Desde hace varias generaciones, una de las críticas más fuertes al capitalismo se resume en caracterizar despectivamente a la clase obrera bajo el libre mercado como «libre para morirse de hambre».
Por ejemplo, este artículo del Socialist Worker de 2017 describía la crítica de Marx al capitalismo como un sistema en el que «los trabajadores son libres en un “doble sentido”—libres para trabajar o libres para morir de hambre».
En otras palabras, los trabajadores no tienen otra opción que vender su mano de obra a los dueños del capital para asegurar su propia supervivencia.
Los socialistas se unen a esta crítica como si fuera una característica única de un sistema económico capitalista que la gente se viera obligada a trabajar para evitar el hambre.
Pero no es el capitalismo el que necesita que los humanos trabajen para evitar su desaparición, sino la naturaleza misma.
En un estado de naturaleza, incluso en una isla desierta, el hombre debe comprometerse en un comportamiento productivo (trabajo) para obtener alimentos para su supervivencia. La comida no cae sin esfuerzo en su boca.
Para cultivar verduras, debe esforzarse en la agricultura. Para comer carne, debe esforzarse en la caza. Para otros alimentos, tal vez trepar a los árboles para recoger la fruta de las ramas.
Lo que nos lleva a la cuestión de cómo uno elige trabajar para obtener los recursos necesarios para alimentarse.
Según Socialist Worker, realmente no hay ninguna opción. «El apitalismo depende de un grupo de personas que poseen los medios de producción —fábricas, oficinas, maquinaria, materias primas, etc.— y otro grupo mucho más grande que no posee ninguno de estos, y debe ir a trabajar para que el grupo más pequeño sobreviva».
Además, los socialistas insistirán en que los propietarios de los medios de producción no crean ningún valor y utilizan su poder sobre los trabajadores para explotarlos con fines lucrativos.
Este es un falso dilema, sin embargo, porque el «grupo» que posee los medios de producción no está grabado en piedra. Los individuos son libres de adquirir bienes de capital para producir productos que les generen ingresos.
La verdadera pregunta, entonces, es: ¿por qué tantos eligen trabajar por salarios para los dueños capitalistas de los medios de producción? ¿A qué fines sirven realmente los capitalistas?
Empecemos con el ejemplo de «Smith». Smith no tiene trabajo y no posee medios de producción. Para alimentarse a sí mismo y a su familia, sólo tiene sus propias manos para producir bienes que le permitan sobrevivir. Obviamente, la productividad de Smith será cercana a cero. En el mejor de los casos, puede ser capaz de cultivar algunas verduras y capturar algunos animales pequeños para alimentar a su familia. O hace pequeñas artesanías con sus manos utilizando los recursos que encuentra en la naturaleza para vender con fines de lucro. Si la familia Smith sobrevive, lo único que pueden esperar es un nivel mínimo de subsistencia.
Para ser más productivo y garantizar su supervivencia y la de su familia, Smith necesita obviamente acceso a bienes de capital para aumentar su productividad.
Ahora Smith se enfrenta a una elección: adquirir bienes de capital para utilizarlos en la producción de bienes para la venta, o ir a trabajar para un capitalista que proporciona medios de producción con los que Smith puede combinar su trabajo a cambio de un salario.
Hay tres beneficios principales que el capitalista proporciona que llevan a Smith, y a la mayoría de la gente, a encontrar más beneficioso trabajar para un capitalista.
- Los bienes de capital proporcionados por el capitalista hacen que el trabajador sea mucho más productivo de lo que hubiera sido por sí solo. La mayoría de los individuos tienen recursos limitados y podrían obtener relativamente menos bienes de capital, o de otra manera menos productivos, de los que el capitalista puede proporcionar. Una mayor productividad se traducirá en salarios más altos para el trabajador en comparación con los ingresos que podría haber generado produciendo y vendiendo bienes por su cuenta.
- Trabajar en una empresa para un capitalista permite al trabajador ganarse la vida inmediatamente. En lugar de tener que esperar a que se complete el proceso de producción y la venta de los productos terminados para obtener sus ingresos, ir a trabajar para un capitalista le permite al trabajador obtener ingresos de inmediato. Los salarios de los trabajadores son un adelanto de facto sobre los ingresos que aportan los productos terminados; un adelanto que no le permitía al individuo producir él mismo con bienes de capital.
- El capitalista corre el riesgo de sufrir pérdidas potenciales. El apetito por el riesgo es limitado. La mayoría de las personas no están dispuestas a arriesgarse a perder sus propios fondos (o los fondos prestados que tendrán que devolver) en caso de que sus bienes producidos no sean valorados por los consumidores a un precio superior a los costes de producción.
En resumen, el sistema de pago de salarios permite a los trabajadores ganar más ingresos de los que obtendrían individualmente, recibir un pago por adelantado de los productos terminados que se venden, y exportar el riesgo de pérdida de inversión al capitalista.
No sólo la crítica de la «libertad de morir de hambre» está fuera de lugar porque el requisito de trabajar para mantener la propia vida es culpa de la naturaleza, no del capitalismo, sino que el capitalista proporciona valiosos servicios que hacen que los trabajadores estén mejor de lo que estarían de otra manera.