24] Un artículo de Edward Baines en la Anti-Bread-Tax Circular condenaba la miopía de las políticas monopolísticas y argumentaba que al rechazar traer el grano de naciones extranjeras, se impedía que dichas naciones obtuvieran el capital con el que comprar bienes manufacturados británicos. Con el paso del tiempo, según Baines, otras naciones se verían impulsadas a fabricar ellas mismas esas cosas y se desarrollarían hasta el punto de que podían empezar a amenazar las manufacturas británicas en el mercado mundial. Baines citaba los ejemplos de la producción sajona de medias, la fabricación prusiana de cubiertos y la impresión suiza de percal.[25]
Tal vez el análisis más sofisticado de los efectos del monopolio de las leyes del grano por parte de un miembro de la liga fue Influences of the Corn Laws, de James Wilson, publicado en 1839. En este libro Wilson presentaba tres proposiciones relacionadas muy de cerca: (1) que las leyes del grano producían consecuencias dañinas para todas las clases de la comunidad; (2) que el propio interés agrícola sufría grandes daños por las leyes del grano existentes y que el valor de su propiedad mejoraría con la adopción de “una política libre y liberal con respecto al comercio del grano” y (3) que los intereses manufactureros y de las clases trabajadoras también obtendrían beneficios incalculables de libre comercio y que los niveles medios tanto de los salarios como de los beneficios aumentarían por el aumento general en la prosperidad que generaría la abolición.[26]
Wilson estaba convencido de que la prosperidad de la comunidad en su conjunto derivaba de la prosperidad de sus diversas partes y que no podía favorecerse ningún interés concreto mediante un monopolio sin dañar a los demás y seguir siendo beneficioso para el conjunto.[27]En su argumentación a favor de una identidad de intereses económicos, Wilson destacaba las características principales de desgobierno aristocrático con respecto a las leyes del grano y atacaba los supuestos sobre los que se había basado dicha protección. En el núcleo de la argumentación de Wilson estaba la idea de que las leyes del grano, en lugar de estabilizar los precios, habían de hecho contribuido a su fluctuación en la medida en que la agricultura, frente a la producción industrial, requería un tiempo relativamente mayor para los cambios de producción como para apreciarse en el mercado. Wilson argumentaba que la abolición de las leyes del grano aumentaría los precios agrícolas en relación con los costes de producción, además de evitar fluctuaciones desbocadas en los precios al estimular las mejoras de capital en la agricultura y estimular una mayor economía del trabajo introduciendo maquinaria. La ventaja de esta economía competitiva librecambista sobre el monopolio existente del grano sería, según Wilson, el estímulo de los aumentos de productividad y una mayor producción de grano era la solución de Wilson ante la amenaza de la competencia extranjera. Decía que la oferta aumentaría “por la aplicación de más ingenio, trabajo y economía, causando al mismo tiempo muchas menos pérdidas en costes, que el precio más bajo al que un artículo pueda venderse con beneficio siempre cause que el consumo mantenga el ritmo de la producción y, en este caso, como el artículo seguiría generando un beneficio con el precio bajo, no se produciría ninguna reacción”.[28]
Hace poco se ha sugerido que los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano descubrieron que su oposición a lo que consideraban los cimientos del latifundismo los llevaba a la crítica del propio latifundismo. El término latifundismo era empleado a menudo por la Liga, pero era poco más que algo vagamente definido. Se refería en términos generales a al poder político, la influencia social y el control económico por parte de quienes vivían de las rentas de sus arrendatarios, pero también se refería, más concretamente, a las leyes, tradiciones y privilegios que determinaban las relaciones entre terratenientes y arrendatarios. Los miembros de la LCLG se oponían al legado de la regulación medieval del comercio y la industria y consideraban al latifundismo como un vestigio pernicioso del feudalismo, que el progreso de una era industrial había eliminado. El latifundismo era la fuente del poder y el desgobierno aristocráticos y los miembros de la liga creían que, sin los cimientos del latifundismo, las leyes del grano podían socavarse y el mantenimiento en manos de los aristócratas terratenientes de las riendas del control económico, social y político quebraría o al menos se vería seriamente debilitado.[29]
La Liga mostraba la lucha contra las leyes del grano como una lucha contra los latifundistas y sugería que la legislación de clase era responsable de la condición del país. Que el hecho de que esta opinión fuera adoptada por la máquina de propaganda de la liga no menoscaba el hecho de que se creía sinceramente. El problema, según el periódico de la liga, era un sistema político y social en el que el poder residía en un parlamento de latifundistas:
El Parlamento Imperial es un parlamento de latifundistas. Sus leyes son decretos de latifundistas. El gobierno interno y subordinado del país, la gestión de los condados, las sesiones de los barrios, los trabajos de la oficina magistral: todo, o casi todo, está en manos de los latifundistas.[30]
La Anti-Bread-Tax Circular informaba de una clase de J.C. Fitzgerald en Liverpool, donde afirmaba que la destrucción de las barreras al comercio abriría una brecha en la ciudadela del poder aristocrático y la corrupción a través de la que podían colarse las clases media y trabajadora.[31] Y en una carta a Cobden, W. Cooke Taylor, un eminente escritor de la liga, describía las protestas de la abolición como la última campaña de la vieja guerra contra el yugo normando.[32]
El que la Liga contra las Leyes del grano tuviera un interés considerable por el latifundismo como sistema de control político, poder económico e influencia social parece bastante claro, pero también demuestra que preocupación por aquellos elementos del latifundismo que pertenecían a la relación entre terrateniente y arrendatario. La liga prestó mucha atención a las penalidades de los granjeros y trabajadores agrícolas y dio mucha importancia a las condiciones de sufrimiento en los distritos agrícolas, así como en las áreas urbanas.[33] La liga culpaba a las leyes del grano, y por tanto a los latifundistas, de la degradación de la agricultura y reclamaba mejores condiciones de vida y trabajo para los trabajadores de las granjas., facilitar las mejoras, rentas justas, cambios en la titularidad de las tierras y abolición de las leyes de caza. En el cénit de la apelación de la LCLG a la agricultura, a finales de 1843, The League declaraba:
Hasta que los latifundistas de este país no hayan abandonado su monopolio, rendido sus obsoletas feudalidades y concedan rentas largas y racionales, confiamos en que cada vez que las hipócritas exhortaciones de los dueños del suelo a los arrendatarios para que “hagan que los trabajadores cumplan sus tareas” se escuche a algunos arrendadores-granjeros levantarse y decir: “VOSOTROS, LOS LATIFUNDISTAS, SOIS LOS ÚNICOS CULPABLES DE LA CONDICIÓN ACTUAL DE LOS TRABAJADORES AGRÍCOLAS, PORQUE HABÉIS SACRIFICADO EL BIENESTAR DE LA COMUNIDAD Y LA INDEPENDENCIA DEL ARRENDATARIO-GRANJERO A VUESTRA AVARICIA DE RENTAS, VUESTRO GUSTO POR LOS PLACERES EGOÍSTAS Y VUESTRA ANSIA DE PODER POLÍTICO”.[34]
La apelación de la LCLG a los granjeros contenía dos argumentos principales: el primero era que las leyes del grano protegían los intereses de los latifundistas aumentando las rentas más de lo que protegían los intereses de los granjeros aumentando los precios. Y el segundo era que la prosperidad económica general que creían que generaría la abolición supondría un beneficio mucho mayor para los granjeros del que podrían obtener de la protección de los altos aranceles sobre el grano.[35] El problema al que se enfrentaba la agricultura británica, con o sin proteccionismo, era la rentabilidad. Los miembros de la liga creían que la agricultura solo podía seguir siendo rentable mientras su productividad diera señales de aumento y las mejoras eran, en su opinión, esenciales para este proceso.[36]
En la reunión anual de la Liga contra las Leyes del grano de enero de 1843, toda la sesión se dedicó a la discusión de los efectos de las leyes del grano sobre las clases agrícolas. Un tema importante de esta discusión fue la necesidad de mejoras agrícolas. R.H. Greg, un conocido miembro de la LCLG, expresó la opinión de que la productividad agrícola podía llegar a cuadruplicarse si se reinvirtiera en agricultura el capital en lugar de absorberlo en rentas cada vez más altas.[37] Se aprobaron sin oposición resoluciones que afirmaban la rentabilidad podía restaurarse en la agricultura con una mejor gestión y que la abolición de las leyes del grano era el método más veloz par aliviar a la agricultura al permitir al granjero arrendatario “ser más capaz de entrar en nuevos acuerdos con su arrendador, experimentar menos desperdicio de su capital y recibir estímulo para aumentar la producción”.[38]
La Liga contra las Leyes del Grano reclamaba “granjas intensivas” como solución a las dificultades de la agricultura, pues consideraba los aumentos de productividad como esenciales para una prosperidad sostenida. La liga afirmaba que unas granjas mejoradas requerían arrendamientos más largos y rentas más justas para permitir una capitalización e inversión eficientes para una producción competitiva.[39] En 1845, la liga anunciaba planes para adquirir una granja modelo en Buckinghamshire para demostrara que la inseguridad en el plazo y las altas rentas eran las razones por las que a los granjeros les faltaba el capital suficiente para hacer mejoras esenciales para una producción agrícola rentable.[40]
Un miembro de la Liga contra las Leyes del Grano, Charles Sherriff, de Gloucestershire, argumentaba en la reunión anual de la liga de 1843 que durante las guerras napoleónicas los granjeros habían ganado dinero no porque los precios fueran altos, sino porque eran relativamente más altos que los tipos a los que se habían calculado las rentas. Sherriff decía que tan pronto como expiraban las relaciones entre latifundistas y arrendatarios, las rentas aumentaban y los granjeros no ganaban más dinero de que obtenían antes de que los precios hubieran empezado a aumentar en absoluto. Desde la reimposición de las leyes del grano en 1815, afirmaba Sherriff, los granjeros solo se habían beneficiado de los precios al alza y no de los alzados. Sherriff expresaba la convicción de que el trabajo del grano en la escala proporcional sin una reducción correspondiente de las rentas dañaba aún más la posición de los granjeros.[41]
Además de la preocupación por los problemas de las rentas altas, la Liga contra las Leyes del Grano expresaba una considerable simpatía con el deseo de los granjeros de mayor seguridad en el plazo, considerando esa evolución como crucial para las mejoras. A finales de 1843, la liga defendía “arrendamientos largos y racionales” y trataba de definir su demanda en su periódico. The League sugería arrendamientos de veintiún años de duración con disposiciones para pagos puntuales de renta; los derechos de los demandantes a consumir heno, paja y raíces producidas en sus instalaciones y disposiciones para dejar en barbecho una cantidad apropiada de terreno para prevenir el agotamiento del suelo. La liga también reclamaba la provisión de viviendas decentes y mejoras como el drenaje y la eliminación de vallas y setos.[42]
El aspecto de la relación entre los arrendatarios y sus arrendadores que recibía la máxima atención de la Liga contra las Leyes del Grano era el privilegio aristocrático de las leyes de caza. Las leyes de caza eran las disposiciones legales que reservaban la caza de animales salvajes a los propietarios del terreno e imponían lo que eran a veces severas sanciones penales a los cazadores furtivos. Estas leyes causaban una enorme irritación a los granjeros que perdían anualmente una Proción de sus cosechas por liebres y pájaros, que tenían prohibid controlar, y las leyes de caza eran un impedimento para aquellos a los que les podía gustar complementar sus magras dietas (especialmente en tiempos de penalidades económicas graves) con carne fresca de la caza.
Los periódicos de la liga incluían artículos que se quejaban de las leyes de caza y esos informes se convirtieron en una característica habitual de The League desde la primavera de 1844 hasta la abolición de las leyes del grano. Estos artículos señalaban el daño a la producción agrícola causados por los animales salvajes, trataban de mostrar la relación entre delito rural y leyes de caza y lamentaban las sanciones impuestas a los condenados por caza furtiva.[43] En los informes escritos por la Liga contra las Leyes del Grano y aquellos reimpresos de otros periódicos, las leyes de caza se calificaban como un legado del yugo normando y como un buen ejemplo de privilegio aristocrático y latifundismo. Las leyes de caza, se quejaba un artículo en el órgano de la liga, ha hecho de los animales salvajes la propiedad privada de los latifundistas, dándoles ingresos adicionales por la venta de caza, diciendo que los latifundistas tenían un interés pecuniario personal en proteger la caza porque “cuanta más caza haya, más beneficios para ellos y esto es más admirable porque su aumento se produce sin aumento en el gasto y toda la caza (…) la mantienen los granjeros. Liebres y conejos, faisanes y perdices se alimentan del grano del granjero, pero este no puede atreverse a tocarlos: aunque alimentada por ellos, la caza, ya sean pájaros o bestias, es reclamada por el latifundista como de su propiedad. El latifundista inglés es en realidad un hombre que cosecha lo que otros han sembrado, toma lo que otro ha alimentado, reclama su propiedad, lo envía al mercado y guarda el dinero obtenido en su propio bolsillo. Esa es la noción de equidad, justicia y acuerdos justos del latifundista”.[44]
La LCLG atribuía buena parte del delito rural a las leyes de caza, acusando a los latifundistas de retirar terreno de la producción para la conservación de la caza e imponiendo por legislación de clase las condiciones económicas que llevaban a la caza furtiva. La liga consideraba los arrestos por caza furtiva como una vara de medir las penalidades económicas, informando de que, entre 1842 y 1843, los delitos de caza furtiva habían aumentado en bastante más del 100%.[45]
Los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano se oponían al latifundismo como un vestigio del privilegio feudal y como un impedimento para el progreso, pero su antipatía por el desgobierno aristocrático y la dominación social y política de los latifundistas iba mucho más allá de consideraciones agrícolas y relaciones económicas. De diversas maneras, los miembros de la liga veían a la iglesia establecida como un nocivo ejemplo de desgobierno aristocrático. Los miembros de la liga lamentaban la falta de apoyo que mostraba la Iglesia de Inglaterra por lo que ellos mismos consideraban un asunto esencial de moralidad y acusaban a la iglesia establecida de tener un interés pecuniario en la continuación del monopolio del grano. Muchos miembros de la liga se oponían a los diezmos y los impuestos eclesiásticos y expresaban fuertes sentimientos de oposición al propio establishment.
Uno de los pocos clérigos anglicanos que tomaron parte activa en las protestas de la liga fue el reverendo Thomas Spencer, de Hinton, cerca de Bath. Spencer y otros miembros de la liga destacaron casi desde el principio que la abolición era una cuestión religiosa y que el alivio de las penalidades de los pobres y la alimentación de los hambrientos eran obligaciones morales que se cumplirían oponiéndose a las leyes del grano. En 1839, Spencer apelaba a los disidentes, pidiéndoles que no premiaran a los anglicanos con la indiferencia ante el problema y que no se intimidaran por las acusaciones que pudieran proceder de hombres de iglesia de que la oposición a las leyes del grano era de alguna manera algo de naturaleza subversiva. Escribía:
Nada gratifica más al hombre elevado de iglesia que ver una línea de conducta tímida por parte de los disidentes, en cualquier cuestión en la que estén implicados sus principios. Le regocija ver a un hombre silente y encogiéndose en el lugar del peligro, sin que se le pueda llamar un disidente político, el aliado de los papistas y los socinianos, el acompañante de los radicales y los infieles.[46]
Cuatro años después, Spencer argumentaba en otro panfleto que los hombres religiosos tenían una obligación de ser políticamente activos y pedía a los hombres con conciencia que usaran “todos los medios pacíficos para lograr reformas sabias y saludables en la iglesia y el estado”.[47]
A la Liga contra las Leyes del Grano le decepcionaba el bajo nivel de apoyo que recibían del clero de la iglesia oficial. Solo un puñado de anglicanos estuvieron entre los más de 800 clérigos que acudieron a la Conferencia de Ministros de Religión en agosto de 1841.[48] El apoyo y la participación del clero anglicano era tan pequeña que la liga consideró necesario responder a las acusaciones de que la conferencia era una reunión sectaria de disidentes de la que habían sido excluidos los anglicanos y que equivalía a “una conspiración para acabar con la Iglesia Madre”.[49]
La liga acusaba al clero de la Iglesia de Inglaterra de oponerse a la abolición porque ellos mismos eran beneficiarios del monopolio del grano. El Anti-Corn-Law Almanack publicaba una lista de “impuestos mitrados al pan” en 1840 y la liga reclamaba la distribución más amplia posible de los almanaques, incluyendo su colocación en todos los paneles públicos.[50] En 1842, la liga acusaba a sus oponentes clericales en la Iglesia de Inglaterra de oponerse a la abolición porque tenían “un interés pecuniario directo en aumentar el precio del pan (…) y en hacer que los pobres pasaran hambre”.[51] El eminente portavoz de la liga el coronel T.P. Thompson, explicaba en Anti-Bread-Tax Circular que los diezmos se habían convertido, “no en un pago permanente de dinero, sino en un pago permanente de varias libras de grano o en su valor. ¿Y cuál es el efecto de esto? Manifiestamente asociarlo eternamente a los intereses del clero y eternamente a la conservación de las leyes del grano. Un clérigo recibe anualmente digamos 25 libras de grano. Si el grano está a 320 chelines por libra, va a conseguir 400£ al año y si son 80 chelines, tendrá 100£”.[52]
La liga afirmaba que el interés egoísta de los latifundistas era el mismo que el de los miembros del clero de la iglesia oficial en muchos sentidos. Uno de los primeros números de la Anti-Corn-Law Circular incluía explícitamente a la iglesia oficial en su acusación de desgobierno aristocrático y pedía la denuncia de las leyes del grano por ser impuestos especiales de la Iglesia de Inglaterra.[53] El líder de la liga J.B. Smith aseguraba a Sidney Smith antes de la partida de este a una gira de discursos en 1839 que la iglesia oficial era “bastante silvestre”, aunque le aconsejaba que sería mejor evitar opiniones y comentarios sectarios que puedan resultar ofensivos des puntos de vista religiosos.[54] En un artículo que denunciaba los diezmos y la defensa de Sir Robert Peel de las leyes del grano como justa compensación por las cargas fiscales que soportaban los intereses del campo, la Anti-Bread-Tax Circular seguía una calificación del Nonconformist. Este último afirmaba que la iglesia estatal era especialmente una institución de la aristocracia latifundista, describiéndola como “un pasto cómodo y agradable en el que los hijos jóvenes y los parientes dependientes pueden comer con tranquilidad, una pradera lujuriante ofreciendo abundancia a aquellos que en otro caso serían supernumerarios en el campo”.[55] Un panfleto anónimo, The Church and The League, publicado por el impresor de la Liga contra las Leyes del Grano, John Gadsby, acusaba a la aristocracia y su comunidad eclesiástica de oponerse al pan barato y declaraba:
El que los obispos y el grupo de los clérigos que anhelan dignidades episcopales tengan que odiar y oponerse a la Liga contra las Leyes del Grano no debería ser una sorpresa para quienes hayan estudiado la historia del sacerdocio. La liga es el enemigo de la injusticia aristocrática y la iglesia del estado es la criatura y herramienta de la aristocracia.[56]
Tal vez la afirmación más directa de una coincidencia de intereses entre la iglesia oficial y los latifundistas publicada por la liga apareció en forma de carta al director de Anti-Bread-Tax Circular en 1841. La carta incluía un extracto del Dorset Chronicle en el que “con sonrojante desfachatez se reconoce qua la existencia de la Iglesia de Inglaterra se sostiene sobre las leyes del grano”.[57] El extracto del Dorset Chronicle acusaba a los ministros disidentes por su oposición a las leyes del grano, en parte porque sabían “que con las leyes del grano y los granjeros y los latifundistas, la propia iglesia caería de tan ligados como están a la Ley de Conmutación del Diezmo: el clero y la Iglesia de Inglaterra dependen del precio del grano”.[58]
Los diezmos, incluso en su forma conmutada, y las tasas eclesiásticas generaban un considerable resentimiento para muchos miembros de la liga, especialmente los disidentes. Los miembros de la liga consideraban los diezmos como una forma de impuesto eclesiástico que, por su naturaleza, actuaban en contra de la libertad política y religiosa: muchos líderes expresaron su opinión de que los diezmos eran un impuesto sobre la tierra que no recaía justamente sobre los latifundistas.[59] Como organización, la Liga contra las Leyes del grano no expresó una fuerte oposición contra las tasas eclesiásticas, pero mucho miembros importantes de la liga eran abiertamente críticos con esos impuestos.[60] John Bright fue el más destacado crítico de la liga de las tasas eclesiásticas, especialmente tras el muy polémico referéndum sobre las tasas eclesiásticas en Rochdale, durante el verano de 1840.[61]
La oposición a los diezmos y las tasas eclesiásticas era una expresión de algo más que una falta de voluntad en contribuir al funcionamiento o mantenimiento de la Iglesia Anglicana: era una manifestación de una antipatía general a la religión oficial. Varios portavoces destacados de la Liga contra las Leyes del Grano se oponían a la institución por principios: Bright, W. J. Fox y otros se opusieron a l Concesión Maynooth en 1845 bajo la justificación de que equivalía a la creación de una segunda religión en Iralnda.[62] W. J. Fox afirmaba que la tendencia de cualquier institución eclesiástica, independientemente de su forma o credo, a transgredir la libertad era “una descripción de lo más pernicioso y al mismo tiempo incompatible con la igualdad que tendría siempre que prevalecer entre las distintas clases que constituyen una comunidad: y (…) la existencia de un orden sacerdotal es desfavorable al conocimiento, la libertad o la felicidad de la humanidad y siempre ha sido así: en toda nación, en todo momento y bajo todas las circunstancias”.[63]
Fox creía que una iglesia oficial infringía la igualdad política y que los privilegios de esta implicaban restricciones y exclusión sobre todos los que no formaban parte de ella.[64]
Tal vez el oponente más destacado a una iglesia oficial entre los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano fue Edward Miall, editor de The Nonconformist y fundador de la Asociación contra una Iglesia Estatal. En su libro The Nonconformist’s Sketch-book, Miall erclamaba una separación completa entre iglesia y estado, que prohibiría que los fondos públicos sostuvieran a una iglesia, derogaría todos los privilegios relacionados con la profesión de una religión determinada y aboliría todas las leyes que dieran poder a los magistrados civiles para ejercer autoridad sobre asuntos religiosos. Miall describía a la Iglesia de Inglaterra como “una máquina admirablemente apropiada para atender los propósitos de la aristocracia”, a la que identificaba con el trono, el monopolio, la educación y la guerra.[65]
Los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano no fueron los únicos en asociar oposición a las leyes del grano con oposición a la iglesia oficial. Ya en 1839, el periódico de la liga informaba de que el Conservative Journal había acusado a la LCLG de promover la causa papista defendiendo la abolición de las leyes del grano. Los opositores a la liga sugerían que la abolición de las leyes del grano “desarraigarían la aristocracia protestante y arruinarían totalmente a los granjeros de Inglaterra, de quienes puede decirse con certeza que constituyen la parte más plenamente protestante de la comunidad”.[66] La Anti-Corn-Law Circular citaba al Conservative Journal diciendo:
Los usos a los que recurrirán los papistas con los triunfos del radicalismo “filosófico” no terminarían, de todos modos, con la eliminación de la Iglesia Protestante y la aristocracia protestante. No: el establecimiento del papismo podría esperarse que se produjera casi inevitablemente.[67]
La oposición de los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano a los privilegios del latifundismo y las implicaciones del desgobierno aristocrático los llevaban naturalmente a la crítica frente a otras instituciones (además de la iglesia oficial) que muchos de ellos asociaban con el privilegio de la clase latifundista. Esas instituciones incluían las universidades, el ejército y la armada y el servicio diplomático.
Los trabajos y publicaciones de la Liga contra las Leyes del Grano no revelan un gran interés por las universidades, pero esas referencias dejan pocas dudas de que se consideraban como bastiones del proteccionismo y los privilegios. Las relaciones entre los miembros de la liga y los académicos se iniciaron de forma poco propicia cuando dos profesores de la liga, Sidney Smith y J.H. Shearman, enviados a Cambridge en mayo de 1839, fueron atacados por “una banda de rufianes inexpertos con togas y gorras”.[68] Los miembros de la liga en Cambridge se unieron al tumulto con considerable entusiasmo y Shearman volvió con restos de gorras y togas al cuartel general de la liga en Manchester como prueba ante el consejo de que la LCLG se había llevado la mejor parte en la pelea.[69] Cuatro años después, en 1843, The League publicaba una reseña de The English Universities, de V.A. Huber, que aunque admitía que el propósito del libro era recomendar a Prusia el carácter de las universidades británicas, era sin embargo muy crítico con estas por su antipatía ante el librecambismo, sus privilegios aristocráticos y su exclusión religiosa y la inutilidad de su énfasis en la educación clásica.[70]
Los opositores a las leyes del grano, especialmente Richard Cobden, tendían a asociar proteccionismo y privilegio aristocrático con las comunidades militares, incluyendo el ejército, la armada y las milicias.[71] Los líderes de la liga consideraban los intereses de la aristocracia en la comunidad militar como contrarios a los intereses de la nación. El ejército y la armada, en opinión de algunos miembros de la liga, eran sobre todo un lugar para colocar a los hijos más jóvenes de la nobleza, un drenaje de capital que retrasaba el progreso y una distracción de la necesaria reforma interior.[72] Cobden argumentaba, incluso antes de la creación de la Liga contra las Leyes del Grano, que una importante “fuente de patrocinio público y de poder patricio” se vería reducida si la voluntad del gobierno aristocrático de emplear la intervención militar en el exterior pudiera controlarse de alguna manera.[73] En England, Ireland, and America y en su posterior panfleto, Russia, Cobden argumentaba que los diplomáticos aristócratas estaban demasiado dispuestos a defender el honor inglés como para excluir sus verdaderos intereses comerciales y manufactureros y esas opiniones se reflejaron posteriormente los periódicos de la liga.[74] W.J. Fox resumía la postura de muchos opositores a los privilegios de la aristocracia y su asociación con el ejército cuando escribía:
La guerra es el comercio aristocrático; la guerra es la pasión aristocrática; la guerra es la comodidad aristocrática para promover a los miembros menores de las familias con título, en lugar de cuidarlos con la propiedad familiar.[75]
Se puede decir que los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano consideraban el libre comercio como un asunto de libertad esencial, pero raramente discutían sobre la libertad en términos abstractos, teóricos o filosóficos. Los miembros de la lega eran hombres prácticos que se oponían a los privilegios del latifundismo como desgobierno aristocrático y consideraban las leyes del grano como el ejemplo más claro de legislación de clase y la base de un sistema de privilegio aristocrático completamente contrario al espíritu de los tiempos. Está claro que los opositores a las leyes del grano creían que la libertad de comercio era esencial, tanto como derecho natural como en la práctica económica.[76]
La liga consideraba al libre comercio como ordenado tanto por el derecho natural como por el divino, que suplantaba las restricciones artificiales de los egoístas políticos aristócratas. En una reunión de la liga, las leyes del grano se describieron como obsoletas y contrarias a uno de los principios de la naturaleza que aseguran la armonía: “La libertad, la libertad universal”.[77] Reflejando la máxima aplicación posible de los principios del laissez faire de una forma inequívocamente masculina, el orador de la liga, Mr. Bayley, deducía que el uso de restricciones artificiales como las leyes del grano impedía el funcionamiento del derecho natural de tal manera que obstaculizaban la voluntad divina y sugería que las leyes del grano eran tan ridículas como la creencia en un tiempo mantenida por “nuestras mujeres” de que “sus cuerpos no aumentarán en sus proporciones, salvo que se los apriete aquí y agrande allí, (risas) igual que han creído los chinos”.[78]
La liga consideraba las leyes del grano como un instrumento de un poder despótico y Thomas Milner Gibson argumentaba en una reunión conjunta de la liga en 1843 que sus miembros habían asumido su lucha, no bajo la presión de los problemas momentáneos del país, “sino bajo la convicción solemne de que las leyes del grano son tal invasión de nuestros derechos civiles como ciudadanos libres, ya sean pobres o acaudalados, tenemos un igual derecho a reclamar su derogación. (Ovación)”.[79]
Ginson decía a su audiencia que la causa de la LCLG era más que el reavivamiento del comercio: era la causa de los ciudadanos de Inglaterra y de la propia libertad.[80]
Tal vez la declaración más calara por parte de un miembro de la liga sobre la naturaleza esencial de la libertad de la industria y el comercio sea la de John Bright en un discurso ante la Asociación Antimonopolio de Liverpool durante el verano de 1843. Bright afirmaba que la libertad de intercambiar el producto de tu trabajo por el de tus congéneres en cualquier lugar del mundo era el más fundamental de los derechos. Bright argumentaba que:
No hay libertad sin esta libertad, que es sencillamente la libertad para vivir. El derecho de voto a los miembros del parlamento, el derecho de elegir a los miembros del poder legislativo, el derecho a elegir incluso la corona, si fuera así, toda esta libertad es de un valor muy pequeño sin la libertad de vivir de su industria. (Bravos). La libertad civil no es nada, la libertad religiosa no es nada, la libertad de prensa no es nada, pues mientras a una creciente población solo se le permita trabajar bajo restricciones en los medios de vida, toda esta libertad sería insuficiente para darle prosperidad, para permitirle avanzar en la carrera por mejorar, para permitirles convertirse en lo que están destinados a ser.[81]
Los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano asociaban su acusa con la causa de la libertad. Para muchos opositores a las leyes del grano, las libertades políticas, religiosas y civiles eran hasta cierto punto dependientes de la libertad de intercambio o, como mínimo, eran libertades que no podían disfrutarse plenamente sin libertad de industria e intercambio.[82] Los miembros de la liga se oponían a monopolio en todas sus variedades y el monopolio era la antítesis de la libertad de intercambio. La oposición de los miembros de la liga al monopolio de las leyes del grano les llevó a aponerse al latifundismo dondequiera que se hallara: en el ejército, las universidades, la iglesia oficial, las relaciones tradicionales entre latifundista y arrendatario y la vida política de la nación. A los ojos de los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano, la batalla por la abolición de dichas leyes era una lucha contra el desgobierno aristocrático y la legislación de clase: era una cruzada contra los vestigios del privilegio feudal, con un progreso restringido, bienestar económico y libertad.
El artículo original se encuentra aquí.
[1] Las obras más frecuentemente citadas se han identificado con las siguientes abreviaturas:
ABTC Anti-Bread-Tax Circular.
ACLC Anti-Corn-Law Circular.
AD-MCRL Archives Department, Manchester Central Reference Library.
SSL-MCRL Social Science Library, Manchester Central Reference Library.
WS-PRO West Sussex County Public Record Office.
La estructura organizativa, táctica parlamentaria y métodos de propaganda de la Liga contra las Leyes del Grano eran el tema de The Anti-Corn-Law League, 1838-1846 (Londres: Allen and Unwin, 1958), de Norman McCord y para estas características de la LCLG el estudio de McCord sigue siendo el libro de referencia. Archibald Prentice, History of the Anti-Corn-Law League, 2 vols. (Londres: Cash, 1853), es un relato desde el interior escrito justo después de la disolución de la LCLG y está dedicado a explicar con considerable detalle cómo triunfó la liga consiguiendo que las leyes del grano se abolieran en 1846. Buena parte del relato de Prentice se dedica a explicar tácticas de elecciones y protestas y hay muy poca explicación de los problemas aparte del librecambismo. Algunos otros estudios, que incluyen Augustus Mongredien History of the Free Trade Movement in England (Londres: Cassell, 1881) y G. Armitage-Smith Free Trade Movement and Its Results (Londres: Victorian Era Series, 1898), se centran en la actividad parlamentaria y los métodos de protesta más que en las ideas reformistas de la LCLG. Análisis de las leyes del grano en la economía inglesa, como las de Donald Barnes History of the English Corn Laws from 1660 to 1846 (Nueva York: Routledge, 1930) y Charles Ryle Fay Corn Laws and Social England (Cambridge: Cambridge University Press, 1932), son tan generales en su ámbito que dedican solo un breve capítulo al problema a derogar: no consideran problemas corolarios. Los estudios de la LCLG han prestado demasiada atención a la estructura de la organización y a la naturaleza de sus actividades de protesta a costa de examinar con más detalle el significado de la doctrina el librecambismo en sus implicaciones y corolarios.
Biografías de miembros eminentes de la Liga contra las Leyes del Grano, que incluyen a Conde y Bright, como John Morley, Life of Richard Cobden (Londres: Chapman and Hall, 1881); G. M. Trevelyan, Life of John Bright (Londres: Constable, 1913); Herman Ausubel, John Bright: Victorian Reformer (Nueva York: Wiley, 1966); Keith Robbins, John Bright (Londres: Routledge and Kegan Paul, 1979) y Donald Read, Cobden and Bright: A Victorian Political Partnership (Nueva York: St. Martin’s, 1968) tratan apropiadamente la participación de sus protagonistas en las actividades de la LCLG como solo un aspecto de las vidas públicas de esos hombres y muchas no tienen como foco central sus actividades en la LCLG. Las biografías de los líderes de la liga de vez en cuando han considerado el tema del desgobierno de los aristócratas y la legislación de clase, pero esas explicaciones pretenden generalmente proporcionar ideas de su carácter personal o como parte de un contexto general en lugar de una derivación de la ideología librecambista o como una explicación de los puntos de vista de libertad que sostenían los miembros de la Liga contra las Leyes del Grano. Esta explicación pretende señalar los elementos principales del desgobierno aristocrático y el latifundismo vistos desde la perspectiva de los miembros de la liga y mostrar cómo la oposición a las bases del monopolio latifundista llevaban naturalmente a una crítica al propio “sistema” latifundista.
[2] “To the Right Honourable The Earl of Harewood, President of the Yorkshire Society”, The League, 16 de marzo de 1844.
[3] Ibíd.
[4] Frank Fish Walker, Jr., “British Liberalism: Some Philosophical Origins: The Contributions of Adam Smith, Thomas Robert Malthus, Jeremy Bentham, and Herbert Spencer” (Tesis doctoral, Universidad de Stanford, 1957), pp. 35-38. Walker ofrece un análisis de las clases de Smith sobre justicia, policía, ingresos y armas.
[5] Ibíd., p.p. 37-38.
[6] “To the Inhabitants of the Borough of Salford”, Discurso de elección de Joseph Brotherton, 28 de junio de 1837, J. B. Smith Papers, AD-MCRL. El manuscrito estaba en manos de Smith y su hija, Lady Durning-Lawrence, dice que su padre escribió el discurso en nombre de Brotherton.
[7] Richard Cobden, England, Ireland, and America (Londres: Simpkin, 1835), p. 3. Cobden ofrece un análisis de la eficacia del Sistema Continental de Napoleón. Ver también John MacCunn, Six Radical Thinkers (Nueva York: Russell, 1907), pp. 88-95. La liga expresaba una opinion bastante similar en “Exportation of Machinery. Effects of the Corn Laws”, ACLC, 2 de julio de 1840.
[8] “Liberte et protection, lettres de M. Richard Cobden”, separate del Journal des économistes, pp. 235-239, Cobden Papers, WS-PRO.
[9] Sobre el tema general de la leyes del grano como centro de una diversidad de intereses de reforma, ver William Cunningham, Rise and Decline of the Free Trade Movement (Cambridge: Cambridge University Press, 1905), pp. 67-74; Alexander Llewellyn, The Decade of Reform: The 1830s (Nueva York: St. Martin’s 1971), pp. 142-143 y McCord, Anti-Corn-Law League, pp. 15-21.
[10] “Address to the Council of the National Anti-Corn-Law League”, Bread Eater’s Advocate, 1 de septiembre de 1841; ver también Fay, Corn Laws and Social England, pp. 402-403.
[11] Ibíd. Ver R. B. McCallum, The Liberal Party from Earl Grey to Asquith (Londres: Gollancz, 1963), pp. 46-47; G. S. R. Kitson Clark, “The Repeal of the Corn Laws and the Politics of the Forties” Economic History Review, 2ª Serie, 4 (1951-1952): 12-13; Fay, Corn Laws and Social England, pp. 396-402 y el panfleto contemporáneo, Joseph Barker, Blessings of Free Trade . . . and How They May Be Increased and Made Lasting (N.P.: n.p., 1846), pp. 10-11. Los que se oponían a la abolición temían la verdad de dichas afirmaciones; ver, por ejemplo, George Calven Holland, Suggestions Towards Improving the Present System of Corn Laws (Londres: Ollivier, 1841), p. 3. Refiriéndose a la ley del grano, Holland escribía: “Es la clave del arco sobre el que descansa el orden actual del estado y alterar su posición acabaría creando inseguridad y anarquía”. Ver también Robert M. Stewart, The Politics of Protection: Lord Derby and the Protectionist Party, 1841-52 (Cambridge: Cambridge University Press, 1971), passim. Los opositores a la liga contra las leyes de grano acusaban a la organización de que esta consideraba la abolición como el primer paso hacia la redistribución de propiedad y el republicanismo. La liga negó esas acusaciones, que habían aparecido en el Berkshire Herald, en “Groundless Alarms, Who’s Afear’d?” ABTC, 5 de mayo de 1841.
[12] “When Will Trade Improve?” ACLC, 16 de julio de 1840. A los miembros de la liga les preocupaba bastante lo que consideraban la creciente amenaza de la competencia extranjera en manufacturas tan todo desde Europa como desde América, que creían que presentaba para gran Bretaña un peligro inminente de pérdida permanente de mercados y un declive en la economía nacional. Era muy conscientes de la dependencia de las manufacturas británicas del comercio exterior y consideraban un mayor comercio exterior como esencial para el reavivamiento y el proceso económicos. Ver por ejemplo “sin título” ACLC, 28 de mayo de 1839; “Machinery for Belgium”, 17 de septeimbre de 1839; “Dr. Bowring’s Mission”, 15 de octubre de 1839; “American Manufacture” 10 de diciembre de 1839; “Rather Ominous”, 10 de diciembre de 1839; “German Commercial League and Dr. Bowring”, 23 de junio de 1840; “Progress of Trade Between England, the Great Manufacturing Country, and Russia, Germany, and Prussia, the Great Corn Growing Countries”, 21 de mayo 1840 y “Expulsion of Another Manufacturing Process”, 31 de diciembre de 1840. Ver también “Operatives — Our Dependence on Foreign Trade”, ACLC 28 de mayo de 1839y las clases de Sidney Smith en la ACLC, 11 de junio y 9 de julio de 1839. Ver “To the Right Honourable The Earl of Harewood, President of the Yorkshire Society”, The League, 16 de marzo de 1844 y las definiciones de “competencia” y “leyes del grano” en “Correspondence”, ABTC, 14 de febrero de 1840.
[13] “Address to the Working Classes”, ACLC, 26 de marzo de 1840.
[14] “Corn Laws and the Agricultural Population”, ACLC, 10 de septiembre de 1840 (reimpreso de Manchester Tunes, de Prentice); “The Burden of the Food Taxes Estimated in Money”, 19 de noviembre de 1840; “The House of Commons Itself Charging the Aristocracy with Plundering the Nation of Fifty Millions a Year”, 19 de noviembre de 1840. Charles Pelham Villiers hacia acusaciones similares en su moción para crear en la Cámara de los Comunes un comité para considerar las leyes del grano en 1838, Annual Register, 1838, vol. 80 (Londres: Knight, 1839), pp. 171-172. Para una indicación del tipo de sugerencias que recibía la LCLG sobre el problema de la reforma política, ver A. Woodrow a G. Wilson, 18 de abril 1840, G. Wilson Papers, AD-MCRL. Woodrow calificaba la teoría mixta del gobierno como un “monstruo absurdo” y aconsejaba al presidente de la liga que “antes de que pueda esperar razonablemente librarse de la ley del grano debe atacar la raíz de la que nace, cambiar la forma de gobierno de lo ‘aristocrático’ a lo ‘representativo’”.
[15] “Circular”, ABTC, 24 de marzo de 1842. El artículo continuaba denunciando el impuesto de la renta como una herramienta introducida cuando los terratenientes por primera vez “batallaron contra las nacientes libertades de Europa”.
[16] “Monopoly Viewed in Connexion with Despotism,” The League, 25 de noviembre de 1843.
[17] “To the Secretary of the Anti-Corn Law League”, The League, 23 de marzo 1844. Para una explicación del uso de la LCLG de la opinión pública y las ventajas de una gran carga de sentimiento público hacia la cual dirigía la liga sus apelaciones, ver G. S. R. Kitson Clark, “The Electorate and the Repeal of the Corn Laws”, Transactions of the Royal Historical Society, 5ª Serie, 1 (1951): 109-126. También hay algunas evidencias que sugieren que los opositores a la abolición veían las leyes del grano como esenciales para el sistema político y social existente en la nación. Los opositores a la moción Villiers de 1838 en la Cámara de los Comunes (la prueba anual de fuerza en la abolición en los Comunes), argumentaban en el debate que el esencial preservar las leyes del grano “como una institución política, que eran esenciales para la conservación de nuestro viejo sistema constitucional”. Ver Registro Anual 1838, vol. 80, pp. 171-172.
[18] Para una explicación sobre Cobden y la “nueva dispensa” de la civilización producida por la industrialización, ver MacCunn, Six Radical Thinkers, pp. 88-98. Ver también Cunningham, Rise and Decline of Free Trade Movement, pp. 66-84 y Llewellyn, Decade of Reform, pp. 142-164.
[19] A Member of the Anti-Corn-Law Association in the Hundred of Bassetlaw, The Corn Laws a National Evil … (Chesterfield: Atkinson, 1840), p. 3.
[20] La Anti-Bread-Tax Circular publicaba un informe de una protesta librecambista realizada en Edimburgo a principios de 1843, en la que se adoptó la siguiente larga resolución:
Que la agricultura de gran Bretaña ha mejorado enormemente y el valor de la tierra aumentado inmensamente, con ayuda de sus manufacturas y comercio, mientras que los terratenientes han ignorado las ventajas que han obtenido de capital, la empresa y de industria de sus conciudadanos, imponiendo grilletes al comercio y especialmente con la imposición de las leyes del grano y provisión, que son al tiempo en justas por principio, inmorales por tendencia y desastrosas por funcionamiento y serán ruinosas en sus consecuencias definitivas, tanto para la agricultura y los propios terratenientes, como con respecto a las clases manufacturera y mercantil y que esta opinión ha sido abundantemente verificada por la experiencia de los últimos cuatro años, durante los cuales la nación ha estado cosechando los frutos esta legislación poco inteligente, antinatural y opresiva, en el declive de su comercio, la destrucción de su capital y el deterioro físico, moral y social de su población operativa.
Ver “Provincial Meetings,” ABTC, 24 de enero de 1843.
[21] “George Rickardson Porter, Esq.,” ABTC, 21 de abril de 1841; “James Deacon Hume, Esq.,” ABTC, 21 de abril 1841; “Why ls Employment So Scarce?” ACLC, 10 de sepeimbre de 1840. Ver edt Barnes, History of English Corn Laws, pp. 265-266, especialmente el discurso de Cobden en los Comunes. El capital para la mejora agrícola era una consideración importante en la implantación de la derogación de las leyes del grano. D.C. Moore ha prestado considerable atención a este problema en “The Corn Laws and High Farming”, Economic History Review, 2ª Serie, 18 (1965-1966): 544-562. Ver también Betty Kemp, “Reflections on the Repeal of the Corn Laws”, Victorian Studies 5 (Marzo de 1962): 189-204 y “The Great Anti-Corn-Law Meetings and Banquets in Manchester”, ABTC, 1 de febrero de 1843, donde R.H. Greg explicaba la necesidad de capital agrícola para mejoras para aumentar la productividad.
[22] “When Will Trade Improve?” ACLC, 16 de julio de 1840.
[23] “Correspondence”, ABTC, 14 de febrero de 1843. Ver también Morley, Cobden, p. 179.
[24] Ibíd.
[25] “Address to the Boroughs, and c. of England”, ABTC, 16 de junio de 1841, reimpreso del Leeds Mercury. Pueden encontrarse afirmaciones similares en el relato del debate sobre la moción de Villiers en 1839 para un comité de investigación, que se encuentra en el Registro Anual, 1839, vol. 81, pp. 30-31.
[26] James Wilson, Influences of the Corn Laws, As Affecting All Classes of the Community, and Particularly the Landed Interests (Londres: Longman, 1840), pp. v-vii, 1-6.
[27] Ibíd. En su explicación del periodo de 1815 a 1839, Wilson identificaba dos intereses con respecto a las leyes del grano. El primero era el interés de los latifundistas, quienes, en opinión de Wilson, habían usado el monopolio del grano para proteger el valor de sus propiedades, mantener sus contratos de arrendamiento y proteger su sector frente a la competencia extranjera. El segundo era el interés de los mercaderes, fabricantes y mecánicos que argumentaban que la protección aumentaba los precios de los productos básicos y causaba inquietud y desempleo, así como varios otros males sociales y económicos. Wilson argumentaba favor de una coincidencia de intereses y sugería que “individuos, comunidades o países solo pueden ser prósperos en proporción a la prosperidad del conjunto”.
[28] Ibid., pp. 57-58. Para el problema de que la demanda del grano sea relativamente inelástica, Wilson argumentaba que los aumentos de la población causarían que la demanda aumentara al ritmo de la productividad en la agricultura. Wilson demostraba sus conclusiones con respecto a las fluctuaciones de precios, mejoras y competencia por medio de un análisis estadístico bastante detallado de la producción agrícola y los niveles de precios durante el periodo 1815-1839. Por ejemplo, argumentaba que los bajos precios de 1814-1815 habían tenido el efecto un de desanimar el cultivo de granos nacional, atrayendo menos capital para las mejoras y reduciendo la demanda de terreno cultivable, así como de trabajo. El resultado de esta situación, en el análisis de Wilson, era un cultivo significativamente menor de grano en 1816: esta disminución, unida a una cosecha especialmente mala, produjeron las escaseces y los precios extremadamente altos del grano en 1817. En opinión de Wilson, los altos precios de 1817 (94 chelines por cuarto de libra) tendían a estimular la producción, lo que llevó al exceso de oferta y los precios ruinosos de 1822, cuando el trigo se vendió por tan poco como 43 chelines y 3 peniques el cuarto. Ver pp. 16-23. El impacto del libro de Wilson fue considerable. El propio libro y sus principales argumentos fueron citados muchas veces por la liga en sus periódicos y por los líderes y portavoces de la liga en sus discursos y escritos. Por ejemplo, Archibald Prentice empleó no pocos argumentos de Wilson en la serie de clases que impartió en los distritos agrícolas del norte en 1842. Ver “Farmers and the Corn Laws”, ABTC, 13 de diciembre de 1842, reimpreso del Chester Chronicle.
[29] Aparte de oponerse al latifundismo como antiético frente al librecambismo, como vestigio del privilegio feudal o como el sistema político o social de las leyes del grano, la liga tenía otros incentivos para su crítica de los elementos del latifundismo. Los miembros de la liga buscaban activamente el apoyo tanto de los granjeros arrendatarios como de los trabajadores del campo: esto se produjo especialmente después de 1843, cuando la liga inició un esfuerzo directo y extenso por obtener el apoyo de los agricultores para abolir las leyes del grano. Hay pocas dudas de que la expresión de simpatía por los problemas y aspiraciones de arrendatarios y trabajadores fue de considerable importancia en el intento de atraer su apoyo.
[30] “The Landowners. What Have They Done?” The League, 30 de diciembre de 1843.
[31] “Lecture by Mr. J.C. Fitzgerald, A.B.”, ABTC, 14 de marzo de 1843.
[32] Taylor a Cobden, diciembre de 1841, Cobden Papers, WS-PRO. Taylor escribía:
Vista sencillamente desde un punto de vista histórico, la lucha entre el espíritu industrial de la raza sajona y el despotismo militar de los normandos es una de las más interesantes de la historia. Toda insurrección desde 1066 hasta la actualidad estaba más o menos destinada a liberar a la industria de las ataduras que le había impuesto el feudalismo. Wat Tyler empuñó las armas contra un sistema injusto de impuestos; los impuestos para la armada, al tonelaje y el peso en libras fueron las causas principales de la Gran Guerra Civil y la sucesión de los Hannover se debió sobre todo a los intereses mercantiles.
El análisis histórico de Taylor puede ser discutible, pero su carta ilustra el grado en que los librecambistas veían sus protestas como una batalla contra el privilegio feudal y el latifundismo, James Wilson adopta una perspectiva de las protestas para la abolición bastante similar a la de Taylor. Ver James Ashley Moncure, “James Wilson and The Economist, 1805-1860” (Tesis doctoral., Universidad de Columbia, 1960), pp. 166-167.
Cobden, Bright, Fox y otros eminentes portavoces de la liga asumieron los temas del privilegio feudal y el latifundismo en su protesta contra las leyes del grano. Ver Hansard ‘s Parliamentary Debates, 3ª serie, vol. 78 (Londres: Hansard, 1803-1891), pp. 785-810. Este discurso de Richard Cobden a la Cámara de los Comunes también era citado por Prentice en History of the Anti-Corn-Law League, pp. 305-309. Ver también John W. Derry, The Radical Tradition: Tom Paine to Lloyd George (Nueva York: St. Martin’s, 1967), p. 216; McCord, Anti-Corn-Law League, pp. 20-21 y Barnes, History of English Corn Laws, pp. 211-216. Ver “Specimens of the Aristocratical Contempt for the People”, ABTC, 19 de mayo de 1841. La LCLG anunciaba en The League, 23 de diciembre de 1843, un libro muy crítico con los aristócratas de J. J. Macintyre titulado The Influence of Aristocracies on the Revolutions of Nations Considered in Relation to the Present Circumstances of the British Empire. Ver también M. A. Fitzsimons, “Britain in the 1840s: Reflections in Relevance”, Review of Politics 31 (Octubre de 1969): 52; “Miscellaneous. The League Agitation”, The League, 6 de abril de 1844, reimpreso de Tait’s Magazine.
Para más sobre el toma del yugo normando, consultar Theodore Barth, “A Jubilee of Free Trade and Democracy”, en Henry Dunckley, et al., eds., Richard Cobden and the Jubilee of Free Trade (Londres: Unwin, 1896), pp. 122-66 y especialmente p. 133. Ver también Cobden, “Liberte et protection”, addenda de Journal des économistes, pp. 236-238, Cobden Papers, WS-PRO; Ausubel, Bright, p. viii; Richard B. O’Brien, John Bright (Londres: Nelson, 1913), pp. 28-52 passim; John Bright, Notes for a Speech at Free Trade Hall, 10 de enero de 1849, Bright Papers, British Museum Add. MSS. 43,392 y John Bright, Notes for a Speech on the Irish Question at Free Trade Hall, 25 de octubre de 1849, Bright Papers, British Museum Add. MSS. 43,392. Ver también Richard Garnett, Life of W. J. Fox, Public Teacher and Social Reformer, 1786-1864 (Londres: Lane, 1910), pp. 264-265, discurso efectuado por Fox en el Covent Garden Theatre el 7 de agosto de 1844.
[33] Ver, por ejemplo, “The Labourers of Dorsetshire”, ABTC, 21 de marzo de 1843.
[34] “Agriculture”, The League, 30 de diciembre de 1843.
[35] Richard Cobden, Total Repeal, Speech by R. Cobden, Esq., M.P., in the House of Commons on Monday, May 15 (Manchester: ACLL, 1843): “The Protection-to-Labour Fallacy Exploded”, ACLC, 27 de agosto de 1840; “The Farmers’ Interests Best Consulted by a Regular Importation of Corn”, ABTC, 13 de diciembre de 1842 y “The Great Anti-Corn-Law Meetings and Banquets in Manchester”, ABTC, 1 de febrero de 1843. El ampliamente distribuido tratado de la liga, Facts for Farmers (Manchester: Gadsby, s.f.) argumentaba (pp. 1-4) que ni los arrendatarios ni los trabajadores agrícolas obtenían ningún beneficio real de las leyes del grano y acusaban a los latifundistas de ser “culpables de todas las maldades, delitos, y deterioros físicos y morales que infligen sobre el pueblo las leyes del grano”.
[36] “Improvements in Agriculture the Best Protecting Duty”, ACLC, 3 de septiembre de 1839; “Improved Farming — Who is to Begin?” The League, 21 de septiembre de 1844; “High Farming vs. Monopoly”, The League, 21 de septiembre de 1844, Cobden mantuvo mucho tiempo la opinion de que los aristócratas se interponían en el camino de las mejoras de capital en general: ver Cobden, England, Ireland, and America, pp. 30-34, así como Cobden a Bright, “private”, 1 de octubre de 1849, Cobden Papers, British Museum Add. MSS. 43,649.
[37] “The Great Anti-Corn-Law Meetings and Banquets in Manchester”,’ ABTC, 1 de febrero de 1843.
[38] Ibíd.
[39] “Improved Farming — Who is to Begin?” The League, 21 de septiembre de 1844 y “High Farming vs. Monopoly”, The League, 21 de septiembe de 1844. La importancia de una mejor gestión de las propiedades y las mejoras agrícolas en el proceso de abolición de las leyes del grano fue tal vez reconocida por primera vez por D. C. Moore en “The Corn Laws and High Farming” en Economic History Review. Moore estaba interesado en aquellos elementos de la proposición de ley de importación de grano de Peel de 1846, que pretendía estimular y facilitar las granjas intensivas. Moore destacaba que Peel adoptaba en buena medida un punto de vista agriculturalista y reconocía el valor de las granjas intensivas. Bajo la propuesta de Peel, la abolición no era inmediata, sino que se iba produciendo por fases en un periodo de tres años. El núcleo del análisis de Moore es su explicación de las disposiciones concretas de la propuesta y el plan general de Peel para la mejora agrícola, que iba a facilitar el desarrollo de las granjas intensivas. Según Moore, era de mayor importancia la ayuda pública en préstamos para mejorar los drenajes, que, aunque no suponía una cantidad considerable, hizo mucho por popularizar las granjas intensivas mediante la introducción de mejoras tecnológicas. Moore afirma que la proposición de ley de importación de grano de Peel fue una ayuda para la mejora agrícola y que las disposiciones de la propuesta fueron de importancia considerable para conseguir un número suficiente de agriculturalistas aceptando la abolición. La Liga contra las Leyes del Grano se oponía a las “indemnizaciones” a los granjeros en forma de préstamos de drenaje, argumentando que dichos préstamos tomados del tesoro público mostraban “un fuerte parecido familiar con la protección frente a la competencia” y eran “maravillosamente apropiados para transformarse, cuando la gente no mirara, en donaciones. Ver “The Compensation”, The League, 31 de enero de 1846.
[40] Annual Register, 1845, vol. 87; pp. 63-65. Discurso de Cobden el 13 de marzo de 1845. En una carta a George Wilson, Richard Cobden describía el proyecto como “una granja modelo con arrendamientos modelo, oficinas modelo y viviendas modelo con jardines para demostrar nuestra fe en nuestros principios de que el suelo es capaz de un desarrollo tan grande y rentable como las manufacturas”. Ver Cobden a Wilson, sin fecha, viernes, G. Wilson Papers, AD MCRL. La carta fue escrita casi con seguridad el viernes 14 de marzo de 1845, pues en ella Cobden se refiere a su discurso del jueves. En la carta, Cobden destaca su discusión del proyecto con John Bright y menciona que la compra de dicha propiedad podía llevar a la creación de miles de nuevos votantes en los condados. Sugiere que el dinero se recaudaría en participaciones de 60£ y cree que podría recaudarse en una quincena. Cobden destaca que algún “granjero de primer nivel” debería tomar el arrendamiento y que de momento no debía decirse nada acerca de nuevos electores.
[41] “The Great Anti-Corn-Law Meetings and Banquets in Manchester”, ABTC, 1 de febrero de 1843. Según Sherriff:
Esta es la manera en la que los granjeros han estado protegidos, protegidos de todo menos de la pobreza, la dependencia y la degradación. No veo una perspectiva de tiempos mejores para el granjero hasta que los precios bajen tanto como puedan. Abrid los puertos y los precios y las rentas caerán a la vez y no de la manera lenta que mata a los granjeros de la forma que lo ha hecho desde la guerra. Vuestros manufactureros revivirían; vuestros operarios mejorarían, el consumo del país aumentaría asombrosamente. Los barcos se vaciarían, cargados de bienes y volverían con grano. Creo que los precios de la producción agraria empezarían a aumentar y los granjeros se llevarían los beneficios y las rentas también aumentarían.
En esta apelación a los latifundistas, la LCLG empleaba el argumento de que la abolición de las leyes del grano como mínimo no disminuiría las rentas y probablemente tendría el efecto de aumentarlas. Superficialmente, puede parecer que este punto de vista era incoherente con las afirmaciones que hacía la liga con respecto a las rentas en sus apelaciones a los granjeros y hay que ser cautos a la hora de aceptar las afirmaciones de una maquinaria de propaganda. Aun así, hay evidencias considerables que sugieren los miembros de la liga creían que bajo un sistema de libre comercio, beneficios, precios y salarios aumentarían, y que lo harían más rápido que las rentas: así que las rentas podrían aumentar en términos absolutos mientras disminuían en términos relativos. Ver “The Free Importation of Foreign Corn Must Raise the Landlords’ Rents”, ACLC, 20 de agosto de 1839. Ver también “Dialogue Between a Landlord and a Merchant”, ACLC, 20 de agosto de 1839; Arthur Morse, Agriculture and the Corn Law. Prize Essay Showing Injurious Effects of the Corn Law Upon Tenant Farmers, and Farm Labourers (Manchester: Haycraft, 1842), pp. 1-16.
[42] “Agriculture”, The League, 30 de diciembre de 1843. Ver también “The Great Anti-Corn-Law Meetings and Banquets in Manchester”, ABTC, 7 de febrero de 1843; “Land Tenure Inquiry in England”, The League, 16 de diciembre de 1843; “Security of Tenure”, The League, 13 de septiembre de 1843y “Leases Essential to Agricultural Improvements”, The League, 31 de agosto de 1844, reimpreso de British and Foreign Review.
[43] “The Bread Taxers’ Hunt”, ACLL, 17 de diciembre de 1840, reimpreso de The Sun; “Game & Crime”, The League, 30 de marzo de 1844. Ver también “Game”; “A Country Gentleman on the Game Laws”; “Game-Preserving and Incendaries”; “The Game Laws: The Farmer’s Bane, the Peasant’s Curse” y “Poaching Extraordinary” — todos en The League, 13 de julio de 1844, y todos reimpresos del Brighton Herald. Ver el estudio reciente de P. B. Munsche, Gentlemen and Poachers: The English Game Laws, 1671-1831 (Cambridge: Cambridge University Press, 1981) así como “Rural Crime — The Game Laws”, The League, 8 de junio de 1844; “Effects of the Game Laws”, The League, 24 de agosto de 1844, reimpreso del Leeds Mercury; “What Make (sic] Poachers”, The League, 31 de agosto de 1844 y “Anti Game-Law Meeting”, The League, 27 de junio de 1846.
[44] “Game”, The League, 13 de julio de 1844, reimpreso del Brighton Herald. Ver también “Game-Law Oppression. The Modern Forest Laws”, The League, 2 de noviembre de 1844. El libro de Harriet Martineau, Forest and Game Law Tales, 3 vols. (Londres: Moxon, 1845), destacaba el mismo tema. Ver “Review”, The League, 17 de enero de 1846.
[45] “Rural Crime — The Game Laws”, The League, 8 de junio de 1844; “Effect of the Game Laws”, The League, 24 de agosto de 1844; “Game and Crime”, The League, 30 de marzo de 1844 y numerosos artículos bajo el título “The Game Laws”, en The League, 11 de enero de 1845.
[46] “The Repeal of the Corn Laws a Religious Question”, ACLC, 26 de noviembre de 1839, reimpreso de The Patriot. La propia liga parece haber tratado de usar el argumento moral para conseguir un mayor apoyo del clero anglicano o al menos demostrar su indiferencia ante el sufrimiento, cuando publicó una reseña de un libro que detallaba las condiciones de los trabajadores pobres y que se dirigía concretamente a los clérigos anglicanos. Ver “Review”, ACLC, 1 de octubre de 1841. El libro reseñado era An Address to the Clergy of the Established Church Showing the Tendency of Starvation to Engender Epidemic Disease, de “Un medico”, y publicado en Londres por Roulston and Hughes en 1841.
[47] Thomas Spencer, Religion & Politics: Or, Ought Religious Men to Be Political? (Londres: Green, 1843), passim. Spencer, que sería conocido como el cura de la Liga contra las Leyes del Grano, escribió un panfleto en 1840 pensado para apelar a sus correligionarios. The Prayerbook Opposed to the Corn Laws: Or, Who Are the Nonconformists? usaba el catecismo de la iglesia y las escrituras para explicar que las leyes del grano eran contrarias a la predicación de Jesús de que cada hombre debía tener su pan de cada día. La liga prestó atención considerable al panfleto, publicando partes de este en la Anti-Corn-Law Circular y Spencer aparentemente recibió miles de copias enviadas a la liga durante el verano de ese año. Dos años después, la liga publicaba una carta a los granjeros que citaba las enseñanzas de Thomas Cranmer, en la que decía que el mártir anglicano había afirmados que los precios excesivos del grano en su tiempo eran equivalentes al robo a los ojos de Dios. Así que la LCLG trató de conseguir el apoyo de los anglicanos, así como de los disidentes, aunque a menudo con poco éxito. Ver Thomas Spencer, The Prayer Book Opposed to the Corn Laws: Or, Who Are the Nonconformists? (Londres: Green, 1840), passim. Este panfleto fue extractado por la LCLG como “The Prayerbook Opposed to the Corn Laws; Or, Who are the Nonconformists?”, en ACLC, 21 de mayo de 1840. Ver Spencer a la Oficina de la LCLG (¿Wilson?) 25 de julio de 1840, ACLL-Correo, AD-MCRL.Ls referencias a Thomas Crammer aparec-ían como “An Address to Farmers, at Over, in Cheshire”, ABTC, 3 de noviembre de 1842. El discurso lo había realizado originalmente el Rev. Gilbert Elliott el 26 de octubre de 1842, cuando Prentice se reunió con una diputación de Northwich para planear una conferencia de granjeros.
[48] Dos números de la ABTC estuvieron dedicados íntegramente a esta conferencia: los del 12 y el 26 de agosto de 1841. Ver también el Report of the Conference of Ministers of All Denominations on the Corn Laws de la LCLG (Manchester: Gadsby, 1841).
[49] “Opinions of the Press Regarding the National Conference of Ministers at Manchester”, ABTC, 29 de julio de 1841. La acusación de conspiración apareció primero en el Blackburn Standard el 21 de julio y se había incluido en otros periódicos, incluyendo el Bolton Free Press. Ver “To the Editor of the Anti-Bread-Tax Circular”, ABTC, 29 de julio de 1841. Esta carta del Rev. J. W, Massie niega las acusaciones y destacan que el clero de la Iglesia de Inglaterra había sido invitado y que algunos de hecho pensaban acudir.
[50] “The Anti-Corn-Law Almanack”, ACLC, 19 de noviembre de 1840.
[51] “Corn Law Consistency — Our Clerical Opponents”, ABTC, 27 de diciembre de 1842. Cobden repetía la misma acusación en una reunión de la LCLG en Bradford, de la que se informaba en ‘”Provincial Meetings”, ABTC, 11 de enero de 1843.
[52] Ibíd.
[53] “The Corn Law the Cause of Revolution”, ACLC, 1 de octubre de 1839. El artículo se quejaba de que los opositores a la abolición en la Iglesia de Inglaterra “nos echan insolentemente en cara su hinchada configuración y hacen de la necesidad de conservarla en su pletórica condición uno de los argumentos principales para apoyar el robo a los pobres”.
[54] J.B. Smith a Sidney Smith, 3 de julio de 1839, J. B. Smith Papers, AD-MCRL. Smith advierte a su lector que no revele sus opiniones unitarias, escribiendo: “Sobre todo, no dejes que s vea de qué pie cojeas [el unitarismo], tal es la ignorancia y el prejuicio de la gente que el hecho de que un hombre sea sociniano basta para destruir el efecto de todo lo que dice sobre cualquier otro asunto”.
[55] “Sir Robert Peel”, ABTC, 15 de agosto de 1841.
[56] The Church and the League (Manchester: Gadsby, s.f.), pp. 1-8.
[57] “The Parsons and the Corn Laws”, ABTC, 29 de julio de 1841.
[58] Ibíd.
[59] McCord, Anti-Corn-Law League, pp. 15-17; ‘”A Voice from the Board of Trade”, ACLC, 26 de marzo de 1840; J. D. Hume, Evidence on Import Duties (Manchester: ACLL, s.f.). El periódico de la liga publicó una parábola de la Inglaterra de Bulwer y los ingleses que mostraba a la industria como un gran gigante maniatado por diezmos y saqueos. Ver “The Giant Industry in Fetters”, ACLC, 10 de septiembre de 1840. Ver también “Questions for the Times,” ACLL Circulars and Tickets, SSL-MCRL, y W. J. Fox, “The Political Influence of a Church Establishment”, en Lectures Addressed Mainly to the Working Classes 1845-49, 4 vols. (Londres: Charles Fox, 1845-1849), vol. I, pp. 285-299. Los miembros también se oponían a los diezmos como un impuesto a la tierra que no recaía justamente sobre los latifundistas. La LCLG reimprimió panfletos de J.D. Hume sobre este tema, incluyendo extractos de una serie de cartas de Hume en Evidence on Import Duties, en las que este era muy crítico con las leyes del grano, afirmando que actuaban como especie de desgravación de impuestos para latifundistas al trasladar la carga de los impuestos a la tierra de trabajadores y fabricantes, W.J. Fox tenía una opinión bastante similar.
[60] Joseph Brotherton fue uno de los primeros opositores a las tasas eclesiásticas y también lo fue Joseph Hume: en 1834, ambos apoyaron el plan de Lord Althorp para eliminar las tasas eclesiásticas y asignar el coste de mantener y reparar las propiedades de la iglesia en el impuesto sobre la tierra. Ver Brotherton a J.B. Smith, 21 de abril de 1834, J.B. Smith Papers, AD-MCRL. J.B. Smith destacaba su oposición a las tasas eclesiásticas cuando se presentó al Parlamento en Blackburn en 1837. Ver “Election Broadside of J.B. Smith”, 19 de julio de 1837, J.B. Smith Papers, AD-MCRL. El Rev. Thomas Spencer mencionaba las tasas eclesiásticas entre las leyes que deberían examinar los hombres religiosos a los que las preocupara el bienestar de la humanidad y oponerse a ellas, para lograr las reformas necesarias tanto en la iglesia como en el estado, Ver el panfleto de Spencer, Religion & Politics, pp. 14-16.
En una carta a los electores publicado en The League para las elecciones en la ciudad de Londres de 1843, el autor de la liga seguía el ejemplo del consejo y rechazaba la participación en la política general, pero reclamaba la atención de electores y lectores por igual ante el hecho de que el candidato de los monopolistas, Mr. Baring, apoyara la perpetuación de las tasas eclesiásticas y hubiera apoyado la propuesta de educación durante la temporada parlamentaria anterior. Ver “To the Electors of the City of London”, The League, 14 de octubre de 1843, y “Questions for the Times,” ACLL Circulars and Tickets, SSL-MCRL.
[61] John Bright, Address to the Inhabitants of Rochdale on the Late Church Rate Contests with some Remarks on an Address by the Vicar of Rochdale (Rochdale: James and Crosskill, 1840), p. iii y pp, 1-24 passim. Bright atacaba el mantenimiento de un sistema de culto por obligación y le enfurecía lo que consideraba una votación fraudulenta en Rochdale y la intimidación a los opositores a las tasas llevando tropas allí. El feroz panfleto de Bright acusaba a las tasas eclesiásticas en general y a la votación de Rochdale y la propuesta de tipos en particular y fue reimpreso numerosas veces. Bright se quejaba de que la iglesia oficial tuviera diez lugares de culto en Rochdale que habían sido proporcionados ya por los fondos del gobierno y que las cuarenta y cuatro capillas de los disidentes en la parroquia se habían construido mediante contribuciones privadas y se destinaban “al mantenimiento decente del Culto Divino, sin obligar a nadie, y mucho menos a los vecinos que nunca entraban en ellas”. Ver también William Robertson, Life and Times of the Rt. Hon. John Bright, M.P., 2 vols. (Londres: Cassell, 1877), vol. 1. pp. 98-110; Read, Cobden and Bright, pp. 90-92 y Robbins, Bright, pp. 25-27. En 1841, Mr. Easthope ofrecía una moción en la Cámara de los Comunes para derogar las tasas eclesiásticas y dar poder a los miembros de la Iglesia de Inglaterra para fijar ellos mismos bancos, asientos y reparaciones. Ver Annual Register, 1841, vol. 83, pp. 82-83.
[62] John Bright, Speeches on Questions of Public Policy, ed. J. E. T. Rogers (Londres: Macmillan, 1868), 16 de abril de 1845, p, 296. Ver también Trevelyan, Bright, pp. 160-62. Cobden, anglicano, estaba mucho más dispuesto que Bright y otros miembros de la liga a aceptar la postura de la iglesia oficial en la sociedad inglesa. Ver William Harbutt Dawson, Richard Cobden and Foreign Policy: A Critical Exposition With Special Reference to Our Day and Its Problems (Londres: Allen and Unwin, 1926), p. 72; Morley, Cobden, pp. 117-122, 486. Bright tendía a ver los privilegios, tanto religiosos como políticos, como parte de un solo sistema exclusivo mantenido por los aristócratas y la nobleza latifundista anglicanos. Ver Read, Cobden and Bright, pp. 90-91. También Ebenezer Elliott, the Corn Law Rhymer, el poeta de las leyes del grano, estaba a favor de la destitución de la Iglesia de Inglaterra. Ver Simon Maccoby, English Radicalism (Londres: Allen and Unwin, 1935), p. 181.
[63] Fox, “The Maynooth Grant”, en Lectures, vol. 1, p. 336.
[64] Fox, “The Political Influence of a Church Establishment”, en ibíd., pp. 285-299 y “The Political Influence of a Church Establishment, 2nd Lecture”, en ibíd., pp. 300-317.
[65] Edward Miall, The Nonconformists’s Sketch-book: A Series of Views of a State-Church and Its Attendant Evils (Londres: Aylott and Jones, 1845), passim; Arthur Miall, Life of Edward Miall, formerly Member of Parliament for Rochdale and Bradford (Londres: Macmillan, 1884), pp. 33-123. El libro de Miall era una recopilación de artículos escritos para The Nonconformist de 1841 a 1845, El objetivo declarado de la revista de Miall era la destitución de la Iglesia de Inglaterra. En el libro, Miall atacaba el argumento de que el gobierno debía proveer la formación religiosa de sus súbditos, argumentaba que una iglesia estatal era lo contrario al cristianismo y culpaba a la religión oficial de una amplia variedad de males sociales. Ver Dictionary of National Biography, vol. 13, pp. 324-326. Consultar el panfleto anónimo, The Church and the League, publicado por Gadsby, para una opinión similar.
[66] “Conservative Journal”, ACLC, 10 de diciembre de 1839. Ver también “’No Corn Laws’ versus ‘No Papery’”, ACLC, 5 de noviembre de 1840, reimpreso de The Examiner.
[67] Ibíd.
[68] “Proceedings of the Lecturers”, ACLC, 28 de mayo de 1839.
[69] Ibíd.
[70] “Review”, The League, 25 de noviembre de 1843. El libro reseñado era The English Universities, trad. F. W. Newman (Manchester: Sims and Dinham, 1843).
[71] “Unholy Alliance of the War Party and the Bread Taxers”, ACLC, 22 de octubre de 1840; ‘”Important Meetings at Warrington Union of Chartists With Other Reformers in Favour of Repeal”, ACLC, 3 de diciembre de 1840.
[72] Cobden a Sturge, 16 de octubre de 1852, Cobden Papers, British Museum Add. MSS. 43,653. En esta carta, Cobden reflexionaba acerca de los retratos de la milica utilizados por la LCLG en la década de 1840 y argumentaba que la aristocracia británica continuaba oponiéndose a un desarme general porque los hijos más jóvenes de la nobleza se beneficiaban del lugar y la posición en la comunidad militar. Ver también una carta del mismo al mismo del 6 de septiembre de 1846, Cobden Papers, British Museum Add. MSS. 43,655, y del mismo al mismo, 14 de septiembre de 1852, Cobden Papers, British Museum Add. MSS. 43,653.
[73] Cobden a Tait, 4 de junio de 1835, Cobden Papers, British Museum, Add. MSS. 43,664. Para una explicación de la opinión de Cobden de que las protestas eran la clave para reducir las aventuras militares fracasadas y el desgobierno aristocrático, así como la amenaza que Cobden pensaba que estos suponían para la democracia, ver Edward Hughes, “The Development of Cobden’s Economic Doctrines and His Methods of Propaganda: Some Unpublished Correspondence”, Bulletin of the John Rylands Library 22 (1938): 407-408.
[74] Del mismo al mismo, 14 de junio de 1836, Cobden Papers, British Museum Add. MSS. 43,665. Ver también Cobden a Place, 11 de mayo de 1838, Francis Place Papers, British Museum Add. MSS. 37,949; Cobden, England, Ireland, and America, pp. 3, 35-36; “National Honour”, The League, 10 de agosto de 1844. Las informaciones antes citadas sobre el discurso de Thomas Milner Gibson sobre el tema del interés propio de la aristocracia en la intervención exterior y la guerra en una reunión de la liga el 7 de agosto de 1844. Ver también Dawson, Cobden Foreign Policy, pp. 7-8, 249-257.
[75] W. J. Fox, “English Wars: Their Causes, Cost, and Consequences”, citado en Garnett, Fox, pp. 271-272. Ver también Trevelyan, Bright, p. 273.
[76] Ver pp. 214-216.
[77] “Weekly Meeting of the League”, ABTC, 27 de diciembre de 1842. El orador se identifica solo como Mr. Bayley: no está claro si era Henry, William o Chares Bayley, todos los cuales residían en Stalybridge y eran miembros del Comité General de Financiación de la Gran Liga.
[78] Ibíd.
[79] “The National Anti-Corn-Law League”, The League, 28 de octubre de 1843 y “Monopoly Viewed in Connexion with Despotism”, The League, 25 de noviembre de 1843.
[80] Ibíd.
[81] “Great Free Trade Demonstration in Liverpool Amphitheatre”, ABTC, 5 de septiembre de 1843.
[82] “To the Right Honourable The Earl of Harewood, President of the Yorkshire Society”, The League, 16 de marzo de 1844; “Review”, The League, 30 de marzo de 1844 y “The Anti-Corn-Law Conference”, ABTC, 14 de julio de 1842. Para una explicación de la primacía de la libertad en todas las cosas en las ideas de P.A. Taylor, ver J. Morrison Davidson, Eminent Radicals In and Out of Parliament (Londres: Stewart, 1880), pp. 29-38. Para una explicación de la creencia de Cobden en la libertad individual, los mercados libres, la libertad de opinión y el librecambismo, ver Francis W. Hirst, Richard Cobden and John Morley (Swindon: Swindon Press, 1941), pp. 36-37. Para una afirmación de los orígenes cristianos de las opiniones de Joseph Sturge sobre la libertad, ver Stephen Hobshouse, Joseph Sturge: His Life and Work (Londres: Dent, 1919), pp. 51-56. Ver también el interesante tratado contemporáneo de John Francis Bray, Labour’s Wrongs and Labour’s Remedy: Or, The Age of Might and the Age of Right (Leeds: David Green, 1839), esp. pp. 12-18.