Algunos errores del profesor Rallo

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El crédito se articula cuando tú vas con un pagaré a ese vendedor y le dices “te compro tu coche con este pagaré”; con lo cual el vendedor si acepta el pagaré está renunciando a su bien presente, que es el coche, a cambio de un crédito exigible contra el banco. Por lo tanto es el vendedor el que, al vender el bien, está dando crédito; no el banco. El banco es un intermediario para conectar el crédito que da el vendedor y el crédito que recibe el comprador; pero el banco no da crédito, sino que reconoce crédito. Conecta acreedor y deudor, pero no genera nuevo crédito de la nada. De hecho es que, además, es todavía más flagrante, porque para que el banco pueda dar crédito alguien se lo tiene que dar. Entonces, ¿quién le está dando crédito al banco en este ejemplo que he puesto yo? El vendedor del coche. Cuando el vendedor del coche acepta la deuda del banco, le está dando crédito al banco mientras no cobre la deuda. Por lo tanto, ¿quién está prestándole al banco? ¿Quién está renunciando a los bienes presentes? El vendedor de automóviles. ¿Quién está recibiendo bienes presentes por el sacrificio que ha sufrido el vendedor de automóviles? El que compra el automóvil; y el banco está en medio. (Juan Ramón Rallo, entre el minuto 1:02:40 y 1:04:20 de la conferencia titulada “Algunos errores graves en la teoría monetaria de Mises”).

«De esta forma, siempre tendrán a alguien que aporte los bienes presentes, pues todos los vendedores aceptarán como medio de pago el dinero crédito emitido por los bancos. En esta ocasión el vendedor del coche es el que entrega los bienes presentes pero, en cuanto transfiera los sustitutos monetarios a otro vendedor, éste pasará a ser el nuevo proveedor de los bienes presentes, y el nuevo acreedor del banco. Puesto que, además, estos vendedores tienen que renunciar a sus bienes presentes al entregarlos, el profesor Rallo defiende que se está produciendo un intercambio de crédito entre el vendedor (que aporta los bienes presentes) y el comprador (que aporta las promesas de pago del banco, o bienes futuros), durante el cuál el banco tan solo es el intermediario.

Pues bien, todo esto no es sino un intento del profesor Rallo de convertir al vendedor en un emisor de crédito mediante toda una serie de argucias verbales bastante sorprendentes. Para empezar, no es cierto que el vendedor le esté dando crédito al banco mientras no vaya a cobrar el importe de su pagaré, tal y como afirmaba el profesor Rallo. En todo caso, podría decirse que no le está quitando crédito al banco mientras no vaya a cobrar su pagaré; pero claro, es más llamativo cambiar el significado de las palabras para dar la vuelta a las cosas. Así, también se podría defender que un asesino le está dando la vida a su víctima mientras no la mate, o que un ladrón le está dando dinero a su víctima mientras no se lo robe; cuando lo correcto en ambos casos es decir que el asesino no le está quitando la vida a su víctima mientras no la mate, y que el ladrón no le está quitando dinero a su víctima mientras no se lo robe. Y por supuesto el hecho de que, por definición, el vendedor sea ahora el acreedor del banco (ya que el banco le debe dinero), no significa que el vendedor le haya dado o le esté dando ningún tipo de crédito al banco. La persona que da crédito al banco es, siempre, la que aporta su dinero en efectivo y ejerce así de prestamista.

En cualquier caso, toda esta maraña de alteraciones semánticas con la que se pretende justificar el intercambio de roles tampoco es que tenga ningún objetivo más allá del de aturdir a la gente; así que pasaremos directamente al punto importante, que es el que llevamos tratando todo el tiempo. El vendedor del televisor no da crédito, porque en ningún momento entrega sus bienes presentes (el televisor) a cambio de bienes futuros. Entrega bienes presentes a cambio de recibir un pagaré o un ingreso bancario en el mismo momento de la venta, lo cual convierte a esos sustitutos monetarios en bienes presentes también. El pagaré solo podría clasificarse como un bien futuro si, por ejemplo, el vendedor aceptara recibirlo seis meses después de haber entregado el televisor; o si —pese a recibir el pagaré en el mismo momento de la venta— no pudiera utilizarlo como medio de pago hasta dentro de seis meses. Para que el pago sea a crédito, la persona que lo realiza tiene que dejar a deber el importe de la compra, sin entregar ningún tipo de sustituto monetario. De lo contrario, los efectos son los mismos que si hubiese realizado un pago al contado.»

      Del ensayo «Mitos de la creación de dinero en la Escuela Austríaca»
(Sara de Mingo Fernández).

Mitos de la creación de dinero en la Escuela Austríaca

Si una persona entrega un coche a cambio de recibir un pagaré, es lo mismo que si un prestamista entrega un préstamo al banco a cambio de recibir un ingreso en su cuenta. En ninguno de los dos casos hay renuncia, porque el vendedor tiene un pagaré (que puede emplear como si fuera dinero); y el prestamista tiene un ingreso en su cuenta (que puede utilizar como si fuera dinero emitiendo cheques, haciendo transferencias, etc). En ninguno de los dos casos hay un verdadero crédito, porque no existe la renuncia. En términos de Mises, sería «crédito circulatorio».

Si, por el contrario, una persona entrega un coche a cambio de recibir una promesa de pago verbal (te pagaré en x meses), es lo mismo que si un prestamista entrega un préstamo al banco a cambio de recibir una promesa de pago verbal (te devolveré el dinero cuando me lo pidas). En ambos casos hay renuncia, porque el vendedor entrega el coche y en ese momento no recibe nada; y el prestamista entrega el dinero y en ese momento no recibe nada. En ambos casos habría un verdadero crédito, que en términos de Mises sería «crédito mercancía».

Y con un depósito sucede lo mismo. Si una persona realiza un depósito y recibe una promesa de pago verbal (te devolveré el dinero en cuanto me lo pidas), hay renuncia por su parte, porque entrega el dinero y en ese momento no recibe nada. Si luego el banquero se apropia indebidamente del depósito de su cliente y lo presta, no crea ningún dinero de la nada (aunque el profesor Huerta de Soto defienda lo contrario), simplemente se produce una redistribución de los medios de pago existentes. Para que haya creación de dinero, el banco tiene que emitir sustitutos monetarios (hacer un ingreso en la cuenta del depositante, de tal forma que éste pueda utilizar el dinero virtual -emitiendo cheques, haciendo transferencias, etc- al mismo tiempo que el prestatario dispone del dinero originalmente depositado).

De la misma forma que el crédito bancario sólo se materializa cuando las promesas de pago son verbales (o los certificados que se emiten no pueden funcionar como medios de pago), también el intercambio a crédito entre dos particulares sólo se articula cuando las promesas de pago son verbales (o los «pagarés» que se entregan son simples escrituras que no pueden ser aceptadas como medios de pago).

Y da igual que los bancos presten todo el dinero que tienen. Si lo hacen sin emitir sustitutos monetarios, no van a crear ningún dinero de la nada, tan sólo redistribuirán el que ya existe. Esto es «crédito mercancía». Si emiten sustitutos monetarios (como actualmente hacen y básicamente han hecho a lo largo de toda la historia), es «crédito circulatorio» (o lo que es lo mismo, no es un verdadero crédito).

Maestro y discípulo comenten el mismo error, al no apreciar claramente las diferencias sobre estos términos («crédito mercancía» y «crédito circulatorio») de Mises.


Fuente.

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