Verdad o mito: ¿Es la discriminación sinónimo de disparidad?

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Se encuentra muy difundido entre las personas que la economía es un juego de suma cero, en donde lo que uno gana, otro tiene que perder, en donde el pobre se hace cada vez más pobre mientras el rico se hace cada vez más rico.

¿Qué dicen los datos con respecto a esto?

Sin duda uno de los economistas menos conocidos y difundidos en Latinoamérica es Thomas Sowell. Quienes provienen de círculos libertarios lo conocen, algunos tampoco siquiera. La pregunta anterior la responde Sowell en su libro “Discrimination and Disparities”, material que todas las personas, indiferentemente de la ideologías que comulgan, y que buscan la verdad objetiva detrás de los fenómenos sociales que acaecen, deberían leer.

Primero, dejemos algo bien en claro, como bien sostiene Sowell, ni en la naturaleza ni entre los seres humanos hay resultados iguales o distribuidos aleatoriamente de forma automática.

Sowell hace una diferenciación clara a la hora de hablar de la discriminación, él la diferencia entre dos tipos: discriminación I y discriminación II. Esto a raíz de que el término contiene significados conflictivos.

Cuando Sowell habla de discriminación I, se refiere a la habilidad para discernir las diferencias en las cualidades de las personas o las cosas, y elegir acorde a ello, mientras que cuando se refiere a la discriminación II —la más utilizada— se refiere a tratar a las personas de forma negativa, basado en supuestos arbitrarios o aversiones concernientes a individuos de una raza o sexo en particular.

Según Sowell, esta última definición es la que han utilizado los políticos para sancionar leyes y políticas antidiscriminatorias.

Lastimosamente, como sostiene el autor, las grandes disparidades existentes entre las personas en sus logros económicos, descubrimientos científicos, avances tecnológicos y otros han inspirado los esfuerzos para brindar explicaciones que han abarcado el espectro ideológico.

A lo largo del libro, el lector puede encontrar datos duros y objetivos que buscan contrarrestar la subjetividad con la que se aborda generalmente lo referente a las disparidades entre los seres humanos.

Uno de ellos es el caso escocés en donde Sowell menciona que:

“Escocia fue por siglos uno de los países más pobres, económica y educativamente en la periferia de la civilización europea. Se ha dicho que no existía ningún barón escocés en el siglo XIV que pudiera escribir su nombre. Sin embargo, en los siglos XVIII y XIX, un desproporcionado número de figuras líderes intelectuales de Britania eran de ancestros escoceses — incluyendo a James Watt en ingeniería, Adam Smith en economía, David Hume en filosofía, Joseph Black en química, Sir Walter Scott en literatura, James Mill y John Stuart Mill en economía y escritos políticos.”

¿Qué hizo Escocia para dejar de ser un país pobre y analfabeto a ser pionero en cuanto a figuras intelectuales prominentes?

Dos cruzadas particulares, la primera religiosa y la segunda secular. La primera abogaba que todos deberían leer para de esa manera poder leer la biblia personalmente, y la segunda fue el aprendizaje del idioma inglés que reemplazó al gaélico nativo.

Durante gran parte de mi vida, a raíz de mi apellido de descendencia judía, profesores y compañeros me han preguntado. ¿Cuál es el secreto de los judíos para dominar la mayor cantidad de los estratos intelectuales?

Realmente no existe ningún secreto, y por supuesto no todos son exitosos. Pero cierta estigmatización existe en torno a la comunidad judía. Sin embargo, de vuelta Sowell hace lo suyo y menciona una serie de datos.

Entre 1600 y 1750, ningún avance importante en ciencias o matemáticas incluían nombres judíos, como un historiador económico acotó, es más los judíos no jugaron un papel importante en la historia de las ciencias y las tecnologías, antes y durante la Revolución Industrial. No había forma de que lo hagan.

Recién a finales del siglo XVIII, Estados Unidos fue el país pionero en otorgar los mismos derechos que los demás ciudadanos a los judíos. Francia siguió el ejemplo tras la revolución de 1789 y lo mismo hicieron otras naciones que comenzaron por eliminar las prohibiciones en contra de los judíos durante el siglo XIX.

Si bien, las disparidades de resultados no pueden ser controladas, el inicio sí puede serlo. A tal efecto, una vez que a los judíos se les otorgó la posibilidad de competir bajo las mismas reglas, comenzaron a sobresalir en los resultados.

Sowell, menciona que en 1880, los judíos representaban el 30% de todos los estudiantes en la Universidad de Viena. Asimismo, en la segunda mitad del siglo XX, siendo los judíos menos del 1% de la población mundial, recibieron el 22% de los premios nobeles en química, 32% en medicina y 32% en física.

Volvemos a lo mismo, los resultados iguales son inexistentes tanto en la naturaleza como entre los seres humanos. Otro ejemplo de esto es el que sigue:

“Un estudio de los finalistas de la National Merit Scholarship, por ejemplo, ha demostrado que, entre los finalistas de familias de cinco hijos, el primogénito fue el finalista en mayores ocasiones que los otros cuatro hermanos combinados. Si no existe igualdad de resultados entre las personas que han nacido de los mismos padres y han sido creados bajo un mismo techo. ¿Por qué la igualdad de resultados es esperada o asumida cuando las condiciones no son siquiera comparables? Los primogénitos también fueron la mayoría de los finalistas en familia de dos, tres y cuatro hijos.”

Esto último demuestra que a pesar de las similitudes entre los niños nacidos y criados por los mismos padres —raza, genética familiar, nivel económico, valores culturales, etc.— el orden de nacimiento ha influido en que existan diferencias en los resultados.

En otro contexto se ha encontrado que los niños de padres con ocupaciones profesionales escuchan 2.100 palabras por hora, los de familias trabajadoras 1.200 palabras por hora, y los de familias que viven del Estado de bienestar solamente 600 palabras por hora.

La discriminación como explicación de las disparidades económicas y sociales puede tener un atractivo emocional similar para muchos, especialmente para aquellos que buscan sancionar leyes de corte populista y sin prueba de hipótesis.

Lastimosamente, los burócratas piensan que solamente a través de los programas gubernamentales se puede ayudar a las personas, sin embargo en la mayoría de los casos los empeora. Un tópico común de todo gobierno es la lucha contra la pobreza extrema, la seguridad de los ciudadanos, el ingreso económico de los trabajadores, etc.

Sowell menciona que el gobierno de Lyndon Johnson sostenía que sólo los programas gubernamentales eran capaces de lidiar con la pobreza extrema, sin embargo el índice de pobreza de los negros decayó del 87% en 1940 al 47% en 1960, antes de la gran expansión del Estado de bienestar que inició bajo la administración de Johnson.

Otro ejemplo, durante 1954, Londres tuvo solamente 12 robos armados, en un tiempo en donde todos podían adquirir un arma. Estos números se incrementaron a 1.400 en 1981 y 1.600 en 1991, a pesar del aumento de las restricciones para la compra de armas.

Otro ejemplo, las leyes de salario mínimo, basadas generalmente en lo que los burócratas consideran que deberían ganar los trabajadores menos calificados e inexpertos, en vez de basarse en la productividad, podría significar que esos trabajadores en lugar de recibir X cantidad de dinero, terminen no recibiendo nada en absoluto.

Esto debido a que la mayoría de las empresas, al ver sus costos incrementados por culpa de una ley, terminarán contratando personal con experiencia y mayormente calificado para el trabajo, siendo nula la posibilidad de aquellos menos capacitados de ingresar al mercado laboral.

Por otra parte, una de las grandes falacias, pregonadas por todas las clases de izquierda, desde la vegetariana a la carnívora, es que los ricos se hacen cada vez más ricos a costa de los pobres, es decir explotándolos. Por lo que, siguiendo dicha lógica, en aquellos países que existieran grandes concentraciones de ricos y malvados capitalistas, encontraríamos grandes concentraciones de pobreza.

Sin embargo, Sowell sostiene que los hechos y datos concretos apuntan a la dirección contraria. Estados Unidos, tiene cinco veces más millonarios que África y el Medio Oriente juntos, sin embargo la mayoría de los americanos —incluyendo aquellos que viven bajo la oficial línea de pobreza— tienen un mayor estándar de vida que las poblaciones de África y el Medio Oriente.

Las estadísticas son útiles, siempre y cuando la manera en que se describan ilustren verdades teóricas.

Un empresario que no reconoce sus propios errores, puede enfrentar la quiebra, incluso si ha sido exitoso en el pasado. Para un funcionario gubernamental electo, admitir haber tomado decisiones equivocadas, de las que muchos sufren, es enfrentar el posible final de toda una carrera.

Los datos que no se adecúen a la visión predominante tienden simplemente a ser ignorados.


El artículo original se encuentra aquí.