Dejen a los niños trabajar

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El Washington Post publicó un hermoso foto montaje de niños en el trabajo de hace 100 años. Lo entiendo. No se supone que sea hermoso. Se supone que sea horrible. Estoy mirando a esos niños. Ellos están desaliñados, sucios, y cansados. Ninguna duda.

Pero también pienso en sus vidas interiores. Ellos están trabajando en el mundo adulto, rodeados de cosas geniales y nueva tecnología. Ellos están en las calles, en las fábricas, en las minas, con adultos y con sus pares, aprendiendo y haciendo. Ellos están siendo valuados por lo que hacen, lo cual podemos decir están siendo valuados como personas. Ellos están ganando dinero.

Cualquier otra cosa que te gustaría decir acerca de esto, es una vida excitante. Podes hablar acerca de los peligros de las minas de carbón o de vender diario en la calle. Pero no pretendamos que ese peligro es algo que todos los adolescentes quieran evitar. Si lo duda, diríjase al estadio para el partido de fútbol de la escuela secundaria en su comunidad local, o eche un vistazo a las payasadas del equipo de gimnasia o de lucha en el gimnasio.

Ello lo comparo con cualquier escena que se puede observar hoy día en las escuelas públicas locales, con 30 chicos sentados en sus pupitres aburridos, la creatividad y la imaginación sacadas de sus cabezas, prohibidos de ganar dinero y de proveer valor para otros, aprendiendo habilidades, y sabiendo muy bien que se supone que deben hacer esto hasta que tengan 22 años de edad, si es que tienen la menor posibilidad de tener éxito en la vida: pupitre tras pupitre, clase tras clase, conferencia tras conferencia, prueba tras prueba, un mundo confinado sin final.

Ten mucho miedo

Sí, lo sé, el montaje del Washington Post es nuestro recordatorio periódico de los horrores y la brutalidad de la era del capitalismo. ¡Oh, miren lo explotador que es! ¡Esos pobres chicos están siendo masticados y tragados por una poderosa máquina capitalista que no se preocupa para nada de su salud y bienestar! ¡Para todas las personas que piensan que el gobierno no es tan maravilloso, mira el mundo que recrearías si los niños pudieran volver a trabajar! Nunca vamos a volver atrás, dicen.

Y, sí, estoy feliz de garantizar que los mayores aspectos de la vida eran peor en 1900 de lo que son ahora. Muchas personas no tenían calefacción interna. No existían los lavadores o aires acondicionados. Olvídense de los refrigeradores. Realmente, la electricidad en las casas era raro y peligroso. Viajar era un lujo de los ricos. Autos y viajes aéreos eran un sueño. Para el caso, la calidad de vida actual es mucho mejor que lo era en 1930, 1940, 1950, y así sucesivamente, incluso hasta el último lanzamiento de Snapchat con una cara de payaso mejorada que puede superponerse en la selfie de su gato.

El mercado, no un Progresista armado con el poder del gobierno, hace estas cosas. Inspira la innovación y las dispersa a las masas. ¿Por qué estamos aislando este aspecto del trabajo a los adolescentes y condenándolos como un infierno en la tierra? En comparación con hoy en día, todo excepto la ausencia del impuesto sobre la renta era el infierno en la tierra.

El mercado le dio a los niños la elección

Y hay un error histórico fundamental asociado con todas estas imágenes del pasado. Lo que las fotos no revelan es que fue el mercado, no el gobierno el que redujo y casi eliminó el trabajo infantil a tiempo completo. Corey Iacono enumera el mito, al contrario, como uno de los mayores de todos los tiempos, y cita el consenso histórico profesional: “La industrialización y el crecimiento económico trajeron crecientes ingresos, lo que permitió a los padres el lujo de mantener a sus hijos fuera de la fuerza de trabajo”.

Las leyes contra el trabajo infantil no lograron la codificación nacional hasta que la Ley de Normas Laborales Justas de 1938, momento en el cual las máquinas habían desplazado en gran medida el trabajo que los niños habían hecho generaciones antes. También fue un cambio útil en la ley desde el punto de vista político. Ayudó a apuntalar el poder de los sindicatos contra la competencia salarial más barata. Todo un grupo demográfico había sido eliminado de la fuerza de trabajo y empujado por la compulsión a los tanques de tenencia del gobierno durante una década completa.

No es nada obvio para mí por qué esto debería ser algo para celebrar.

Y seamos claros acerca de la relación entre trabajo infantil y enseñanza obligatoria. Es directa. Fue precisamente en el momento en que los gobiernos a nivel estatal y local estaban prohibiendo la mano de obra para los niños que estos mismos niños fueron sometidos a la fuerza al hacerlos ir a la escuela. Usted puede hablar todo lo que quiera sobre la explotación capitalista, pero no tiene sentido pasar por alto una situación seguramente como problemática: cualquier niño que no está en su escritorio de la escuela fue sometido a ser secuestrado en nombre de hacer cumplir las leyes contra el llamado absentismo escolar. Un sistema que funcionaba sin coacción fue desplazado por un sistema que dependía fundamentalmente de la coerción.

Pero seamos realistas

Todas esas fotos ahondan en el pasado y evocan extraños escenarios distópicos, ninguno de los cuales tiene algo que ver con el día de hoy. Si a los niños se les permitiera trabajar y la asistencia obligatoria a la escuela fuera abolida, las opciones de trabajo serían en Chick-Fil-A y WalMart. Y también serían trabajos fantásticos, inculcando en los jóvenes una ética de trabajo, el cual es el impulso interior para tener éxito, y una conciencia de actitudes que hacen que la empresa funcione para todos. Les daría habilidades y disciplina que construyen el carácter, y les ayudará a formar parte de una red profesional.

Estas actitudes están más bien ausentes en los jóvenes de hoy que se encuentran entrando como personal de trabajo. Ellos son forzosamente mantenidos fuera y luego nos sorprendemos al descubrir que actualmente el graduado promedio de la universidad tiene un tiempo difícil para entrar en ritmo a la edad de 23. Es porque su derecho humano a trabajar y ganar ha sido violado por una buena parte de sus vidas, hasta el punto de que han perdido el interés y el conocimiento de cómo es el trabajo en absoluto.

Cuando yo era un niño, usted podría evadir las leyes si conocía a la gente adecuada. O simplemente podías mentir acerca de tu edad. No más. Las leyes se aplican en gran medida, y cualquier empleador que contrata menores de edad está sujeto a penas aterradoras. En teoría, se puede trabajar desde los 14 años, pero las horas y las tareas son tan restringidas, y el papeleo es tan grande, que no es práctico. Igual a los 15. A los 16 podes conseguir un trabajo, pero las horas siguen siendo restringidas y el tipo de trabajo que puedes hacer es todavía limitado. No eres realmente libre hasta que tengas 18 años de edad, y, para entonces, hay demasiada diversión para estar haciendo algo, cualquier cosa, que no sea trabajo. ¿Es de extrañar que recurran a la música, la cultura pop, las drogas, el alcohol, la promiscuidad, trollear en internet, y así sucesivamente? Manos ociosas, como dicen.

El real ejército industrial

Hace un siglo, inventamos un sistema que imaginaba a los niños como soldados cívicos. Los niños atornillados a las sillas con absolutamente ninguna piel en el juego tienen la “información” abstracta golpeada en sus cabezas por los instructores pagados por los impuestos que enseñan de los libros aprobados por el Estado.

Empujamos a estos niños a través del sistema y les negamos cualquier oportunidad de darnos cuenta de su valor humano en el empleo remunerado en una comunidad de productividad y aprendizaje real. Entonces les decimos que junten $ 100,000 para otro grado que de alguna manera les dará entrada a la fuerza laboral, pero todos estos niños desmoralizados y cínicos terminan con un CV vacío y 15 años de deuda.

Luego miramos las fotos de los chicos de los periódicos de 1905 y decimos: “¡Oh qué triste que estos niños tuvieran trabajos. Somos mucho más humanos ahora!”

Es hora de dejar de felicitarnos por sacar la oportunidad de los niños. Es hora de dejar que los niños trabajen de nuevo.


Traducido del inglés por Federico Rabino. El artículo original se encuentra aquí.

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