Jonathan Gullible: Capítulo 29

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¿Ayuda o engaño?

El Palacio de los Lores tenía más habitaciones y vestíbulos que un laberinto. Jonathan deambuló por otro corredor hasta que olió un delicioso aroma a café y a pan recién horneado. Siguió a su olfato y caminó hasta una gran sala de reuniones donde había varios hombres y mujeres de avanzada edad discutiendo y sacudiendo violentamente sus puños. Mientras lloraban, algunos se tomaban de las manos como consuelo.

-¿Qué sucede? -preguntó Jonathan, poniendo un ojo en la canasta enorme que había en el medio del salón. Casi llegaba hasta el techo-. ¿Por qué están tan perturbados?

La mayoría de los viejos lo ignoraron y continuaron gimoteando y quejándose entre sí. Pero un hombre serio se puso lentamente de pie y se acercó a Jonathan:

-Es un mal Lord -refunfuñó- ¡lo volvió a hacer! ¡Nos engañó!

-¿Qué hizo? -preguntó Jonathan.

-Hace muchos años -dijo el hombre sacudiendo tristemente su cabeza- Lord Ponzi nos habló de un gran esquema para lograr que nadie tuviera hambre durante la vejez. ¿Suena bien, no?

Jonathan asintió rápidamente.

-Sí, eso pensamos todos. ¡Ja! -resopló en exasperación-. Bajo pena de muerte, todos, excepto ese excelso y poderoso Lord Carlo Ponzi y sus funcionarios, estuvieron obligados a contribuir con barras de pan a esa canasta gigante todas las semanas. La llamaban Canasta de Seguro Social. Quienes llegaban a los sesenta y cinco años y se jubilaban podían comenzar a sacar pan de la Canasta de Seguro Social.

-¿Contribuían todos menos Lord Ponzi y sus funcionarios? -repitió Jonathan.

-Sí, recibieron un trato especial -respondió el anciano-. Tuvimos que poner más de nuestro pan en una canasta separada exclusivamente reservada para ellos. Ahora sé por qué querían tener la suya por separado.

-Debe ser lindo tener pan para la vejez -dijo Jonathan.

-Nosotros pensamos lo mismo. Parecía una idea tan maravillosa porque siempre habría pan para alimentar a los mayores. Como todos podíamos confiar en la gran canasta estatal, la mayoría de nosotros dejó de ahorrar en pan para el futuro.

Sus hombros cayeron como si cargaran un peso de toda la vida. El anciano recorrió con la mirada al grupo de personas arrugadas y viejas. Señaló a otro anciano que estaba sentado en un banco cercano:

-Un día mi amigo que está allí, vio que había gente que ponía y que sacaba pan de la gran canasta. Alan calculó que la Canasta de Seguro Social pronto estaría vacía. Solía ser contador, sabes. Bueno, Alan nos advirtió.

Al oír su nombre, Alan comenzó a asentir:

-Fuimos directo a la canasta y trepamos por un costado. Nos costó trabajo, pero no somos tan débiles y ciegos como piensan esos jóvenes gobernantes. De todas formas, miramos hacia adentro y descubrimos que la canasta de alimentos ya estaba casi vacía. La noticia causó alboroto. Ahí mismo le dijimos al altísimo Lord Ponzi que más le valía que hiciera algo rápido o ¡tendríamos su pellejo en la próxima elección!

-Guau, me imagino que se debe haber asustado -dijo Jonathan.

-¿Asustado? Nunca vi a nadie tan inquieto. Sabe que tenemos mucha fuerza cuando nos unimos. Primero propuso entregarle más pan a los ancianos, comenzando justo antes de la próxima elección. Luego sacaría más pan a los trabajadores jóvenes, comenzando después de la elección. Pero los obreros anticiparon su plan y también se enojaron. Los jovenzuelos, los más inteligentes, dijeron que querían tener algo de pan ahora. Dijeron que sus despensas estaban mucho mejor protegidas contra la humedad y las ratas que la gran canasta del Estado. Además, con todo lo sucedido, la mayoría no confía en los Lores para dejárselo hasta la jubilación.

-¿Qué hizo él entonces? -preguntó Jonathan.

-Ese Ponzi siempre tiene un ángulo nuevo. Entonces propuso que todos deberíamos esperar hasta tener setenta años antes de poder comenzar a llevarnos pan de la canasta. Bueno, esto enojó a quienes estaban cerca de la jubilación y esperaban recibir pan a los sesenta y cinco como se les había prometido originalmente. Por último, Ponzi tuvo una brillante idea.

-¡Justo a tiempo! -exclamó Jonathan.

-Justo a tiempo para el día de elecciones. Ponzi les prometió ¡todo a todos! Le daría más a los ancianos y le sacaría menos a los jóvenes. ¡Perfecto! Prometió más por menos y ¡todos felices! -El viejo hizo una pausa para ver si Jonathan podía comprender lo que estaba sucediendo-. La cuestión es que las barras de pan serán más pequeñas año tras año. Sí. Las barras de pan serán eventualmente tan pequeñas que tendremos que comer cien barras en cada comida e inclusive seguiremos con hambre.

-¡Malditos embusteros! -estalló Alan-. ¡Cuando se acaben esas barras nos tendrán comiendo imágenes de pan!

Traducido del inglés por Hernán Alberro.

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