¿Los robots reemplazarán a los trabajadores humanos? Esperemos que así sea

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En los últimos doscientos años, la tecnología ha transformado el entorno humano más que en los mil años anteriores. Hasta 1840, más del 70 por ciento de la fuerza laboral estadounidense estaba empleada en la agricultura, ahora es menos del 2 por ciento. La mano de obra liberada encontró empleo primero en el sector manufacturero y luego en el de servicios. Ahora, con la robotización, la velocidad de sustitución de la mano de obra a través de las máquinas se acelerará y la inteligencia artificial sustituirá cada vez más a la mano de obra en el sector de los servicios.

Ni siquiera los trabajos sofisticados ofrecerán seguridad en el empleo. Un título universitario ya no es el billete de entrada a los altos ingresos. Sin embargo, las nuevas tecnologías también contienen la solución al problema. Mientras que el progreso tecnológico destruye las ocupaciones, las innovaciones hacen que la economía sea más productiva. La riqueza, correctamente entendida, es la productividad. El aumento de la productividad significa que se necesita menos mano de obra para producir la misma cantidad de bienes. Cuanto mayor sea el aumento de la productividad, más ricos seremos.

La tendencia actual del stock de robótica indica el crecimiento futuro de la riqueza (Figura 1).

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Figura 1. Stock mundial de robótica en miles de unidades. Fuente: International Federation of Robotics (IFR) 2018

La verdadera amenaza

El problema al que nos enfrentamos no es la amenaza del desempleo. El verdadero problema es que puede surgir una resistencia social contra la pérdida de ciertos puestos de trabajo y puede prevalecer una mentalidad anticapitalista que obstaculice el progreso económico.

Pero en una sociedad libre, la robotización no es una amenaza sino una bendición. Un futuro mejor no sólo requiere la continuación de la robotización, sino también un movimiento paralelo hacia el capitalismo libre.

En las sociedades que se enfrentan a una proporción cada vez mayor de personas mayores, la robotización generalizada es la salida al dilema de las pensiones públicas. Para las economías emergentes, la robotización es la forma de superar la pobreza más rápidamente. Para la humanidad en su conjunto, la robotización de la economía allana el camino para llevar vidas menos gravosas y alcanzar un alto nivel de vida (Figura 2).

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Figura 2. Número de robots industriales instalados por cada 10.000 empleados en la industria manufacturera en 2017. Fuente: International Federation of Robotics (IFR) 2018

Los empleos son sólo más trabajo duro, y no son la clave para un futuro mejor. Una mayor productividad es la clave. La robotización proporciona la misma liberación del trabajo tedioso que la mecanización que ha hecho para el trabajo pesado en las granjas y en las fábricas. Al mismo tiempo, la robotización (como con todas las formas anteriores de mecanización) reducirá aún más el costo de las necesidades básicas como alimentos, ropa y vivienda. Nuestra prosperidad actual es el resultado del uso de máquinas que vinieron con el capitalismo (ver Figura 3).

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Figura 3. Producto interno bruto per cápita (dólares internacionales a precios de 2011). Fuente: Our World in Data

Reducir la necesidad percibida de un Estado

El gran beneficio que las nuevas herramientas tecnológicas ofrecen potencialmente no es sólo para librarnos del trabajo duro y desagradable, sino también de la política. Al reducir en gran medida el costo de los bienes y servicios básicos, las nuevas tecnologías pueden hacer obsoleto el aparato político y permitir la privatización de las funciones del Estado, de la administración pública y del sistema judicial. En un mundo con una producción altamente automatizada, y sin un Estado en el sentido convencional, el costo de la vida sería sólo una fracción de lo que es hoy en día, y las contribuciones obligatorias tomarían sólo una parte insignificante de los ingresos; con la disolución del aparato estatal, una carga financiera colosal caería de los hombros del hombre común. El capitalismo libre, junto con la drástica reducción del Estado y la abolición de la política, eliminaría las cargas financieras que afligen al ciudadano moderno.

Un orden anarcocapitalista abriría el camino para que las nuevas tecnologías acaben con la avalancha de políticas y regulaciones públicas y eliminen así el sistema actual, tan ineficiente, corrupto, injusto y, en su esencia, también antidemocrático. Ninguna intervención estatal en la vida económica conducirá a la prosperidad. El camino hacia la riqueza es la retirada del Estado y el fin de la política.

La robotización contra la socialdemocracia

En una economía libre, la productividad aumentaría tanto que el poder adquisitivo de los salarios eliminaría las preocupaciones sobre la seguridad laboral y el pago de las necesidades básicas.1 Esta visión de un orden anarcocapitalista con una economía altamente productiva y una sociedad sin Estado contrasta fuertemente con el sistema contemporáneo socialdemócrata y «liberal» de gobernanza, que marcha hacia un mayor gasto público, más deuda pública y más regulación, una productividad más baja y un menor poder adquisitivo.

El funcionamiento interno del sistema socialdemócrata actual conduce a un aumento de los impuestos y de las contribuciones. La deuda pública sigue aumentando. El punto final del sistema actual de democracia partidista, bienestar social y capitalismo de estado no es la estabilidad, la riqueza y la libertad, sino la bancarrota, la miseria y la supresión del estado.

La agenda política dominante en la mayoría de las democracias modernas afirma que el gobierno podría prevenir y curar el desempleo, las crisis económicas, las recesiones, las depresiones, la inflación, la deflación y la desigualdad, y que el Estado podría proporcionar educación, atención médica y seguridad social para todos. Las promesas de aumento de los ingresos y del empleo dominan las campañas políticas.

Las políticas tradicionales no han funcionado, y lo harán aún menos en el nuevo milenio. La respuesta al desafío no es más de lo viejo.

Para evitar un nuevo totalitarismo, la respuesta es más capitalismo libre y menos política. Tal orden libertario acabaría con la política partidista a través de un sistema llamado «demarquía» o «insaculación», que tiene el cuerpo legislativo seleccionado por sorteo. Un sistema político libre de políticas partidistas, junto con un orden monetario basado en el mercado y la provisión privada de ley y seguridad, minimizaría y finalmente aboliría al Estado como organización monopolística de dominación.


Fuente.

1.El capitalismo libre no sólo garantiza el aumento de los ingresos, sino que también es el medio para controlar la tiranía que, después de todo, puede ser incluso más importante que el progreso material.

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