La crítica de la escuela austriaca al socialismo

0

La llamada “Escuela Austriaca” es una de las ramas mas importantes del pensamiento económico y social europeo de nuestro tiempo. Su fundador fue Carl Menger (1840-1921) quien, junto a Jevons y Walras, formuló la teoría de la utilidad marginal del valor o teoría subjetiva del valor económico de los bienes, que marcó un corte con la “escuela clásica” de Adam Smith, Ricardo y otros, y el comienzo de la “escuela neoclásica”. Dentro de la tradición neoclásica, Menger y sus discípulos directos e indirectos hasta hoy (Von Wieser, Boehm- Bawerk, Von Mises, Hayek, Schumpeter, Hazlitt, Kirzner, Sowell entre otros) se han caracterizado por hacer un amplio uso de la teoría de la utilidad marginal y por subrayar las diferencias metodológicas que existen entre las ciencias naturales y las humanas como la economía. Por este motivo han sido mas bien reacios, en general, a darles mayor importancia a modelos matemáticos teóricos, cuya utilidad política y económica-social les pareció siempre dudosa. En el campo metodólogico su desconfianza en la capacidad de generar predicciones económicas cuantificables y susceptibles de exacta verificación empírica, les valió la oposición del positivismo. Su interés por explorar y fundamentar las leyes de la economía en peculiaridades del hombre como ser social, les llevó a incursionar en la filosofía, la historia, el derecho y la psicología. Sin embargo, su defensa del carácter universal de las leyes económicas les hizo oponerse tempranamente a la escuela histórica alemana transida de historicismo, y a la cual estos austríacos consideraron incapaz de explicar los procesos económicos.

Viena fue hasta la Segunda Guerra un semillero de ideas y movimientos intelectuales y artísticos: la filosofía de Wittgenstein; el psicoanálisis de Freud; la música dodecafónica de Schoenberg; la teoría matemática de los juegos de Morgestern; el positivismo de Carnap y Neurath; la obra literaria de Musil; la filosofía de la ciencia de Karl Popper; el expresionismo de Munch; el marxismo de Otto Bauer son algunos de los ejemplos que pueden indicarse. La escuela de Menger y Boehm-Bawerk se nutre de este medio.

La perspectiva adoptada y el ambiente intelectual en que se desarrolló hicieron inevitables la confrontación con el pensamiento de Karl Marx y con las sucesivas transformaciones del socialismo posterior. El documento que se presenta a continuación recoge tres fases de esta argumentación contra el socialismo. La primera, se debe a Eugen von Boehm-Bawerk (1851- 1914) discípulo de Carl Menger y que fuera profesor de política económica de la Universidad de Viena y tres veces Ministro de Hacienda de Austria. Su obra más importante Capital e Interés fue publicada en tres volúmenes que aparecieron en 1884, 1889 y 1902. Los escritos seleccionados son un extracto de su ensayo “Una contradicción no resuelta en el sistema económico marxista” publicado originalmente en 1896. En ellos Boehm- Bawerk resume y da por finalizada su refutación de la teoría económica de Marx, cuyos puntos fundamentales ya había planteado en Capital e Interés antes de que Engels diera a conocer los dos volúmenes siguientes de El Capital. En efecto, Marx publicó sólo el primer volumen de El Capital y en él dejó planteada una aparente contradicción entre la experiencia y su doctrina. Esta —que sostenía una teoría del valor del trabajo al estilo de los autores clásicos— implicaba que en las diferentes áreas de la producción debían generarse niveles disímiles de rentabilidad, correspondientes a los diversos modos de incorporación del factor trabajo (el productor de valor) en los distintos sectores de la economía. Sin embargo, Marx sabía que en un régimen capitalista de libre mercado hay una tendencia a que se iguale la rentabilidad en las distintas áreas de la economía.

La explicación de este fenómeno fue pospuesta. Una multitud de autores intentaron solucionar la dificultad mientras se aguardaba con ansiedad la publicación de los volúmenes siguientes. Boehm-Bawerk estuvo entre aquellos que vaticinaron que la solución era imposible: había que abandonar la teoría del valor objetivo del trabajo que Marx sustentaba. Con ello, caía su formulación de la explotación y alienación económica que, según Marx, es enmascarada a través de mecanismos “superestructurales”: la religión, la moral, la cultura, el derecho, etc.

El segundo volumen de El Capital de Karl Marx salió en 1885, pero sin la esperada solución. Cuando Engels dio por terminada la edición de los manuscritos del tercer volumen sostuvo que en los 27 años transcurridos nadie había dado con la respuesta correcta que ahora se publicaba. La explicación de Marx resultó desconcertante incluso para muchos marxistas y socialistas. Werner Sombart, por ejemplo, intentó pronto una reinterpretación de la solución propuesta por Marx, quien terminaba diciendo, en buenas cuentas, que el valor del trabajo acumulado de un bien “se transformaba” en su precio de mercado (o “precio de producción” en la jerga de Marx). Lo desconcertante era que en tal formulación la introducción de la hipótesis según la cual el valor de un bien es generado por el trabajo perdía toda utilidad y se hacía innecesaria y prescindible. Boehm-Bawerk sostendría, entonces, en el ensayo que aquí se publica, que esto equivalía a abandonar la teoría del valor que fundaba la teoría de la explotación de El Capital. El análisis crítico minucioso de Boehm-Bawerk ha tenido indudable influencia. Una parte importante del pensamiento socialista de hecho abandonó la teoría del valor de Marx.

Aquí se publica una selección que recoge una parte de la introducción del ensayo de Boehm-Bawerk; la parte final del capítulo tercero y el capítulo cuarto completo. Se han excluido los dos primeros capítulos y gran parte del tercero porque examinan en forma quizás demasiado detallista para quien no desea hacer un estudio a fondo de Marx, los diferentes argumentos y contraargumentos de El Capital. Las partes seleccionadas, en tal sentido, representan las conclusiones de Boehm-Bawerk. Su interés va más allá de una mera refutación de Marx. Lo más importante de este texto es que, por la vía de Marx, se hacen patentes las enormes dificultades que implica la tarea de querer abandonar la teoría de la utilidad marginal y, con ello, la teoría neoclásica en un sentido amplio.

La traducción que se presenta se basa en la versión en inglés publicada bajo el nombre “Unresolved Contradiction in the Marxian Economic System” en Shorter Classics of Eugen von Boehm-Bawerk, volumen 1, South Holland, Illinois, U.S.A.: Libertarian Press, 1962.

En la generación siguiente un discípulo de Boehm- Bawerk, Ludwig von Mise, (1881-1973) publicó un libro en 1922 que posteriormente sería llamado El Socialismo. Se trataba de un análisis económico, sociológico y ético-filosófico de las distintas formas de organización social propiciadas por el socialismo, desde el sistema de planificación central hasta (en las últimas versiones de esta obra) del socialismo descentralizado pasando por el nacionalsocialismo, el socialismo cristiano, el sindicalismo, el sistema de empresas de trabajadores, etc. De paso examinaba temas vinculados tales como las clases sociales y sus intereses, la concentración de la riqueza, los monopolios, la concepción materialista de la historia, la redistribución de ingresos y otros.

El nervio de la argumentación de von Mises consiste en mostrar cómo el hecho de que en un sistema socialista no se transen los medios de producción en un mercado libre hace imposible hacer un cálculo económico relativamente exacto que permita definir pérdidas y utilidades. Ello significa que el socialismo carece de un marco de organización social —con el correspondiente sistema de incentivos- capaz de orientar los recursos hacia donde más se los demanda. La voluntad de la población pierde así la posibilidad de determinar, en cuanto consumidora, el destino de las fuerzas productivas. Según von Mises, quienes dirigen la economía socialista planificada adquieren entonces el privilegio de imponerle sus valores y preferencias a una población sin vías de expresión, y aún ellos operarán forzosamente con gran incertidumbre por la falta de un sistema de precios que transmita la información económica.

Von Mises llevó la discusión sobre el socialismo a otra fase. La respuesta de autores como Fred Taylor, Oskar Lange y otros procuró demostrar que era posible construir un equivalente del sistema de precios capitalista, pero sin propiedad privada de los medios de producción, y capaz de reproducir —con ventaja— la soberanía del consumidor característica de dicho sistema. En sus ensayos publicados en 1936 y 1937 Oskar Lange elogiaría a von Mises por “su poderoso desafío” en virtud del cual los socialistas, en su concepto, “reconocieron la importancia de un sistema adecuado de contabilidad económica para guiar la asignación de recursos en una economía socialista”.

Von Mises replicó sosteniendo que era ingenuo pensar que se podría reproducir el sistema de precios con burócratas estatales que actuarían “como si” fuesen empresarios, pero que se moverían en un sistema en el cual nadie arriesgaría capitales propios.

La importancia fundamental de la argumentación de von Mises consiste en que logró restablecer un diálogo coherente con los economistas socialistas sobre la base de la aceptación de los postulados básicos de la teoría neoclásica. Ahora el debate se centraría en problemas tales como la distribución de ingresos, el rol anticíclico del Estado, la competencia perfecta e imperfecta, en fin, la mayor o menor distancia entre teoría y realidad en ambos sistemas capitalista y socialista, y todo ello expresado en un lenguaje común, vale decir, en el entendido de que las mismas leyes económicas se aplican a ambos sistemas. Quien está familiarizado con el estilo de análisis de Marx y lo compara con el de los socialistas, que algo menos de cien años más tarde se hacen cargo de las críticas de von Mises, puede aquilatar la fuerza que tienen las razones.

Lo que aquí se publica es una selección del libro Socialism, Capítulos VI y VII en donde se encuentra buena parte del argumento de von Mises sobre el cálculo económico bajo el socialismo.

Un discípulo de Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, retomó el hilo de esta discusión al enfatizar que un sistema de precios es esencialmente un vehículo de transmisión de información y conocimientos que se encuentran dispersos en la población. El cumplimiento de este rol cognoscitivo supondrá para Hayek propiedad privada y libre mercado. Porque aun en el socialismo descentralizado la iniciativa privada para experimentar y finalmente descubrir los procedimientos más baratos para servir a los consumidores estará obstaculizada por la necesidad de convencer a las autoridades que se transformarán, entonces, en empresarios por cuenta ajena.

En su argumentación Hayek insistirá, por una parte, en la inaplicabilidad de los modelos teóricos del socialismo descentralizado y, por otra, en las dañinas consecuencias políticas, sociales, morales y culturales de las tareas coercitivas que, aun en dichos modelos teóricos, conservaría inevitablemente el Estado. En uno de sus libros más conocidos, El Camino de la Servidumbre (1944), Hayek argumentaría que el sistema de planificación central es esencialmente antiliberal y antidemocrático por cuanto supone la entrega del control de los medios que son necesarios para todos nuestros objetivos a un grupo de planificadores cuyos valores y preferencias son impuestos, entonces, a la sociedad. Lord Keynes diría: “moral y filosóficamente concuerdo virtualmente con todo este libro; y no sólo estoy de acuerdo con él, sino que en un acuerdo que me conmueve profundamente”. Joseph Schumpeter, A. C. Pigou y George Orwell, entre otros, declararon su admiración y concordancia con estos planteamientos de Hayek. (…)