Se suele decir que todo economista que se gane su pan sabe la Ley de Gresham (o, si es polaco, la Ley de Copérnico): “la moneda mala desplaza a la buena”. Entendida en su sentido estricto, esta regla dice que cuando el gobierno obliga a la gente a aceptar distintas formas de moneda a un tipo de intercambio fijado por ley, circulará la forma de moneda que esté sobrevalorada (la “mala moneda”), mientras que la forma de dinero infravalorada (la “moneda buena”), no.
En la obra de Aristófanes, “Las ranas” aparece la expresión más antigua conocida de esta regla:
“Con frecuencia nos parece que a la ciudad le pasa con nuestros mejores ciudadanos lo mismo que con la moneda antigua y el oro nuevo. En efecto, de éstas monedas, que no son falsas, sino las más bellas de todas las monedas, según parece, y las únicas que están bien acuñadas y son de mejor sonido, entre los griegos y los bárbaros, en todas partes, de ésas no hacemos uso alguno, pero sí de estas detestables piezas de cobre, acuñadas ayer o anteayer con pésimo cuño”. (Aristófanes: Las ranas, traducida por José García López; Universidad de Murcia, 1993, p. 249)
En “Las ranas”, dos ciudadanos de Atenas descienden al Hades con el propósito de resucitar a dos políticos muy respetados del pasado para salvar a la ciudad-estado de sus actuales y corruptos dirigentes. Se dice que los dirigentes actuales son como las monedas de metal común en circulación, mientras que los del pasado son como las monedas completas de metales preciosos que circulaban antes.
La monedas completas “eran de mejor sonido”, es decir cuando se arrojaban contra una mesa sólida de madera, daban un sonido característico. Pensemos en “Las campanas” de Edgar Allan Poe. El volumen, tacto y color de las monedas era suficiente, en la mayoría de los casos, para distinguir las falsas de las auténticas. Y estas monedas circulaban en el extranjero igual que en la ciudad porque tenían un valor intrínseco. Por el contrario, las monedas devaluadas eran imposibles de distinguir de cualquier falsificación, pues no tenían cualidades distintivas y repugnaban a los extranjeros y a cualquiera no obligado por ley a aceptarlas, igual que los políticos actuales.
El paisaje no dice realmente cómo vinieron las monedas de metal común a reemplazar las monedas completas. Sin embargo, podemos deducir que la audiencia sabía qué pasó, pues la obra era una comedia, no una lección de economía. Por fuentes históricas, sabemos que Atenas se vio envuelta en una serie de guerras contra Esparta y otras ciudades-estado griegas y que se vio amenazada por Persia.
Los continuos gastos de estas guerras arruinaron el tesoro de Atenas. Incluso los objetos de oro y plata del templo se refundieron como moneda. Luego la ciudad recurrió a la devaluación y a las leyes de curso forzoso obligando a aceptar las monedas devaluadas al precio de las monedas de metales preciosos. Pronto las monedas sólo se refundieron en metal común.
La historia de las monedas devaluadas y su conexión con el desequilibrio fiscal y la corrupción es perenne. El profeta Isaías (1:22) escribe: “Tu plata se ha tornado en escorias, tu vino mezclado está con agua”. La escoria es el metal común. Las monedas de plata que circulaban antiguamente se habían reemplazado por monedas de metal común. Los metales comunes podían pulirse para parecerse a la plata, como en el caso de muchas monedas contemporáneas de EEUU, pero esto sólo esconde la corrupción que de otra manera se habría manifestado en las monedas.
Igualmente, el erudito islámico Ibn Taymiyyah (que puede considerarse un precursor del wahabismo) escribió en un tiempo de continuas guerras contra los cristianos al oeste y mongoles al este: “Si el gobernante cancela el uso de cierta moneda y acuña otro tipo de moneda para el pueblo, estropeará todas las riquezas que poseen”. Igual que Isaías y San Agustín, Ibn Taymiyyah escribía en un tiempo de decadencia de su civilización y pedía una revitalización y separación del mundo.
Hablando de los mongoles, es al Emperador Kublai Khan al que debemos la invención del papel moneda. Marco Polo, que trajo noticia de esta innovación a los europeos escribió en su diario de viajes “nadie, al peligrar su vida, rechaza aceptarlo como pago”. Durante los últimos años del reinado de Kublai Khan, las emisiones de papel moneda se hicieron excesivas y se produjo un ciclo inflacionista.
Durante el reinado de su sucesor, el cuarto emperador mongol, se llevó a cabo la primera “reforma monetaria” del mundo, con una conversión forzada de la vieja moneda a la nuestra con una relación de cinco a uno. La anterior prosperidad se vio también reemplazada por la corrupción y la decadencia.
Después de la caída de la dinastía mongol n el siglo XIII y la ascensión de la dinastía Ming en China, la historia registra otro hito en la evolución de la moneda, la primera inscripción de una ley de curso forzoso en papel moneda: “Este papel moneda será dinero y se usará en todo caso como si fuera moneda de cobre”. Al inicio de la dinastía Ming, 17 unidades de papel moneda equivalían a 15 unidades de moneda de cobre. Para el siglo XV, 5.000 unidades de papel moneda equivalían a 15 unidades de moneda de cobre. Las condiciones económicas se deterioraron y el imperio sufrió las invasiones de los tártaros.
Nuestra propia experiencia con leyes de curso forzoso se remonta a los días de la colonia, cuando las colonias emitieron papel moneda entonces llamado “billete de crédito”. La primera emisión fue en la colonia de Massachusetts en 1690, durante la Guerra del Rey Guillermo, cuando los colonos ingleses de Massachusetts pensaron en realizar una expedición para apoderarse de Quebec, entonces una colonia francesa. Se inscribió en los billetes. “Este billete marcado de Cinco Chelines (…) tendrá un valor equivalente en dinero”.
Poco después de esta guerra llegó la Guerra de la reina Ana y otra emisión de billetes de crédito. Luego llegó otra cuyo nombre ahora no recuerdo y después otra más. Cada vez más billetes de crédito. Y, por supuesto, acompañando a todos estos billetes estaba la inflación. [1] A mediados de siglo, los ingleses limitaron la capacidad de las colonias americanas para emitir billetes de crédito y se acabó la inflación. Más tarde, en el siglo XVIII, las colonias americanas sufrían bajo la carga de esta restricción británica de emitir papel moneda. Esta restricción estaba entre los agravios incluidos en la Declaración de Independencia. De acuerdo con Benjamin Franklin era el principal. Y así tuvieron una revolución.
Liberados de las restricciones exteriores para emitir papel moneda, ¿saben qué paso? Como es obvio para quien no se arrodille ante el trono del gran gobierno, hubo inflación. Y para obligar a la aceptación del papel moneda, ¿saben qué pasó? Quienes no aceptaron el papel moneda emitido para cada uno de los autoproclamados estados independientes en su Congreso Continental fueron tratados como Lealistas y se les expropiaron sus propiedades.
Así que a la vista de de la inflación que estalló durante los periodos de la Revolución y la Confederación, se llamó a una convención con el fin de llegar a un nuevo acuerdo entre estados. Este acuerdo, entre otras cosas, limitaba la capacidad de los gobiernos estatales para emitir papel moneda y no otorgaba ese poder al gobierno federal. Lo remarcable en la constitución que escribieron no es que sólo restringiera la emisión de papel moneda durante cierto número de años (hasta que los Estados Unidos entraron en el ciclo de guerra, déficit, inflación, corrupción y decadencia), sino que restringiera la emisión de papel moneda durante tanto tiempo.
Así que permítannos que, con el mismo humor cruel, nos riamos de nuestra condición de estadounidenses de la misma forma en que Aristófanes lo hizo de la condición de los atenienses. Enviemos una delegación al Hades para resucitar a Ludwig von Mises, Thomas Jefferson, John Locke y Aristóteles para reemplazar a los políticos corruptos y devaluados que ahora tenemos.
Notas
[1] Durante una de estas guerras (¿importa cuál?) se produjo otra novedad en la historia del dinero: el primer uso de un índice de precios para tratar de atajar la inflación. Para los estándares actuales, era un índice muy basto. Sólo incluía los precios de las materias primas.
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.