Lujo para el pueblo. Industria de la estética y abaratamiento del placer.

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En la cultura de masas existe una devoción al ocio (recordemos la teoría de la desutilidad del trabajo, de Mises), y por supuesto, una fuerte influencia de la moda — por moda nos vamos a referir aquí específicamente a las tendencias de la estética, no al significado de tendencias de opiniones en otros temas. Los filósofos mainstream que ganan dinero en sus cátedras universitarias en universidades de élite o vendiendo libros “de moda” que confunden la infelicidad existencial como causada por la sociedad comercial usualmente nos ofrecen una crítica vulgar, inflada con lenguaje sofisticado que no dice nada relevante, palabras repetitivas y nada originales de condena socialista-puritana al comercio y al abaratamiento del lujo que antes estaba reservado solo para nobles o para ricos. A ese tipo de pensadores socialista-elitistas parece dolerles en el alma que las masas puedan mejorar no solo su calidad de vida sino su estilo de vida, su apariencia y su autoestima.

 

Un caso emblemático de ese estereotipo (que no por estereotipo deja de ser un fenómeno real) de filósofo hipócrita que critica el comercio y el lujo masificado, habiendo él mismo edificado su carrera como un vendedor internacional de un lujo masificado (los libros), es Gilles Lipovetsky, filósofo y sociólogo francés. “El imperio de lo efímero: la moda y su destino en las sociedades modernas”, publicado en 2002, es uno de los libros de Lipovetsky donde abarca su perspectiva sobre moda y su influencia sobre las estructuras sociales. La principal crítica del francés es que existe una predominancia de lo trivial sobre lo profundo, siendo las masas seducidas por las formas atractivas y edulcoradas de las distintas modas. Ese autor hace un sermón encubierto que no envidia nada a ningún ministro de alguna secta religiosa de la austeridad extrema, solo que en tanto no es religioso, eso le permite tener alguna admiración en la academia. Esto nos da un indicio que en muchos sectores académicos el problema con el puritanismo no parece ser el contenido del mensaje sino que se hable de Dios. Puritanos hipócritas como Lipovetsky olvidan fácilmente que la moda, la estética, es algo que siempre ha estado presente en la vida humana, solo que gracias a la masificación la gente común puede acceder a ella. Y allí es cuando el personaje puritano hipócrita da a notar que lo que en el fondo esconde es un elitista, un nostálgico no-confeso de las antiguas aristocracias o castas que excluían del placer estético al hombre común.

 

Sin embargo la masificación del lujo gracias a la industria de estética no significa que debamos endiosar la masificación de lo frívolo y lo superficial y que deba invadir todo aspecto de la vida; sino que una actitud sensata sería aceptar que existe un espacio para lo efímero como parte de la cotidianidad, y que gracias al capitalismo estético podemos cubrir esa dimensión de lo humano con más facilidad, por su abaratamiento, dejando más libre nuestro tiempo para buscar mejorar dimensiones más profundas y espirituales del ser humano.

 

La industria de la moda ya forma parte indispensable de la vida social, y no es un enemigo de las sociedades. Inclusive, para aquellos con esas preocupaciones, el capitalismo estético puede contribuir con prácticas “ecológicas” que fomenten sus creencias en las llamadas industrias sostenibles e influenciar en los demás mercados. “La industria de la moda textil mueve más de 3 billones de dólares a nivel mundial y otorga empleo a 75 millones de personas aproximadamente. Además, nuevas tendencias como la moda ecologista contribuyen a la eliminación de basura gracias a los procesos de reciclaje”, apunta Sofía Sanz, diseñadora y articulista de Stylespring.

 

Además, siguiendo la teoría del símbolo de René Huyghe, la moda no sería inhumana e impuesta como nos dicen los puritanos hipócritas como Lipovetsky. El individuo siempre está buscando símbolos con los que identificarse en la música, la pintura, la literatura, la ropa, etc., por lo que estaría en su naturaleza adherirse a ciertas modas como forma de construir su identidad y su imagen. Y desde una perspectiva libertaria, gracias al capitalismo de la industria de la estética esos símbolos de identidad están al acceso de cada vez más personas.

 

 

 

 

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