Segmento extraído de una conferencia del profesor Jesús Huerta de Soto para el Instituto Juan de Mariana, llevada a cabo el 23 de mayo del año 2013 durante el Congreso de Economía Austriaca.
De una gran mentira a otra gran mentira, de que la Guerra de Secesión norteamericana tuvo que ver con la esclavitud.
Y vamos a hablar del señor Lincoln porque fue uno de los grandes defensores de la banca con reserva fraccionaria del banco central, lo que pasa es que sólo tuvo éxito después de muerto: hasta 1913 no se creó la Reserva Federal.
Aquí me gustaría referirme a un libro publicado bajo los auspicios del Instituto Juan de Mariana, es el libro de Thomas J. Dilorenzo titulado “El verdadero de Lincoln”, que se complementa con otro que deben de leer que no hemos podido traducir pero está disponible en el Instituto Mises que se titula “Lincoln Unmasked”, es decir, Lincoln desenmascarado, y estas reflexiones que voy decir aquí ahora me surgen cuando fui a ver la película de Stephen Spielberg en enero o febrero pasado titulada con el mismo nombre “Lincoln”.
El gran mito es el que han pasado los libros de historia que escriben los vencedores: que de alguna manera la Guerra Civil tuvo que ver con la abolición de la esclavitud y no, señores, no es así. Cualquier persona con un mínimo espíritu crítico se da cuenta de que esto no tiene ni pies ni cabeza, porque la película trata de los últimos meses de la vida de Lincoln, está a punto de terminar la guerra con la rendición a puertas de las fuerzas del Sur, a punto y todavía está el Norte discutiendo si van a abolir o no la esclavitud, es obvio que si hubiera sido sobre esto, al empezar la guerra cuatro años antes, el Norte hubiera dicho “queda abolida la esclavitud”, luego, el Sur no quiso hacer la guerra. No tuvo nada que ver sobre la esclavitud, de hecho, justo antes de empezar la guerra, Lincoln ofrece al Sur hacer un cambio constitucional consistente en que adquiere carta de naturaleza ya para siempre que el tema de la esclavitud se decidirá a nivel de cada estado, no a nivel federal. Lo ofrece porque el verdadero interés de Lincoln era abortar la secesión, la esclavitud le importaba un pito. Pero no sólo esto, es que cuando el 1 de enero de 1863 promulga la Emancipation Act, —el muy cínico— esta acta de emancipación de esclavos sólo tiene validez para los esclavos de los estados del Sur, y les deja esclavos a todos los de los estados del Norte que eran sus aliados en la guerra.
Entonces, si la guerra no fue sobre la esclavitud, ¿por qué fue? Fue porque se oponían dos visiones distintas de la unión norteamericana que son muy paralelas y semejantes a las dos visiones distintas que hoy en día están oponiendo en Europa, y es aquí a donde yo quería llegar. Por una lado estaba la tradición liberal, en el genuino sentido del término, digamos, minarquista de Jefferson, Madison, que creían en una unión entre estados, a nivel paritario, en un entorno de libertad de comercio y de libre cambio, y por otro lado estaba el grupo estatista en torno a los autores de los Federalist Papers, sobre todo John Jay y después, como principal interventor político, el propio Lincoln. A Lincoln lo dibujan como un pobre abogado de campo rural en Illinois y es mentira, era un potentado abogado de los intereses del complejo militar industrial. Cobraba minutas de hasta 20 mil dólares, una fortuna de entonces, por defender los intereses de los propietarios, de las grandes empresas de ferrocarriles. Y el sistema que él monta en torno al Partido Republicano es un sistema de gran Estado, que se alimenta con enormes subvenciones que se conceden por parte del Estado a estas empresas, sobre todo a los ferrocarriles, llevando a cabo lo que llamaban los land improvements —equivalentes a obras públicas— y además en la concesión gratis de tierras al populacho para conseguir votos. Y para todo eso necesita financiación, un Estado necesita impuestos y el impuesto era el arancel. En el momento en el que el Sur amenaza con separarse, todo su entramado político se desmorona y no había ni un momento en llevar a su país a una costosísima guerra civil que supone 620 mil muertos, el 3 por ciento de la población Estados Unidos de entonces, en aras en el altar de sus ambiciones políticas.
Lincoln fue también un criminal y un genocida, es el primer político moderno que establece la política de tierra quemada —“¡Hay arrasar con el Sur!”—. Los hagiógrafos de Lincoln dicen que él dejaba actuar y no sabía lo que hacían sus generales, la propia película dice “Señor presidente, hemos acabado con el puerto de Richmond, lo hemos arrasado”, una cosa tremenda.
Después estas técnicas de tierra quemada serían utilizadas por los generales nordistas, Sheridan, Grant, Sherman, para hacer lo mismo en la frontera con los indios, para ahorrase de pagar las tierras o expropiarlas para hacer los correspondientes ferrocarriles. Aparte que (Lincoln) miente al Congreso como ven ustedes en la película diciendo “No, no estoy negociando con el Sur”, sí que está negociando con el Sur, además a 100 kilómetros de Washington. Y todo tipo de atrocidades, comprando a los políticos tránsfugas para que se pasen de un partido a otro, etcétera, etcétera. Vean la película con esta nueva visión que no tiene desperdicio.
Y si esto es así, ¿qué debemos decir del asesinato de Lincoln? Por John Wilkes Booth, un actor de obras clásicas que sabía latín y griego, y que cuando le pega el tiro grita tirándose por la cortina “sic semper tyrannis”, así mueren los tiranos. Es una aplicación directa de la teoría del tiranicidio el Padre Juan de Mariana que da nombre a nuestro instituto. No voy a entrar aquí en consideraciones éticas, las he desarrollado en la introducción al libro “El verdadero Linclon”. El que tenga interés que las lea pero, desde luego, así como nadie dudaría pegarle un tiro a Hitler si hubiera tenido tiempo y hoy, cuando hemos visto la película Valkiria, consideramos héroes a los que dejaron su vida tratando de asesinar a Hitler, imaginemos que sale un Lincoln hoy en la Unión Europea continental que convence a todos que hay que hacer un ejército para obligar por la fuerza al Reino Unido a mantenerse dentro Europa. Todos pensaríamos “esa persona está loca”. Se ha ganado a pecho el tiro, hay que matar ese tirano desquiciado. Pues el paralelismo no piensen ustedes que es tan alejado.
Y pasamos al siguiente mito. ¿En qué situación se encuentra Europa ahora con Estados Unidos? Si reflexionamos un poco y este fue el principal mensaje que yo obtuve cuando salí de la película, me di cuenta de que la Unión Europea se encuentra muchos aspectos igual a como estaba Estados Unidos —felizmente— antes de la Guerra Civil. La Unión Europea carece de constitución —menos mal—; el poder de cada Estado de la Unión Europea es muchísimo mayor del que quedó luego para los estados una vez terminada la Guerra Civil; tenemos un arancel comunitario bastante bajo; y en ese sentido no ha habido el proceso unificador, por lo menos en el nivel, la extensión y la profundidad que se ha producido en los Estados Unidos. Tenemos que ser conscientes que esto es una bendición, y que todas las fuerzas que claman por la unión política europea, en realidad, van en contra de la libertad. Y aquí hay un aspecto concreto que es el tema del dinero, porque tenemos un euro y algunos dirán “bueno, es que el euro fue creado por los grandes intervencionistas de Bruselas para que en torno a él pivotara la unión política”. Puede ser que fuera así y así lo explica muy bien mi dilecto discípulo Philipp Bagus, pero no es menos cierto que respecto del sistema de monedas nacionales con tipos de cambio flexibles el euro ha supuesto un avance en la buena dirección que incluso supera en disciplina lo que sería un sistema de tipos de cambio fijo, porque en el momento en que cualquier Estado haga una política económica alocada, incurra en déficit, si no pierde la confianza de los mercados internacionales, si no se puede financiar, suspende pagos en una noche y si tiene que recurrir al Banco Central Europeo —a sus colegas de otros países—, tiene que poner de acuerdo a 17 países y, además, al final le terminarán ayudando, como es lo que ha sucedido, pero siempre a cambio de reformas. Cosa que jamás sucede en Estados Unidos. Y las reformas ad calendas graecas porque son costosas desde el punto de vista político.
Miren, nadie duda, y lo repitió Hayek hasta la saciedad, que a cortísimo plazo se pueda absorber cualquier volumen de desempleo incrementando el gasto público, pero ese no es el tema, el tema es si ese empleo es un empleo no sostenible, y ese empleo que pueda generarse es insostenible. Esas políticas de crecimiento inducen rigidez igual que induce rigidez el sistema de banca con reserva fraccionaria, porque de alguna forma extienden en la sociedad que todos los ajustes de precios tienen que ser vía incremento de precios nominales, que ningún precio nominal puede bajar y eso lo que hace es cubrir las espaldas a los sindicatos, a los grupos privilegiados de interés, etcétera, cuyos nefastos efectos de sus políticas —las políticas que demandan y que logran que se lleven a la práctica— permanecen ocultos para la mayor parte de la ciudadanía. No sucede esto con un sistema monetario estable, rígido; mucho menos con un coeficiente de caja del 100 por 100 que es el sistema menos rígido, por cierto, en la medida en que evita esas rigideces institucionales en las que nos tenemos que fijar.
Luego, ¿cuál es la alternativa? La alternativa es el marco disciplinador del euro y es un marco disciplinador a todos los niveles, estamos en un segundo plan de estabilización, desde el último trabajador pasando por los empresarios, los partidos políticos, hasta la monarquía, todo el mundo hoy está en estado de catarsis, apretados del cinturón. Y no porque sean buenos, etcétera, simplemente porque el marco les disciplina, y da lo mismo las ideologías políticas, los partidos, lo que se quiera hacer. Al final de mes si no hay dinero, no se pueden pagar las nóminas, algo habrá que hacer. Y no hay más remedio que apretarse el cinturón y hacer las cosas bien, y la austeridad funciona, ayer mismo (2013) han subido el rating a Grecia —¡han subido el rating a Grecia!—, de triple C a B. ¿Por qué? Porque Grecia ha adquirido —ya tiene superávit estructural en sus cuentas públicas— quitando el servicio de la deuda. ¿Y España? España es un país cuya primera industria es la del turismo, 10% del Producto Interior Bruto (PIB), acabamos de alcanzar algo increíble, superávit comercial.
Vamos a ver en la película (Lincoln) todas estas ideas, vamos a ver en qué medida se parece el euro, se aproxima —siquiera sea imperfectamente— al patrón oro, como el euro supera al oro en solo una cosa, que es mucho más difícil salirse del euro de lo que en su día fue salirse del patrón oro. Vamos a ver al profesor Bagus reconociendo que el euro es menos malo que el dólar y la libra.
El bando de la austeridad anti-Lincoln no es el que al final gana. Vamos a ver cuáles son los pecados en la película que ha cometido el Banco Central Europeo, ha cometido pecados gravísimos porque ha sido incapaz de aislar a Europa del descontrol monetario anglosajón que es tradicional de la Segunda Guerra Mundial, y por tanto nos ha inoculado el bacilo de la crisis que sobre todo ha afectado a los países de la Europa periférica.
Vamos a ver cómo en términos de resultados económicos, en términos de déficit público, en términos de inflación, en términos de desempleo, los resultados son mucho mejores en la Europa saneada en base a la austeridad —en Alemania que en Estados Unidos—, incluso en términos de crecimiento. Cuando hicieron la película, con los datos de 2011, Alemania estaba creciendo al 3,6% y Estados Unidos al 0,7 al 1%. Ahora que no me digan “es que ahora Estados Unidos está creciendo al 2 y Alemania al 0.7%, que Alemania crezca al 0,7 es una manifestación del éxito de las políticas de austeridad”. Claro, se ha producido una deflación interna en los países periféricos, sobre todo en España, tan profunda que a veces es mucho más barato importar productos españoles. Cada vez son más las pymes que toda su producción la vende íntegramente exportándola, y les cuesta más trabajo a los alemanes vender sus productos, con lo cual se está resintiendo la economía alemana. ¿Por qué? Porque el flujo monetario está yendo —empezando a ir— hacia los países periféricos y, de hecho, que Estados Unidos “crezca” un 2% con el descontrol monetario, las tres medidas de expansión cuantitativa y la compra directa y sin vergüenza —ni rubor alguno— del 77% de toda la deuda federal que emiten para financiar un 10% de déficit de los presupuestos cada año; que con todo eso la economía americana, con la fuerza que tiene su empresarialidad, con su fuerza de innovación, con la flexibilidad de su mercado laboral, sólo crezca un 2% para mí —no sé lo que pedirían ustedes— es la manifestación más clara del fracaso de su política. En suma, hay una lucha de paradigmas en este segundo plan de estabilización, por un lado está Hayek, con la austeridad, la disciplina, la transparencia; por otro lado están las huestes de monetaristas keynesianos que quieren gastar —políticas de crecimiento—, tirar la casa por la ventana y absorber a corto plazo el desempleo. Nos jugamos nuestro futuro en quién gane en esta ocasión.
En los años 30 triunfó Keynes, por desgracia. Hoy espero por el bien de todos que los que ganen sean Hayek y Mises.
Muchas gracias.
Adaptado y editado por Oscar Eduardo Grau Rotela. El material original se encuentra aquí.