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Un embrión no tiene derechos. Los derechos no pertenecen a un ser potencial, sino a un ser real. Un niño no puede adquirir ningún derecho hasta que nace. Los vivos tienen prioridad sobre los que aún no viven (o los no nacidos).
El aborto es un derecho moral, que debe dejarse a la sola discreción de la mujer involucrada; moralmente, no se debe considerar nada más que su deseo en el asunto. ¿Quién puede concebirse el derecho de dictarle qué disposición debe hacer de las funciones de su propio cuerpo?
La voz de la razón “De la muerte en vida”
La voz de la razón, 58–59
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No importa la tontería viciosa de afirmar que un embrión tiene “derecho a la vida”. Un trozo de protoplasma no tiene derechos, ni vida en el sentido humano del término. Se puede discutir sobre las últimas etapas de un embarazo, pero la cuestión esencial se refiere sólo a los primeros tres meses. Igualar un potencial con un real es vicioso; abogar por el sacrificio de este último a aquél, es indescriptible. . . . Obsérvese que al atribuir derechos a los no nacidos, es decir, a los no vivos, los antiabortistas anulan los derechos de los vivos: el derecho de los jóvenes a establecer el curso de sus propias vidas. La tarea de criar a un hijo es una tremenda responsabilidad para toda la vida, que nadie debe asumir sin saberlo o sin quererlo. La procreación no es un deber: los seres humanos no son animales de granja. Para las personas conscientes, un embarazo no deseado es un desastre; oponerse a su terminación es abogar por el sacrificio, no en aras del beneficio de nadie, sino en aras de la miseria en cuanto miseria, en aras de prohibir la felicidad y la realización a los seres humanos vivos.
La carta de Ayn Rand “Una última encuesta”
La carta de Ayn Rand, IV, 2, 3
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Si alguno de ustedes está confundido o engañado por el argumento de que las células de un embrión son células humanas vivas, recuerde que también lo son todas las células de su cuerpo, incluidas las células de su piel, sus amígdalas o su apéndice roto, y que cortarlos es homicidio, según las nociones de ese proyecto de ley. Recuerda también que una potencialidad no es el equivalente de una realidad, y que la vida de un ser humano comienza con el nacimiento.
La cuestión del aborto implica mucho más que la interrupción de un embarazo: es una cuestión de toda la vida de los padres. Como he dicho antes, la paternidad es una responsabilidad enorme; es una responsabilidad imposible para jóvenes ambiciosos y luchadores, pero pobres; sobre todo si son lo bastante inteligentes y concienzudos para no abandonar a su hijo en la puerta ni entregarlo en adopción. Para estos jóvenes, el embarazo es una sentencia de muerte: la paternidad los obligaría a renunciar a su futuro y los condenaría a una vida de trabajo sin esperanza, de esclavitud a las necesidades físicas y financieras de un niño. La situación de una madre soltera, abandonada por su amante, es aún peor.
No puedo imaginar el estado de ánimo de una persona que desearía condenar a otro ser humano a tal horror. No puedo proyectar el grado de odio requerido para hacer que esas mujeres corran en cruzadas contra el aborto. Odio es lo que ciertamente proyectan, no amor por los embriones, que es una tontería que nadie podría experimentar, sino odio, un odio virulento por un objeto sin nombre. A juzgar por el grado de intensidad de esas mujeres, diría que es una cuestión de autoestima y que su miedo es metafísico. Su odio se dirige contra el ser humano como tal, contra la mente, contra la razón, contra la ambición, contra el éxito, contra el amor, contra cualquier valor que aporte felicidad a la vida humana. En cumplimiento de la deshonestidad que domina el campo intelectual actual, se autodenominan “pro-vida”.
¿Con qué derecho alguien reclama el poder de disponer de la vida de los demás y de dictar sus elecciones personales?
El Foro Objetivista “La Era de la Mediocridad”
El Foro Objetivista, junio de 1981, 3
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Una definición adecuada y filosóficamente válida del hombre como “un animal racional” no permitiría a nadie atribuir el estatus de “persona” a unas pocas células humanas.
El Foro Objetivista “La Era de la Mediocridad”
El Foro Objetivista, junio de 1981, 2
Nota del traductor: para evitar las usuales tergiversaciones malintencionadas (o solo simplonas) de la propaganda anti-libertad reproductiva —que endilgan falsamente a Rand ignorancia sobre el proceso biológico de la gestación— debe quedar claro que Rand no se refiere por “vida en sentido humano” a la mera vida celular o tisular (de tejidos) sino a la vida experiencial o la vida mental. Rand en este asunto está plenamente al tanto de la biología, de hecho más que los militantes anti-libertad reproductiva, pues no le atribuye al embrión características míticas o imaginarias.
La vida experiencial o mental es lo que hace que algo sea distintivamente un “ser humano”, alguien que vive la experiencia distintiva de ser un humano, y no solo un ser vivo más. En el uso tradicional de varios filósofos y pensadores el término “ser humano” no es una mera taxonomía de la “especie humana” (una confusión de términos y disciplinas que se ha vuelto muy común) sino un equivalente a persona o sujeto pensante. Y este es el sentido de “ser humano” que usa Ayn Rand para afirmar que un embrión humano no es un “ser humano” pues ni siente ni piensa (como lo sabe todo conocedor del proceso biológico de la gestación), es decir no vive la experiencia humana, y desde ese uso profundo y tradicional del término “ser humano” Rand está en lo correcto en este tema.