Los caminos no son separados

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keynesianLa economía como ciencia es ampliamente criticada por su búsqueda de lo que debería ser en base enteramente a modelos que no son un fin sino siempre, un medio. El Keynesianismo y la ortodoxia económica, no aportan soluciones factibles y optimas a las sociedades modernas.

El Keynesianismo y la economía Neoclásica, excluyen de su análisis el uso del poder: La Política. Las empresas están subordinadas a lo que imponga el individuo mediante el mercado y el Estado está subordinado a lo que imponga la sociedad. Para la economía neoclásica si se aplica lo primero, no habría forma de ejercer alguna medida salvo que beneficie al consumidor y al productor. He aquí fundamentalmente donde estas tendencias no incluyen a la economía como una disciplina política aislándola entonces, de la sociedad y de lo real.

Ahora, el fracaso macroeconómico ha sido aún más grande salvo en su teoría monetaria. Sin embargo, el sustento de este depende de la tesis neoclásica. Cuando la sociedad busca el pleno empleo y los máximos niveles de producción, el efecto positivo resulta ser contrario a lo esperado dado que crea sobreofertas en el mercado que se traducen en inflación y en el mediano plazo, en una disminución gradual del empleo neto. Por eso hoy en día, las decisiones políticas consideran la existencia de “niveles aceptables” de desempleo para evitar de esta formas inestabilidades aún mayores.

Cuando se acepta al mercado también se acepta que según el mercado que sea, este tendría diferentes poderes políticos dado sus intereses individuales. Como ciudadanos, no podemos negar que las corporaciones ocupan posiciones preponderantes en el Estado. Dado que el poder interviene de una forma tan abrupta en la economía es difícil entonces distinguir entre ciencia económica y política. Cuando las empresas adquieren ciertos niveles de poder, estas llegan a convertirse en instrumentos del Estado en su forma y grado, mas no en su esencia. Sostener lo contrario es negar el carácter político de las corporaciones modernas.

Esto no significa que la economía se convierte en una rama de la ciencia política. Mientras que la política rinde culto a los hechos históricos y a lo que ya sabe, la economía rinde culto al pensamiento, o por lo menos en principio. Por lo tanto la política si debe convertirse en parte de la economía.

Los problemas que surgen cuando se incluye el poder en los cálculos de un economista hacen entender que los problemas políticos no los plantean los partidos políticos, sino las circunstancias. Un economista entonces no debe defender el partidismo político sino la neutralidad.

Manejar un discurso que afirme que la economía no está ligada al poder político dado que las empresas están subordinadas al mercado -y el mercado el Estado y que en consecuencia bajo el control del consumidor y el ciudadano-, no es más que demagogia. La economía es un aliado importantísimo por su influencia en quienes manejan el poder.

No puede haber duda que no existe la emancipación del poder económico al control político.


 

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