Paul Krugman lleva muchos sombreros: profesor de la Universidad de Princeton, columnista del New York Times, Premio Nobel de Economía (2008), autor prolífico de libros académicos y artículos de prensa y ahora presidente de la Eastern Economic Association. La EEA es un grupo regional de estudios que publica una revista y realiza una conferencia académica anual en la ciudad de Nueva York cada dos años. La EEA está ubicada en la Escuela de Negocios Anisfield, en Ramapo College, donde he enseñado finanzas corporativas y mercados e instituciones financieras durante los últimos 25 años.
El 29 de septiembre hubo una breve ceremonia dedicada a la Escuela de Negocios Anisfield como nuevo hogar para la EEA. Antes de la dedicatoria, hubo una ceremonia de corte de cinta como apertura oficial del Global Financial Trading Lab, que ha sido posible por una generosa donación del Sr. y la Sra. Anisfield. Después de estos dos acontecimientos, Krugman realizó un discurso de 40 minutos sobre la “trampa de liquidez” y sus “descontentos”, seguido por una movida sesión de preguntas y respuestas.
Krugman es un orador convincente, a veces gracioso y muy serio de vez en cuando. Parece frustrado porque la administración Obama no siga su consejo de gastar como nunca antes en la historia basándose en que hay una “demanda insuficiente” en la economía para superar el “agujero de producción”. De acuerdo con Krugman, la economía está operando por debajo de su “potencial total” y por tanto es tarea del gobierno federal tensar la cuerda, porque los individuos y el sector empresarial están “reculando”.
La tesis de Krugman, que desarrolló en su discurso, ha sido repetida una y otra vez en su columna del Times: los políticos son demasiado tímidos como para abrir realmente la espita del gasto por su “incapacidad de comprender” la trampa de la liquidez. De acuerdo con Krugman, aunque la política de interés cero de la Reserva Federal haya inundado los bancos de la nación con dólares recién impresos, la falta de gasto en el sector privado está haciendo que las compañías despidan trabajadores, lo que a su vez hace que baje la demanda agregada y que así la espiral descendente no termine nunca o en el mejor de los casos cause una tibia recuperación, salvo que el gobierno federal dé un paso adelante para fomentar la demanda agregada. Esa, en pocas palabras, es la visión de Krugman del estado de la economía.
Hace muchos años, leí un artículo de Murray Rothbard o lo escuché en una conferencia hablando de política económica. Apuntaba que cualquier explicación de los acontecimientos económicos que no incluya la importancia de pos precios como mecanismo de liquidación de los mercados es un ejercicio inútil. En su discurso, Krugman no mencionó cómo los precios de mercado equilibrarían la producción a través de su estructura con la demanda de los participantes en el mercado. No hubo reconocimiento por su parte de que la burbuja inmobiliaria elevara los precios en prácticamente todos los sectores de la economía y de que la única forma de volver a una prosperidad sostenible es que los mercados se liquiden. Por supuesto, esto significa que bajen los salarios reales y nominales, que caigan los precios de la vivienda y que los precios de bienes y servicios se ajusten para reflejar la demanda real (no la demanda inducida) en la economía.
En resumen, es necesario un periodo de ajuste para eliminar las distorsiones en todos los mercados causadas por la política de dinero fácil de la Fed. Krugman no tenía ninguna explicación de por qué se produjo la burbuja salvo decir que se produjo. Aparentemente no entendía la idea de la Escuela Austriaca acerca de las causas y efectos de la inflación monetaria y del crédito.
La única vez que Krugman mencionó los precios en su discurso fue para apuntar que la inflación de precios es ahora muy baja y no supone una “amenaza” porque hay mucha “flojera” en la economía. El índice del Commodity Research Bureau ha estado aumentando constantemente desde que la Fed abriera completamente el grifo monetario hace dos años y los precios de los metales preciosos apuntan a que, o bien la inflación está volviendo y el dólar caerá más en valor, o bien habrá una depresión deflacionaria, y que los inversores quieren un “almacén de valor fiable”. No importa cómo lo pongas, la inflación monetaria sin precedentes, los déficits millonarios hasta donde la vista puede alcanzar y el hinchado presupuesto federal están causando preocupación en todo el mundo acerca de la salud de la economía de EEUU.
Aunque los economistas tienden a “entenderlo bien” a nivel micro, demostrando cómo los precios liquidan los mercados para evitar tanto escaseces como excesos, tienden a estar en otro universo cuando se refiere a analizar la economía macro. Esto es claramente evidente en el discurso de Krugman. Se aferra a la “paradoja de la prosperidad” como explicación de la débil recuperación de la economía, es decir, a que el ahorro de una persona puede ser bueno para ella, pero si todos ahorran, eso es malo para la economía porque habrá menos demanda agregada. Afirma que esto es un ejemplo de la falacia de la composición. En resumen, Krugman afirma que lo que es bueno para un individuo puede no serlo para la “sociedad”. (Ver la crítica de Robert Murphy de la “paradoja”).
El economista Robert Higgs ha escrito una crítica definitiva de lo que llama “keynesianismo vulgar”, la idea de que la economía se compone de “trozos” de producción que pueden ser manipulados por el gobierno federal para obtener el “nivel correcto” de ingreso y empleo nacional. Krugman es el mayor portavoz de los defensores del keynesianismo vulgar, afirmado por ejemplo que los tecnócratas en la Casa Blanca y la burocracia federal tienen las habilidades y conocimientos para dirigir la economía hacia el pleno empleo.
Krugman ignora totalmente el papel del empresario en la economía. ¡La incertidumbre está asolando a la comunidad empresarial por haberse vuelto las políticas públicas tan inciertas! La batalla sobre los tipos impositivos en el Congreso, la política de la Fed, los tipos de cambio de divisas, los asuntos comerciales, los cambios regulatorios y otros factores tensan haciendo cada vez más difícil que las empresas realicen cualquier planificación estratégica fiable. Nada de esto fue mencionado por Krugman como razones por las que la que economía sea lenta en el mejor de los casos.
Otra debilidad en el paradigma económico de Krugman es su falta de aprecio del papel del ahorro y la inversión que es necesario antes de que se produzca el consumo. Como observaba Ludwig von Mises: “La solución tecnológica más ingeniosa sería inútil en la práctica si los bienes de capital requeridos para su utilización no se hubieran acumulado mediante el ahorro”. Pero para Krugman es la demanda y sólo la demanda lo que dirige la economía. Sin embargo, como han explicado los economistas de la Escuela Austriaca durante más de 100 años, una economía “crece” cuando los empresarios ahorran (dejan de consumir hoy) con el fin de invertir en distintas etapas de la estructura de producción para que la oferta de bienes de consumo aumente constantemente con el tiempo a precios más bajos, extendiendo así a todos los beneficios de una economía libre. Incluso los desempleados y los discapacitados reciben los beneficios del libre mercado mientras la “deflación” se extiende por toda la economía.
Así que es el libre mercado el que causa más prosperidad, no el gasto del gobierno, que se basa en expropiar los ingresos y la riqueza de la gente. El gasto público no puede nuca generar un aumento sostenible en los ingresos reales, porque los gobiernos no invierten en las líneas “correctas” de producción que satisfarían la demanda real de consumo. Además, el gobierno depende de la coacción para obtener sus ingresos, por tanto sus acciones no reflejan las elecciones óptimas de la gente.
Como apuntaba Rothbard en The Case for a 100 Percent Gold Dollar:
La economía de mercado y el sistema mundial moderno de división del trabajo funciona así: un fabricante produce un bien o servicio, vendiéndolo por dinero, luego usa el dinero para comprar otros bienes o servicios que necesita. Consideremos un mundo hipotético de laissez faire puro, donde el mercado funcione libremente y el gobierno no se inmiscuya en absoluto en el ámbito monetario. El sistema de venta de bienes por dinero sería entonces la única forma por la que un individuo podría obtener el dinero que necesita para obtener a su vez bienes y servicios. El proceso sería: producción → “compra” de dinero → “venta” de dinero a cambio de bienes.
La elegante e intuitiva presentación de Murray Rothbard de cómo funciona una economía debería sacar a Krugman y otros del error de que el gasto público sea un tónico para lo que enferma a la economía. Lo que enferma a la economía es la vieja historia: gasto público masivo e impresión de dinero.
La economía de EEUU está sufriendo actualmente un reajuste masivo a las políticas de dinero fácil de la Reserva Federal, un hecho desechado por Krugman como factor causal irrelevante de la burbuja y de la “Gran Recesión”. Sin embargo, Krugman dijo que sabía cómo acabaron las inflaciones en el pasado: aumentando los tipos de interés para estimular la espiral de precios. Ahora, afirma, la política monetaria es ineficaz y el gasto federal debe acelerarse para rebajar el desempleo y poner a trabajar otros factores de producción.
Durante las preguntas y respuestas, pregunté a Krugman acerca del prólogo de Keynes a la edición alemana de la Teoría General, en la que escribió:
La teoría de la producción agregada, de la que trata este libro, puede sin embargo ser adaptada mucho más fácilmente a las condiciones de un estado totalitario [eines totalen Staates] que la teoría de la producción y distribución de una producción concreta ante condiciones de libre competencia y un alto grado de laissez faire. Ésta es una de las razones que justifica el hecho de que califique a mi teoría como una teoría general.
Krugman rechazó la idea de que el keynesianismo se ajustara mejor al totalitarismo e ignoró mi pregunta acerca del hecho de que el lío en el que estamos sea precisamente por causa de que el gobierno de EEUU haya seguido políticas keynesianas durante las últimas ocho décadas.
En la cena tras el discurso apunté que Estados Unidos (tanto bajo republicanos como bajo demócratas) ha venido siguiendo el modelo keynesiano durante ocho décadas después de que él dijera que Clinton no lo lizo porque aumentó los impuestos en 1993. Dije que se llegó a un acuerdo entre la administración Clinton y la Reserva Federal bajo Alan Greenspan (presidente entonces de la Fed) para aumentar la oferta monetaria si se aumentaban los impuestos para reducir el déficit. Se encogió de hombros. También le dije que Reagan nos trajo el “keynesianismo militar” en la década de 1980.
Krugman es un tipo listo pero obsesionado por el gasto público como medio para crear prosperidad. Su enfoque en la idea de que la demanda dirige una economía es una visión ingenua de cómo funciona una economía. Esto me hace preguntarme lo que enseñan en el departamento de economía del MIT, donde Krugman obtuvo su doctorado.
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.