Jonathan Gullible: Capítulo 32

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Viceversa

Jonathan vendó a George lo mejor que pudo y continuaron caminando con todo el cortejo. Comenzó a darse cuenta de que el Palacio de Gobierno lo confundía en vez de ayudarlo. Se fue muy desanimado y, ahora más que nunca, estaba decidido a encontrar el puerto y un barco que lo pudiera llevar a su casa.

Tan pronto como salió del edificio casi se choca contra Mices que lo estaba esperando pacientemente con un ratón muerto entre sus garras. Jonathan comprendió que se trataba de un ofrecimiento de su nuevo compañero. “Supongo que no necesito preguntar de dónde salió esto, Mices. Gracias, pero paso.” El gato se rascó una oreja con la pata trasera y luego ambos comenzaron a caminar.

En la esquina más lejana del Palacio, Jonathan vio a una mujer muy maquillada, en un vestido rojo ajustado. Cuando un hombre pasó a su lado en la calle, ella sonrió y caminó unos pasos en su dirección intentando iniciar una conversación con él. No parecía estar mendigando. No, Jonathan pensó que estaba tratando de vender algo. Cuando no tuvo éxito en su esfuerzo, esta vendedora se dio vuelta abruptamente en busca de otro cliente. Jonathan se preguntó si su aspecto exageradamente ornamentado también habría sido declarado bien público por el Lord Ponzi.

Luego vio a otra mujer con un montón de maquillaje y medias negras bajo una falda muy corta y brillante. Sus piernas no daban muestras de haber caminado de rodillas. Parecía particularmente amigable parada con una mirada audaz fija en Jonathan. Él quería preguntarle por el puerto. Pero antes de poder hablar, apareció doblando la esquina un furgón policial que maniobró para detenerse frente a él.

Salieron varios oficiales vestidos de negro y agarraron a ambas mujeres, las metieron en la camioneta gritando y pateando. Los hombres cerraron las puertas de un golpe y se fueron. Uno de los policías se quedó allí, tomando notas en un pequeño libro negro que había sacado de su bolsillo.

Jonathan hubiera deseado que cuando había sido asaltado se encontraran allí tantos policías como ahora. ¿Por qué estaban por todas partes menos cuando él los necesitaba? Quizá podría denunciar el robo y recibir ayuda.

-Discúlpeme señor, me gustaría denunciar un robo.

-Ésa no es mi división -respondió el policía sin sacar la vista de su cuaderno.

Jonathan estaba enojado: -¿Cuál es su división?

-Inmoralidad -dijo el hombre.

-¿Perdón?

-División de Inmoralidad. En nuestra división nos encargamos del comportamiento inmoral.

-Pero robar es inmoral. -Al no obtener respuesta, Jonathan preguntó-: ¿Por qué arrestaron a esas mujeres?

Finalmente el hombre sacó la mirada de sus notas y vio la cara perpleja de Jonathan:

-¿No te diste cuenta por su ropa? Esas mujeres son culpables de dar favores sexuales a hombres a cambio de dinero. Hubiera sido mejor para ellas si hubiesen hecho un trueque por esos favores.

-¿Trueque? ¿A qué se refiere con trueque? -preguntó Jonathan, que ahora estaba menos preocupado por sus propios problemas y cada vez más curioso acerca de aquellas mujeres.

-Es decir, -dijo el policía enfatizando cada palabra- esas mujeres deberían haber entretenido a sus socios luego de recibir una cena, beber, bailar, e ir al teatro en lugar de recibir efectivo. Es mejor para los negocios de la comunidad y perfectamente legal.

Jonathan estaba más confundido que nunca: -¿Entonces no se debe utilizar efectivo a cambio de favores sexuales?

-Por supuesto que hay excepciones. Por ejemplo, se puede utilizar efectivo si se filma el acto y se lo proyecta a todos en el pueblo. En ese caso es un evento público, no privado, y permitido. En lugar de ser arrestados, los participantes pueden hasta convertirse en celebridades y ganar una fortuna en contratos.

-Entonces es el intercambio de dinero para la actividad sexual absolutamente privada lo que resulta inmoral? -preguntó Jonathan.

-También hay excepciones para las transacciones privadas de efectivo, especialmente cuando las mujeres visten ropa más linda que la de estas prostitutas callejeras -dijo el hombre con desdén-. Las operaciones de corto plazo, por hora o una noche, son ilegales. Pero si una pareja hace un contrato permanente, de por vida, entonces se puede utilizar efectivo. De hecho, los padres muchas veces incentivan a que sus hijos hagan esos acuerdos. Los aspirantes a la nobleza muchas veces han sido reverenciados por esta clase de comportamiento. Si se hace correctamente, es un medio legítimo de mejorar el nivel social y la seguridad.

El policía terminó de tomar notas y puso su mano en un bolso. Sacó una piedraenunpalo y algunos clavos:

-¿Me darías una mano con esto?

-Claro -dijo Jonathan que seguía evaluando su información sobre la moral de la sociedad.

El oficial se dio vuelta y caminó hasta un comercio cercano. Agarró algunas tablas sueltas que estaban apiladas sobre la acera y se dirigió hacia Jonathan:

-Aquí, sostén esto. Quiero clavar estas tablas en las ventanas y puertas de este comercio.

-¿Por qué?

-Se clausuró el negocio -dijo en un tono apagado por estar sosteniendo los clavos en su boca-, porque el dueño fue hallado culpable de vender fotografías obscenas. Se está pudriendo tras las rejas.

-¿Qué es una fotografía obscena? -preguntó Jonathan con inocencia.

-Bueno, una imagen obscena es de una actividad fétida y asquerosa.

-¿El comerciante estaba realizando esta actividad “asquerosa”?

-No, él estaba vendiendo las imágenes.

Jonathan tuvo que pensarlo cuidadosamente. El policía terminó de clavar las tablas de arriba de la puerta.

-Entonces vender imágenes de actos obscenos ¿lo hace a uno culpable del acto?

Ahora fue el turno del policía de detenerse y ponderar la pregunta de Jonathan:

-Bueno, en cierta forma, sí. La gente que vende las imágenes es culpable de promover la actividad. Los consumidores son fácilmente influenciables, ya sabes.

Jonathan se golpeó la frente con la palma de la mano.

-Ya entiendo. Éste debe haber sido el puesto de diarios. Usted arrestó a los fotógrafos periodísticos por tomar ¡fotografías de guerras y matanzas! Pero ¿sus diarios son los culpables de promover la guerra y las matanzas sólo porque imprimen y venden imágenes de gente matándose y siendo asesinada?

-No, no. ¡Ay! Maldita piedraenunpalo! -exclamó el oficial, sacudiendo su pulgar de dolor y vociferando una serie de insultos. Le había errado a un clavo y se había golpeado el pulgar. Levantando sus herramientas, intentó comenzar nuevamente-. La obscenidad es la actividad sexual ¡que sólo realizan los pervertidos! La gente decente condena ese tipo de comportamiento. Por otro lado, -dijo el hombre- las guerras y las matanzas son cosas sobre las cuales la gente decente y los pervertidos pueden leer y hacer juntos con la guía apropiada. De hecho, la información gráfica bélica puede ganar premios periodísticos.

Este policía estaba claramente muy ocupado con la inmoralidad como para ayudar a Jonathan con un mero asalto.

Traducido del inglés por Hernán Alberro.

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