Se ha creído amplia y vívidamente, pero sin embargo se ha creído erróneamente que el socialismo es el sistema adecuado para mejorar el nivel de vida de los africanos. Peor aún, se ha afirmado erróneamente que el socialismo es compatible con la cultura africana porque la cultura africana es fundamentalmente una cultura colectivista. Sin embargo, un hecho sigue siendo indiscutible: el socialismo ha fracasado dondequiera que se haya intentado, y los países africanos que han experimentado con el socialismo no han sido eximidos de su fracaso.
El hecho innegable es que África tiene el nivel de vida más bajo de todos los continentes después de la Antártida. La razón por la que el nivel de vida de la mayoría de los países africanos es tan bajo en comparación con el resto del mundo, es porque el socialismo ha empobrecido al continente africano. Al comienzo de la era postcolonial en la década de los sesenta, muchos países africanos —como Tanzania, Angola, Mali, Etiopía, Ghana, Mozambique, Egipto, Senegal, Guinea, Congo y muchos más— han adoptado el socialismo como su sistema económico y político. Estos países que han abrazado el socialismo empeoraron significativamente en la década de los ochenta. Por ejemplo, Tanzania fue una de las economías de rápido crecimiento en África Oriental hasta que Julius Nyerere implementó el «Ujamaa», que significa socialismo y hermandad en lengua swahili. Antes de la implementación del Ujamaa, Tanzania tenía un PIB similar al de Corea del Sur. Posteriormente a la implementación de Ujamaa, el crecimiento económico se estancó, como era de esperar. La política de colectivización empobreció al pueblo tanzano. La producción de alimentos cayó, y la economía del país sufrió… Este descenso de la productividad ha convertido a Tanzania en uno de los países más pobres del continente. En Ghana, bajo el gobierno de Kwame Nkrumah, uno de los principales líderes políticos africanos de la era postcolonial, el socialismo también fue implementado como el sistema económico del país. El socialismo, como política interna en el plan de desarrollo de siete años de Nkrumah, debía perseguirse hacia «una completa apropiación de la economía por parte del Estado». Se impuso una desconcertante lista de controles y regulaciones legislativas sobre las importaciones, las transferencias de capital, la industria, los salarios mínimos, los derechos y poderes de los sindicatos, los precios, las rentas y los tipos de interés. El gobierno de Nkrumah se llevó las empresas privadas y las nacionalizó. El resultado tampoco ha sido sorprendente. Los recursos fueron mal administrados, la inflación aumentó y se produjo un estancamiento económico en Ghana. Zimbabwe también ha sufrido los mitos del socialismo africano bajo el gobierno de Mugabe. Mugabe colectivizó los medios de producción a finales de la década de los ochenta, cuando se convirtió en el hombre fuerte de Zimbabwe. La corrupción desenfrenada, los enormes déficits presupuestarios y la mala gestión de los recursos han arrastrado la economía, la hiperinflación, el 60 por ciento de desempleo y una desesperada escasez de divisas fuertes. Estos ejemplos demuestran claramente cómo el socialismo había estancado completamente las economías de estos países hasta que se restableció una vez más la economía de mercado.
Pero la pregunta sigue siendo por qué los africanos creyeron profundamente en el socialismo y lo abrazaron en la década de los sesenta. En África, el socialismo fue presentado como una ideología anticolonial y antiimperialista, mientras que el capitalismo fue percibido como la ideología del opresor, del colonizador y de la ganancia. Los africanos creen firmemente en el socialismo porque piensan que el socialismo es compatible con la cultura africana, ya que la cultura africana es una cultura colectivista. La cultura africana valora más al grupo que al individuo. Valora el concepto de compartir, la solidaridad y el altruismo. Por supuesto, todas estas virtudes morales son bien intencionadas, pero no desempeñan un papel sustancial en la mejora del nivel de vida de las personas. Lo que mejora el nivel de vida de las personas es la capacidad de conservar la propiedad privada, de intercambiar voluntariamente entre sí lo que poseemos para crear capital. Algunos países africanos en la era postcolonial resistieron la tentación socialista, especialmente países como Costa de Marfil, Kenia y Sudáfrica.
Por ejemplo, en las dácadas de los sesenta y setenta, Costa de Marfil era el país más avanzado económicamente del África occidental. Mientras sus vecinos abrazaban el socialismo, Costa de Marfil optó por una economía de mercado. A pesar de tener un régimen político autoritario, como todos los países africanos durante ese tiempo, el pueblo de Costa de Marfil es, sin embargo, económicamente libre. Tenían la libertad de crear negocios y de expandir la propiedad privada. Entre 1960 y 1979, el PIB de Côte d’Ivoire creció a un ritmo del 8,1% anual, lo que significa que, en términos reales, aumentó de 595 dólares a 1.114 dólares por habitante. La expansión económica de Costa de Marfil durante ese período se llamó «El milagro de Costa de Marfil» porque el país estaba exportando productos agrícolas a los países vecinos han tenido una escasez de producción de alimentos debido a sus políticas socialistas. El Milagro de Costa de Marfil convirtió a este país en la nación más próspera de África Occidental entre 1960 y 1980.
Lo que los africanos no han comprendido sobre el capitalismo y el libre mercado es que no es un sistema intrínseco a la cultura occidental. Es un sistema intrínseco a la naturaleza humana, independientemente de la raza, etnia o cultura local. El socialismo ha fracasado en África como lo ha hecho en Europa del Este, India, China y Sudamérica. Incluso si África es culturalmente colectivista, es importante comprender que un grupo es una colectividad de individuos en la que cada individuo dentro del grupo es estimulado por la búsqueda de sus propios intereses. La búsqueda de los propios intereses es un factor intrínseco de la naturaleza humana que ninguna autoridad central puede cambiar independientemente del objetivo del bien común. A pesar de la naturaleza colectivista de la cultura africana, la cultura africana no está exenta de esa ley natural de la naturaleza humana. Coaccionar a la naturaleza humana para que haga algo que no está en armonía con la naturaleza del entendimiento humano, resultará en un fracaso. Por eso el socialismo, dondequiera que se pruebe, siempre fracasará.