Wilhelm Roepke, QEPD

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[De los artículos donados al Instituto Mises por Bettina Bien Greaves. Apareció en National Review XVIII, no. 10 (8 de marzo de 1966): 200]

Wilhelm Roepke perteneció a la generación de alemanes que creció en la época de la Primera Guerra Mundial y a la fantástica inflación de los años siguientes. Estudió en las universidades del Reich alemán, la mayoría de cuyos profesores de ciencias sociales y de humanidades en aquellos días propagaban con entusiasmo las ideas que unos años más tarde Hitler popularizó en Mein Kampf. Fue el gran anciano de la economía universitaria alemana, Werner Sombart, profesor de la Universidad de Berlín, quien en su último libro proclamó que el Führer recibe sus órdenes directamente de Dios, el Führer del Universo, y que Führertum significa una revelación permanente.

En un entorno así, el joven Wilhelm Roepke conservó su perspicacia crítica. Notó la falacidad de las doctrinas de sus maestros y leyó cuidadosamente los libros que condenaban. Y tuvo el valor de promulgar sus propias ideas, aunque sabía muy bien a qué consecuencias tendría que enfrentarse. Fue uno de los primeros profesores que los nazis despidieron. Con su simpática esposa y sus hijos se exilió. Durante algunos años enseñó en la Universidad de Estambul. Luego Rappard y Mantoux lo seleccionaron como profesor de relaciones económicas internacionales en el Instituto Universitario de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Aquí permaneció hasta su muerte prematura. Cientos de antiguos discípulos de todas partes del mundo, muchos de ellos hoy eminentes estadistas o eruditos, lloran su prematura desaparición.

En una serie de libros brillantemente escritos, todos ellos también disponibles en ediciones americanas, Roepke expuso sus teorías económicas y políticas. Estas publicaciones desarrollaron los principios que guiaron a Ludwig Erhard y a sus colaboradores, entre ellos Alfred Müller-Armack, en sus esfuerzos por construir una nueva economía alemana a partir de los escombros dejados por los nazis. La mayor parte de lo que es razonable y beneficioso en la actual política monetaria y comercial alemana es atribuible a la influencia de Roepke. Él —y el difunto Walter Eucken— son considerados, con razón, los autores intelectuales de la resurrección económica de Alemania.

Este número de National Review publica una contribución de Roepke [«Keynes Revisited»], probablemente el último artículo que escribió. Aborda los problemas económicos y políticos más urgentes de la actualidad: el caos monetario internacional. Uno puede estar en desacuerdo con algunos de los argumentos presentados en él y con algunas de sus conclusiones menores. Pero el contenido principal del análisis de Roepke y de su crítica de las políticas de los gobiernos, especialmente del Gobierno estadounidense, está a salvo de cualquier intento de refutación.

Mientras que casi todos los que los gobiernos y las camarillas políticas dominantes consideran expertos tratan de desviar la atención de la fuente real del mal, Roepke señala aquí claramente que se trata de la inflación, es decir, la inflación diseñada intencionalmente por los gobiernos y tímidamente calificada de gasto deficitario o expansionismo. El actual reclamo de una mayor «liquidez internacional» y las diversas sugerencias para la creación de algunas nuevas «monedas de reserva» no son otra cosa que planes para una continuación acelerada de estos viciosos métodos de las finanzas públicas. Lo que la actual administración norteamericana está haciendo bajo la engañosa etiqueta de «lucha contra la inflación» es, de hecho, una réplica de lo que no hace mucho se llamaba en Europa «inflación reprimida», un intento desesperado de luchar no contra la inflación, sino contra sus efectos inevitables, el aumento de todos los precios y las tasas salariales. Fue esta política la que adoptaron los nazis y la que dio lugar a su sistema de control gubernamental completo de las empresas y, en consecuencia, de la vida de las personas.

Así, al final de su vida y de su carrera científica, Roepke aprovechó una vez más la oportunidad para declarar abiertamente los principios de una política económica sólida que había defendido consistentemente durante más de cuatro décadas.

Los estudiantes de la evolución del pensamiento económico darán algún día un relato detallado de la contribución del profesor Roepke al conocimiento científico. Aquellos que tuvieron el privilegio de estudiar con él siempre recordarán lo que le deben a este eminente maestro. Sus amigos y colegas nunca olvidarán lo que su amistad les ha dado. Pero los futuros historiadores de nuestra época tendrán que decir que no sólo fue un gran erudito, un maestro de éxito y un amigo fiel, sino ante todo un hombre intrépido que nunca tuvo miedo de profesar lo que consideraba verdadero y correcto. En medio de la decadencia moral e intelectual, fue un presagio inflexible del retorno a la razón, la honestidad y la buena práctica política.


Fuente.

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