La coartada medioambiental para aumentar el poder de los políticos y burócratas de la Unión Europea

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La Unión Europea es posiblemente la comunidad internacional que más esfuerzos y estrategias desarrolla para acumular más y más poder utilizando la manipulación emocional en la población para con ello legitimar políticas medioambientales, las cuales socavan la autonomía de las naciones y las personas. A través de instituciones como el Parlamento Europeo o la Agencia Europea de Medio Ambiente, entre otras, realiza una serie de programas que abarcan todo aspecto del supuesto cuidado medioambiental. La Unión Europea alimenta una constante propaganda disfrazada de ciencia dura, pero que en realidad no son más comunidades de investigadores subvencionados, es decir, a sueldo para dar interpretaciones sesgadas, que siempre terminan con recomendaciones que benefician los planes supraestatales de la Unión Europea.

Esta propaganda verde lleva décadas infundiendo alarmismo ecológico, pánico irracional y sentimientos de culpa por el solo hecho de pertenecer a la especie humana en varias generaciones de europeos. Una campaña constante de desmoralización, para que cada persona, asumiéndose culpable e incompetente ante supuestas crisis inminentes del ecosistema, entregue toda su autonomía a los políticos y burócratas que “sabrán hacerlo mejor por el bien de todos”.

El Parlamento Europeo pasa todo el tiempo en actos legislativos relativos a esta campaña para desmoralizar a los ciudadanos de los países europeos, pregonando la inmediata necesidad ante el inminente Apocalipsis de la Religión Verde, cosas como la economía circular, al cambio climático, los usos de la tierra, etcétera. Para ellos ha creado un marco normativo donde se usan la jerga oscura y ambigua de la Religión Verde. Mientras la Agencia Europea de Medio Ambiente es la que provee el sustento ideológico y las recomendaciones de políticas públicas de las normativas que discute el Parlamento.

Empero, el ‘espíritu’ de estas regulaciones no son la existencia de males tangibles, sino la coartada para darle poder la Unión Europea por sobre empresas, Estados, etcétera. Esta clase de imperativos ha repercutido en todo tipo de industrias, quienes han aceptado, pues no les queda de otra y muchos de sus accionistas y gerentes así como consumidores también llevan mucho tiempo adoctrinados por la ya bastante larga campaña de propaganda verde y la aceptan como verdad indiscutible. Las normativas medioambientales para sus productos, como bien recalca Margarita Marías, articulista de ElDulceHogar,: “La Unión Europea ha tenido éxito en varias de sus iniciativas ambientales como la implantación de la etiqueta energética en 1995. Gracias a esta medida, el 85% de consumidores europeos la reconocen y la utilizan al momento de adquirir televisores y lavadoras más eficientes, entre otros electrodomésticos. Incluso en países como España se está haciendo un perfeccionamiento de dicha etiqueta”.

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