Los objetivos de la Agenda 2030: ¿es el supuesto “globalismo” un problema mayor al imperialismo y al intervencionismo?

0

Las mentes estatistas con o sin razón pueden interpretar las vagas recomendaciones —no son mandatos— de la Agenda 2030 como mandatos legales (y morales) por el intervencionismo económico. Mientras otros han elaborado la crítica a la Agenda 2030 como una crítica al “globalismo”. Este breve comentario indicará por qué este último enfoque estilo de crítica es equivocado por no llamar las cosas por su nombre y distraer el foco de los problemas.

Primero debemos notar que la premisa inicial de la Agenda 2030 como “globalista” es equivocada. En primer lugar por el escaso rigor intelectual de definición que tiene la etiqueta “globalismo”, que no corresponde a una teoría política identificable de forma académica ni a un movimiento específico que podamos identificar —por lo que bien podemos catalogar al “globalismo” como un fantasma, simple retórica—, y es un término que más bien está asociado a una teoría de conspiración de grupos de extrema derecha y de extrema izquierda de que existe algo así como un “gobierno mundial” oculto formado o en formación. Como libertarios hemos de basarnos en teorías científicas y datos verificados, no en narrativas fantásticas por muy “antiautoridad” que suenen (este artículo no expone ninguna de tales teorías, sin embargo se edifica en su inicio sobre la misma narrativa de un supuesto movimiento ideológico con esos mismos fines, el mismo que, como decimos, es un fantasma).

Es segundo lugar, los aspectos o las posibles lecturas a favor del intervencionismo económico de las recomendaciones de la Agenda 2030 no aumentan el poder ni de la ONU ni de algún gobierno mundial u organismo supranacional con más poder que los Estados —tal cosa es inexistente hoy en día y tampoco se conoce que existan tales planes, y si alguien afirma que existen reside en esa persona la carga de la prueba— sino que aumentan los de la capacidad del mismo Estado nacional para recaudar y regular dentro sus propias fronteras y para su propio beneficio. Es decir, los aspectos intervencionistas de la Agenda 2030 —aspectos que en tanto están sustentados en lo que el texto de la Agenda sí dice, claro que pueden ser objeto de debate científico sobre política económica— son la misma negación de la premisa de que se trataría de un proyecto “globalista”.

Afirmamos también que los aspectos intervencionistas económicos (es decir, siempre en beneficio de los mismos Estados dentro de sus fronteras) deben entenderse dentro de un marco general en que no toda la Agenda 2030 implica medidas intervencionistas, en realidad la mayor parte del texto es neutral de qué modelo de desarrollo aplicar —con unos pocos fragmentos donde la premisa es necesariamente estatista— si bien no debería sorprender que los burócratas internacionales (la gran mayoría de ellos burócratas de carrera en sus respectivos Estados) tengan en mente medidas estatistas al redactar ese tipo de documentos, sin embargo dejemos un espacio a la duda razonable para no caer en ad hominems. Los también llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible son precisamente objetivos de bienestar de la población con los que cualquier persona sensata puede estar de acuerdo a grandes rasgos, y en la mayor parte de sus recomendaciones no indica cuáles son los medios que cada Estado debe emplear para lograr esa meta —bien podrían ser reformas libertarias de libre empresa.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible o que exista una meta común de desarrollo vagamente definida no son una afrenta a las libertades por sí mismos, no son una agenda de opresión por sí mismos (quizás con excepción de la premisa implícita de las recomendaciones sobre el clima), son más bien un gesto simbólico con el que la ONU pretende mostrar que puede hermanar a las naciones en torno a una vaga meta común, y justificar su existencia como un supuesto foro para la paz. Consideramos que sus intenciones son humanitarias, no “globalistas”, aunque en tanto como libertarios nuestra teoría de las relaciones internacionales es la “anarquía entre Estados” —sí, ¡la teoría libertaria de relaciones internacionales sostiene que tal cosa como el “globalismo” NO existe ni puede existir!— poco puede hacer la ONU para que los objetivos sean alcanzados (se consideren buenos o malos los objetivos), carece de capacidad de obligar acuerdos a los Estados, y cada Estado hará o interpretará la Agenda 2030 como sus dirigentes prefieran.

Respecto a teorías de conspiración conservadoras más disparatadas aún y carentes de cualquier seriedad intelectual, que le atribuyen al texto los ODS cosas que no dice en lo más mínimo, no perderemos el tiempo resaltando lo obvio: que antes de opinar sobre un tema hay que saber de qué se trata, y que es muy recomendable en la vida no ser un bufón involuntario. Ante esto último solo recomendamos dejar de seguir a personas que les mienten, que ganan seguidores infundiendo miedo (el pánico social es uno de los gérmenes de los autoritarismos, tengan cuidado de los miedos que dejan entrar en su cabeza).

Print Friendly, PDF & Email